Resumen. Kushina ve fastidiada como el hijo de su amiga, Sasuke, rechaza sin consideraciones a la quinta muchacha del día. Por el bien del chico decide hacerle un regalo, ¡uno que hará que Sasuke se cuestione su sanidad mental!


"El trabajo endulza siempre la vida, pero los dulces no le gustan a todo el mundo". Víctor Hugo; poeta, dramaturgo, y escritor francés (1802-1885).

Todos los personajes son de Masahi Kishimoto y no lucro de ninguna forma con ellos.

Capítulo beteado por Hibari Kyouya, ¡gracias por tu ayuda! :D

Cómo enamorarse de una flor. Primera Parte

Advertencias:

OoC.

Yaoi (SasuNaru).

One Shot.

La siempre presente falta de ortografía.

El lector podría morir de aburrimiento.


¡Especialmente dedicado a Higary, quién me proporcionó (sin saberlo todavía) la imagen a partir de la cual surgió esta historia!


-No me gusta, ¡no me gusta, dattebane! –se quejó Kushina, espiando a través de la ventana de su tienda. Los ojos de la mujer estaban clavados en la acera de enfrente, cruzando la calle.

Sobre ella, vestido con un uniforme escolar de color negro, se encontraba el hijo de su vecina y mejor amiga desde hacía años, un chico mal encarado llamado Uchiha Sasuke. El chico tenía alrededor de unos dieciséis años y justo en ese momento un enorme gesto de fastidio en el rostro causando por la nerviosa compañera de clases que estaba de pie delante de él. La pobre muchacha no dejaba de tartamudear, tocándose el cabello convulsivamente hasta marear a Sasuke.

-No es tu problema, Kushina –la regañó con suavidad una voz a espaldas de la pelirroja, pero la mujer no se giró para ver a quien le hablaba-. ¿Para quién son los tulipanes? ¿Y las petunias?

-Siempre hace lo mismo –gruñó Kushina, separándose de la ventana y girándose hacia su acompañante; tenía los labios fuertemente fruncidos-. ¡Ese chico no tiene tacto ni en las pestañas! Parece que siempre tiene un palo atravesado en el…

-¡Las flores, Kushina! ¡Las flores!

La mujer negó con la cabeza, sonriendo ante la interrupción escandalizada de su esposo. Decidió entonces que era tiempo de compadecerse del pobre rubio y ayudarle con la multitud de capullos que rodeaban a Minato, quien parecía a punto de desmayarse a causa del intenso perfume.

-Esas no son petunias, Minato, ¡son rosas! –dijo la pelirroja, sin entender como su marido no podía ver la diferencia. La mujer se colocó las manos sobre la cintura, pero cuando los ojos azules de Minato la vieron de forma suplicante, terminó por soltar una risilla y tomar las mencionadas flores de los brazos del rubio.

-¿Y cómo quieres que lo sepa? –le alegó su esposo, a lo que Kushina bufó molesta. Minato acomodó mejor entre sus brazos los tulipanes rojos que todavía sostenía y siguió a su mujer, que caminaba hacia el mostrador-. Soy un simple abogado, la florista eres tú –se justificó el rubio.

-Usted fue él que se ofreció a ayudarme con la tienda en su día libre, Namikaze-san –le recordó la pelirroja con una sonrisa en los labios algo coqueta.

-Nunca desperdiciaría la oportunidad de pasar el tiempo con usted, Uzumaki-san –respondió Minato, siguiéndole el juego, luego se inclinó hacia su esposa y le robó un suave beso-. Aunque sea como su esclavo –añadió, poniendo una falsa cara de sufrimiento.

-Dile a Genma que las rosas son para la boda de los Yoshimura –dijo Kushina, con las mejillas algo sonrojadas por el gesto de su esposo, y el rubio sonrió alegre. Era sorprende que a pesar de los largos años de matrimonio pudiera seguir avergonzando a la mujer-, y los tulipanes son para la fiesta de los Ichinose –ordenó aclarándose la garganta, y tratando de ignorar la encantadora sonrisa que le regalaba Minato.

-Lo que ordene, Uzumaki-san –contestó su marido, inclinándose la cabeza hacia la pelirroja en un elegante gesto. La mujer respondió soltando una carcajada al tiempo que le golpeaba el hombro al rubio, para luego sujetar su rostro con ambas manos y plantarle un beso como era debido.

El ambiente al otro lado de la calle era muy diferente al aura romántica que inundaba la florería; Sasuke contaba los minutos que su compañera de clase lo había estado entreteniendo, evitando que entrara a su casa.

