Conquistándote nuevamente

La Sorpresa

Luego de recibir una llamada telefónica, ella se sentía muy feliz porque por fin su deseo se haría realidad. Talvez. El muchacho de sus sueños, aquel chico de ojos dorados y cabello plateado, que estudiaba política en último año, la había invitado a su baile de graduación.

Ella, Kagome Higurashi, una chica de ojos color chocolate y cabello negro azabache, era muy alegre, bondadosa y juguetona. Tenía veinte años, le faltaban dos años para salir de la universidad y poder ser una gran modelo.

Luego de colgar el teléfono, marcó nuevamente para llamar a su mejor amiga y contarle la noticia.

-¡Sango! – grito eufórica cuando su amiga apenas contestó.

-Kagome, ¿qué sucede? ¿Por qué tanta emoción?

-Adivina quién me acaba de llamar para ir al baile de disfraces de los de último.

-No me digas que… ¡¿Inuyasha?!

-¡¡¡Si!!! – Volvió a gritar – Amiga tendrás que ayudarme a buscar el disfraz perfecto.

-Claro, aquí en mi casa tengo algunos, del desfile del año pasado, los llevaré ahora mismo.

-OK, te estaré esperando.

Cinco minutos más tarde, Sango ya estaba en el departamento de Kagome para la "prueba del disfraz". Sango era compañera de Kagome y su mejor amiga. Vivía dos pisos más arriba del departamento de la muchacha y por lo general se las pasaban juntas los fines de semana.

El baile era el viernes, era martes y en Tokio no era fácil conseguir un traje para una ocasión tan precipitada. Sango era un genio por guardar todas esas prendas que habían ocupado en sus presentaciones como modelos.

-Creo que ese es el perfecto para ti, Kagome – Dijo cansada luego de ver a su amiga probarse más de diez disfraces.

-Eso lo dices porque estas cansada – contesto la muchacha cruzando los brazos y mirándose al espejo -, pero a decir verdad, creo que es el mejor... Espero que esto sea una oportunidad para que Inuyasha se quede a mi lado y no se vaya a Kioto.

-¿Cómo que se irá a Kioto? ¿Quién te dijo eso?

-Rin

-¿Rin? – repitió algo asombrada

-¿recuerdas que es la novia de Sesshomaru? Ella me contó que Inuyasha se iría para administrar la empresa de su padre junto con Sesshomaru.

-¿Y por qué tu prima te contó algo así? ¿Sabe que amas a Inuyasha?

-¡No!, ella me cuenta todo lo que pasa al rededor de ella y Sesshomaru, e Inuyasha es uno de los temas.

-------- O --------

-Bien Miroku, ya cumplí con la parte del trato, ahora llama a Sango.

-Mejor mañana, o pasado…

-¡No seas cobarde! – gritó enfadado el alvino lanzándole el teléfono.

-Bueno, está bien…

-------- O --------

Su teléfono móvil comenzó a sonar, Sango corrió al comedor donde había dejado su bolso y desesperadamente comenzó a buscar su celular ahí dentro.

-¿Sango? – preguntó con un hilo de voz.

-Miroku, ¿cómo estás?

-Bien, gracias, ¿tú?

-Bien, ¿a qué se debe tu llamada? – a Sango le gustaba Miroku

-Bueno… es que… te quería invitar al… baile de disfraces.

Sango sonrió, pero se haría la difícil.

-¿Y a que se debe este cambio de actitud?

-Bueno, con Inuyasha apostamos y teníamos que invitar a la chica más bella de la universidad, a la que más nos gustara. Él invitó a Kagome, y yo… bueno, a ti, porque para mí eres la más bella.

Sango se sonrojó y soltó una risa nerviosa. Luego de contestar con un alegre "Si", colgó el teléfono y corrió a la alcoba de Kagome.

-Kagome, la invitación era una apuesta – Dijo seriamente – y consistía en invitar a la chica más bella de la universidad… ¡¿Sabes que significa eso?!

-¡¡¡¡¡¡¡Qué Inuyasha cree que soy la más linda!!!!!!!! – Kagome se levantó de su asiendo donde estaba sentada y comenzó a saltar y gritar como loca – pero… ¿Quién te lo dijo?

-Miroku, mientras trataba de invitarme al baile – contestó mirando hacia otro lado.

