Una disculpa a todos los que ya habían empezado esta historia, la había publicado hace tiempo pero tuve unas complicaciones y no tuve más remedio que borrarla y volver a subir los dos capítulos, así que no se preocupen, solo perdí los comentarios que ya tenía :( espero que les guste :)


-Sal de aquí.

Seiya se encontraba mirando a través de la ventana. Bebía de un vaso con whiskey y no había más luz que la que provenía del exterior. Serena caminó lentamente hasta él y le tocó el hombro con suavidad. Seiya se sobresaltó y la empujó bruscamente. Serena no se inmutó, no dijo nada, simplemente se acomodó el saco y se aclaró la garganta.

-Vendrán pronto, Seiya, tienes que irte.

-No me importa.

-A mí sí. Toma.- dijo sacando un juego de llaves del bolsillo de su pantalón y se lo extendió.

-¿Qué es eso?

-Las llaves de mi departamento.

-No las necesito.

Serena se las metió en el bolsillo del pantalón a la fuerza y se alejó.

-Si te encuentran te van a matar. Vete de una buena vez.

Serena salió de la oficina antes de que Seiya pudiera hacer nada y golpeó la puerta tras de sí. Regresó a su oficina tratando de lucir tranquila y se encerró. Sabía que era cuestión de tiempo para que llegaran y lo único que deseaba era que Seiya le hubiera hecho caso. Escuchó el ruido de la gente gritar, las puertas golpearse y el sonido de las armas de fuego.

Una pareja de soldados irrumpió en su oficina y la amenazaron. Serena reaccionó tranquilamente y les mostró su brazo. Ellos bajaron las armas, le pidieron perdón y salieron de allí. Serena los siguió de cerca y vio con un par de lágrimas en los ojos cómo se llevaban a la mayoría de sus compañeros. Corrió a la oficina de Seiya y vio que todas sus cosas seguían allí. Su corazón dio un vuelco y pensó que todo estaba perdido. Regresó a su oficina y tomó sus cosas con rapidez, lo único que deseaba era salir de ese lugar y el dolor crecía poco a poco en su interior. Salió con dificultad de ahí y una vez fuera se encontró a Darien enfundado en su traje de general. En cuanto la miró se acercó a ella y la rodeó con sus brazos. Serena lloró en sus brazos y dejó que Darien la consolara.

-Creí haberte dicho que no aparecieras hoy por aquí. Te he dicho mil veces que esa gente no merece tu llanto.

-Odio que los traten así, Darien, dime que no les harán daño.

-No discutiré esos asuntos contigo. Vamos, te llevaré a casa, no quiero que precencies ésto.

Subieron a la camioneta especial de Darien y Serena no pudo evitar ver las múltiples camionetas llenas de soldados y Krawls por toda la ciudad. No escuchaba nada de lo que Darien decía porque solo se podía concentrar en el fuego que se extendía por las casas y edificios.

-¿Cuándo tomará el poder Kino?-preguntó Serena ignorando todo lo que Darien acababa de decir.

-Mañana, una vez que tengan a todos los Krawls.

Serena tragó saliva y regresó su mirada a la calle. La camioneta se estacionó frente a su departamento y el chofer le abrió la puerta. Antes de bajarse Darien la besó tiernamente en los labios y se despidió de ella, prometiéndole que la vería al día siguiente en la toma de protesta.

Serena caminó hasta la puerta lentamente esperando que Darien desapareciera. Luego abrió la puerta con cuidado y entró silenciosamente. Recorrió el lugar con la mirada hasta encontrar lo que buscaba. Seiya se encontraba sentado sobre la alfombra con la cabeza entre las piernas. Cuando escuchó la voz de Serena levantó la cabeza y la miró con severidad.

-Seiya.-volvió a decir Serena.-Muchas gracias.

Se sentó frente a él y le acarició el rostro, a lo que Seiya reaccionó con brusquedad.

-Temía que te hubieran atrapado.

-¿Por qué haces ésto, Serena? Tarde o temprano me encontrarán. Mañana mismo me iré de aquí.

-Si te vas mañana te encontrarán más rápido. Es la toma de protesta y los soldados estarán más cautelosos que nunca. Hoy mismo piensan atraparlos a todos.

-¿Qué crees que harán cuando no me encuentren por ningún lado? Ellos me quieren a mí, Serena, después de Liuk soy el único Krawl peligroso que les queda. Con la muerte de Liuk todo acabó... En cuanto me encuentren me matarán.

-Ellos no tienen por qué encontrarte. Saldrás de aquí antes de que eso suceda.

-Eso será casi imposible. No podría moverme de aquí sin ser notado. Y tú... ¿qué crees que te harían a ti si se enteran de que cometiste traición?

-Soy la prometida de Darien Chiba, Seiya, nadie sospecharía de mí nunca.

-Varias personas saben que nos hablábamos frecuentemente. Podrían investigarte.

