¡Hola!
Bueno, quizá muchos se pregunten ¿porqué subo un fic nuevo teniendo uno pendiente? Pues aclaro el hecho de que éste fic no es mío, pertenece a Angela y su pseudónimo es 'Angelfiregot' en Amor yaoi. Esta historia tiene algo especial, ya que ella por motivos de fuerza mayor la obligaron a 'heredar' el fic con sólo tres capítulos hechos, y yo me ofrecí de voluntaria para continuarlo y darle un final como se merece a una historia (yo sé lo que se siente no poder continuar un fic debido a fuerzas que te sobrepasan) Aunque aclarando, ella intervendrá en toda la obra dándole su toque personal.
Cuento con la total autorización de ella para publicarlo aquí en , en ningún otro sitio.
Menos charla y más acción. Nos leemos abajo~
Advertencias: Contiene drama, algunas palabras altisonantes. Además de que nada es lo que parece...
Disclaimer: Los personajes de Kuroko no Basuke no me pertenecen, son propiedad de Tadatoshi Fujimaki sensei y Angela sólo los utilizó un rato para escribir ésta historia y los regresó íntegros. Aclarando nuevamente, éste capítulo aún es propiedad intelectual de ella misma, yo no intervine más que para subirlo aquí y mostrárselo al mundo.
Capítulo 1
Cambio de Amor
.
Ese día que se suponía sería uno de los más especiales para Kagami, quien había tomado una decisión quizás demasiado apresurada para su edad, se fue al piso de una de las peores maneras posibles, con esas simples palabras "Lo siento Kagami-kun, pero creo que lo mejor es no continuar con nuestra relación. Yo me he dado cuenta que no he podido olvidar a Aomine-kun y a pesar de lo que hemos vivido, sigo enamorado de él".
Y ese día todo finalizó para él.
Llevaban a penas 3 meses juntos, por lo que no se podía decir que era una relación demasiado larga, pero para Kagami Taiga, había sido demasiado importante y sobretodo intensa, y después de ganar la Winter Cup, solo podía pensar en que nada podía ser mejor.
Cómo se equivocó.
Aun recordaba aquél día cuando se convirtió en el hombre más dichoso del mundo.
.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Flash Back *-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
.
Era un sábado como cualquier otro, donde el entrenamiento especial de Riko multiplicado por cuatro, hacía mella en los cuerpos sudorosos y agotados de cada uno de los integrantes del equipo de básquet de Seirin, quienes a duras penas lograban mantenerse en pie.
- No doy más, si sigo así moriré – dice Koganei a Mitobe quien se encontraba a su lado hablando en susurros para que la entrenadora no lo escuchara y terminara dándole más trabajo, recibiendo un asentimiento de cabeza del más alto.
- Será mejor que no se quejen y continúen con el entrenamiento o no saldremos nunca de aquí – dice el capitán quien había escuchado sus quejas, con una voz bastante terrorífica, que solo logró espantar al chico con cara de gato.
Por su parte, Kagami a pesar del dolor se sentía motivado, teniendo en cuenta que su próximo partido sería contra Tôô y por fin lograría su revancha contra Aomine por la derrota en la Inter-High, por lo que a pesar de todo, daba lo mejor de sí en cada entrenamiento, mientras que a su lado su pequeña sombra se encontraba a punto de caer al piso desmayado.
- ¡Kuroko! – gritó Kagami en cuanto se dio cuenta que el peliceleste iba de cara directo al piso, por lo que soltó el balón y se estiró alcanzándolo a tiempo para evitar su caída – oe Kuroko, despierta – dice preocupado el pelirrojo al ver que no reacciona, mientras todos los demás miembros del equipo comenzaban a reunirse a su alrededor.
- ¿Qué fue lo que sucedió Kagami? – pregunta Riko llegando hasta ellos y haciendo campo para que no los sofocaran.
- Creo que no resistió el entrenamiento, hoy fue mucho más pesado para él de lo normal, además de que se ha exigido de más, por lo que creo que Kagami debería llevarlo a la enfermería – dice Kiyoshi con su típica sonrisa, logrando que todos soltaran un suspiro.
- Ya deberíamos estar acostumbrados a que se desmaye o vomite todo con éste tipo de entrenamientos – dice Hyuga soltando el aire y corriéndose hacia atrás para que Kagami se pudiera levantar fácilmente con el pequeño doncel y llevárselo en brazos.
- Yo me haré cargo de él entonces – dice el pelirrojo sin dejar en ningún momento de mirar al chico entre sus brazos, comprobando que al menos respirara bien.
- Te lo encargo entonces y espero no hagas una estupidez Bakagami o te pondré en un entrenamiento del cual no te podrás levantar jamás – dice la entrenadoras con su pose aterradora, logrando que una descarga eléctrica le recorriera la espira dorsal.
- N-no se preocupe… entrenadora – balbucea el chico, saliendo con su pequeña carga en brazos antes de que a Riko se le ocurriera hacerle algo.
En cuanto llegó a la enfermería, recordó que al ser sábado en la tarde no habría nadie, por lo que recostó al chico sobre la camilla y lo tapó con una sábana. Luego con cierto temblor acercó su mano a la frente del menor, comprobando que no tenía fiebre como la última vez que terminó ahí.
Al darse cuenta de que estaba bien, soltó un suspiro de alivio y se sentó a su lado en una pequeña silla, tomando su mano con cierta duda.
Mientras lo contemplaba dormir, no pudo hacer más que pensar cómo es que había terminado enamorado de ese pequeño doncel que se veía más frágil y pequeño de lo normal, pero que guardaba una fuerza aterradora al momento de sacar sus mejores armas en un juego.