-¡Ajá! – Rió Kagome apuntándola con el dedo – ¡bueno, entonces te toca a ti probarte disfraces!

Sango roló los ojos y riendo comenzó a ensayar los diferentes trajes. Luego de unas horas de reír, conversar y disfrazarse, ya tenía todo lo necesario para el baile y Sango se fue a su apartamento para poder descansar para un día agitado de clases en la universidad. Kagome hizo lo mismo. Después de ordenar un poco la cocina y la sala, se fue a su cuarto y se acostó.

A la mañana siguiente sonó el despertador a las 6:50 AM. Kagome bostezo perezosamente y luego se levantó. Se fue al baño para ducharse, abrió la llave, y se metió. Estuvo en la ducha unos quince minutos y cuando salió, fue a su cuarto y vio su celular, tenía un mensaje de texto de parte de Inuyasha. "Kagome, paso por ti a las 7:45 para llevarte a la U, Inuyasha". Sonriendo, dejó el celular encima de su mesa de noche y comenzó a tararear una balada mientras se vestía. Luego de desayunar y terminar de arreglarse, ya estaba lista para irse, aunque faltaban aún diez minutos para que Inuyasha llegara. Se sentó en el gran sofá de cuero negro de la sala y ahí comenzó a recordar el momento en que lo había conocido.

Inuyasha Taisho, el chico de largo cabello plateado y ojos dorados, tenía veintidós años, y Kagome lo conocía desde que iba en el colegio. Un día, hace unos cinco años, ella iba caminando hacia su aula y sin querer había chocado con él. En el momento en que él la miró, con esos irresistibles ojos, Kagome se enamoró. Pero él nunca le dio una oportunidad, hablaban de vez en cuando, pero nada. Cuando Inuyasha se marchó a la universidad, ella se sentía vacía, por dos años, nunca lo vio. Pero cuando entró a la universidad, se enteró que él estudiaba también ahí y eso la alegró nuevamente. No es que fuera una amargada que lloraba todo el día, pero sus pensamientos siempre se desviaban a él. No obstante, cuando estaban ambos en el colegio no era todo flores y gloria, ya que Inuyasha, por ser el más guapo del lugar, era el más popular y el más coqueto, todas estaban a sus pies. Él era manipulador se podría decir, si quería algo, con solo una sonrisa se lo pedía a alguna chica tonta que le gustara y ahí se lo llevaba. Eso la hacía enfurecer de cierto modo, y a veces deseaba no haberlo conocido nunca. Siempre se decía "OK, desde hoy él se va de mi mente" o "¡Lo odio!, ¡¿por qué no se va de una vez por todas?!" Pero cada vez que decía eso, Inuyasha la sorprendía diciendo algo tierno por MSN, o veía alguna foto tonta de él y eso la hacía enamorarse más. Estúpido ¿no?

Una bocina la sacó de sus pensamientos, ¡diez minuto ya!, miró por la ventana para comprobar que fuera Inuyasha quién estaba afuera, y así era. Tomó su mochila, puso llave a la puerta y bajó corriendo las escaleras desde el segundo piso. Cuando salió al exterior, vio a Inuyasha apoyado en un hermoso Mercedes negro descapotable, traía puesto una camiseta blanca manga corta que hacía resaltar todos los músculos de su pecho, unos pantalones negros y unos lentes de sol que lo hacía ver muy sexy. Sonrió ampliamente y caminó hacia él. Inuyasha la miró de arriba abajo, Kagome andaba muy provocativa ese día, su falda era bastante corta y su blusa ajustaba perfectamente en su delicado cuerpo. Inuyasha sonrió.

-No crees que eres muy chica para usar ese tipo de ropa – le dijo mientras le daba un beso en la mejilla, a lo que ella se sonrojó débilmente.

-No empieces – contestó Kagome con una pícara sonrisa – es para la clase de hoy.

-Claro modelito. Te traje algo, – se volteó y del asiento del piloto sacó un lindo oso de peluche color gris – se llama Teddy y quiere que lo cuides – dijo entregándole el osito con una tierna sonrisa.

-Gracias – le devolvió la sonrisa y abrazó el peluche.

-Bueno, ¿nos vamos?

-¡Claro! – contestó Kagome alegre. Que tierno era Inuyasha por traerle un osito.

Inuyasha fue del otro lado del auto para abrirle la puerta a Kagome, ella subió, luego él y se fueron a la universidad.