-¡L-lo que y-yo… yo trataba de d-decirte, Sasuke-kun…! –tartamudeó la muchacha luego de haberse aclarado varias veces la garganta.

-Ya lo sé –la interrumpió el moreno sin contemplaciones, a lo que la chica se quedó con la boca abierta-. Se lo que vas a decirme, pero no me interesa tener ninguna cita contigo... –el Uchiha detuvo sus palabras de golpe y se quedó observando fijamente el rostro de la chica por algunos segundos.

Una lágrima traicionera resbaló por la mejilla de la muchacha al darse cuenta de que Sasuke no recordaba su nombre.

-Sakura –susurró su compañera apesadumbrada, frotándose discretamente los ojos.

-Sakura –repitió Sasuke sin muchas ganas-. Ahora, si todo quedó claro, voy tarde.

Antes de que la chica pudiera preguntar hacia donde se dirigía, el moreno ya se había dado la vuelta y entrado a su casa, dejando a Sakura con la palabra en la boca y el corazón roto.

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-¡Sasu-chan! –gritaron desde el otro extremo de la calle.

Al muchacho de cabello negro se le erizaron todos los vellos del cuerpo al escuchar aquel ridículo nombre, pero soltó un suspiro resignado y se encaminó con decisión hacia la mujer de largo cabello rojo que lo esperaba con una enorme sonrisa, parada afuera de la florería de la calle. Después de todo, Uzumaki-san era la mejor amiga de su madre, y a pesar de que Uchiha Mikoto poseía un carácter afable, su círculo de amistades distaba mucho de ser numeroso.

-Uzumaki-san… -saludó Sasuke sin mucho entusiasmo.

-No he podido evitar ver lo que sucedió con tu amiga ayer, dattebane –comentó Kushina como quien comenta el clima, colocando las dos manos sobre su regazo.

Una gota de sudor resbaló por el rostro del chico. La imagen de inocente preocupación maternal que intentaba proyectar la mujer no engañaba a Sasuke, el muchacho sabía muy bien la pobre opinión que Uzumaki-san tenía de él, seguramente el día anterior la pelirroja se la pasó con la nariz pegada a la ventana de su tienda, aguantando las ganas de cruzar la calle para gritarle unas cuantas cosas.

No es que hubiera sucedido antes, no, claro que no.

-No era mi amiga, solo compartimos un par de clases –aclaró el Uchiha con brusquedad.

-Lo que intento decirte, Sasu-chan… –dijo Kushina con lentitud. Sasuke pudo ver como uno de sus puños estaba fuertemente apretado y le temblaba por el esfuerzo de mantenerlo en su lugar, el moreno tomó nota mental de poner a prueba la poca paciencia que tenía la mujer-. Es que tu comportamiento no es el mejor. Debes darte una oportunidad para ser feliz, salir con alguien...

-Itachi es mayor que yo y tampoco tiene novia –se defendió Sasuke, cruzándose de brazos.

-¡C-claro…! –balbuceó la pelirroja, soltando una risilla nerviosa. Prefirió no comentar que hace no menos de una semana había descubierto a Itachi besándose apasionadamente con un chico rubio en el callejón a un lado de la tienda-. Solo quería ofrecerte un regalo.

Una de las negras cejas del Uchiha se alzó con escepticismo mientras Kushina rebuscaba en el bolsillo delantero del delantal que usaba para trabajar. Sasuke no sabía que pensar del extraño gesto de la mujer, ni pudo imaginarse que clase de regalo le daría la pelirroja, pero ciertamente no esperaba el largo trozo de cordel trenzando que la Uzumaki colocó a la altura de sus ojos.

-Es una semilla –dijo el chico con voz incrédula, al observar con más atención el collar, el cual se notaba era hecho a mano, y notar la diminuta pepita de girasol que pendía de él. A Kushina no le agrado nada el tono usado por el muchacho, ¡hablaba como si ella no lo hubiera notado antes!

-Es una semilla muy especial, dattebane –dijo la pelirroja suavemente, al recordar porque había elegido aquel grano en especial-. Contiene mis sinceros deseos de que encuentres aquello que te de la verdadera felicidad –aseguró la mujer, llevándose una mano al pecho. Sasuke soltó otro suspiro de cansancio y negó con la cabeza ante tal cursilería, pero una vez más tuvo que doblegar su opinión personal ante la evidente franqueza que brillaba en la mirada violeta de la Uzumaki.

