Porque la tentación siempre es... irresistible para los escritores ociosos (como yo xD), y no tengo nada mejor que hacer. Decidí publicar este... intento de fic de Umineko, comenzando por el prólogo. Conste que no tengo planeado -por ahora- nada demasiado grande para este fic, ni siquiera sé si lo continuaré o cada cuanto actualice. No me comprometo a nada por los momentos. Pero me gustaría saber que opinan y ver si me animo a seguirlo ;3
Me declaro fan de esta novela visual/anime/juego. La amo, ¡y quiero viciar a todo el que pueda con ella!. Y ese es el motivo por el que quise escribir algo más largo. Una de mis tantas ideas rebuscadas~
Disclaimer: Umineko no naku koro ni es de 7º Expansión, así como todos sus personajes.
Advertencia: Spoilers del arco 5º y 6º (?), si no has visto/leído la novela visual y no quieres estropearte la trama, abstente. Y si no ¡bienvenido seas y lee!
Que el poder de Beatrice sama esté conmigo, y con vosotros.
Preludio
Battler no puede creer lo que está sucediendo, tan solo se limita a observar como los hechos se desarrollan sin que su mano pueda intervenir. Erika Furudo ríe jactanciosa, esa risa penetra en sus oídos y los perfora como un taladro. Virgilia y Ronove solo observan, más tranquilos que él, obviamente. Battler no soporta la indolencia de estos dos, tampoco las deformes muecas de regocijo que muestra Lambdadelta. Sabe que es el momento de actuar, que no habrá una segunda oportunidad, que debe ser ahora o nunca.
Cierra sus dedos en torno al mango de la espada ligera y fluorescente, apunta con el filo al pecho de Erika y musita la oración en dorado. Los ojos de Battler permanecen oscuros tras su flequillo rojo, sus puños siguen apretados mientras Erika desaparece del tablero, completamente derrotada. Una mano conciliadora toma su puño, escucha a Virgilia susurrarle lo que él ya sabe.
—Se ha terminado, Battler —susurra tratando de aliviar su pesar. Battler no la mira, de hecho, no mira a nadie, salvo a ella.
Beatrice, la Bruja Dorada, la Interminable, no despierta. Permanece en el asiento con la mirada perdida, vacía y completamente hueca. Parece una muñeca a la que no le han dado cuerda para moverse. Battler aprieta los dientes impotente, de rodillas en el suelo preguntándose porqué Beato permanece callada. Se suponía que al ganarle a Erika Furudo ella reaccionaría, volvería a ser la misma Beatrice que al inicio había desafiado para vencerla. Sin embargo el destino dio tantas vueltas que ahora, es él quien pide que regrese.
—Virgilia —dice la voz de Battler sonando muy controlada, a pesar de su sentir—, ¿Por qué Beato no se levanta aún?
—Verás, Battler —comienza a decir la anterior Beatrice acercándose a la butaca donde Beato se encuentra sentada. —Tú trataste de traer a Beato por tu propio poder, si no me equivoco. —Battler asiente incorporándose del suelo. —Con esto al parecer, has ocasionado que su existencia se dividiera en dos, teniendo como resultado a la Beato prima* y la que está en el tablero*. De esa manera ella permanece incompleta aunque hayas logrado vencer a quien la llevó a ese estado.
—Comprendo, en ese caso… —el ahora dueño del título de Brujo Interminable se vuelve para encarar a las otras dos brujas, haciendo especial énfasis en la rubia de ojos rojo caramelo. —Ustedes trajeron a Erika a este juego, ella ha perdido. Devuélvanle su lugar a Beato o…
— ¿Oh qué, Ushiromiya Battler? —le remedó Lamdbadelta altaneramente. Estaba furiosa por haber perdido contra ese humano, recientemente inmortalizado, pero no podía negar su proeza. Las leyes mágicas estaban sujetas a conceder a los humanos algún regalo si estos lo han ganado. —Ese tipo de amenazas han pasado de moda.
—Quieres que traigamos a Beatrice de vuelta —la cortó Bernkastel haciendo caso omiso a la mirada irritada de la bruja de la certeza. Sus ojos vacíos y desinteresados estudiaron primeramente a Battler y luego a la inanimada Beatrice, llegando a su conclusión. —Me parece bien, doy mi aprobación.
— ¡Espera, Bernkastel! ¡Como haces lo que él quiere que hagamos exactamente sin el menor reparo! —protestó Lambdadelta colérica. La bruja de los milagros hacía caso omiso de sus quejas infantiles desde su punto de vista.
Ante todos aparecieron delante de la inmutable Beatrice sus dos contrapartes. Una vistiendo su vestido victoriano y la otra con la indumentaria de la familia Ushiromiya. Ambas mantenían una seria expresión en sus rostros. Battler sentía curiosidad por lo que estaba a punto de suceder. Miró a Bernkastel, sus dudas fueron advertidas por la bruja felina, quien permaneció con su expresión indiferente.
—No te preocupes, no pienso hacer ningún truco. Tú has ganado. Tendrás a tu familia y tu vida de vuelta. Conservarás los recuerdos de todos los juegos, y el título de Brujo Inmortal, queda en tu criterio si hacer uso de él o no. —Sentenció casi con solemnidad. Battler se percató de cómo la habitación de duelo se pobló de doradas mariposas, las mismas que solían revolotear alrededor de la bruja dorada. Miró a las dos Beatrices, y luego a la autentica, la que en un principio se había propuesto destruir y ahora pedía a gritos que regresara. Por unos instantes, Battler creyó que Beato le dedicaba una leve sonrisa, casi como si le dijera que no debía preocuparse.
—Lo entiendo.
El blanco llenó todos los rincones, la magia estaba despertando de su letargo. Battler cerró sus ojos y todo desapareció de su vista, incluso creyó que él mismo había dejado de existir.
*La Beatrice prima y la del tablero, son las dos Beatrice's que aparecen en el arco 6º Dawn of the GoldenWitch. La prima es la que lleva el vestido, la del tablero lleva la ropa de la familia Ushiromiya. Sobre ambas habrán más detalles pronto~
Aclaraciones hechas :3
*espashurrah su peluche de Battler*
Byebee~