Lo estuvo observando todo el tiempo, sin perder detalle de su rostro, dándose cuenta de que en definitiva lo había amado desde el primer momento en que lo vio. Quizás en un principio lo trato de manera ruda por su forma de jugar y en ese momento se arrepentía de todo aquello que le había dicho en esa cancha aquel día, de todas formas, por eso mismo era que ninguna mujer o doncel se había atrevido a acercársele anteriormente, teniendo en cuenta que su forma de ser era tan explosiva y tan falta de tacto. Pero después, cuando decidió convertirse en su sombra para volverlo el jugador número 1 de Japón, se dio cuenta de la verdadera calidad de persona que era, que a pesar de su trato anterior, Kuroko había visto más allá y encontrado al verdadero Kagami.
Con cuidado de no despertarlo, retiró un mechón de cabello de su frente y se dedicó a acariciar su mejilla, posando sus dedos toscos sobre la suave piel, dibujando cada uno de sus rasgos completamente ido, sin percatarse de los sutiles movimientos en los ojos celestes, hasta que éstos se abrieron tomándolo desprevenido. Cuando reaccionó, soltó tanto la mano como el rostro del menor y se corrió hacia atrás con tanta fuerza, que terminó en el piso.
- ¡Ouch! – dice sobándose el trasero sin levantar la mirada.
- Kagami-kun ¿estás bien? – pregunta una voz entre adormilada y preocupada, por lo que levanta la mirada de inmediato topándose con esos hermosos e inexpresivos ojos azules, que lo observaban fijamente.
- ¡¿eh?! Sí… fue un error mío, lamento haberte despertado – dice el pelirrojo tratando de disimular el hecho de que estaba tocándolo más de la cuenta.
- Está bien Kagami-kun, ya está oscureciendo y no sería bueno que nos quedáramos aquí más tiempo – dice el menor levantándose, pero al momento de ponerse de pie se fue hacia adelante aun débil por el entrenamiento, siendo alcanzado nuevamente por su luz.
- Aun estás débil tonto, no deberías levantarte tan a la ligera – dice el mayor un tanto nervioso por tenerlo abrazado de esa manera, pero también aliviado de haber llegado otra vez a tiempo.
- Estoy bien Kagami-kun, no deberías tratarme como a un debilucho – dice el peliceleste separándose un poco para mirarlo a la cara.
- ¡Claro que eres un debilucho y aun no estás bien! – dice alzando la voz en uno de sus típicos arranques, pero al momento de verlo a los ojos, se mordió la lengua por su estupidez ¿Por qué siempre terminaba diciendo cosas que no quería?
- Kagami-kun – susurra el más bajo, logrando que el tigre se asustara. De seguro le reprocharía y se molestaría por sus palabras – gracias por cuidar de mi – finaliza con un sutil sonrojo en sus mejillas, dejando a Kagami totalmente asombrado y fuera de base.
- ¿C-cómo? – cuestiona al no creer que lo que acababa de escuchar fuera cierto.
- De una u otra manera, Kagami-kun siempre se preocupa por mí y me cuida, por eso quiero dar las gracias – dice el menor sin cambiar su expresión ni retirarle la mirada de encima.
En ese momento el corazón del mayor comenzó a palpitar con mayor fuerza sin saber que decir, hasta que sintió como unos brazos delgados se enganchan en su nuca y lo hacían bajar la cabeza, hasta el nivel donde el peliceleste llegaba parado en puntas, para recibir un sutil beso, apenas un roce de aquellos labios que desde hacía algunos meses soñaba probar. Y todo su mundo se detuvo… y volvió a comenzar.
.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Fin Flash Back *-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
.
En ese momento pensó que todo eso era real, que Tetsuya realmente lo quería y correspondía a sus sentimientos con la misma intensidad con la que él lo hacía, pero lamentablemente no fue así y todo gracias a ese estúpido de Ahomine quien había vuelto a la vida de su hasta ahora novio, con la intensión de recordar su pasado y remover sentimientos que al parecer, el peliceleste había mantenido ocultos hasta ahora.
Sabía su historia, sabía que durante el segundo año de secundaria habían sido novios, que su amor duró lo que tardó Aomine en cambiar para mal y destrozar el corazón de la sombra y que después de eso Kuroko había hecho lo posible por olvidar, pero para su desgracia ni siquiera su amor había logrado quitarle ese sentimiento al pequeño y cuando el moreno comenzó a cambiar nuevamente y a ser algo parecido a lo que alguna vez fue, Kuroko no dudó y simplemente se fue tras él sin importarle sus sentimientos.
Se sentía extraño, hacía menos de media hora que había salido del apartamento de su ahora ex – novio con la clara determinación de ir a buscar al parque de siempre a Aomine y decirle lo que sentía, que aun lo amaba y que deseaba volver a intentarlo. Sabía que lo encontraría ahí como todos los domingos en la mañana, pero a medida que se acercaba al lugar, una incertidumbre lo agobiaba más y más hasta casi asfixiarlo.
Cuando ya faltaba una cuadra, metió las manos a sus bolsillos por el frio, cayendo en cuenta de dos cosas; una, llevaba las llaves del apartamento de Kagami, cuando se suponía que se las dejaría ya que ahora al ser solo amigos no sería correcto tenerlas y dos, que no llevaba sus muñequeras y que probablemente las había dejado en la mesa de noche del pelirrojo.