-Gracias, Uzumaki-san –termino diciendo el moreno, y además dejo que Kushina le pasara el collar alrededor de la cabeza. La manera en que la pelirroja le puso una mano sobre el hombro lo hizo sentir como si tuviera de nuevo cinco años.

-Además quiero que dejes de preocupar a Mikoto –se quejó la mujer, recargando la palma de su mano contra una de sus mejillas-. ¡No me he cansado de decirle que lo que te hace falta es una buena tunda! Pero Mikoto es tan blanda… -sus palabras fueron acompañadas por más suspiros de Kushina-. ¡Qué tengas un excelente día, Sasu-chan! –le deseó entonces la pelirroja, revolviéndole los cabellos al chico y luego dándose la vuelta para entrar en su tienda.

Ahora fue Sasuke a quien dejaron con la palabra en la boca, una visible cara de enfado en el rostro, y ciertamente sin una opinión clara sobre la loca amiga de su madre.

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Sasuke cerró el libro que estaba leyendo y se quitó las gafas, para luego colocarlas en el cuello de su camisa mientras se frotaba los párpados; por hoy había sido suficiente estudio.

-¡Sasuke-kun! –lo saludó entonces una chica rubia que pasaba delante de su casa, agitando mucho las manos. El muchacho gruñó su debilidad al haberse dejado seducir por el buen clima que hacía ese día y entonces decidir hacer parte de sus deberes en el exterior.

Al moreno no le sorprendió que la muchacha se tomara la libertad de abrir la verja de su casa como si fuera la suya, y entrara hasta el jardín delantero, donde él se encontraba sentado.

-Ino -saludó sin mucho entusiasmo el Uchiha, acostumbrado al desvergonzado comportamiento de su vecina. Internamente se preguntó si debía ser menos cortés con sus admiradoras, quizás así podría terminar el colegio con tranquilidad.

-Mi madre acaba de mandarme a hacer la compra –le informó la chica, alzando la bolsa de papel que cargaba entre sus brazos. Sasuke apenas le dedicó una mirada, antes de girarse hacia la puerta de su casa, preguntándose qué tan grosero sería entrar y dejar sola a Ino, considerando que no la había invitado en primer lugar-. ¡Qué bonito! ¿Es nuevo? –chilló de pronto la rubia.

Los ojos del moreno se dirigieron hacia el lugar al que apuntaba la mano de la muchacha y se dio cuenta de que señalaba el collar trenzado que le regalara Uzumaki-san hace un par de días. El cristal de sus gafas había acabado delante de la pepita de girasol, aumentando su tamaño y permitiendo verla con más detalle.

-Nunca te había visto usando algo como eso –comentó Ino, bastante sorprendida-. Ni un collar, ni una pulsera o un anillo…

-Fue un regalo –dijo Sasuke a regañadientes, molesto por tener que dar explicaciones-. De la mejor amiga de mi madre, no pude rechazarlo.

El moreno jugueteó entre sus dedos con el singular pendiente, y gracias al aumento de sus gafas se dio cuenta de un rasgo que había pasado por alto debido a su mínimo tamaño; parecía haber una especie de dibujo al frente de la semilla.

-Creo que es… ¿un naruto? –pensó el Uchiha en voz alta, siguiendo con su uña el remolino de color rosado que adornaba el centro de la imagen.

-¡Déjame ver! –exclamó entonces Ino, quien también se había percatado de la presencia del dibujo y haciendo que el chico recordara que la rubia todavía seguía ahí. Antes de que el moreno pudiera impedírselo, la muchacha había extendido su mano hacia el collar y tomado la semilla de girasol, con tan mala suerte que apenas sus dedos rozaron la pepita, ésta cayó al suelo.

Al Uchiha le pareció ver en cámara lenta como el pequeño grano se perdía en medio del alto césped verde que dominaba el jardín, al que ya le hacía falta ser cortado. El muchacho se apresuró a agacharse con la esperanza de encontrar el dije, pero al cabo de cinco minutos supo que iba a ser prácticamente imposible dar con él.

-¡Lo siento, Sasuke-kun! –se disculpó Ino, verdaderamente apenada, mientras Sasuke se ponía otra vez de pie y se sacudía los pantalones.

-No hay cuidado, no me agradaba de todas formas –dijo el moreno a regañadientes, al tiempo que tomaba su libro y se dirigía al interior de la casa.

