Tras el asesinato de los Potter, Lord Voldemort ha cerrado el mundo mágico, sin embargo la aparición de una nueva profecía cambiará las cosas…
*Fic basado en la película Enchanted, la historia del Guisell, escrito con mucho cariño para Miri, quien propuso el reto*
Para más información: . Fluffy fest 2012 en Live Journal
Prólogo
Enchanted
PROLOGO
31 de octubre de 1981
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Un reloj a lo lejos anunció las doce de la noche, Halloween había empezado, pero al mago no le importaba aquella celebración; agitó su varita, conjuró un hechizo impermeable sobre sí mismo y abandonó su refugio: una cueva al inicio del camino principal del Valle de Godric.
Alrededor todo estaba oscuro, la gente dormía, seguramente soñando con las fiestas y las celebraciones de la noche siguiente.
Los muggles y su forma de tomar nuestras tradiciones en su beneficio , pensó el mago con fastidio, cuando acabe con esto, entonces nada me detendrá de apartarlos de nosotros… ignorantes y atrevidos muggles… lo más detestable que hay, casi tanto como los traidores a la sangre.
Anduvo unos cuantos minutos, mirando alrededor, no le fue difícil identificar la casa que le habían indicado. Irradiaba magia, magia buena, y eso lo asqueaba.
Se detuvo frente a la puerta y escuchó; dentro los habitantes de la casa aún estaban despiertos, escuchando algún tipo de música movida. Seguramente esperando por la media noche de Hallowen, como la mayoría de los magos.
Sangres sucia y traidores de la sangre que solo toman lo que les conviene de nuestras tradiciones, pensó con fastidio, mientras empujaba la baranda de madera blanca, ahora húmeda por la lluvia y avanzaba a paso decidido hacia el interior.
Hay cosas que uno mismo debe hacer, no se puede confiar en lacayos para esto, se dijo con fastidio, inspiró profundamente, oliendo la muerte en el ambiente y sonrió. Le gustaba ese olor, el de víctimas... seres que pronto serían cadáveres. El de su triunfo.
El primer hechizo lo lanzó hacia la puerta, haciéndola volar hacia atrás; delante de él quedaron el hombre y la mujer, ambos lo miraron sorprendidos y aterrados, como si no creyeran del todo que él realmente estuviera allí.
—¿Qué demonios? —susurró al fin el hombre.
Voldemort aprovechó y lanzó un hechizo más, uno de Antidesaparición, nadie saldría de allí hasta que él lo permitiera.
—Denme al mocoso, y tal vez los deje vivir a ustedes –amenazó Voldemort con la varita en alto, observando a la mujer, que involuntariamente miró hacia arriba, seguramente hacia donde el mocoso dormía.
—¡Lily, corre! –bramó el hombre –¡ve por Harry y vete!
—James –chilló la mujer, antes de correr escaleras arriba.
—¡Expeliarmus! –gritó en tanto James, tratando de entretener a Voldemort.
Voldemort puso los ojos en blanco, fastidiado por la ofensa.
—Idiota –negó con la cabeza –Avada kedabra –dijo, apuntando con desgano.
El rayo verde salió disparado hacia el hombre y un instante después, la luz en sus ojos se había apagado, ahora no era más que un saco de carne tirado en el piso de la sala.
Voldemort pasó sobre él y caminó hacia el segundo piso, encontró a la mujer en la puerta de una habitación, con una mano apuntándolo con la varita y con la otra sujetando el pomo de la puerta, como si así pudiera proteger a quien estaba en su interior.
—Tu marido está muerto, sigues tú, a menos que entregues al mocoso –le dijo Voldemort, y que no se diga que no era benevolente al darle una oportunidad a aquella muchacha —seguro que luego podrás tener más de esos, pero otros que no se metan en mi camino.
—¡No! –gritó la mujer y se encogió un poco cuando escuchó un llanto proveniente de la habitación —no te lo permitiré.
Voldemort inclinó la cabeza hacia un lado.
—Tonta —negó con fastidio, antes de levantar la varita y susurrar —Avada Kedabra —el rayo verde sorprendió a la mujer con una mirada de pánico, sus ojos abiertos y su boca en una mueca de dolor.
Voldemor empujó con su pie el cadáver hacia un lado y abrió la puerta, dentro había una gran cantidad de cobijas haciendo una pequeña montaña, y dentro de todas ellas se escuchaba el llanto del mocoso, como si hubiera sabido lo que había pasado, parecía llorar más fuerte aún.