-------- O --------

Ella se encontraba tirada en el pasto, en los jardines de la institución, con los ojos cerrados, descansando un poco, luego de una agotadora mañana. Un perfume varonil la hizo abrir los ojos, y cuando lo hizo, se encontró con el chico que la había llamado la noche anterior mirándola insistentemente. Dio un salto del susto y se alejó un poco de él.

-Hey, tan feo no soy – bromeó

-¡Miroku, me asustaste! – dijo Sango acercándose nuevamente a él.

-¿Cómo está mi bella nena?

-¿Y desde cuando soy tu nena?, no soy tu nena.

-Ay, Sanguito, no te hagas de rogar, se sabes que te amo – Sango se sonrojó, no solo por aquellas palabras, sino porque Miroku se había acercado aún más a ella, tanto que podía sentir su respiración.

-Yo… - balbuceó, pero Miroku la interrumpió tapándole la boca con el dedo índice para que callara, la tomó del mentón y la besó dulcemente, beso que fue correspondido enseguida.

-Sé mi novia – ordenó él rozando sus labios.

-Claro – contestó Sango aún sonrojada.

-------- O --------

-¡¡¡¡¡Ah!!!!! – Gritó Kagome – no es una broma ¿verdad? – preguntó emocionada.

-No, me lo dijo en el almuerzo, desde hoy, Miroku y yo estamos juntos.

Kagome volvió a gritar y abrazó a su amiga con fuerza. Estaba muy feliz por ella. Al igual que con Inuyasha, Miroku y Sango se conocían hace bastante tiempo, siempre habían sido amigos, buenos amigos y ahora eran novios.

-Cambiando de tema, Inuyasha fue por ti esta mañana…

-Ah, si… - contestó Kagome con una sonrisa de oreja a oreja – parece que la universidad lo hizo madurar, y ya no es un mujeriego… - no puedo completar la frase por que Sango la interrumpió.

-Amiga, no te confíes demasiado, no quiero que salgas sufriendo al final.

-No pasa nada, Sango. Él cambió, te lo puedo asegurar.

-------- O --------

Al día siguiente, Inuyasha también fue por ella en la mañana para ir a la universidad, pero esta vez la sorprendió con una rosa roja. Inuyasha en verdad había cambiado y era muy romántico.

Aquella noche, Kagome estaba recostada en su sofá, muy ociosamente, con la cabeza colgando y mirando las estrellas. Llevaba así bastante tiempo, estaba agotadísima por el día en la universidad. Todo estaba en silencio, todas las luces apagadas y milagrosamente los perros del vecindario estaban muy tranquilos. En ese momento, su celular comenzó a sonar, los sacó del bolsillo, vio quién era, sonrió y contestó.

-¿Aló? – dijo con voz coqueta.

-¿Cómo está la chica más bella? – preguntó Inuyasha con voz seductora. Kagome sonrió.

-Bien ¿y tú?

-Bien… ¿qué haces? – volvió a preguntar.

-Miro las estrellas acostada en el sillón – la verdad era que no tenía nada mejor que hacer - ¿y tú?

-Curiosamente, lo mismo – contestó Inuyasha con flojera – paso por ti mañana…

-Hem… no iré en la mañana a la U, tenemos una presentación en el centro y volveremos después del almuerzo…

-OH – dijo con tristeza – ¿entonces nos veremos en la fiesta?

-Si…

-Te iré a buscar a las ocho… Y dime ¿de qué irás vestida? – volvió a usar su voz sexy.

-Eso es sorpresa – contestó Kagome con el mismo tono. Se levantó del asiento, abrió el ventanal y salió a su balcón – Lo que te aseguro es que no iré como una perra.

-¿Literalmente?

-Ambos sentidos – Inuyasha rió y ella lo acompañó.

-Bueno, pequeña, ya es tarde, será mejor que te vayas a dormir, yo haré lo mismo.

-OK, que sueñes con los ángeles, Inuyasha.

-Claro, Kagome – cada vez que él pronunciaba su nombre, lo hacía de una forma tan suave y dulce, que su corazón latía con mucha fuerza – Soñaré contigo.

-Un beso, chao. – se despidió Kagome sonriendo.

-Chao, linda.

Kagome le lanzó un beso por el teléfono y colgó. Se quedó unos minutos más ahí y luego le hizo caso a Inuyasha, se fue a dormir.

