Capítulo 1: La profecía
La medianoche se acercaba, y en ella se escondía una luna sangrienta entre nubarrones. Solo la manifestación de una luna de tal color, podría significar el inicio de una de las catástrofes más horribles.
Desh, tan solo tenía ocho años, acostado en la cama no paraba de tener más que otra pesadilla.
–¡Mamá! ¡Mamá! –gritaba el pequeño entre llantos.
Una mujer de pelo castaño y ojos azules zafiro se acudió a la llamada de su querido hijo e intentó calmarlo acariciando su pálido rostro.
–Desh, cariño, nada de lo que has soñado existe –besó al crío en la frente mientras pasaba su mano sobre su cabello grisáceo.
De golpe, un hombre de alta estatura, entró en la habitación donde se hallaban madre e hijo.
–Sara, tenemos que irnos –anunció con un tono serio aunque por dentro, parecía inquieto y lleno de desesperación.
–El niño está teniendo malos sueños, no podemos dejarlo solo así...
El adulto agitó las manos lentamente y pronunció un conjuro en susurros, "Morfeo", y de pronto, el niño cerró los ojos y durmió con un rostro más tranquilo.
–¡Guilles! –chilló la madre enfadada. –¿Cómo te atreves a dormirlo así?
–Despídete del niño y vámonos –respondió firme. –¡Estamos perdiendo el tiempo!
Sara volvió a besar la frente del pequeño, que en ella rociaba gotas de sudor.
–Mamá... Papá... –dijo Desh en sueños una vez dormido.
Dejaron al niño dormir y salieron de casa paso leve.
–Las cosas se han puesto peor de lo que pensábamos. El rey de Cornelia y Brahne, reina de Alexandria, han hecho un pacto de unión para extinguir la raza Oscura, o lo que es peor, usarlos como esclavos. Juntos han levantado el Imperio Cornelialexandrino.
Sara se llevó las manos a la boca, no podía creer lo que oía. Un imperio tan poderoso como ese, podría alcanzar todo lo que en sus manos se dejara. Acto seguido, alzó su bastón de maga y este desprendió una aura tan roja como la luna, invocando al Esper que los guiaría, Valefor.
Ambos se subieron al lomo del dragón y este emprendió el vuelo.
–¡Vanish! –pronunció Guilles esta vez alzando su bastón y al instante, se hicieron invisibles. –¡Hacia Bhaar! –ordenó al Esper que pronto surcaría los cielos por encima de esas enormes nubes.
Bhaar era una de las pocas ciudades de los Magos Negros, que aún no había sido invadida por los Cornelianos, pero Cornelia ya había enviado sus tropas en barcos voladores procedentes de Lindblum.
-La profecía está cada vez más cerca de cumplirse, el segundo milenio se aproxima, tan solo quedan unos pocos años. –Guilles calló cabizbajo y prosiguió con un tono apagado. –pero estos pocos años son suficientes como para acabar con todos los Magos Negros... Y si la profecía se cumple... No habrá cuarto guerrero de la luz... Y... -no sabía cómo continuar, pues se esperaba lo peor de lo que pudiera llegar a ocurrir. –Y el ciclo acabaría quebrándose, al igual que el mundo que conocemos.
–Todo por ese estúpido pensamiento... Creer que los Magos Negros son sucesores de Caos y seguidores de Garland... El poderoso guerrero Corneliano que acabó corrompido por el mal. –dijo Sara también con un rostro triste.
Llegaron a Bhaar y Guilles ordenó al Esper descender. Una vez bajo las nubes, podían
contemplar la catastrófica guerra entre el Imperio Cornelialexandrino y la línea de resistencia Sombría.
–¡Ocúpate de las curas, Sara! -Guilles se puso en pie sobre el lomo del dragón y saltó hacia el campo de batalla conjurando un Hielo++ mientras descendía una vez desvanecida la invisibilidad. Columnas de hielo se levantaron y alertaron a las tropas enemigas. Desgraciadamente, por mucho daño que produjeran sus ataques mágicos, las magas blancas cornelianas siempre estarían ahí para curar sus heridas, cosa que dificultaba la victoria Sombría.
Justo antes de llegar al suelo, dio un golpe de bastón al aire que haría levantar una nube de viento que pararía la caída. En ese momento lo que más le preocupaba era la magia blanca enemiga, había que alcanzarla lo antes posible.
–¡Sombríos! ¡Tenemos que drenar el maná de las magas blancas! –ordenó Guilles, que era bien conocido por el rey de Bhaar y se le había otorgado el don para guiar a los Sombríos en la guerra.
Las Magas Blancas se situaban detrás de aquella multitud de soldados, por lo que haría difícil la vía de contacto.
–¡Sombríos! ¡Dirigíos hacia las Magas Blancas paralizando los soldados que se interpongan en el camino! ¡Será un tiempo clave y muy corto, así que más os vale correr!
Los Magos Negros obedecieron y lograron esquivar a los soldados parando el tiempo con "Paro". Solo los más veloces de los Sombríos llegaron a la zona de apoyo Cornelialexandrino donde se hallaban las Magas Blancas. La intención de los Sombríos no era acabar con sus vidas, si no, drenar el maná de ellas y así lo hicieron con el conjuro "Aspir".
Al poco tiempo, aquellos Magos Negros probarían el filo de las espadas de los soldados una vez finalizada la alteración del tiempo. Pero el esfuerzo no habría sido en vano, ya que los soldados se habían quedado sin remedios ni cura mágica.