Voldemort frunció el ceño y con la varita fue apartando las cobijas hasta llegar al centro, donde encontró a un niño de cabello oscuro y abundante; sus ojos estaban húmedos y rojos, y su cara bañada en lágrimas.
—Así que tú eres el que supuestamente acabará conmigo —susurró Voldemort, acercándose unos pasos más a él —no tienes siquiera dientes… o varita.
Miró alrededor, había dibujos de motos volando entre las nubes y un arco iris sobre una pared, y en la otra una foto de los padres del niño junto con sus amigos de toda la vida.
—Pequeño —se inclinó un poco más hacia adelante, mientras el llanto del niño se convertía en grito de pánico —no eres más que un pequeño e insignificante bebé, ¿para qué dejarte ser más que eso? —Voldemort se apartó un par de pasos y levantó la varita —Avada kedabra.
Y entonces el mundo se puso oscuro. Dejó de sentir su cuerpo. Dejó de percibir cualquier cosa, por un instante todo era oscuridad y silencio. No había dolor, no había felicidad, no había nada.
Y así como empezó, todo terminó.
Voldemort abrió los ojos, sorprendido. Estaba en el suelo de la habitación del mocoso, en el techo habían pintado estrellas que brillaban con intensidad sobre un cielo azul oscuro y se sorprendió a sí mismo observándolas con interés.
Escuchó un sonido en la escalera y se puso en pie de un salto, apuntando con su varita a quien fuera el que apareciera. Dio una mirada hacia atrás y vio el cuerpo del niño, entre todas las mantas, completamente quieto, pero aún así…
—Quieto allí –advirtió a quien había subido las escaleras y aún permanecía en las sombras.
—Mi Lord… —le respondió una voz cobarde y entrecortada, mientras se dejaba ver, con las manos en alto, un hombre gordo, con la cara sudada y brillante y el claro cabello desordenado.
—Colagusano —susurró Voldemort, mirando un instante más a su lacayo más valioso en ese momento y luego al mocoso, que permanecía exactamente igual que como lo había dejado, aún así… no se atrevería…
—¿Están todos…? —Colagusano miró hacia el cuerpo de Lily y una mueca se dibujó en su rostro.
—Sí, esta era bonita… demasiado bonita para ser una sangre sucia… —Voldemort se apartó de la puerta de la habitación, dejando ver su interior y la cara de Colagusano palideció un poco más.
—¿Él también…?
—Quiero que lo verifiques —le dijo el Lord, había un poco de maldad en su mirada —Está muerto, ¿no es así? —le dijo, tomándolo de un brazo y tirándolo hacia el interior de la habitación. Sabía que el traidor, pese a todo, aún conservaba algo de ese cariño inentendible hacia esos seres.
Colagusano se inclinó lentamente hacia el grupo de mantas y puso una mano sobre el pecho del niño, apretó los labios y luego susurró algo, antes de apartarse.
—Está muerto, mi Lord, lo puede comprobar usted mismo.
Voldemort miró desinteresadamente hacia el cuerpo del niño y luego negó con la cabeza.
—Tiene algo en la frente… parece que se lastimó —murmuró, notando la extraña cicatriz.
Algo en ese niño lo había asustado desde el inicio, y no pensaba tocarlo ahora, no después de lo que había pasado, por más curiosidad que le diera esa cicatriz.
—Termina el trabajo, quema todo.
—Sí, mi Lord —asintió el hombre.
Voldemort, antes de irse, caminó hacia la ventana y la abrió, el sonido de la lluvia cayendo con más fuerza inundó la habitación, mientras Colagusano escuchaba:
—Mosmorden —la marca tenebrosa, más fuerte y grande que nunca, alumbró el cielo, y Voldemort soltó una carcajada. —–Ninguna profecía estúpida podrá detenerme, ni un mocoso sin varita… nada, mi querido Colagusano —dijo, volteando a ver al hombre que aún permanecía, retorciéndose las manos al pie del niño muerto —este es el inicio de una nueva era… nada me detendrá ahora.
—Así es, mi Lord, así es.
Voldemort le dio una mirada más al niño y estuvo a punto de inclinarse a tocarlo, pero en el último segundo se abstuvo y se alejó rápidamente.
—Cumple mis órdenes y te veré luego —–dijo finalmente Voldemort, caminando hacia la salida.
El hombre hizo una reverencia, mientras observaba al Lord caminar fuera de la habitación, y se quedó en esa posición mientras lo sentía bajar por las escaleras, y cuando la magia oscura que le oprimía el pecho desapareció, supo que el Lord se había desaparecido.
