Inocente tiempo

Era un día tranquilo en el Jardín de Infantes del Shibusen, todos los niños estaban "tranquilamente" jugando, o mejor dicho el salón estaba en un silencio casi total, pues la maestra estaba ausente y el sustituto era un hombre que inspiraba mucho miedo que los había amenazado con disecarlos si cometían alguna travesura.

Así que los niños intentaron jugar lo mas callado posible, como si el mas mínimo ruido les traería un castigo. Pero esto no fue problema para cierto niño de cabellos azabache, que siempre jugaba tranquilamente con sus bloques de plástico, para él no había nada más divertido que ordenar los bloques en un patrón simétrico y ordenado una y otra vez, en eso estaba él cuando escuchó unos tímidos pasos acercándose.

-Hm… ¿K-Kid? –dijo una voz casi en un susurro.

Kid levanto la mirada de sus bloques para encontrarse con unos ojos azules que lo miraban con un poco de miedo, inocencia y timidez. Los dueños de esos ojos eran una niña más o menos de su edad, con cabello rosado corto y en un corte desigual, usaba un vestido negro, calcetines blancos y zapatos colegiales. Se le veía extremadamente incomoda, mientras veía sus zapatos como si fueran la cosa mas interesante del mundo.

-¿Se te ofrece algo? –dijo el niño con impaciencia, no era su intención ser descortés pero su cabello asimétrico lo molestaba.

La niña balbuceó algo incoherente, mientras apretaba su vestido negro con fuerza. El peli negro levantó una ceja en confusión.

-¿Puedes repetir eso? –preguntó el niño.

La peli rosa suspiró y luego levantó la mirada y miró fijamente a los ojos dorados del niño.

-La cobija que te llevaste… es mía, q-quiero que me la devuelvas, ¿por favor? –dijo la niña, cuando el niño no dijo nada añadió, – es que a la hora de la siesta hace frío y-y esa es mi cobija favorita, es la única que t-tengo.

El niño de los ojos dorados suspiró en irritación, luego se levantó y limpio sus shorts negros de la posible tierra que estuviera ahí, cuando se aseguró que su camisa blanca estuviera perfectamente simétrica le dio una mirada arrogante y dijo:

-Si quieres tu cobija, me tienes que dar un beso –tan pronto que sus palabras salieron de su boca, los ojos de la peli rosa se agrandaron como platos, mientras veía al peli negro con una mezcla de miedo, asco y vergüenza. Miró a Kid y luego a la cobija morada con conejitos detrás de él, titubeo un poco y luego le dio un pequeño beso en la mejilla del chiquillo.

Fue tan rápido que Kid apenas lo sintió y antes de que pudiera decir algo, la niña ya se había marchado con la cobija morada en su agarre. Pero alcanzó a ver que sus orejas estaban algo rojizas, de seguro por la vergüenza, mientras que él se preguntaba si tenía un rubor similar en el rostro.