Disclaimer: Ningún personaje es mío, todo pertenece a JK Rowling y no pretendo (ni podría) ganar dinero con esto.

Nota: Este fic lo escribí hace ya algún tiempo para mi tabla de helados de fandominsano. Con todo el boom de la homosexualidad de Dumbledore, mi inspiración subió como la espuma... y salió esto. Ya sabéis, comentarios y críticas siempre son bien recibidos :)


De árboles, limón y magos de pelo rizado.

By dark Rachel

Él no ha sido siempre un anciano de aspecto respetable y larga barba plateada. No ha lucido siempre unas gafas de media luna, ni lleva toda la vida pudiendo agarrarse la barba con el cinturón. Y apenas hace cuatro décadas que lleva su apagador en el bolsillo interior de la túnica.

Fue hace mucho tiempo, sí. Demasiados meses, muchos años y varias décadas. Y aún así, todo sigue demasiado fresco en su memoria. No puede evitar pensar que casi fue ayer cuando todo pasó. De algún modo, para él fue ayer… ¿O soñó otra vez?

Era una tarde soleada. Sí, un tópico¿verdad? Y sin embargo fue así. Hacía calor, eso también lo recuerda. Él leía uno de sus libros sobre dragones. Porque sí, le gustaban mucho los dragones. Tenían para él un magnetismo especial, aunque nunca pensó que fuera a descubrir los doce usos de su sangre, eso es cierto, ni siquiera que fuera a investigarlos. Pero le gustaban mucho. Alguna vez había querido ver alguno de cerca, pero nunca había tenido ocasión.

Acababan de comer, y él ya estaba fuera, leyendo. Solo, y entretenido. Bueno, y tomando aquel helado de limón. Nunca le había gustado mucho el limón, pero qué más daba. Le gustaba hacer eso, estar fuera, al aire libre, sólo bajo la sombra de un enorme árbol. Aunque a veces no leía, sino que se quedaba ensimismado, pensando en otras cosas, o imaginándolas. A veces se recreaba en recuerdos de Hogwarts… Pero ese día alguien le interrumpió.

Era un joven de su edad, rubio, de pelo rizado, bastante alto, que le miraba curioso. Estaba apoyado contra otro árbol, unos metros más allá. No supo por qué, pero le llamaba la atención. Algo en él pedía a gritos que hablara con él.

Probablemente, jamás imaginó lo que llegaría a ser ese muchacho en su vida, ni hasta que punto le dejaría marcado para siempre. Y, sin embargo, no fue él quién se acercó, sino el chico rubio.

Aquel día supo que su nombre era Gellert Grindelwald, que también le gustaban los dragones, que era sobrino nieto de Bathilda Bagshot, y que había estudiado en Durmstrang.

Lo que no supo es que pronto se convertiría en su mejor amigo, que llegaría a conquistarle, que se enamoraría de aquel hombre rubio e inteligente, que acabarían enfrentándose en un duelo que quedaría para la historia de la humanidad, y que, aunque quisiera, aquella tarde y aquella sonrisa pícara, jamás las borraría de su mente.

Y por supuesto, tampoco supo en ese momento que, en adelante, el limón sería su sabor favorito. Siempre.