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Solo entonces se permitió caer de rodillas y suspirar profundamente, mientras las primeras lágrimas asomaban a sus ojos.
—James…Lily, no… ¿por qué? —graznó, arañando con sus manos la alfombra, necesitaba gritar, llorar, necesitaba matar, vengarse… sus manos de pronto empezaron a cambiar, y eso hizo que detuviera sus lamentos. El tiempo se acababa.
Se levantó tambaleante, caminó hacia el grupo de mantas y observó al niño que había allí, con el cabello negro y una cicatriz en la frente que no había estado antes de que fueran atacados. Sus ojos permanecían cerrados y su cuerpo inmóvil, pero sabía que no sería por mucho tiempo más, necesitaba salir de allí antes de que todo se estropeara.
Tomó una bocanada de aire mientras sentía su cuerpo seguir cambiando y se desprendió del abrigo, ahora demasiado justo para él.
—Harry, pequeño —susurró, levantándolo con cariño y envolviéndolo en las mantas —lo lamento, perdóname… perdóname, quise llegar antes, quise… lo quise, pero…
El niño permaneció quieto en sus brazos, cual muerto luego del hechizo que había susurrado.
Miró alrededor y vio la foto pegada en la pared, donde aparecían todos. La imagen de ellos siendo unos años más jóvenes, en el último año de escuela, y creyendo que el mundo ya era suyo, le devolvió la mirada. El verdadero Colagusano ahora se había ido a una esquina, lejos del grupo. Ya todos se habían dado cuenta de que los había traicionado.
James y Lily miraban al frente, tomados de la mano, mientras Remus pasaba un brazo sobre el hombro de Lily y sonreía encantado, él, en cambio, tenía el codo apoyado sobre el hombro de James, molestándolo por ser más pequeño que él, y sonreía a sus amigos, no a la cámara.
Apretó los labios una vez más, habían pensado en que eso podría pasar, no de esa manera exactamente, claro, nunca habían pensado que podían ser traicionados, pero habían pensado que podían ser atrapados, y en sus planes, Remus, Colagusano y él tomaban a Harry y salían corriendo, o ayudaban a Lily a salir corriendo con Harry; pero ahora las cosas eran tan diferentes…
Ahora… ¿En quién podría confiar?, ¿quién estaría a salvo de caer en los engaños o chantajes del Lord… en sus amenazas? Nadie, decidió. Nadie. No podía confiar en nadie más. Miró un instante más a la imagen de Remus y negó con la cabeza. En nadie se repitió con firmeza.
Levantó a Harry de tal manera que lo pudiera sostener con una mano y arrancó la foto de la pared. Valiéndose de su mano y su boca, rompió el lado donde Colagusano se había refugiado, y lo dejó caer al piso. Metió la fotografía en el bolsillo del pantalón y abrazó con más fuerza a Harry.
—Nos vamos, mi niño, ahora nos vamos y… —apretó los labios, no podía siquiera decirlo en voz alta.
Caminó con pasos firmes, sin querer ver nuevamente el cadáver de Lily o de James y salió por la puerta trasera. Su moto estaba camuflada contra un viejo roble. La encendió con una mano temblorosa, apretó a Harry más fuerte contra su pecho y convocó un hechizo de "canguro" sobre la manta que abrigaba a Harry, de tal manera que el niño estuviera caliente y apretado contra su cuerpo, mientras él maniobraba con facilidad.
Elevó la motocicleta varios metros hacia el cielo y se detuvo bajo la marca tenebrosa, un estremecimiento le recorrió la espalda y apretó una vez más los labios, debía hacerlo, sino el Lord sospecharía y los perseguiría, no podía hacer nada por salvar a Lily y James, pero sí por Harry, y cumplir su promesa: ser su padrino, estar para Harry si ellos faltaban.
—Lo siento… amigos, yo… —Sirius se pasó la lengua por los labios y suspiró profundamente —los amo, los voy a extrañar…—bajó la mirada al niño que permanecía quieto contra su pecho —los vamos a extrañar, pero lo voy a cuidar como si fuera mi hijo.
Y dicho esto se apartó unos metros más, levantó la varita y lanzó un par de hechizos contra la casa, que se incendió rápidamente.
Sin poder quedarse más tiempo, Sirius elevó la motocicleta mucho más alto, hasta las nubes, con los ojos empañados y el corazón dolido, pero con una clara misión en la mente. Proteger a Harry sobre todas las cosas, desaparecer para siempre del mundo mágico, ese que ahora le repugnaba tanto, y permitir que el niño tenga la vida que sus padres no podrían darle.
魅了