A la mañana siguiente, Sango y Kagome se fueron juntas hasta el centro de Tokio, al centro comercial donde se haría el desfile de modelaje. Diez y media de la mañana, todas las chicas estaban listas para el evento, excepto Kagome, que todavía se estaba maquillando. Sentada frente al espejo, llevaba puesto un vestido color dorado, con escote bien pronunciado, y que bastante corto. Cuando estaba dando los toques finales a su maquillaje, con una sombra de ojos dorada que combinaba perfecto con su vestido, alguien tocó la puerta y entró sin su permiso.

-Te estamos esperando – dijo Kikyo con antipatía – no te pongas tanto maquillaje que pareces una puta.

-No como tú, Kikyo – repuso Kagome lanzándole una mirada asesina. Se levantó de su asiento y fue hacia la puerta. Le dio un codazo a Kikyo y salió de allí.

Kagome y Kikyo habían sido enemigas desde el primer día en la universidad. Ambas eran las mejores en clase. Cada vez que Kagome quería algo, Kikyo lo conseguía primero o si lo tenía, se lo quitaba. Cuando una hacía algún trabajo, informe, por ejemplo, la otra llegaba con otro mejor y la dejaba humillada ante todos. Para ellas, no había día que se llevaran bien, que no le hicieran una broma a la otra o que simplemente estuvieran sentadas en la misma mesa sin pelearse.

Llegó al lado de Sango y el resto de sus compañeras, les sonrió con inocencia y tomó su lugar para desfilar. El evento duró aproximadamente una hora. Había muchos fotógrafos y la más proclamada era Kagome. Ella frecuentemente era llamada para sesiones fotográficas para portadas de revistas, o para los desfiles de avances de temporada. Para tener tan poca edad, era muy popular como modelo.

Al escuchar los muchos aplausos frente su última aparición, Kagome hizo un gesto presumido para Kikyo y se fue a su camarín. El desfile había sido todo un éxito y muchos representantes de las más grandes compañías querían incorporarla como modelo estrella para presentar las nuevas tendencias. Dejó en la mesa un gran lote de tarjetas de representación y fue hacia el perchero para cambiarse el atuendo. Veinte minutos después ya estaban rumbo a la universidad y al llegar a ésta fueron hacia la sala de clases. Todas tomaron asiento y Kagome comenzó a revisar las tarjetas.

-Chicas – comenzó la profesora – las felicito por el gran desfile… Kagome guarda eso por favor.

-OH, lo siento profe – se disculpó y mirando con triunfo a Kikyo – solo estaba viendo cuantas compañías quieren que modele para ellos – Kikyo la miró con odio.

-Ya me las pagarás maldita – pensó.

-Bueno, las dejo libre por hoy, pueden irse.

Tras gritar un fuerte "¡¡eh!!", todas tomaron sus cosas y salieron del salón. Kagome quería encontrar a Inuyasha antes de irse a su casa y junto con Sango se dirigieron al edificio del frente para buscarlo y a Miroku. Para la mala suerte de Kagome, Inuyasha estaba dando su última charla para alumnos que entrarían el siguiente año a la universidad y le había dicho a Miroku que le dijera que sentía no poder verla hasta la noche. Kagome se sonrió a Miroku en forma de agradecimiento y luego se fue, dejando a la pareja sola. Se dirigió a la parada del autobús y poder irse a casa.

Llegó a su hogar poco después de las dos de la tarde, tenía hambre, por lo que preparó algo de comer y se sentó en la mesa a almorzar. Cuando terminó, limpió un poco y luego se sentó en el gran sofá y ahí comenzó a ver una novela romántica. Al marcar el reloj las siete de la tarde, Kagome comenzó a arreglarse. Se colocó un vestido blanco que le llegaba un poco más arriba de la rodilla, unas pantys rosas, unos zapatos negros con taco y una capa roja. Ese era el toque del disfraz, era la autentica caperucita roja. Sonrió al mirarse al espejo, parecía una niña. Se maquilló un poco y ya estaba lista.

La bocina del auto de Inuyasha sonó. Miró por la ventana y él la saludó con la mano desde su auto. Bajó lentamente la escala para no arruinar el traje y salió del edificio. Inuyasha estaba parado frente a su auto, vestido de pirata. Llevaba unas botas cafés, una larga chaqueta y pantalones del mismo color. Tenía un garro pirata y un parche en el ojo. Kagome soltó una carcajada al verlo, se veía tan divertido con el parche. Se acercó a él y éste le dio un beso en la mejilla. Le abrió la puerta y ella subió.