- Que tonto soy – dice con un suspiro. Siguió caminando hacia el parque y cuando llegó encontró a quien buscaba, demostrando su innata habilidad en cada movimiento, mientras que con una sonrisa entre alegre y prepotente hacía una canasta desde una posición prácticamente imposible para cualquiera.
Sin dejarse ver, siguió contemplándolo durante media hora más, hasta que notó cómo se tiraba en el pasto al lado de la cancha y cerraba los ojos para disfrutar de la brisa.
Caminó suavemente hasta él y en cuanto estuvo a su lado se sentó esperando a que lo sintiera, cosa que no tardó demasiado para su sorpresa.
- Oe Tetsu, si te le apareces así a cualquiera, lograrás que muera de un infarto – dice apenas abriendo los ojos. Sí, definitivamente de ese hombre no podía esperar un saludo normal.
- Buenos días Aomine-kun – dice de la misma manera imperturbable, aunque por dentro su corazón está a punto de salirse de su pecho.
- ¿Qué te trae por aquí? Pensé que estarías con Bakagami todo el día – dice de manera casual, pero para alguien que lo conoce tan bien, no se escapa la molestia que trata de ocultar con su aparente desinterés, logrando emocionarlo un poco más aunque no lo demuestra.
- He terminado con Kagami-kun, por lo que no creo que sea correcto estar con él, cuando sé que solo lo lastimaría – dice logrando que Aomine se siente de inmediato mirándolo con total sorpresa.
- ¿Qué? – cuestiona sin poder creérselo, pero más que todo asombrado de la facilidad con la que lo había dicho, cosa que por su expresión, Kuroko pudo leer fácilmente sintiéndose fatal en el momento.
Al notar la reacción del moreno se mordió la lengua, eso que había dicho había sonado demasiado frio y cruel, pero a veces su excesiva franqueza lo hacía decir cosas que podían sonar bastante mal o herir a las personas fácilmente.
- Yo, lo siento, no debí decirlo así, pero no puedo cambiar mis palabras, hoy hablé con Kagami-kun y le dije que mis sentimientos por él no son lo que yo creía y decidí que lo mejor que podía hacer era terminar antes de que fuera demasiado tarde… además… - dice el peliceleste, pero al momento de mirar a Aomine no sabe si es lo correcto decírselo en ese momento, por lo que finalmente suelta un suspiro y se queda en silencio. Hasta ese momento era consciente de lo despiadado que había sido al terminar de esa manera con él.
Durante algunos minutos ninguno dijo nada, hasta que el moreno decidió romper ese silencio que se estaba volviendo incómodo.
- Bakagami debe estar destrozado por esto, pero si te soy sincero, me alegro de que hayas decidido terminar con él si no eras feliz. Puede que le tome algo de tiempo, pero ese idiota solo piensa con el estómago y la cabeza de balón que tiene, así que cuando menos pensemos estará retándome creyendo que algún día logrará ganarme – dice el soltando una carcajada, que aunque a Kuroko le animó un poco, también lo hizo sentir mal por el hecho de saber que quizás Kagami ya no volvería a ver a Aomine como su "amigo-rival", gracias a que por él lo había dejado.
- Aomine-kun, yo… vine porque hay algo que quiero decirte – interrumpe el más pequeño al otro en su estridente risa, pensando que aunque era demasiado repentino, había ido a ese lugar con una sola intención – yo terminé con Kagami-kun porque hay alguien más a quien realmente quiero – dice mirándolo fijamente, logrando que nuevamente la expresión del moreno cambiara a una más opaca.
- Así que es porque alguien más te amarró ¿no Tetsu? – dice el mayor desviando un poco la mirada de aquel chico quien siempre conseguía hacer que sus emociones se alteraran de una manera absurda y patética a su manera de ver.
- Así es Aomine-kun y he decidido que hoy le declararé mis sentimientos, aunque quizás sea un poco apresurado por lo sucedido con Kagami-kun, pero siento, que si no se lo digo ahora, no estaré tranquilo – explica sin cambiar su expresión, atrayendo la total atención del moreno, quien aunque no quería escuchar de un nuevo amor del que fue su sombra y novio alguna vez, tampoco podía ignorarlo.
- ¿Quién es? – cuestiona de mala gana una vez se da cuenta de que no le dirá a menos que se lo pregunte directamente.
- Eres tú Aomine-kun, acaso ¿no es evidente? – dice el menor con una sutil sonrisa, de esas escasas y que toca ver con lupa para distinguirla.
- ¿Qué? – ahora sí que tenía que estar alucinando ¿enserio Tetsu se le estaba declarando nuevamente? ¿Era ésta la oportunidad por la que estaba rogando desde hacía tanto? – no bromees Tetsu, que no estoy para eso – dice al final descartando que realmente sea así, simplemente ese pequeño doncel no podía seguirlo queriendo después de todo el daño que le había causado en la secundaria.
- Sabes que yo no tengo sentido del humor Aomine-kun, pensé que me conocías mejor – dice el menor sin dejar de mirarlo a los ojos, transmitiéndole la confianza y la veracidad de sus palabras a través de su alma… y por primera vez en mucho tiempo, volvía a saber lo que era la verdadera felicidad.
Un beso, cargado de sentimientos, salvajismo, fuerza y cariño fue el sello de su nuevo comienzo, marcando así una nueva promesa en el corazón de Aomine Daiki de que no lo volvería a dejar ir.
Esa misma tarde, después de despedirse de Aomine, Kuroko decide regresar a casa de Kagami. Sabe que no es muy justo hacerlo en ese momento, pero para terminar con todo lo mejor es devolverle sus llaves como habían quedado en la mañana y recoger sus muñequeras, ya que las necesitaría para el entrenamiento del día siguiente y según recordaba Kagami no estaría por un asunto concerniente a su padre.