En verdad poseía el collar desde hacía muy pocos días, y no era especialmente de su agrado, como había dicho, aceptó el regalo de Uzumaki-san para no disgustar a su madre. Por eso Sasuke no pudo entender el coraje que bullía en su interior dedicado a Ino, y que lo hizo azotar la puerta con todas sus fuerzas.

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-Me voy a la escuela –anunció Sasuke, mientras se colocaba los zapatos en el genkan de su casa.

-Olvidas tu almuerzo, Sasuke-kun –le recordó su madre desde la cocina, y no paso mucho tiempo para que la mujer llegara hasta donde el muchacho se encontraba.

-Gracias, okāsan –dijo el moreno, recibiendo el bentō que le tendía Mikoto y guardándolo en su mochila; se sorprendió cuando su madre tomó asiento a su lado, acomodándose el vestido con movimientos pausados, como si estuviera pensando con cuidado lo que iba a decir.

-Hable con Kushina -comenzó Mikoto-. Me contó que te hizo un obsequio.

Los ojos de la mujer se desviaron al cuello del muchacho, esperando encontrar el collar que su querida amiga le obsequiara a su hijo menor.

-Lo perdí –respondió a regañadientes el muchacho, a sabiendas de que la respuesta decepcionaría a su madre-. Pero se lo agradecí a Uzumaki-san –agregó al final, esperando arreglar un poco las cosas.

-Oh, qué pena –murmuró Mikoto, bajando la mirada-. Kushina también me ha comentado otras cosas acerca de ti –siguió hablando su madre, y el chico torció la nariz ante el rumbo que tomaba la conversación-. Me habló de las chicas… de tus rechazos… de cómo pareces molesto todo el tiempo…

-Uzumaki-san nunca ha tenido buena opinión de mí y lo sabes –se defendió Sasuke, conteniéndose para no gritarle a su madre. Se sentía ofendido de solo imaginar lo que la loca florista le habría dicho a su querida progenitora.

-Eso no es cierto, Sasuke-kun. Debes entender a Kushina –dijo Mikoto con dulzura, tomando entre sus manos la mano de su hijo-. Fuimos amigas desde el colegio, ella se casó muy joven y entonces se fue al extranjero con su esposo –la mujer se tomó un segundo para colocar un rebelde mechón detrás de la oreja de su hijo, y luego continuo con su relato-. Para cuando volvimos a vernos, yo ya tenía a Itachi y te estaba esperando a ti. Kushina también los vio crecer, se preocupa por ustedes… se preocupa por ti, Sasuke-kun –aseguró ella.

-Debería tener sus propios hijos y dejar en paz los hijos ajenos –gruñó el moreno, aunque al ver el gesto de reprobación que apareció en el rostro de su madre deseó haberse mordido la lengua-. ¿A quién le importa si salgo con alguien o no? –dijo el chico, rodando los ojos-. ¡Itachi…!

-Sasuke –lo interrumpió Mikoto, ligeramente molesta por el poco tacto que mostraba su vástago. No quería ni imaginarse la reacción de la pelirroja de haber estado presente, el tema de los hijos siempre fue algo delicado para su amiga-. ¡No se trata de que tengas novia, hijo! Kushina solo ve lo que yo también veo: no eres feliz –aseguró la mujer, colocando sus manos sobre los hombros de su hijo para que la viera justo a los ojos-. Antes eras feliz tratando de complacer a tu padre, ahora que eres mayor debes complacerte a ti mismo, vivir tu vida… ¿Podrías hacerlo? –le pidió su madre, y Sasuke suspiro derrotado ante el tono de suplica que había en su voz.

-Sí, mamá –rezongó el moreno, frotándose la frente con cansancio.

La respuesta no terminaba de aplacar las preocupaciones de Mikoto, pero lo dejó pasar, a sabiendas de que por ahora sería lo mejor que conseguiría de Sasuke. Además, su hijo podía tener la lengua muy afilada en ocasiones, pero era un buen muchacho y cumpliría su palabra (1).

-Ve y busca lo que te haga feliz, Sasuke-kun –dijo Mikoto con una suave sonrisa, y luego besó la frente del menor de los Uchiha, para gran bochorno del chico.

El moreno se limitó a asentir en silencio, luego de ponerse de pie y partir rumbo a la escuela. Cuando su madre estaba a punto de cerrar la puerta de la calle, un pequeño brote que se agitaba debido al viento llamó la atención, la planta se alzaba varios centímetros por encima del césped, pero era evidente que aún le faltaba crecer.

