Una de ésas locuras, que te hacen más relajados los días. Una de ésas fantasías, que no dan a tu corazón tranquilidad. Uno de esos Fics., que te llevan a otros niveles.

Una de mis locuras, para alivianar mi carga, ¿Quieres sentido común? ¿Una trama? ¿Un significado? Draco Malfoy no conoce de eso, yo tampoco.

Danos una oportunidad.

A leer.


Su olor a miel, es increíblemente cautivante piensa mientras el placer llena cada una de sus terminales nerviosas, cree que es la última vez que tendrá un episodio tan maravilloso como este, nunca pensó siquiera en la posibilidad de que ella en especial, le volviera tan demente.

Veía sus senos perfectos moverse, en un baile del cual los dos eran cómplices, su brasier bajo aquellas simétricas montañas tenían sus ojos completamente capturados, nunca los había visto moverse así. Sus mejillas sonrosadas, le llenaban el pecho de una ternura inusitada, de algo que le era tan incomprensible como incomodo.

Él no le hacía el amor, estaba teniendo sexo. Placentero y maravilloso sexo.

Mordió uno de sus pezones, arrancándole un gemido, uno de esos que tanto trataba de reprimir, curvó su espalda dándole un acceso más amplio para explorarla, y eso fue exactamente lo que él hizo. La lamió como no lo hizo con ninguna, sus oídos complacidos escuchaban lo que salía de aquellos ya rojos labios, rojos por tanto mordérselos.

Su placer estaba llegando a niveles superiores, el sudor perlaba todo su cuerpo, y también el de ella, la hacía ver como un ángel, pero no pudo pensar en eso por mucho tiempo.

Una embestida especialmente fascinante lo instó a afirmarle fuertemente de las caderas, la tela de su falda le molestaba, pero no le dio importancia. Siguió con aquel movimiento, sintiendo como su sexo era atrapado por el cuerpo de esa santurrona mujer, deliciosa, así sabía, suave, así se sentía. Corrompida, así estaba ella.

- ¡No más! – pidió con un grito desesperado.

- ¿No te gusta? – Preguntó sin detenerse - ¡responde!

- Desgraciado –.

- Puedes pararme, pero sabemos que no quieres -.

Besó su abdomen y un estremecimiento de parte de la chica le comprobó que sí le gustaba, siguió moviéndose al compás de sus quejidos y gemidos, siguió complaciéndose sintiendo la calidez de su interior, no se detuvo, no hasta que él terminara.

Pero algo cambió, en un solo segundo.

- Tienes razón – gimió ella sin pudor, poniendo sus manos en el pecho de su "captor" – no quiero que pares.

Se descolocó ante aquellas palabras, no es que ninguna antes le hubiera pedido más, pero no lo pensó nunca de ella, se le hacía imposible creer lo que escuchaba, era muy, pero muy irreal. Se detuvo al ver la determinación en sus ojos, al ver como estaban empañados por el placer, al ver que sin duda alguna, quería alcanzar el éxtasis.

- ¿Eso es todo? – Preguntó con la burla en el tono - ¿Me dejaras así?

Le sacó un grito fuerte, al volver a arremeter en su interior, ahora lo haría en serio, pero antes de que se propusiera seguir con el intento, ella lo tiró sobre su cuerpo, capturándolo con sus piernas, rodeándolo, inclinándolo sobre aquel escritorio, besándole un punto detrás de la oreja, con el que bajó la guardia.

Pero para llegar a este punto, él tuvo que recorrer un arduo camino, y a pesar de que estaban en plena guerra, siempre complació sus necesidades, así fue criado, pero de no ser por aquella conversación que escuchó, de seguro, que muchas de ellas, no hubieran nunca estado enredadas en sus sábanas.

Un Malfoy de tomo y lomo, siempre, se sale con la suya…

* * *

Era el principio de año, de su sexto año, la palidez de su cara evidenciaba su falta y penosa alimentación, su semblante no era la de aquel chico de dieciséis, que tan altivamente caminaba antes por los pasillos.

Draco lucía de una manera preocupante, nada bueno de eso podría salir, Pansy se adjudicó el papel de su madre escolar protectora, para su mala suerte, pero por lo menos, cada noche, ella desaparecía a hacer de las suyas, ahí podía respirar.

Caminaba a su próxima clase, clase que compartía con los Hufflepuff, la misma que había empezado hace una media hora, iba ensimismado, metido en sus propios pensamientos, sin ver a nadie, sólo pensando en cómo cumplir la orden de su señor.

Le complicaba sobremanera el no saber cómo empezar, matar a Dumbledore sería más difícil de lo que nunca podría pensar, era un plan definitivamente suicida, pero su padre había fallado ya, no quería que lo mataran, menos a su madre.

Tan en sí iba que no se percató de que el camino que seguía lo llevaba en otra dirección, no a su tardía clase, se detuvo enfurecido, en el mes de clases transcurrido, no era la primera vez que le pasaba, ya le irritaba en demasía.

Quiso devolverse por sus propios pasos, pero algo se lo impidió, el hablar, o cotillear de algunas voces, y su claro nombre, lo hicieron averiguar de quién se trataba.

- Sí, es sexy – rió una.

- Pero por Merlín, ¿lo han visto últimamente? –

- Sí, es un desastre – sonrió Lavender – pero sin duda le alegraría esa carita.

- ¡Lavender! – chilló Parvati.

- Parv, no te hagas la inocente, sé que quieres hacerlo con él –

- Son unas perras – retó Ginny – no sé qué tienen en la cabeza.

- Como si no lo encontraras sexy – se burló Lavender.

- Lo es, pero no caería ante sus "encantos" – sentenció Ginny.

- ¿Pueden dejar de hablar de esto? – se quejó Hermione.

- Claro, como tú no has experimentado ningún tipo de placer, más allá del que te causan los libros –

Todas rieron ante su comentario e hicieron que a Hermione se le llenaran los ojos de lágrimas.

- Por lo menos, sé que si intenta seducirme, no caeré como ustedes – se giró y desapareció ofendida del lugar.

Lavender que sólo quería molestarla, arrugó los labios, sintiendo que su dignidad estaba por los suelos.

- Ja – se burló – nunca caería tan bajo como para acostarme con un Slytherin, menos con él, además, ninguna de nosotras es tan perra como para hacerlo ¿verdad?

- Cierto – corearon las demás, mientras Ginny rodaba los ojos.

Todas las chicas, se fueron por el lugar en donde Hermione había desaparecido, se iban con el corazón latiéndoles a mil por hora, porque aunque no lo quisieran reconocer, a más de alguna le encantaría conoces sus atributos. Luna en cambio, pensaba que una de sus criaturas mágicas, había manipulado aquella conversación.

- ¿Así que no caerían en mis redes? – rió Draco apoyando su espalda en el frió muro – pues eso, lo veremos.

Ahora no sólo tenía una misión imposible que cumplir, sino que también en el proceso, haría que esas más de ocho mujeres, pagaran por lo que acababan de decir.

En cambio, él recibiría distracción, y porqué no decirlo, también mucho placer.


Espero, no estar pervirtiendo sus mentes, aunque en lo más fondo de mi mundo, sé que lo hago.

Besos.

Aniia.