En cuanto ingresó al edificio volvió a suspirar. No quería hacerlo, por lo menos no en ese instante, pero sabía que si aplazaba las cosas sería peor y la verdad prefería que lo que tuviera que pasar fuera de una vez y no tener que alargar el momento.
Subió hasta el piso correspondiente y pensó en tocar el timbre, pero después de todo tenía las llaves y no quería interrumpirlo en algo, así que decidió entrar sigilosamente, tomar sus muñequeras, dejar las llaves al lado de la entrada y salir. Sí, era la mejor opción.
En cuanto ingresó encontró la sala estaba a oscuras, por lo que pensó que quizás estaba de suerte y habría salido, así que con más confianza entró, pero al cruzar hacía el pasillo de las habitaciones, se topó con que en el piso había algo tirado. En cuanto lo recogió lo reconoció como reloj de pulsera que él mismo le había regalado hacía poco, después de que llegara tarde a una cita.
Lo miró extrañado, pero un grito proveniente de la habitación le hizo pegar un brinco del susto. Sin esperar mucho se dirigió al lugar de donde provenían los ruidos, encontrándose con la habitación de Kagami. Estuvo tentado a entrar para saber que sucedía hasta que lo escuchó.
- ¿Por qué? ¡Maldición! ¿Por qué Tetsuya? – Escucha el grito con total ira, para después sentir unos leves sollozos - ¿Por qué me hiciste esto si te amo tanto? – susurra y nuevamente golpea algo, logrando sobresaltarlo de nuevo.
Estuvo a punto de ingresar, pero al tomar el pomo de la puerta se dio cuenta de que estaba temblando, no porque le tuviera miedo a Kagami, en lo absoluto, sino porque hasta ese momento era realmente consciente del daño que le había causado sin ningún remordimiento, sin ningún tacto, simplemente desechándolo y restregándole en la cara que lo dejaba por otro, por un hombre que en el pasado lo había herido demasiado, pero que seguía queriendo, mientras que Kagami se había dedicado a darle lo mejor de sí, su amor, comprensión, atención, siempre lo cuidándolo, protegiéndolo, haciendo lo que fuera por él sin importar sus caprichos y demás. Ahora que lo pensaba, Aomine nunca había sido tan especial con él, ni siquiera antes de que se le empezara a llamar el As de la Generación de los Milagros y mucho menos después, entonces ¿Por qué seguía enamorado de él y despreciaba el amor de Kagami?
En ese momento no quiso saberlo, por lo que a paso lento se dirigió nuevamente a la puerta de salida y con cuidado dejó las llaves en la mesa de la sala para no alertar al pelirrojo y salir como lo que era, como una sombra.
Durante más de una hora estuvo caminando por la zona, hasta que cayó en cuenta de la hora y que el último bus que le servía para ir a su casa estaba por pasar, por lo que decidió caminar hacia el paradero esperando no perderlo.
En todo el recorrido su mente no dejó de vagar, y el dolor de su pecho comenzó a hacerse cada vez más asfixiante hasta el punto de no saber si podría retener las lágrimas hasta llegar a su cama, aunque si lo llegaba a hacer ahí tampoco es que alguien más lo fuera a notar. Aun así hizo lo posible por retenerlas y en cuanto llegó a su hogar, saludó a su madre con un simple "buenas noches, estoy cansado, iré a dormir" y a pesar de la cara de extrañeza de la mujer ella prefirió dejarlo seguir y no preguntar.
Al entrar a su habitación, Nigou saltó de emoción, pero al notar la indiferencia y tristeza de su amo, prefirió quedarse quieto en un rincón, simplemente observándolo.
Durante gran parte de la noche lloró, pensando si realmente había hecho lo correcto.
Al día siguiente no lo vio durante las clases, cosa que lo hizo sentir peor, ya que según recordaba el asunto con su padre solo sería en la tarde, más no tenía intensión de faltar a clases, por lo que supo que quizás era por lo sucedido el día anterior.
En la hora del almuerzo salió solo, como hacía mucho no hacía escabulléndose hasta la azotea del colegio para tomar su almuerzo, mirando constantemente hacia la entrada principal, esperando que quizás en algún momento ingresara, pero no fue así.
A la hora del entrenamiento todos se reunieron a la espera de las instrucciones de la entrenadora, pero a pesar de que trataba de poner atención no lograba concentrarse, fallando estrepitosamente todos sus pases logrando la preocupación de todos sus compañeros y entrenadora.
- Kuroko-kun ¿se puede saber que te sucede? No has estado concentrado y no te ves con intensión de hacer un buen pase ¿acaso solo puedes hacerlos cuando Kagami está en la cancha? – dice Riko ya molesta de ver cómo había noqueado a Furihata con uno de sus pases.
- Lo lamento mucho entrenadora, es que no me siento muy bien – dice tratando de disimular para evitar que le cuestionen alguna otra cosa.
- ¿Te duele algo? ¿Por qué no dijiste nada? – pregunta Hyuga con una venita saltándole en la cabeza. Todos estaban sufriendo por esos pases y ahora para colmo resultaba enfermo. Era cierto que Kuroko era un doncel, pero en el equipo había más y el hecho de que estuvieran ahí los hacía iguales a los varones, por lo que no se les trataba de manera especial dentro de la cancha.
- Lo lamento Hyuga-sempai, no fue mi intensión preocuparlos – dice el peliceleste mirando hacia el piso, por lo que todos soltaron un suspiro.