-¡Qué extraño! ¿Cuándo creció esto aquí? –exclamó Mikoto con asombro, deslizando sus dedos por el delgado tallo para comprobar su firmeza-. Es muy bonito… -murmuró la mujer, acariciando cuidadosamente el diminuto botón de pétalos amarillos que a pesar de todo poseía el brote-. Y da justo a la ventana de Sasuke-kun.

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-S-sasuke-kun… -dijo de pronto una voz nerviosa al lado del moreno y, extrañado, el muchacho se giró hacia su origen. Sin embargo, sus labios se torcieron con fastidio, al reconocer quien lo llamaba, y darse también una buena idea de las intenciones de aquella persona.

-Sakura –masculló el Uchiha con marcado fastidio, mientras la muchacha salvaba la distancia que quedaba entre ellos-. Es muy tarde, deberías estar en casa –le indicó Sasuke, reanudando sus pasos sin esperarla.

Con la esperanza de complacer a su madre, Sasuke había pasado la tarde vagando por la ciudad, buscando algo que llamara su atención. Hacia algunos años había realizado varias actividades deportivas y unido a no menos clubes de ellas en aras de complacer a su padre, pero con el paso de los meses terminó por dejarlas al no estar realmente interesado. Para mala suerte del moreno, la salida resultó un rotundo fracaso, sólo una pérdida de tiempo valioso que pudo haber sido mejor invertida en horas de estudio.

Aunque a juzgar por el uniforme escolar que vestía todavía Sakura, a pesar de que ya estaba atardeciendo y señal inequívoca de que la chica aún no regresaba a su casa, Sasuke no era el único que había perdido la tarde en tonterías.

-¡Recordaste mi nombre! –soltó chillando la muchacha sin poder contenerse, y al Uchiha lo asustó la rara manera en que le brillaban los ojos, como si estuviera loca o algo así.

-Es un nombre de flor, es fácil de recordar –se justificó el moreno, encogiéndose de hombros. Sin embargo, Sakura no pareció desanimarse mucho con la respuesta.

-Me alegra que lo hayas hecho… -murmuró la chica con una sonrisa en los labios, pero cuando levantó la vista de nuevo se topó con la sorpresa de que Sasuke se encontraba ya a varios pasos de distancia-. ¡Espera!

-Llevó prisa, Sakura –contestó el Uchiha con sequedad.

-¡S-sí…! ¡Lo entiendo! –exclamó Sakura, comenzando a desesperarse al ver que no tenía la atención de su compañero de escuela.

En movimiento desesperado, la Haruno corrió para adelantar a Sasuke y plantarse delante de él, la carrera le quitó el aire, pero no pudo evitar sonreír satisfecha al darse cuenta de que los ojos negros del moreno estaban abiertos por la sorpresa. Sakura dejó atrás la timidez que la invadía cada vez que se encontraba con el Uchiha, dejando que su carácter fuerte saliera a la luz.

-La vez pasada no me dejaste hablar, creo que eso debió causarte una mala impresión de mí –dijo la muchacha, haciendo que Sasuke levantara una ceja, extrañado por el comportamiento de la chica. Aquel simple gesto hizo que la esperanza surgiera de nuevo en el pecho de Sakura-. Mi nombre es Haruno Sakura, de tu misma clase, y quisiera tener una cita contigo –pidió ella, al tiempo que hacía una respetuosa reverencia y la sostenía, esperando la respuesta con el corazón en un puño.

Después de unos segundos de angustiante silencio, la voz de Sasuke se escuchó de nuevo.

-Mi nombre es Uchiha Sasuke –dijo el Uchiha, y por el rabillo del ojo la muchacha pudo ver que además imitaba su reverencia, con lo que estuvo a punto de soltar un grito extasiado-, y nuevamente te digo que no me interesa salir contigo, Haruno Sakura.

La chica de cabello rosado dejó caer el bolso que sostenía entre sus manos por la impresión, y apenas consiguió reaccionar cuando Sasuke le pasó por un lado.

-¡Ah…! ¡Pero creí que…! –exclamó Sakura, la voz temblándole por los sollozos contenidos. Intentó darse la vuelta con rapidez, sólo para ver como el moreno abría la verja de la cerca.

-Voy tarde –interrumpió Sasuke los lloriqueos de la muchacha, cruzando el jardín sin mirar atrás.

El Uchiha no se detuvo a fijarse si su compañera de clase seguía parada en medio de la calle, ya era tarde y prefería entrar a su casa antes de meterse en más problemas con sus padres. Pudo escuchar las respiraciones adormiladas de Mikoto y Fugaku desde la habitación principal, y el tecleó constante de la computadora proveniente del cuarto de Itachi. De hecho, ahora que Sasuke recordaba su hermano se había acostado bastante tarde los últimos días por estar pegado a su monitor.

