CAPITULO 1: MIRADA FELINA.

El chico moreno corría en la calle, faltaba poco para llegar a su departamento, pero el calor de la tarde quemaba como brasas por lo que no deseaba otra cosa más que descansar.

Subió deprisa las escaleras del modesto edificio de departamentos, hacia más de un año que vivía ahí, por recomendación de uno de sus compañeros del equipo Italiano.

Al fin llegó al corredor lleno de puertas, al final de este solo había dos, una de ellas era la entrada a su nuevo hogar, miró como quien no quiere la cosa a un extremo del corredor que daba vista hacia el pequeño prado debido a la voz que escuchó, una risa femenina adornó el ambiente.

Chica: jajajaja!! nooo!! -el joven asomó su rostro hacia el área verde, una jovencita colgaba ropa en uno de los tantos tendederos del prado- vamos!! ya casi termino, espera un poco más travieso!! -un gatito negro con blanco se tallaba constantemente en sus pies, se tiraba y daba de vueltas, se levantaba y se atrevía a morder un poco la piel canela de la chica- noooo!!! -la joven se agachó hacia el felino- eres un traviesooo!! -jugueteó con el animalito haciéndole frente y retándolo con su mano, el gato le atacó suavemente y la chica recogió su mano a tiempo antes de recibir el rasguño- jajajaja!! eres lento!! vamos te daré de comer... -la chica levantó su canasto y no pudo evitar mirar hacia arriba de las escaleras, detectó la mirada seria del joven nipón-

Hyuga solo la observó fríamente para regresar su mirada hacia el corredor y desaparecer en el. Introdujo la llave en su puerta y abrió para ingresar, arrojó la mochila de entrenamiento al sillón más cercano, deseaba beber algo por lo que se dirigió a la cocina, al entrar en ella sus ojos se dilataron enormemente.

Hyuga: No puede ser!!! -la cocina era un desastre, el bote de basura se encontraba en el suelo y su interior esparcido, la caja de cereal estaba reventada, en fin, parecía que algún animal, había hecho todo eso.

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La tarde cedió a la noche, el chico salió a colgar también algo de ropa a los tendederos del edificio, camino por el pasillo hasta las escaleras, un alegre canto lo hizo detenerse.

La chica de la tarde recogía cantando su ropa, tomaba cada una de las prendas y la doblaba para colocarla en su canasto. Se detuvo un instante en una playera de color verde, la levantó un poco sonriendo, el número diez estampado en la playera se dejo ver. La acercó a su rostro acariciándose con ella. Volteó a todos lados menos a su espalda, asegurándose que nadie la veía. Para sorpresa del joven nipón la chica se quitó la playera que traía en ese momento dejando a la mirada oscura del chico moreno su espalda desnuda.

Hyuga no lo podía creer, la chica como si nada se había quitado la ropa de la cintura para arriba, era obvio que había verificado que nadie la viese, pero no esperaba que su vecino estuviera presente. De manera rápida la jovencita castaña se colocó la playera del equipo de soccer mexicano y dobló la anterior con sus ropas, para regresar a su departamento. El chico asiático se escondió en la oscuridad del corredor, no necesitaba hacer evidente a la chica que la había visto. A él aun le latía el corazón. Él ya había visto mujeres desnudas. Pero no esperaba aquello. La chica entró al corredor, y el maullido se hizo sonoro, el gato blanco y negro bajó del tejado del edificio. La chica abrió su puerta y ambos entraron al departamento.

Al cerrarse la puerta el chico asiático emergió silencioso de la oscuridad. Suspiró, esa jovencita lo más seguro es que fuese una chica fácil, como todas aquellas que solían asistir a los entrenamientos de su equipo, a visitar a sus compañeros a tirárseles al suelo y facilitarles el camino de la conquista.

Bajó las escaleras y colgó su ropa, regresaría a su cuarto para ducharse, cenar algo ligero y dormir. Deseaba descansar a toda costa. Al ingresar a su departamento semioscuro, se escucho un ruido desde la cocina. Se acercó despacio intentando encontrar el apagador de la luz. Pero antes de que lo alcanzara, claramente vio salir la sombra de un felino de su alacena. El animal salto hacia la ventana entreabierta y huyó velozmente. El chico encendió la luz solo para descubrir otra vez el área del delito.

Hyuga: esto no puede ser!!! -se dejó escuchar el grito del joven nipón, nuevamente su cocina estaba deshecha.

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Y qué esperas para matarlo?? -era la pregunta que rondaba en su cabeza, un comentario en son de burla por parte de uno de sus compañeros de equipo. Ya había pasado una semana desde el evento que incurrió al desastre de su cocina. El felino seguía sus incursiones a su departamento destrozando su alacena.

Esa tarde que regresaba el joven delantero, visualizó un automóvil frente al edificio. Del móvil descendió un joven alto, más o menos de su edad, sus ojos verde esmeralda contrastaban con el color de su piel morena.

Hyuga: Buenas Tardes... -fue lo que expresó a regañadientes, para que el chico recién llegado lo dejase pasar, ya que estorbaba en la escalera de ingreso-

El joven ojiverde se hizo un lado, pero no dejó de observarlo. De pronto apareció la chica de la vez pasada.

Chica: ah! Ricardo!?... qué haces aquí? -le cuestionó al joven en demasía asombrada-

Hyuga se sorprendió al verla llegar, sus ropas eran demasiado diferentes, portaba un traje sastre y en su hombro colgaba un portafolio, cualquiera diría que era una jovencita universitaria.

Ricardo: hola preciosa! -le saludó galante- pues vine a visitarte... -se acercó a ella, pero la jovencita se alejó en el acto- en México se te extraña mucho...

Chica: vete de aquí!! -Le gritó molesta- no tienes vergüenza!! -el maullido se dejó escuchar, el gato bajo de la azotea como de costumbre, pero al ver al chico ojiverde se erizo y saltó en su contra-

Ricardo: que te pasa gato idiota???!! -se lo quitó de encima, pero el gato huyó nuevamente a la azotea-

La jovencita emitió un bufido de molestia y pasó a un lado del recién llegado, después a un costado del "tigre" para dirigirse a su departamento, ingresó la llave, abrió y cerró en el acto.

Ricardo: mocosa estúpida! -emitió el joven- ella y su maldito gato... -se alejó hacia su coche, Hyuga escuchó todo y solo movió su cabeza en señal de fastidio-

Se dirigió a su departamento e ingresó, momentos después se dejo escuchar el costumbrista grito del nipón al descubrir su cocina.