-Oye, no me gustan los lobos, pero me hubieras dicho que venías vestida así, y me habría vestido de uno para poder comerte – Bromeó Inuyasha mientras viajaban. Kagome sonrió mientras miraba por la ventanilla – Aunque igual lo haré.

-¡Inuyasha! – exclamó Kagome divertida mientras volteaba para mirarlo.

-Ay, si sabes que… OH, mira, ya llegamos – dijo cambiando rápidamente de tema al estacionarse.

Inuyasha salió del auto y fue a abrirle la puerta a su acompañante. Le estiró la mano y ella sonriendo se la tomó. Entraron a un gran salón, donde habían muchas personas, todas con trajes muy exóticos, todos bailando y pasándolo bien.

-¿Quieres beber algo? – preguntó Inuyasha ya dentro.

-Claro – contestó ella. Inuyasha la llevó hasta el bar para pedir un trago.

Ahí estaban Miroku y Sango, muy entretenidos conversando. Sango estaba vestida de Gatubela y Miroku de cantante de Rock. Se acercaron a ellos y los saludaron amistosamente. Inuyasha pidió dos Martinis y le dio uno a Kagome. Rieron con sus amigos bastante rato, mientras bebían el trago. Al terminarlo, Kagome se sentía animada, como una niña pequeña al recibir un juguete nuevo.

-Bailemos – le pidió a Inuyasha, quién cedió sin pretexto.

La muchacha tiró de él hasta el centro de la pista y comenzaron a bailar. La música estaba bien prendida y cada vez Inuyasha la iba acercando más a él. Le dio un giro a Kagome y ella al hacerlo vio a Kikyo bailando como con cinco hombres alrededor. Roló los ojos, esa perra llegaba a todas las fiestas que existieran. No le dio importancia, ella estaba con Inuyasha y la maldita de Kikyo no le iba a arruinar la noche. La música cambió, el DJ puso una canción lenta, Kagome abrazó a Inuyasha por el cuello y él a ella por la cintura. La canción era muy romántica, Inuyasha corrió un mechón de cabello del rostro de la muchacha y le acarició la mejilla. Kagome se sonrojó y miró nerviosa hacia abajo, pero él la tomó del mentón, poco a poco fue acercando su rostro al de ella y muy suavemente la besó. El beso fue tomando energía cada vez más. Kagome jugueteaba con el cabello del la nuca del chico, mientras él la abrazaban con más fuerza. Al separarse, con los labios rojos e hinchados, ambos le sonrieron al otro, pero no dijeron nada. Siguieron bailando un rato más.

-Tengo sed – dijo Kagome, luego de unos minutos - ¿vamos a tomar algo?

-Bueno, preciosa – le contestó robándole un beso.

Riendo, se dirigieron a donde horas antes habían estado conversando con sus amigos.

-Espérame aquí – propuso Kagome indicándole que se sentara en un sillón negro – yo vuelvo enseguida.

La chica se dirigió al bar para pedir otro trago. Quien estaba atendiendo era un compañero de Inuyasha, quien al reconocerla sonrió.

-¡Wow! Al fin conozco a la gran Kagome Higurashi – declaró el muchacho – soy Kouga, encantado de conocerte.

-Gracias – contestó ella sonriente – igualmente.

-Dime, en que puedo servirte.

-Dos Martinis simples por favor – Kouga sonrió y se dio vuelta para ir a buscar la botella. Volteó nuevamente, quedando frente a ella mientras servía las bebidas.

-Y cuéntame, ¿no te aburres con el estúpido de Inuyasha? – preguntó divertido.

-No, para nada – respondió sonriendo – la pasamos bien.

Kouga levantó la vista y algo captó su atención, hizo un gesto de desaprobación y volviendo a mirar a Kagome dijo:

-Será mejor que no vuelvas allá – Kouga había cambiado su tono divertido a uno serio.

-¿De qué hablas? – preguntó con interés.

Kouga miró hacia otro lado y ella enarcó una ceja. ¿A qué se refería? Kagome volteó hacia Inuyasha y al hacerlo sus ojos se llenaron de lágrimas. Inuyasha… ¡Inuyasha estaba besando a Kikyo!