Custodio
El agua comenzó a subir un día, poco después del Réquiem de Zero. Arthur supo por la radio. Era un gato bastante inteligente y perceptivo que cumplía el papel que todos esperaban. Junto a la tumba de Suzaku, su viejo amo, aunque fuera un luto simbólico. Nunca volvería a ser el mismo. Arthur estaba convencido de que incluso ya no olía igual cuando se puso la máscara. Una vez que el agua inundó esa parte del cementerio y se hizo imposible resguardarse de ella, llegó la novia del Amo. Estaba mejor que la última vez en que la vio, dentro de un ataúd, con sus prendas blancas, una leve sonrisa demente y exhausta. Arthur se restregó contra su pecho cuando fue alzado de sus restos, ahogado como fue por la corriente y el barro.
-Por el bien de Suzaku, debemos estar contentos.
La princesa Euphemia le acarició el lomo y él apoyó las patas encima de su hombro, para que se dirigieran juntos al sendero de estrellas. Arthur maulló para manifestar que estaba de acuerdo con que cuidaran del amo durante lo que le restara de vida como pieza de ajedrez.