Sara junto a Valefor, volaron sobre los Sombríos conjurando "Revitalia" sanando las heridas poco a poco al paso del tiempo. Infortunadamente, solo ella podía encargarse de curar a sus aliados pero para muchos ya era demasiado tarde.
Los Magos Negros estaban a punto de alzarse con la victoria. El número de soldados se iba reduciendo cada vez a mayor velocidad y solo pocas Magas Blancas conservaban su maná después del drenaje anterior a la mayoría de ellas.
Cuando el triunfo Sombrío estaba casi cantado, un enorme destello cegador iluminó el cielo oscuro y unos segundos después, ese centelleo se apagó y apareció un gran Barco Volador enemigo. Este no parecía ser ofensivo, sino, carguero.
–Oh no... –dijo Sara con todas sus esperanzas por los suelos.
Del Barco Volador bajaron décimas de Magas Blancas y estas conjugaron "Espejo" hacia sus tropas haciendo que todo hechizo mágico hacia ellos, rebotara hacia los mismos Sombríos. Ya todo estaba perdido.
–¡Cargad los cañones! –gritó el Jefe de las tropas aéreas.
Los Barcos Voladores ofensivos empezaron a armarse con los cañones apuntando a Bhaar. La guerra había dado una vuelta. Los guerreros derrotados se reanimaron gracias a la curación de las nuevas Magas Blancas.
–No puede ser... –a Guilles se le abrieron los ojos como platos y rápidamente reaccionó. –¡Retirada! –mandó a sus tropas, pero muchos de ellos no lograron huir pues los cañones los habían alcanzado.
La ciudad estaba siendo bombardeada y en cuestión de minutos acabaría destruida en un montón de escombros. Los Sombríos que lograron escapar de esos cañonazos, acabaron rodeados por escuadrones Cornelialexandrinos. Ninguno consiguió salvarse. Uno de los cañonazos dio en una ala de Valefor y este aterrizó forzosamente impactando de pleno al suelo.
–¡Sara! –chilló desesperadamente Guilles y fue corriendo hacia ella deslizándose por el hielo.
La vio tendida en el suelo junto a su Esper, no le quedaba mucho tiempo, estaba dando sus últimos suspiros.
–Sa... Sa... Sara... A... Aguanta... ¡Por favor no te vayas! –suplicó mientras la abrazaba con fuerza.
–Guilles... Cariño... Ocúpate del niño... Nuestro Desh... –dijo esbozando una sonrisa con las pocas fuerzas que le quedaban.
–No... No puedo hacerlo solo...
–Sé que sabrás hacerlo... Serás un buen padre... Y el mejor... –se silenció unos segundos, poco a poco iba dejando de temblar –Te quiero... –cerró los ojos y pegó su último soplo.
–¿Sara? –la zarandeó con fuerza pero vio que no respondía. –¿¡Sara!?
¡SARAAAAAAAAAAAAAA! –dejó ir un grito de desesperación al aire mientras lágrimas rociaban su rostro. A lo lejos pudo observar que se acercaban diez soldados con la intención de acabar con él.
–Me las pagaréis, malnacidos... –se subió al lomo de Valefor, que parecía que aún podía volar, con Sara sobre su hombro y apuntó a los soldados con su bastón. –¡ARTEMA! –una esfera de un color iris surgió de entre el grupo de soldados, y de golpe, esa esfera se agrandó hasta alcanzarles con múltiples explosiones devastadoras. Era el conjuro más destructivo que existía.
Ya no había nada más que hacer ahí. Emprendió el vuelo y volvió hacia casa. El holocausto había finalizado. Ese día Bhaar dejó de existir.
Una vez aterrizó, Valefor se esfumó en cenizas después de haber hecho sus últimos esfuerzos. Esas cenizas se volvieron en una brillante alma que puso rumbo hacia el cielo, descansando en paz.
–Gracias, amigo... –murmuró débil.
Cogió la pala y empezó a cavar un hoyo para enterrar a su mujer. Clavó la pala y cogió a Sara en brazos. La contempló lleno de lágrimas, no podía creerlo, y la tumbó en aquel espacio que había removido. Acto la enterró y tras lamentarse un buen par de horas, entró a casa. Una vez en el comedor, escuchó la voz de su hijo desde su habitación.
–¿Papá? No... No puedo dormir...
Guilles entró en el dormitorio del pequeño y se sentó sobre su cama y lo miró sonriendo.
–No pasa nada. Papá te contará un cuento... –miró pensativo la estantería de cuentos cual podía escoger. Desvió la mirada de ese montón de cuentos y se giró hacia su hijo. –Érase una vez, cuatro guerreros, poseedores de los cuatro cristales mágicos, se adentraron en un mar de peligros y aventuras. Un Mago Negro, un Guerrero, un Ladrón y una Maga Blanca, protegían este mundo que conocemos de innumerables monstruos salvajes que atacaban Cornelia y demás ciudades y aldeas. Eran cuatro sujetos muy muy valientes. Pero un día, ese mar de aventuras daría paso a la última y más peligrosa. El más temible de los enemigos, Caos, planeaba hacerse con el control del mundo. Así que, ambos juntaron magia y destreza y se enfrentaron a él. Fue un combate muy difícil, pero al fin, consiguieron su misión y así volver a reinar la paz y la tranquilidad entre nosotros. Los llamaban... Los cuatro Guerreros de la Luz.
Fin del capítulo 1
Nota del Autor: Tengo pensado de hacer una mezcla de varios FF (De la misma época, es decir, no voy a mezclar FFX con el FFI pues el FFX es más futurista) pero a partir de una historia diferente y cambiando un poco la historia de los demás FF para que haya coordinación. Espero que os guste ^^
