¡Hola a todos! Esta es mi primera traducción de una de mis historias al español. Sé que van a haber errores (me temo que hay muchos) y por ellos pido perdón de antemano. ¡Espero que les guste! Y me agradaría si ustedes me pudieran decir cuándo hay errores o frases extrañas para que pueda corregirlos. ¡Gracias por su tiempo!

¡Y ahora tengo una beta maravillosa para este historia! ¡Muchas gracias a sra._danvers de AO3 para su ayuda!

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Bilbo suspiró y puso la cabeza en sus manos mientras se sentaba a la mesa. Estaba tan cansado de planear esa fiesta. Le había parecido una buena idea cuando lo había planeado con Gandalf, pero ahora que tenía que llevarlo a la práctica. . . deseaba que simplemente se hubiera deslizado en la oscuridad sin una despedida. Frodo lo habría entendido, y el resto de ellos. . . A Bilbo no podía importarle menos lo que pensaran de él. Habían pensado que era extraño desde que se había ido a la aventura sesenta años atrás. No. Sus opiniones no le importaban.

Parecía que muy poco le importaba ya. No desde entonces. . . ni siquiera se atrevía a pensar en ello. Aunque el hecho de que no pudiese pensar en ello, no significa que no le había afectado. Lo había hecho. Le había quitado su capacidad de amar. Le gustaba Frodo, eso era cierto, pero desde ese día su corazón no era suyo. Fue enterrado en la Montaña Solitaria con el enano que amaba. Aún recordaba el día en que había dejado su corazón allí.

Bilbo estaba de pie en la tumba, rodeado de enanos que le estaban echando miradas de reojo. Normalmente le habría importado que tanta gente no quisiera su presencia, pero estaba tan impresionado por el dolor que su hostilidad le pasó desapercibido. Thorin, Fíli y Kíli estaban acostados en cajas de piedra y si Bilbo no lo hubiera sabido, habría pensado que estaban dormidos. Parecían casi pacíficos en la muerte.

Había apretado los puños cuando Dwalin y otro enano grande cuyo nombre no conocía habían cubierto las tumbas de Fíli y Kíli, pero cuando tuvieron que hacer el mismo movimiento en la tumba de Thorin, Bilbo no había sido capaz de detenerse.

Espera—había dicho en voz baja, las lágrimas corriendo por su rostro. Se había sorprendido de aún tener lágrimas que derramar, después de los últimos días. Dwalin y el resto de la compañía le había mirado con algo parecido a la piedad, mientras que los otros enanos le miraron mal por la interrupción. Balin había puesto una mano sobre su hombro.

Es la hora, Bilbo —había dicho suavemente—. Tienes que dejarlo descansar en paz.

Pero estará oscuro allí —dijo Bilbo, centrándose en las objeciones más triviales a un entierro.

Sí —acordó Balin—. Pero debemos hacerlo.

Con eso, Balin había asentido a su hermano para terminar la tarea desagradable. Ententando ignorar los sollozos del hobbit, que estaban llenando el aire, Dwalin guió la tapa sobre la tumba y la colocó cuidadosamente en su lugar. Hubo algunos murmullos en la sala sobre la conducta públicamente impropia que el hobbit estaba exhibiendo por el luto , pero se silenciaron con una mirada furiosa de Dáin y los miembros remanentes de la compañía de Thorin. Bofur se lo llevó a una habitación y se quedó con él hasta que Bilbo se quedó dormido.

Al día siguiente, se llevó su cofrecito de la decimocuarta parte del tesoro y se marchó. Aunque había echado terriblemente de menos a los otros, nunca había regresado a la Montaña. Había demasiados recuerdos tristes allí para él. De vez en cuando vinieron a verlo, la mayoría mirándole como lo habían hecho la primera vez que los había visto. Cada vez que lo hicieron, una parte de él esperaba que el pasado volvería a repetirse y su casa se llenase de trece enanos que se asaltaran su despensa y le convencieran para seguirles en una tarea de tontos. Pero nunca sucedió. Y el enano que él quería ver más en el mundo, nunca vino. Cada vez que sonó la campana, aunque él sabía que era imposible, esperaba que fuera Thorin el que estuviera al otro lado de la puerta. . . pero, por supuesto, nunca lo fue.

Casi tan pronto como el pensamiento cruzó su mente, la campana sonó. Bilbo suspiró y se preguntó por un momento si simplemente debía pretender que no estaba en casa. No estaba de humor para visitantes, o para atender asuntos de la fiesta para el caso. Cuando hubo otro, más insistente, sonido de campana, seguido poco después por un golpeteo duro en la puerta, se dio cuenta de que quien estaba allí no se desanimaba fácilmente, y el sonido continuo le irritó más que el breve tiempo que le tomaría saber lo que querían y que siguieran después su camino.

Con un suspiro de exasperación, Bilbo se levantó y caminó hacia la puerta, murmurando para sí mismo acerca de la gente tonta que no aceptaban el silencio como respuesta. Sólo al llegar a la puerta los golpes empezaron de nuevo, más fuerte que antes, incluso teniendo en cuenta el hecho de que ahora estaba más cerca de la puerta.

—¿Qué quieres? —preguntó Bilbo, mientras tiraba de la puerta. Sabía que no era la manera amable de responder, pero él había dejado de preocuparse por cortesía hacía ya algún tiempo. Oyó una risa divertida y miró hacia arriba un poco para ver la cara sonriente de Thorin Escudo de Roble.

—¿Aún sigues abriendo la puerta como un corcho, Bilbo? —dijo el enano en un tono ligero.

Bilbo cerró los ojos al oír el sonido de su voz. Era un sonido que nunca había esperado escuchar otra vez y lo llenó de calidez y trajo lágrimas a sus ojos. Quería cerrar la puerta. Él sabía que era imposible. Estaba alucinando del estrés de la planificación de la fiesta y su espíritu melancólico había convocado a la imagen de Thorin para ser su alucinación.

—¿Puedo entrar? —preguntó Thorin, al ver el asombro en el rostro del otro—. ¿O es que tienes la intención de mantenerme en la puerta todo el día? —Bilbo se hizo a un lado para permitir que el enano pasara, sin saber si podía dar voz a la invitación. Aún esperaba que Thorin desapareciera en cualquier momento. Lo que no estaba preparado era para notar el calor del cuerpo que otro desprendía en el espacio entre ellos, o la forma en que su olor, que era claramente Thorin, llenó el aire en la entrada de su madriguera hobbit.

— Cuánto tiempo, querido amigo —dijo Thorin suavemente colocando una mano sobre el hombro de Bilbo.

Con la sensación de la mano sólida de Thorin en su hombro, Bilbo sintió que el mundo se oscurecía mientras que el suelo se levantó repentinamente a su encuentro.

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Bueno, ¿qué te parece? Le agradecería si me dices lo que pensaba (incluso si es malo y creo que sólo debemos atenernos a la sección de Inglés ... quizás especialmente si usted piensa que debería)