-Pero nadie, ni siquiera Kakyuu o Darien saben que nos conocemos desde que éramos pequeños y todo ésto comenzara. Si alguien se atreviera a investigarme Darien cancelaría cualquier acusación en mi contra. Lo importante es que te saquemos de aquí, y por lo pronto no podrás salir de aquí hasta que las cosas se calmen un poco, ¿me entiendes?

Seiya asintió con la cabeza.

-Prepararé algo de cenar, necesitas comer algo.

Serena se retiró a la cocina y dejó a Seiya solo. Mientras ella se dedicaba a lo suyo, Seiya se dirigió al baño. Ahí dentro se quedó mirándose en el espejo un largo rato. Se lavó las manos y vio un objeto brillante sobre la taza del baño. Las tijeras llamaron su atención y se quedó pensando un rato. Tomó una decisión. Las tijeras bailaron en sus manos por unos minutos y luego hizo lo que tenía que hacer. Tomó la gruesa cola de caballo que colgaba de su espalda y la cortó de un solo tajo. Su cabello cayó hasta el suelo y de pronto el mundo pareció girar a su alrededor. Terminó de cortar el cabello que sobraba y limpió todo el desastre. Escuchó que Serena lo llamaba y salió a encontrarla.

Serena pegó un grito cuando vio a Seiya. Lo observó durante unos minutos hasta que pareció acostumbrarse a su nuevo aspecto. Ambos se sentaron y comenzaron a comer en silencio hasta que ella rompió el silencio.

-No tenías que hacer eso.

-Necesito cambiar algunas cosas de mi aspecto si quiero pasar desapercibido.

-Aquí nadie necesita pasar desapercibido. Seiya... Te prometo que te voy a ayudar. Nunca te he defraudado, a pesar de que...

-De que somos muy diferentes, de que tú eres Lirio.

-Tú sabes que ni a mi mamá ni a mí nos importó eso nunca. Mi madre murió defendiendo a la tuya...

-Y siempre estaré agradecido. Eres la única Lirio a la que respeto, aprecio y tolero. Pero... Soy un peligro en tu vida.

-No pienso dejar que te pase algo,Seiya, jamás.

Comieron en silencio el resto de los alimentos. Serena se retiró a su habitación y Seiya se quedó recostado en el sofá. Ambos se quedaron pensando en lo que pasaría con sus vidas ahora. Serena miró el anillo que adornaba su dedo. Un pequeño diamante brillaba y le recordaba el compromiso que tenía con Darien, el hombre con el que había compartido su vida por poco más de cinco años. Lo había conocido cuando era una jovencita. Acababa de llegar a Tokio y apenas había cumplido la mayoría de edad. Su cumpleaños número 24 sería dentro de un mes y Darien deseaba que se casaran en esa misma fecha. Darien era uno de los militares más importantes de Japón. Tenía trato directo con Kino y sus fuerzas especiales, era un hombre despiadado, maduro, fuerte, pero odiaba a los Krawls con toda su alma. Era el único defecto que ella le encontraba, pues su más grande secreto era que la única persona cercana a ella era un Krawl, que la única persona que había estado en su pasado y presente era un Krawl, el hermano, el amigo que ella tenía era un Krawl. Sus madres habían muerto juntos y ellos habían crecido juntos, pero todo cambió cuando le pusieron el tatuaje a Seiya y los separaron. Serena terminó en una escuela de Lirios y no lo volvió a ver hasta hacía tres años de nuevo. Seiya participaba desde que los separaron en los grupos activistas, se escondía, armaban revueltas, peleaban, era uno de los Krawls más importantes y Darien Chiba lo odiaba. Serena y él se ignoraban en el trabajo y de esa manera habían logrado engañar a todos.

Fue la primera vez que Serena dudaba de algo. Era la primera vez que temía por su futuro, pero ella y Seiya se habían hecho una promesa y no pensaba dejarlo a su suerte. Era la primera vez que Serena se quitaba el anillo para dormir porque sentía que la asfixiaba demasiado. Lo dejó con cuidado en la mesita de noche. Seiya, por el contrario, no pudo dormir en toda la noche. Sabía que era la última vez que podría vivir tranquilamente, sabía que ahora recaía en él un peso muy importante y sobre todo sabía que no podía exponer a Serena. A pesar de que ellos habían prometido cuidarse y estar juntos, él estaba consciente de que Serena tenía una vida ahora, estaba por casarse y era un Lirio. Él no tenía derecho a quitarle su vida y exponerla. No era la tarea de ella protegerlo a él, sino al revés. Él tenía que cuidarla y ayudarla, y ésta no sería la excepción.

Fuera la lluvia comenzaba a caer. Primero unas gotas regaron el piso hasta que ya no se distinguía nada entre tanta agua y humedad. La luna apenas se percibía entre tantas nubes y el cielo tenía un color rojizo, como de muerte.