Ya se encontraba delante de su habitación, cuando el moreno apartó de golpe el cansancio que sentía al notar una ligera luz que se colaba por debajo de la puerta. Cada vez más alerta, Sasuke observó a ambos lados en busca de alguna señal de que otro miembro de la familia estuviera despierto, pero su entrecejo se frunció más profundamente al no encontrarla.

-¿Qué demonios…? –masculló entre dientes el moreno, para luego abrir la puerta con cuidado. Lo que encontró al otro lado lo dejó con la boca abierta.

Sentado en el alfeizar de la ventana, con una pierna dentro de la casa y la otra colgando hacia el exterior, había un chico desconocido.

El viento soplaba con fuerza esa noche, así que las cortinas se agitaban constantemente, escondiendo el rostro del invasor de tal manera que sólo se le veían la nariz y la boca. El muchacho iba descalzó, y llevaba puesta una yukata corta color crema, abierta al frente y que no llegaba ni a la altura de las rodillas, lo que daba una perfecta vista de las largas piernas del desconocido.

Sasuke pudo notar unos pantalones blancos cortos debajo de la ropa, lo que debía ayudarle con las bajas temperaturas de la temporada, aunque el moreno dudaba que en realidad fueran de gran ayuda. El Uchiha también pudo percatarse de otro detalle extraño del ladrón que se colaba a su casa, y es que el chico poseía un tono de piel poco común, bronceada como si pasara mucho tiempo al aire libre.

-¡¿Quién demonios eres tú?! ¡Fuera de mi cuarto! –gritó Sasuke, reaccionando por fin.

El ladrón reaccionó torciendo la boca e inclinándose sobre la mesita de noche para tomar algo de ella. El Uchiha pudo observar durante un segundo los brillantes ojos azules del muchacho, enmarcados por una revuelta cabellera rubia, para que luego él saltara por la ventana, no sin antes sacarle la lengua a Sasuke, para total indignación del chico de cabello negro.

Sasuke cruzó en un instante su habitación desde un extremo a otro, pero para cuando llegó al alfeizar era demasiado tarde.

-Desapareció… -murmuró el moreno sin poder creerlo, paseando su mirada por el desierto y oscuro jardín.

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Alguien dejó caer una pesada mochila sobre su estómago, haciendo que Sasuke soltara varias maldiciones y uno que otro gemido de dolor.

-Luces horrible –se burló Itachi, compadeciéndose de su hermano y apartando el bulto encima.

-Fue un largo día en la escuela –soltó Sasuke entre susurros, al tiempo que se enderezaba sobre el sofá donde estaba recostado.

El tono apagado en la voz del más joven llamó la atención de Itachi, quien se giró con extrañeza para observar con más atención a su hermano. Pudo notar los ojos entrecerrados del adolescente, aparte del tenue halo morado debajo de su parpado inferior, pero por lo demás parecía encontrarse bien y dejó de preocuparse.

-¿Tú? ¿Quejándote del colegio? –preguntó Itachi alzando las cejas, al mismo tiempo que se daba la vuelta para dirigirse a su habitación. Con un suspiro, Sasuke se resignó a tener que levantarse para seguirlo y continuar con la conversación.

-No pude dormir anoche, tuve una pesadilla –dijo Sasuke, recargándose contra el marco de la puerta. Se fijó en que su hermano rebuscaba entre los cajones, buscando su teléfono y sacando también algo de dinero que guardo en el bolsillo de su pantalón-. ¿Puedo dormir aquí? –pregunto entonces, luego del extraño encuentro de anoche no se le antojaba regresar a su cuarto.

-¿Tienes cinco años? –preguntó de regresó Itachi, mofándose del muchacho como si fuera un niño que le teme a las tormentas.

-¿A dónde vas a esta hora, aniki? ¿No pasan de las nueve? –lo cuestionó entonces el adolescente, mirándose las uñas con petulancia al saber que sus palabras no le agradarían a su hermano.

-Está bien –gruñó Itachi en respuesta-, pero no le digas a nuestros padres que salí.

-¿Tienes una cita? –preguntó Sasuke, recostándose sobre la cama.

Aunque era más que obvio que su hermano mayor tenía una cita, basándose en su inusual comportamiento y en que se había esperado más de lo habitual en su arreglo personal, el menor no iba a dejar pasar una oportunidad para molestar a Itachi. No es que tuviera muchas, al fin y al cabo.