- Kuroko-kun, creo que lo mejor será que te vayas a tu casa y descanses para que te recuperes pronto. Si mañana sigues sin sentirte bien me avisas de inmediato para que no tengas que practicar, lo último que queremos es a un jugador enfermo en un partido ¿entendido? – Dice Riko ya más calmada, hasta que su sonrisa florece – pero no te preocupes que una vez regreses, me ocuparé personalmente de que recuperes el tiempo perdido – finaliza sin dejar de mirarlo de aquella manera dulce que causaba escalofríos en cada uno de los miembros de Seirin.
- Si, entrenadora – dice resignado dirigiéndose a los vestidores para cambiarse, recoger sus cosas y salir de ahí. Ya se bañaría en casa.
Durante el camino no pudo evitar pensar en lo sucedido la noche anterior, Kagami siempre había sido una persona impulsiva, un tanto malhumorada y decidida, pero jamás lo había visto desmoronarse de esa manera, y el solo hecho de pensar que se había puesto de esa manera por su culpa no hacía más que cargarlo con la culpa de ser el causante de semejante cambio.
Quería regresar a casa, darse un buen baño, cenar y quizás acostarse a dormir temprano, pero en ese momento el celular comenzó a vibrar en su bolsillo, por lo que un tanto desconcertado contesto.
- Hola Tetsu – es el saludo que recibe, reconociéndolo de inmediato.
- Buenas tardes Aomine-kun – contesta esbozando una pequeña sonrisa, aunque aún se sentía mal, el escuchar a su ahora novio le alegraba un tanto el día.
- Oye después de que finalices la práctica encontrémonos en la cancha de ayer – dice sin más sin siquiera preguntar, lo suyo no es cuestionar, simplemente que se haga lo que quiere y Tetsuya lo sabe bien, por lo que no refuta y simplemente contesta.
- Salí temprano de la práctica y como sé que tú ni siquiera asististe a la tuya, podríamos encontrarnos en 20 minutos – responde Kuroko a sabiendas de que Aomine no se negaría.
- Bien, entonces allá nos vemos, hasta luego Tetsu – dice Aomine sin alargar la conversación o al menos decirle algo bonito. Eso era demasiado cursi para su gusto, por lo que simplemente colgó sin dejar despedir al otro.
Kuroko tan solo soltó un suspiro y dirigió su mirada al cielo. ¿Cómo era posible que lo quisiera tanto si siempre era tan despreocupado y no se tomaba al menos la molestia de actuar como un novio normal? Bueno ya no se podía quejar, así lo había conocido y así se había enamorado.
Cuando llegó al parque notó que Aomine aún no llegaba, por lo que decidió sentarse junto a la cancha a esperarlo. De inmediato, las imágenes del día anterior cuando le confesó al moreno que aún seguía enamorado de él le asaltaron la mente, haciendo que su corazón comenzara a latir fuertemente.
Su amor por ese chico había renacido el día en que jugaron contra él en la Winter Cup y lo habían derrotado junto a Kagami. No quería pensar en el pelirrojo, pero al parecer a su mente le encantaba torturarlo, sin embargo, no había podido evitar aquel sentimiento que se anidó en su pecho cuando el As de la Generación Milagrosa había vuelto a chocar su puño con el de él después de tanto tiempo, pero sobretodo, no podía sacarse de la cabeza su sonrisa, esa que aunque nada parecida a la de algún tiempo atrás, mostraba su felicidad por volver a disfrutar del juego.
Aomine nunca volvería a ser como alguna vez fue, eso ya lo tenía más que asumido, pero aun así se alegraba de volverlo a ver contento de participar en un juego y tener rivales dignos que lo harían sacar lo mejor de sí, como si estuviera en un campo de batalla.
Sin darse cuenta ya estaba oscureciendo y Aomine nada que aparecía, eso ya lo estaba preocupando y estaba a punto de marcarle nuevamente para saber si le había sucedido algo, cuando lo vio llegar alzando la mano y saludándolo a lo lejos.
- Io Tetsu ¿Qué tal? – saluda como si no hubiera llegado más de una hora tarde.
- Aomine-kun me tuviste esperándote más de una hora - dice el peliceleste emanando un aura oscura a su alrededor.
- Ah sí, lo siento, es que Satsuki me encontró cuando iba saliendo del colegio y comenzó con su cantaleta de siempre por no ir a las prácticas, así que al final para quitármela de encima fui por un rato y me encargue de derrotarlos a todos para que se diera cuenta de que no es tan necesario ser estricta, al fin y al cabo deberá conformarse con que vaya de vez en cuando si no quiere que realmente me moleste – dice el moreno sentándose a su lado y sin previo aviso tomó al peliceleste de la nuca para robarle un beso hambriento y cargado de deseo, que terminó dejando sofocado al menor.
- Ao-aomine-kun – dice tratando de llevar aire a sus pulmones – deja de hacer eso en la calle, es incómodo y además no deberías ser así con Momoi-san, ella solo quiere que entrenes como todos los demás o en el próximo partido que tengas contra Seirin serás derrotado más fácilmente – dice el menor picándole en el orgullo – además pudiste llamar o enviarme un mensaje y avisarme – finaliza molesto por no haberse al menos disculpado decentemente.
