Es mi primera vez escribiendo con esta pareja, para más adelante tengo otros proyectos del mismo fandom, pero en 'gen' aunque en sí con estos dos personajes ya juntos o separados y en sus versiones originales -en el caso de Romano, digo-.
Si me siguen por Bleach y entraron acá para preguntar o reclamar un poco, me disculpo, pero pido paciencia porque si no es esta semana tal vez la que viene comienzo a publicar uno por uno los capítulos pendientes de varios fics. Sin embargo, no todavía de Like Bored Days, de ahí espero a ver si se acumulan lectores porque por los comentarios creo que perdí bastantes :p
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La ceremonia religiosa se realizó bajo la misma noche, al aire libre, pero la recepción completa estaba llevándose a cabo en el ambiente interior.
Personas que se hubieran criado en un malogrado ambiente como el que vivió Chiara, solo habrían soñado con la posibilidad de ellas tuvieran una fiesta así…
Decente.
No había que concentrarse demasiado. Con un vistazo y ya bastaría para percatarse de que no habían escatimados gastos en el evento. Aunque decir tal cosa tal vez sería un insulto para los padres del novio, que sí podían permitirse los lujos sin verlos de tal. De hecho, ellos nunca habían sido propensos a exagerar con extravagancias. Eran demasiado serios para eso.
En cambio, a los parientes por lado de la novia parecía que les daba impresión la calidad con la que se realizaba todo, por otro lado, los demás ojos se concentraban solamente en la novia, ya de buena o mala manera. La mayoría de esa gente no estaba acostumbrada a relacionarse como personas de una clase social que estaba por dejaba de la suya en varios sentidos visibles; y era dicho por las mismas, no suposiciones de Chiara.
Agradecía que no tuviera más tiempo de oír las murmuraciones despreciables, puesto que estaba concentrada en un detalle más invisible que su eterno ceño fruncido.
Él, otro de quienes no se veía sorprendido con la parafernalia que lo rodeaba sino que lucía al límite de explotar de felicidad.
Por su personalidad, desde que lo conoció a fondo y completamente, supo que sería quien más haría alarde de esa expresión de euforia contenida.
Bien parado, con la sonrisa ocupando casi toda la cara ante la escena. Desprendía más felicidad que el padre de ambas hermanas en la fiesta de su hija favorita, pensó Chiara, y eso era decir bastante.
Después del brindis hecho por la dama de honor -quien era la preciada mejor amiga de Felicia-; vio la mirada confundida de Gilbert un segundo antes de virarse, sabiendo que no se desharía fácilmente de él cuando salía del salón principal, alegando a la joven señora Edelstein que buscaría el baño cuando esta le preguntó a dónde se dirigía sola.
Terminó en los escalones de salida trasera, la cual daba directo al jardín.
Algunos niños jugaban descuidadamente en la humedad de los juegos del micro parque construido para su entretenimiento. Las sillas góticas dispersas -cada ciertos metros- estaban alrededor sobre un camino de césped el cual estaba lleno de rocío, haciendo que los zapatos bajos se humedecieran. Los adolescentes estaban rezagados más lejos ya cerca de la oscuridad en donde limitaba, con un cercado de gruesos árboles, una extensión de campo abierto. Los chicos con hormonas revueltas habían visto la noche como una buena oportunidad para coquetear con gente que no conocían, e incluso un poco más.
Chiara se había echado andar siguiendo el camino de adoquines, tomando el que daba a la olvidada carpa usada por el sacerdote y donde previamente estuvieron los invitados.
Las largas sillas, los reflectores usados para iluminar y el púlpito habían sido guardadas, mas la carpa continuaba todavía ahí, con la cara que le faltaba para ser totalmente cerrada. No consideró el que alguien viniera y la cerrara con ella dentro por accidente. Solamente no tenía deseos de ver siquiera un alma, por eso no lo pensó demasiado y con el mismo paso lento de antes, estuvo pasando sus cinco dedos por la tela con su mano apenas extendida, al ingresar y mientras avanzaba al fondo, sintiendo gotas frías resbalar de la tela y sus dedos.
Desde ese ángulo final, la luz de la luna que chocaba sobre el objeto permitía que pudiera ver hasta en la mitad del mismo, a pesar de que las lámparas de los faroles no llegaban hasta allí.