-Sí –contestó Itachi.

-¿Tienes novia? –volvió a cuestionarlo Sasuke. Quizás si Itachi salía con una chica provocaba que su madre y la loca de la florista insistieran tanto con la absurda "búsqueda de la felicidad".

-No –dijo Itachi con naturalidad, aunque el otro moreno no acabó de creérselo.

-¿Entonces a donde…?

-Dormiré en tu habitación, no me esperes despierto–lo interrumpió Itachi con impaciencia, para luego azotar la puerta a sus espaldas.

Su hermano sonrió con suficiencia, sin poder creer la reacción de Itachi, simplemente por haber insistido en saber sobre su misteriosa salida. Se dio la vuelta sobre el colchón, restándole importancia al asunto, ya se enteraría luego de lo que Itachi traía entre manos, a pesar de que no podía imaginarse el tipo de muchacha con la que saldría su hermano.

Inevitablemente los pensamientos del Uchiha terminaron por dirigirse hacia el desconocido ladrón que se había colado en su recámara anoche. El rubio no se llevó gran cosa, solo un bolígrafo que ya no solía usar, nada de gran valor. Tal vez el chico estaba perdido o vivía en la calle, en cualquier caso Sasuke no lo había visto nunca antes y cuando preguntó por él entre los vecinos, nadie parecía conocerlo ni tampoco haberlo visto rondando en el vecindario.

El moreno no supo en qué momento se quedó dormido, pero para cuando volvió a abrir los ojos ya estaba bastante oscuro. Sasuke se quedó varios minutos observando el techo, sin saber que lo había despertado y sin ganas de volver a dormirse. La mirada del Uchiha se dirigió entonces a la ventana, y de inmediato se levantó de golpe.

Detrás del cristal y con los desnudos hombros temblándole debido al frío, estaba el rubio ladrón de la noche pasada. Se ajustaba la yukata continuamente, tratando de cubrirse mejor con ella, al tiempo que se abrazaba a sí mismo. Al ver que Sasuke estaba despierto, el rubio soltó un suspiro de alivio y tocó la ventana, haciéndole señas al moreno para que lo dejara pasar.

El Uchiha entrecerró los ojos, ya que a pesar de ver a la perfección como los nudillos del desconocido golpeaban el cristal, no escuchó sonido alguno.

-¿Qué clase de idiota sale a la calle con tan poca ropa? –rezongó el moreno con fastidio, al tiempo que abría la ventana y dejaba pasar al desconocido-. No es verano, dobe.

Dejar a entrar a un extraño a su casa en medio de la noche, quien además le había robado con anterioridad, no era lo más inteligente que el Uchiha podía haber hecho, pero de verdad hacia bastante frío y el rubio parecía ser inofensivo. Además si hablaba con él, Sasuke podría enterarse del motivo que lo había impulsado a llevarse puras porquerías, en lugar de su celular o su computadora.

El chico desconocido entró con rapidez, y con la misma velocidad cerró la ventana dando un golpe.

-¿Cuál es tu nombre? –comenzó a interrogarlo Sasuke, cruzándose de brazos-. ¿Por qué entraste a mi casa ayer? ¿Qué es lo que buscabas?

El rubio ignoró deliberadamente las preguntas del Uchiha, o al menos eso le pareció al moreno, y prefirió estirarse a placer, luciendo una evidente cara de complacido ante la temperatura más templada del lugar.

-¡Oye! ¡Te estoy hablando! –gruñó Sasuke, sujetando por el hombro al otro chico para obligarlo a darse la vuelta.

Sólo entonces el desconocido pareció recordar la presencia del moreno, porque abrió mucho sus ojos azules, y de pronto la sonrisa en sus labios se convirtió en una mueca fruncida. Señaló al Uchiha con un dedo acusador, mientras agitaba el puño de la mano contraria, gesticulando cosas que Sasuke no alcazaba a comprender.

-¡¿Qué es esto?! ¡¿Un juego?! –gritó el Uchiha comenzando a enfadarse, debido a que por más acrobacias que el rubio hacia, ningún sonido salía de su boca.

El ladrón también debió percatarse de su mudez, porque al siguiente momento se llevó ambas manos a la garganta, con una expresión asustada en el rostro.

-¿No puedes hablar? –preguntó el moreno con desconfianza.