- ¡Oe Tetsu! ¿en serio crees que me volveré a dejar derrotar? ¡ja! Pensé que me conocías mejor – dice con su aire de prepotencia aunque no podía negar que le había dolido en el orgullo que dos personas a las que había menospreciado en el básquet lo habían derrotado – además Bakagami no ha podido derrotarme en un uno a uno todavía y estoy seguro jamás lo hará, por lo que no deberías confiarte tanto Tetsu, al final en nuestro próximo encuentro me encargaré de mostrarle su lugar – dice con una sonrisa socarrona logrando que Kuroko se sintiera algo molesto.
- Por si no lo recuerdas, yo también te derroté y te aseguro que si sigues pensando de esa manera, Kagami-kun y yo te derrotaremos nuevamente, así que no seas tan engreído Aomine-kun – dice el menor con esa chispa de reto en su rostro que solo aquellos que lo conocían bien podían ver.
- ¡Ja Tetsu! ¿me estás retando? – cuestiona con cierto aire de burla – reconozco que ambos me derrotaron porque estaban juntos y aunque no es tan buena luz para ti como lo he sido yo, el tonto sabe al menos interceptar tus pases, por lo que considero que si no fuera por ti, Bakagami no habría podido hacer nada contra mí – dice haciendo relucir nuevamente su pose de orgullo máximo, por lo que finalmente Tetsuya termina soltando un suspiro. Quería defender a Kagami, algo en su interior le gritaba que lo hiciera, pero sabía que si lo hacía solo lograría tener problemas con Aomine y eso era lo que menos quería, por lo que simplemente prefirió cambiar de tema, lo que quería era simplemente olvidar un poco a Kagami y teniéndolo como tema de conversación no lo conseguiría.
- Invítame a un helado – dice finalmente. Quería ir por una malteada de vainilla, pero no sabía si Kagami estaría en el Maji, así que era mejor evitar.
- Ah quería jugar un rato contra ti, pero creo que ya es bastante tarde, así que lo mejor será que nos vayamos por ese helado antes de que empiece a hacer más frio. De hecho, no sé cómo quieres un helado con éste clima. Eres demasiado extraño Tetsu – dice el moreno poniéndose de pie y estirando su mano al pequeño doncel para ayudarlo.
- Simplemente quiero uno, no deberías quejarte tanto, al menos yo tengo ideas diferentes a solo jugar básquet en una cita Aomine-kun – dice el menor tomando su mano y halándolo hacia la heladería más cercana.
Al día siguiente, Kuroko ya se encontraba en su puesto en el salón, cuando notó que Kagami había llegado. Al verlo sintió nuevamente la opresión de su pecho y se maldijo internamente por ese sentimiento, aunque no podía hacer nada para cambiarlo.
Cuando el pelirrojo llegó a su puesto pudo verlo de cerca y lo que encontró no le gustó en lo absoluto. Las claras ojeras que marcaban sus ojos, además de tenerlos hinchados y rojos lo hacían ver terrorífico, pero no fue eso lo que realmente le hizo contener el aliento, sino la clara tristeza y soledad que calaba hasta su alma. El desasosiego que mostraban sus facciones realmente eran abrumadores, por lo que esperó en ese momento ser completamente invisible y que Kagami no lo saludara por el simple hecho de no querer ver esos ojos oscurecidos por la amargura clavada en su corazón. A pesar de todo, no podía ser indiferente al dolor de Kagami, porque a después de todo le tenía un cariño enorme y además sabía que esos ojos que tanto le gustaban estaban así por su culpa.
Al momento de verlo que acomodaba sus cosas sin siquiera girarse, se sintió aliviado, pero a la vez dolido. Era extraño, pero no podía evitar sentirse extraño sin recibir el efusivo saludo de Kagami y su beso mañanero como siempre le decía, a pesar de que sabía que al pelirrojo le daba vergüenza las demostraciones públicas, pero que siempre le daba porque a pesar de todo "no podía dejar de saludarlo como merecía".
Una vez el más alto se sentó, se resignó a no recibir su saludo, aunque solo se decía que era lo mejor, pero en ese momento, cuando pretendía sacar un libro para leer, sintió el movimiento al frente y no pudo evitar mirar, para encontrarse con la cara del pelirrojo.
- Buenos días Kuroko – fue lo único que dijo y sin esperar respuesta se giró nuevamente para mirar al frente del salón, dejando a la sombra sintiéndose aún peor de ser posible y en ese momento deseó que no lo hubiera saludado.
- Buenos días Kagami-kun – contestó en un susurro, aunque sus propias palabras eran como veneno para sí mismo.
Durante dos días había tenido el tiempo suficiente para pensar que haría. Amaba a su sombra, eso estaba fuera de discusión, sin embargo, sabía que lo había perdido, que ni con todo su amor había conseguido hacer que el pequeño doncel lo amara con la misma intensidad, por lo que en un principio y después de su desahogo en su apartamento había pensado en regresar a América y no volver jamás a Japón, sin embargo, una llamada de su hermano lo había hecho cambiar de opinión.
Recordaba las palabras de Tatsuya constantemente, donde le decía "Si lo dejas así, te vas y tratas de olvidarlo, lo único que harás será demostrarle cuánto te afecta y al final no podrás superarlo. Te conozco Taiga y sé que cuando algo se mete en tu cabeza, lo último que haces es tratar de sacarlo hasta que no lo hayas conseguido y sé que lo que quieres es intentar recuperarlo, así que no te des por vencido, ese no eres tú y si en algún momento te das cuenta de que realmente es una batalla perdida y que definitivamente quieres regresar a Estados Unidos, entonces yo te apoyaré, pero primero lucha antes de que termines arrepintiéndote".