Eso le producía alivio.
Por lo general, la soledad le permitía verlo a él con más detalle y sino no iba poder contemplarlo como deseaba.
Cerró los ojos e ignoró todo ruido del exterior. Quería calma. Necesitaba calma antes de que la ansiedad llegara de manera tan arrolladora que tuviera ganas de arañarse la piel de los brazos.
Al voltear el cuerpo, pudo una vez más encontrarse con esos ojos rojos tan familiares, los únicos que, en toda su vida, habían sido benevolentes con ella desde el inicio.
Vio los mechones de cabello ligeramente más largos menearse con el viento de otoño, con ese blanco inusual -que alguien tan joven ni debería tener-, mientras él bajaba la barbilla y su sonrisa menguaba.
Chiara quería dar algún improperio para restar importancia a lo que le pasaba, ya que nunca era buena diciendo lo que realmente pensaba. Y parte de sus propios sentimientos eran un peso muerto, que venía cargando desde hace años, así que necesitaba vociferar su antesala a la locura.
Aunque estaría totalmente fuera de lugar decirlo justamente ahí, con esas personas, porque no era secreto para las personas más importantes en su círculo, que conocían las circunstancias o sospechaban el tipo de relación que llevaron ambos.
Incluso aunque quisiera, la única y la única pareja de personas a las que podría confiar tal cosa, a quienes les permitiría preocuparse y dejarles ayudar, estaban a un mar de distancia.
Ver a Gilbert así, queriendo consolarla, era la imagen producida por un círculo vicioso. Lo más fácil sería hacerlo desaparecer de su vista, porque sabía que solo así sanaría las verdaderas heridas, dejando de verlo y de tener todos esos recuerdos ya que éstos eran los que le producían lo que podría transformarse en depresión -o que quizás, en cierto modo, lo era ya.
Así siempre había sido él con ella, alguien que buscara animar el semblante solitario que siempre portaba.
Chiara la primera vez que lo tuvo cerca, decía que era un chico que la volvía loca -no en un buen sentido-; mas en estos años, cuando lo observaba presente, presentía lo cercano a la locura en que su cerebro se encontraba. Era malsano quererlo, del modo que fuera, inclusive si él nunca hubiese visto mal ser el único al que dejaba consolarla con sus palabras.
Probablemente no, puede que estuviera harto.
Esto último posiblemente es verdad.
La voz que llega a sus oídos cambia totalmente la manera en que normalmente usa para referirse a ella:
—Trata de ser más gentil con tu hermana —aunque no suena a reproche, se parece a uno. No lo dice molesto, no lo dice con el ceño fruncido ni los labios torcidos. Su semblante, sin embargo, es serio y en sus ojos hay cansancio. Como resignación.
La expresión de Chiara ahora se vuelve amarga.
—El abuelo pedía lo mismo —murmuró ella—. Nunca le hice caso, ni siquiera después de que murió.
Con eso, la sonrisa de resignación de Gilbert se hizo más suave.
Eso la estremeció.
Después de años, ese simple gesto continuaba siendo su mayor placer tortuoso. Le era imposible de tolerar…
Porque esa mirada fue, en realidad, el comienzo de todo.
Agitada, se dobló hacia abajo y con las rodillas pegadas a la cara, se mantuvo oculta dentro de la carpa, mojando y dejando suciedad al bolado del final de su vestido, al estar acuclillada al ras en una posición que le hacía mover sus piernas cada tanto ya por la incomodidad o el nerviosismo, mientras imaginaba que la figura masculina la imitaba por no tener la menor intención de dejarla sola.
Después de un largo silencio, Chiara con rastros de lágrimas en los ojos lo miró con la frente apenas alzada.
—Por lo menos sé más compasiva con las peticiones de los muertos —él dijo.
Y Chiara tuvo que enfrentar la realidad de que no era él.
Ni siquiera una acción o movimiento, en ese mismo instante ya no estaba a la vista y apretó los dientes al haber creído, por un momento, en la posibilidad de que sí fuera real esta vez.
Porque no, no era real, era ella misma.
Era su imaginación.
Gilbert no estaba ahí ni a pesar de que era el mismísimo casorio de su hermano.
Chiara misma comenzó a recordar aquellos comienzos de la historia que la unía a Gilbert y a él a su vida.
…
Diez años atrás…