El muchacho abrió su boca de nuevo, moviendo sus labios exageradamente, pero con los mismos resultados de antes. Terminó por negar con la cabeza, y se sentó derrotado sobre la cama. Después de unos segundos de duda, Sasuke terminó por sentarse a su lado.

Pasaron la siguiente media hora en un incomodo silencio, el Uchiha sin quitarle la vista de encima al rubio, y el chico de ojos azules haciendo movimientos cada vez más extraños con su garganta y pecho, tratando de hacer algún sonido. El moreno observó intrigado al desconocido cuando éste se detuvo bruscamente, como si hubiera escuchado algo que atrajera su atención, para entonces girar su rostro en todas direcciones, buscando la fuente de su origen.

-¡¿Pero qué…?! –exclamó Sasuke, cuando el rubio se abalanzó sobre él. No pudo acabar de quejarse, porque el muchacho le tapó la boca usando la mano.

El rubio se limitó a colocar su oreja contra el pecho del Uchiha, escuchando algo que nadie más oía. El moreno intentó empujarlo, pero terminó por desistir, ya que cada vez que apartaba la mano del otro chico o lo sujetaba por los hombros, éste se rebelaba. Sasuke se ganó unos cuantos golpes, mismos que le devolvió al rubio.

"Cálido…" creyó escuchar un Sasuke que estaba a punto de quedarse dormido, sobresaltándolo. Bajó la mirada a su pecho, pero se encontró con que el ladrón había sido vencido por el sueño desde hacía rato. El Uchiha se limitó a acomodar mejor al muchacho, que no daba muestra de querer soltarlo, y cubrirse ambos con una manta.

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-Sasuke –lo llamó Itachi, zarandeándolo por un hombro.

-¡Puedo explicarlo! –respondió alarmado su hermano, levantándose de golpe de la cama.

La manta que cubría a Sasuke cayó a sus pies, y por reflejo el muchacho llevó una mano a su pecho, con la intención de atajar al chico rubio que de otra manera también habría acabado en el suelo; abrió los ojos con sorpresa cuando sus manos tantearon directamente sobre su pijama.

-¿Explicar qué? –preguntó Itachi con extrañeza, viendo como Sasuke observaba hacia todos los rincones de la habitación, bastante confundido.

-Nada –dijo el muchacho con voz apagada.

-¿Por qué dormiste sentado sobre la cama? –dijo entonces Itachi, cruzándose de brazos. Sasuke se limitó a encogerse de hombros, eso explicaría porque sentía entumecida la espalda-. ¿Te encuentras bien, otōto?

-Si –gruñó Sasuke, empezando a hartarse de tanta pregunta.

El mal humor luego de una mala noche le pareció algo normal a Itachi, además el carácter de Sasuke ya no era lo que uno llamaría encantador, una vez pasada la infancia.

El menor de los Uchiha se frotó las sienes con frustración, ¡era Itachi quien salía de fiesta hasta el amanecer, y él acababa con un dolor de cabeza monumental! Porque Sasuke podía estar bastante desorientado por su extraña experiencia nocturna, pero su aniki no lo engañaba, a lo mucho hacía unos minutos acaba de llegar de su cita.

-Por cierto, Sasuke, creció un girasol afuera de tu ventana, por poco lo aplastó cuando entre por ella anoche –comentó Itachi mientras el adolescente salía del cuarto, aunque Sasuke no pareció prestarle mucha atención a sus palabras-. Extraño, no es temporada –murmuró el moreno para sí mismo.

つづ


(1) Si, claro, Mikoto, claro… ¿Alguien puede traer a la realidad a esta mujer? Yo no, paso de romper su corazón de madre.

Muchas gracias a Aiko-Radharani, Uchiha Yuuki-chan, Hime-Sora, Likeanotherone.k, Dayi-Tsukiyomi-Hime, MeLiSiTaNs, Aenor Zahiel Mc Ylonen, Choi MingYu, Nikki Usagui, y Modoroshi, por añadirme a autor favorito o seguir mis historias.

Bueno, este es uno de los últimos aportes para el FLSN 2014 C: Es un one shot, pero como resulto muy largo, voy a subirlo en tres partes, que publicare con un par de días de diferencia. La imagen en la que me base pueden encontrarla reducida en la esquina superior izquierda, o a tamaño normal en mi perfil de face. Por favor, si les gustó no duden en comentarlo, o si no les gustó... también x3 ¡Continúen participando en el Festival~~! x3

Próxima Actualización: 23 de Octubre

Zaludos

Zaphy

Sela Yal thanRami usa te, finta Zaphyrla... Temo si la ura le.