Cuando Tamaki regresó del mundo de los sueños lo primero que sintió fue un fuerte dolor de espalda. Intentó ponerse sobre su costado para evitar el duro suelo, haciendo que las hojas otoñales crujieran bajo su peso... un momento ¿suelo? ¿hojas?
Tamaki se irguió de golpe, cosa no muy inteligente, puesto que la cabeza comenzó a darle vueltas. Cuando recobró un poco la compostura, miró a su alrededor: ¿Dónde estaba? Sólo podía ver árboles y arbustos a su alrededor, parecía que estaba sentado a la orilla de algún sendero, pero ni un rastro de vida.
-¿Hola? ¿Hay alguien? ¿Ho...?
Antes de poder acabar la frase alguien le tapó la boca y le arrastró tras los matorrales.
-Quieto y en silencio -le susurró una voz grave al oído.
A lo lejos, se comenzaron a oír apresurados cascos de caballos.
