¡Aquí tiene el comienzo de esta nueva historia! Aclaro, más adelante habrá escenas fuertes de violencia y lenguaje fuerte, si aun así les interesa leer, adelante.
Espero les guste y comenzamos con ligereza. Lo fuerte vendrá dentro de unos cuantos capítulos más.
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Mis pasos resuenan por el piso de madera de la mansión Daniels. Es un largo pasillo el que tengo que recorrer para llegar hasta mi destino: El despacho de señor Daniels. Doblo a la izquierda y camino un poco más, y justo al lado derecho, está la puerta que da al despacho.
Tomo el pomo y lo giro, entro al lugar y no me molesto en preguntar ni anunciar mi presencia. El lugar es iluminado por una tenue luz proveniente del escritorio de una madera preciosa, caoba quizá. El humo de cigarrillo llega hasta mi nariz, no me incomoda, sólo hace que note la presencia de alguien más.
—¿Tú eres ese mercenario a quien todos temen? —Si algo detesto es a los hombres que piensan que por el simple hecho de ser hombres, se creen mejor. Y este tipo es uno de ellos—. No creí que fuera una m...
No dejo que termine la frase y lanzo mi cuchillo hasta él. Dio a su lado izquierdo, unos centímetros de su ojo.
—No estoy aquí para conocer su opinión, usted me dará un nombre y un objetivo, y por eso estoy aquí —comento mirando fijamente sus ojos, esos ojos que me miran con asombro y miedo.
Cruzo mis brazos a la altura de mi pecho, abro ligeramente mis pies y espero por su respuesta. El gira su cabeza un poco a la izquierda sólo para ver como el cuchillo se ha clavado muy cerca de su oído.
Veo como traga saliva, y como él aclara su garganta para después acomodar su nudo de la corbata.
—¿Y bien? —pregunto ladeando un poco mi cabeza a la derecha.
El señor Daniels saca un sobre de su cajón, del lado izquierdo de su escritorio, y lo tiende hacia mí. Es un sobre amarillo, logro ver la palabra "confidencial" ahi. Doy unos pasos y tomo el sobre donde está toda la información que necesito. Está un poco pesado, quizá haya más que documentos con la información que necesito.
Doy la media vuelta y camino hasta la puerta pero me detengo al escuchar la voz del Sr. Daniels—: ¿Cuánto me costará?
—¿Cuánto ofrecería si usted fuera mi objetivo y quisiera vivir? —Dejo la pregunta en el aire y tomo el pomo de la puerta para salir, pero antes de hacerlo, me giro hacia el Sr. Daniels—. Eso le costará. Tiene 12 horas para confirmar.
Abro la puerta y salgo del despacho. No me importa el dinero, no trabajo por ello, sólo hago el trabajo de aquellos que no se atreven a hacerlo.
Subo a mi auto, un Porche negro descapotable, dejo el sobre sobre el asiento. El Sr. Daniels es un hombre de poder, un poder que lo ha corrompido para llegar a matar al dueño de la empresa de su competencia, pero eso es algo que no me interesa. Yo sólo he sido contratada para aniquilar a mi objetivo, lo demás, es un cero a la izquierda.
Piso a fondo el acelerador y salgo de la mansión dejando en mi camino una leve capa de polvo.
Es hora de cazar.
Llego a mi habitación del motel, no quise nada de lujo. No pienso quedarme aquí, además, no estaré mucho tiempo en la habitación, gastar en un hotel lujoso sería innecesario. Y no es que me interese pero no tengo pensado entrar a un lugar donde hay cámaras y guardias.
Dejo mis llaves sobre lo que parece ser una pequeña mesa de noche, me sacó la chaqueta quedando sólo en una blusa blanca de tirantes. Abro el sobre y dejo caer todo sobre la cama. Fotografías, papeles, informes, y demás caen sobre la cama. Alguien hizo bien su trabajo.
Tomo la priemra fotografía, una familia de cuatro intrigantes. El padre del lado izquierdo, sonríe mientras sostiene a un pequeño niño de unos 3 años. A su lado está la madre, cabello risado y rubio, sonrisa brillante, parece feliz. Y justo en medio hay una chica de unos 19 años, mirada aburrida, lab ios rectos, cabello castaño claro, sostenido por una coleta. Los ojos los heredó de su padre.
Arrojo la foto y tomo otra, el mismo hombre, sólo que esta vez está al lado de un Camaro blanco mientras habla por celular. ¿Un choque? Pero sería terrible arruinar ese hermoso auto; ¿un disparo a distancia mientras baja de su auto? No, eso llamaría mucho la atención, quiero algo discreto.
Tomo el informe y espero contenga algo que me ayude a que esto sea discreto.
—Informe de la mansión —leo en voz el mediocre título del informe, pero al menos conoceré la mansión.
*La mansión está veinticuatro horas vigilada. Hay tres guardias en la entrada principal, uno de ellos siempre suele alejarse para fumar y regresa diez minutos después. Los otros dos guardias, se distraen mirando algún programa de televisión.*
*Ya no hay más guardias dentro de la mansión pero poder entrar, se debe dar una clave para evitar activar la alarma de seguridad que alertará a la policía.*
*Sin más información por el momento.*
Ruedo mis ojos al terminar de leer el maldito informe, debo hacer el trabajo completo por mí misma... Sonrío de medio lado al sentir una leve vibración del celular con el cual uso para estos casos. Pensé que tardaría más en darme su respuesta.
Saco el celular y respondo a la llamada que estaba entrando.
—Quiero que sea discreto. Nada apuntará a mí. Te ofrezco un millón.
—Bien.
Termino la llamada y miro fijamente la foto de la familia Smith. Un integrante menos para la familia.
Abro la caguela de mi porche y saco mi maletín negro. Algunos curiosos miran a mi dirección pero sólo paso por su lado sin siquiera mirarlos. No valen la pena, no merecen que pierda mi tiempo en ellos. Ellos no son nada para mí, no importan y es así como van a morir.
De regreso a la habitación, abro el maletín y saco mi arma, una pistola Wilson Combat, reviso cada uno de los cargadores y colocó uno en la pistola. Coloco el silenciador y cargo el arma mirándome directo en el espejo.
Es hora de aniquilar.