Sabía que lo que él le había dicho era cierto, no quería huir, eso no estaba en su naturaleza y lo que menos quería era después arrepentirse por no haberlo siquiera intentado, por lo que a pesar del dolor que le causaba ver a Kuroko constantemente y saber que no podría acercarse a él como en los últimos meses, estaba claro que tenía perseverancia y quizás aunque por el momento el dolor no le permitiría hablar con él como si nada hubiera sucedido, al menos se quedaría y trataría de hacer algo para recuperarlo, aunque no sabía qué ni cómo lo lograría, pero algo se inventaría, de eso estaba seguro.
Después de su saludo y de volver a mirar hacia el frente se había sentido tentado a girarse nuevamente y hablarle como si nada, pero sabía que terminaría diciendo alguna estupidez y la verdad no tenía ganas de quedar como un idiota, así que se esperaría al menos hasta que no se le hiciera un nudo en la garganta al intentar hablar, para tratar de entablar una conversación.
Durante todo el día se mantuvo alejado y a la hora del almuerzo buscó un lugar donde nunca hubiera estado con Kuroko, para evitar topárselo por casualidad, así que escogió un rincón de los jardines del colegio y contra todo lo que era su sana costumbre, se recostó en el pasto junto a un árbol para contemplar las nubes sin siquiera probar bocado de su almuerzo, de por sí, llevaba desde el domingo sin poder comer. Su insaciable apetito había desaparecido como por arte de magia y ahora solo le quedaban sus recuerdos y el vacío de su alma.
Nunca en su vida se había sentido inapetente, de hecho no sabía lo que era pasar un día sin comer, pero en definitiva podía decir que eso que dicen que el amor te cambia de una manera absurda tiene total sentido, y ante esto solo pudo soltar un bufido y una risa irónica.
La tarde había caído y el entrenamiento cada vez se sentía más tenso. Todos en el equipo tenían conocimiento de la relación entre la pareja principal de Seirin y el notarlos distanciados, que no se hablaban y que para colmo no jugaban como siempre, los tenían a todos con los nervios de punta.
- Esto solo puede significar que tuvieron una discusión de pareja, así que ahora solo toca golpearles la teja – dice Izuki con su inconfundible juego de palabras, que solo logra terminar de desquiciar al capitán.
- ¡Maldición! Era por esto que me preocupaba que esos dos estuvieran juntos como novios, sabía que si en algún momento llegaban a discutir, se vería reflejado de inmediato en su juego – dice Hyuga apretando los puños y con ganas de mandarlos a la luna a ver si allá solucionaban el condenado problema y volvían a jugar decentemente.
- Kagami, creo que deberías tratar de arreglar el problema que hayas tenido con Kuroko, no creo que sea bueno que discutan y a causa de eso no disfruten del juego que ambos aman – dice Kiyoshi con su interminable sonrisa de tonto, pero con una mirada que hace dudar al pelirrojo si es una broma o no. Podía ser que ese sujeto siempre actuara como idiota, pero algo que había aprendido bien, es que ese hombre de idiota no tenía un pelo, por lo que no supo entender si se había dado cuenta de que todo se había acabado con Kuroko o simplemente creía en verdad que era una discusión pasajera, ya que después de todo su tono de voz daba a entender un doble sentido a la última frase.
- ¡¿Eh?! Lo siento Kiyoshi-sempai trataré de jugar mejor y no arrastrar el equipo, después de todo los problemas personales no deberían afectar mi juego – dice el pelirrojo rascándose la mejilla, aunque ante el gesto, Teppei no puede evitar ver que hay algo más detrás de todo eso, igual Kagami es del tipo de hombre que se deja llevar por sus sentimientos, además de que tiene un corazón demasiado sensible, por lo que no puede evitar notar que, a pesar de todo, está sufriendo más de lo que quiere aparentar.
- Está bien, no te esfuerces demasiado, simplemente disfruta el juego – aconseja el mayor con una sonrisa alejándose del lugar.
Kuroko en el momento en que lo vio hablar con Kiyoshi trató de escuchar lo que decían, pero al estar al otro lado de la cancha no pudo hacerlo, así que decidió resignarse, después de todo, ya no era tan invisible para Kagami y podría descubrirlo espiando, así que optó por regresar al entrenamiento, pero cuando fue a lanzar un pase, inconscientemente lo envió hacia el pelirrojo que pasó por su lado como un rayo, por lo que inmediatamente contuvo el aire esperando un rechazo a su pase, pero al momento de mirarlo, no pudo evitar sentir algo extraño al ver que lo recibía y sobretodo, que aunque no una cálida como las de siempre, le había dedicado una sonrisa, como diciéndole "todo estaba bien".
A partir de ese momento comenzaron a jugar mejor y nuevamente se entendieron en la cancha, pero para su desgracia, su amistad se había ido al carajo y aquellas salidas que tanto le gustaban se habían terminado.
Las semanas pasaron y todo siguió igual. Kagami lo saludaba con cortesía y se despedía de la misma manera, pero no se atrevía a más, después de todo Kuroko no hacía ningún esfuerzo por hablar con él y tampoco estaba para rogar.
Por su lado, el pequeño doncel seguía viéndose casi a diario con su novio después de las prácticas, aunque ya había advertido a Aomine sobre sus faltas a las mismas en Tôô, por lo que le tuvo que amenazar que si no asistía, no lo vería por el resto de la semana y tenía a Momoi como informante para saber si cumplía o no, por lo que el moreno aunque de mala gana lo estaba haciendo y después de salir iban al parque, a comer algo o a la casa de alguno de los dos a ver una película.
