Disclaimer: Shaman King no me pertenece.
-YohxAnna-
Never.
Se encontraba en su ambiente, su mundo, todo era perfecto. Aún así intuía que algo le hacia falta. Incomodidad era una palabra que lentamente se acomodaba entre su existencia, para permanecer ahí hasta que encontrara un motivo que la ahuyentara.
-Prólogo.
Como dictaba la tradición Asakura, ya tenían la edad para decidir sobre sus vidas. La edad de 16 años era más que suficiente para anular el compromiso que los había atado por años o unirse en matrimonio y cumplir con las exigencias le los abuelos.
De un momento a otro comenzaron los viajes a Izumo, las preparaciones de las reuniones familiares que hacían al tomar ese tipo de decisiones. Todo tenia que ser en perfecto orden y cumpliendo con un estricto horario.
A ellos no les interesaba si estaban comprometidos o casados, sino estar juntos en un futuro, no había porque ponerse a discutir sobre el tema, era solo hacerles saber la fecha de la boda para que comenzaran los preparativos. Sin embargo, había algo que se debía de pensar detalladamente.
-Estoy embarazada-Anna bajo la mirada.
Yoh calló. Era como si la voz se fugara de la garganta para no volver, las palabras no le eran suficientes para describir lo que realmente sentía al haber escuchado esa frase. Temor, angustia, felicidad.
Al enterarse de la llegada del nuevo miembro, sus vidas cambiaron, no radicalmente pero si un poco. Entablaron una conversación acerca de su gran error con Kino y Yohmei, algo que jamás olvidarían, ya que se extendió toda la tarde y parte de la noche. Resignados tomaron una decisión. Tres meses eran suficientes para la preparación de una boda sencilla pero digna de esa familia.
Los únicos invitados fueron familiares y amigos cercanos a la familia. El lugar fue la gran mansión de Izumo. Un elegante vestuario se hizo lucir esa noche. Anna portaba los colores hueso y blanco traídos del extranjero especialmente para tal fecha, el diseño era moderno, tratando también, de ocultar su abultado vientre, que en lugar de esconder más bien provocó varias discusiones con las personas que tenían conversaciones entorno al tema.
La ceremonia se cubrió de un deslumbrante atardecer seguido de un manto obscuro totalmente estrellado, los colores de los adornos eran en tonos claros y semejantes al color de la novia.
Este era un sueño para cualquier matrimonio. Termino a altas horas de la madrugada. Al irse todos los invitados, cada quien se retiro a su habitación.
Al día siguiente ellos partieron de nuevo a la pensión. Con nuevos planes iniciaron su nueva vida, ahora como esposos. Algo había cambiado, más bien todo, inclusive dejaron sus estudios por un tiempo. Yoh había conseguido un trabajo mientras que Anna pasaba todo el día en la pensión, esperando a acostumbrarse.
Los meses pasaron tranquilos, su vientre siguió creciendo. No hubo ninguna anormalidad. Ya pasaba el séptimo mes y el pequeño que crecía dentro de ella todavía no tenia nombre.
-La habitación esta lista- habló Ryu haciendo una corta reverencia.
-Bien…- respondió tranquila.
Aunque no lo parecía, Anna lo esperaba con ansias. Por las noches, después de que todos se retiraban a dormir, visitaba la futura habitación de su hijo y observaba con anhelo las pocas cosas que tenía.
Imaginaba el color del cabello, tez, el carácter, hasta la textura y suavidad de la piel. Por otra parte Yoh también estaba emocionado pero preocupado a la vez, el ser padre no era fácil y lo sabía a la perfección.
Al poco tiempo un nuevo integrante en la familia Asakura nació, al fin su amor había dado el frutos. Era la combinación perfecta de ellos dos. La alegría predominaba en el pequeño, pero al no darle lo que quería, desataba la furia heredada por su madre.
-Hana Asakura- Anna estaba enfrente del castaño. Él la miraba extrañado ya que el comentario era totalmente inesperado.
-Me gusta…-fue todo lo dijo después de pensarlo por un momento. Ella dio media vuelta y salió del lugar.
El nombre en realidad le agradaba, no podía negar que Anna tenía buenos gustos. Sin embargo, sentía algo de temor con nueva responsabilidad que tenia. No se atrevía ni siquiera a entrar al cuarto de su hijo cuando este se encontraba solo.
Veía como lo cargaban, lo abrazaban, jugaban y sin embargo él no lo podía hacer. Sentía algo raro dentro de él, pero no notaba que Anna sintiera lo mismo.
Un par de meses paso para que al fin se decidiera a acceder a la habitación de su hijo. Prefirió la obscuridad para entrar, ya que así se podía asegurar que nadie lo viera.
Al estar enfrente de la pequeña cuna, sus ojos se extasiaban al ver a su bebé. Pasó una mano acariciando su cabeza y admiró el gran parecido con su madre.
Varios minutos bastaron para que se decidiera a cargarlo. Con miedo a que empezara a llorar lo levantó hasta tenerlo muy cerca.
-Hana…-susurró
Ahora entendía muy bien que era lo que antes había sentido. El miedo a ser padre y a sentir algo nuevo por primera vez.
Lo abrazo un poco mas fuerte por un par de segundos, beso su pequeño rostro y se dispuso a dejarlo nuevamente en la cuna.
-Al fin te acercaste a él…-susurró Anna tras la puerta.
Con el paso del tiempo el pequeño fue creciendo, adquiriendo aún más las características de sus padres.
A la edad de 7 meses ya estaba acostumbrado a lo que era la vida que iba a llevar. Fue entonces cuando decidieron volver a estudiar, dejándolo en compañía de Fausto y Elisa.
Las vidas de Yoh y Anna volvieron a ser normales, como era antes, solo que ahora este pequeño cambio hizo de sus vidas algo más placentero
Continuará…