Sin embargo, esa tarde en específico no podrían verse debido a que Tôô estaba entrenando de más para sus próximos partidos en el inicio de la Inter-High de ese año y tendrían un partido de práctica. En un momento estuvo tentado a ir a verlo, pero al final le envió un mensaje diciendo que no iría ya que lo distraería para dar todo en la cancha, y a pesar de las quejas del moreno, al final acordaron encontrarse después en la cancha cerca a la casa de Kuroko.
Decidió caminar un rato y sin ser consciente de cómo, terminó en aquel parque donde una vez había desafiado a Kagami para conocer su habilidad y decidir si sería su nueva luz. La lluvia de recuerdos lo hizo tensarse hasta el punto de querer huir de ahí, por lo que sin mediarlo, se dio media vuelta y salió del lugar. No obstante, algo con lo que no contaba era con que su cuerpo traicionero lo llevara hasta ahí.
Justo en frente se encontraba el Maji Burguer y para su desgracia, quien se encontraba en su campo de visión no era nadie más que Kagami, con su aire ausente mientras comía una a una sus hamburguesas, hasta que algo llamó su atención. ¿Por qué tenía una malteada de vainilla frente a sus hamburguesas? Era como si… esperara a alguien para que la bebiera.
En ese momento, su corazón dio un remezón. Llevaba días sin sentir eso, pero en ese momento, al ver cómo Kagami se levantaba mirando dudoso el vaso de malteada, para finalmente dejarla ahí y salir, lo hizo sentir la peor basura del mundo.
Estuvo tentado a irse de ahí y tratar de olvidar ese episodio, pero sin poder manejar su cuerpo, éste finalmente lo llevó hasta el restaurante de comidas rápidas y llegó hasta esa mesa, aquella donde después de cada entrenamientos ambos iban a parar para comer.
Miró con detenimiento el vaso sin estar seguro de si tomarlo o no, hasta que finalmente se decidió a cogerlo. Cuando la mesera llegó a limpiar la mesa se sorprendió al no ver la malteada.
- Vaya, parece que hoy si se decidió a bebérsela – comenta la chica para sí misma sin darse cuenta del chico que se hallaba a su lado.
- Disculpe – dice Kuroko haciéndose notar, pero escondiendo detrás de su cuerpo la malteada, logrando que la chica pegue un brinco asustada.
- ¡Ah! ¿Cuánto lleva ahí? – Dice ella en un susurro, pero finalmente recupera la compostura – lo siento, ¿en qué le puedo ayudar? – pregunta finalmente colocando una sonrisa.
- Lo siento, es que… hace un momento la escuche decir que el joven que estaba aquí finalmente se decidió a bebérsela ¿a qué se refería? – cuestiona sin entender muy bien su propio cuestionamiento. La chica se quedó mirándolo extrañada, pero al no ver nada raro en el chico a excepción de su falta de presencia, levantó los hombros y decidió contestarle.
- Es que desde hace algunas semanas viene y compra muchas hamburguesas y una malteada de vainilla, pero lo curioso es que solo se come las hamburguesas y deja la malteada al frente, como si fuera para alguien a quien espera y cuando se va deja la malteada intacta sobre la mesa. Es extraño ¿no cree? – cuestiona la chica, pero al mirar nuevamente se encuentra sola, por lo que solo puede pensar que ha hablado con un fantasma y sale a contarle a su amiga.
No se había quedado a esperar a que la chica finalizara ¿para qué? Si igual sabía a qué se refería.
Después de pensarlo, simplemente decidió llevarse la malteada y tomársela, igual era para él ¿no? Pero aun así, no podía evitar el sentimiento de culpa ¿Kagami había ido todos los días al Maji y comprado malteadas como si lo esperara a él? Solo hasta que se hizo ese cuestionamiento fue que entendió la situación; Kagami aun esperaba por él, lo extrañaba… y lo amaba.
No podía seguir así, no podía seguir mortificándose por su decisión de dejarlo y reintentarlo con Aomine, igual era lo que su corazón le había dictado en ese momento y no podía cambiar de ideas como cambiarse de ropa. Amaba a Aomine, de eso estaba seguro… o quería estarlo… pero entonces… ¿Qué sentía por Kagami? ¿Por qué simplemente no lo dejaba pasar? ¿Por qué no se hacía de la vista gorda y continuaba con su vida como hasta ese momento? ¿Por qué últimamente pensaba más en Kagami que en Aomine?
Todas las preguntas una a una entraban en su cabeza y salían sin una respuesta, dejándolo cada vez más confuso de lo que alguna vez pensó. Sin darse cuenta llegó a su casa y al solo encontrar a Nigou, quien lo recibió con un efusivo movimiento de cola y un ladrido de bienvenida, no pudo más que esbozar una triste sonrisa, mientras una solitaria lágrima bajaba por su mejilla, preguntándose ahora "¿Qué he hecho?"
Sin ánimos de nada, se dirigió a la cocina, le sirvió la comida a su perro que ya no era tan pequeño y se dirigió a su habitación sin haber soltado el vaso desechable de la malteada, hasta que finalmente la puso en su mesa de noche y se acostó en su cama sin siquiera cambiarse, cayendo en un sueño profundo de inmediato, sin escuchar después los mensajes enviados por Daiki quejándose por su tardanza.
.
Continuará…
.
A que les gustó ¿verdad? A mi en lo personal me atrapó demasiado... el siguiente capítulo lo cuelgo el martes y el tercero el viernes para que me den chance y a ella de crear el cuarto capítulo. Todos los reviews se harán llegar a ella y ella estará muy feliz.
Angela les manda besos chocolatosos.
Y yo mordidas sensuales.
Angela y Cadiie.
