kiseijuu sei no kakuritsu y sus personajes no me pertenecen, son obra y propiedad de sus respectivos autores.
Puerta trasera
Izumi dormía plácidamente sobre su cama aquella noche, ajeno a cualquier acontecimiento que sucedía a su alrededor, sin contemplar siquiera ni en el más loco de sus sueños la situación que estaba a punto de enfrentar. Una pequeña lombriz se movía a través de su cama, encaminándose con movimientos rápidos en dirección a su cabeza, encontrándose con la desgracia de hallar la oreja de aquella primera criatura cubierta por un extraño objeto.
El pequeño ser buscó de inmediato otro lugar donde abordar, comenzando a escabullirse por la nariz de su víctima. Izumi, al sentirlo, se lo quitó de encima, saltando en su lugar y buscando con los ojos a su alrededor. -¡Una serpiente! – gritó con euforia, saltando como un gato de su lugar y cayendo al suelo bruscamente, mirando como la supuesta serpiente se movía en su dirección. Izumi, después de soltar un par de gritos masculinos y valientes más, se movió un poco, tratando de buscar algo para matar aquel animal.
"Lo tengo" pensó, lanzándose hacía uno de los muebles y salvándose de un ataque por parte de la lombriz que había saltado hacía él. Izumi tiró las cosas por accidente, viéndose en la necesidad de ponerse de rodillas para levantar una revista y enroscarla en su mano para usarla como defensa.
Sin embargo, la ´serpiente´, desesperada por poder invadir el cuerpo de un ser viviente, volvió a lanzarse contra el muchacho, tratando de encontrar una entrada. Saltó hacía el cuerpo de Izumi, sosteniéndose de sus pantaloncillos, avanzando hasta adentrarse a ellos por la parte superior del resorte. Su objetivo era trepar más, pero el chico se alteró nuevamente, provocando que se deslizara por entre su ropa interior. "Una entrada" pensó la criatura al estar dentro de sus calzoncillos, metiéndose dentro sin pensarlo más.
-¡¿Qué está sucediendo?! – el padre de Izumi entró en el lugar, mirando extrañado como su hijo se apretaba los pantalones con fuerza a través de la correa de ajuste, mientras mantenía en su rostro una expresión de terror.
-¡Una serpiente! – avisó a sus padres, mirándolos con mucho pánico.
-¿Una serpiente? ¿Dónde está? – preguntó el adulto, escaneando la habitación con la vista.
-¡En mis pantalones! – gritó con horror, mientras su padre se aproximaba con auténtica preocupación.
-Quita las manos, déjame ver…- pidió, pero Izumi se resistió. -¡Si está dentro tenemos que sacarla! – le explicó, entendiendo que su hijo tenía una serpiente verdadera dentro de su pantalón.
Izumi soltó la cuerda, y su padre le bajó los pantalones de dormir, mirando con escudriño la prenda y el cuerpo de su hijo. –No tienes nada, Izumi – comentó la madre, quién miraba atentamente desde un poco más atrás.
-Es que…- el muchacho se sonrojó, bajando la mirada al suelo. –Es qué la serpiente entró en mi trasero – explicó, dejándose guiar por la desagradable sensación de hacía unos momentos.
-¿En tu… trasero? – murmuró la madre, soltando una leve risita ante aquello.
-Oh, vamos, no me vas a hacer revisar eso también, hijo – su padre se levantó extendiendo las manos al frente y sacudiéndolas un poco, como si se quitara la responsabilidad.
-Tal vez sólo fue tu imaginación, cariño, no creo que una serpiente haya hecho eso – explicó su madre, calmando finalmente a su joven hijo.
-Quizá tengas razón, tal vez sólo la soñé…- quiso engañarse, a pesar de que estaba seguro de lo que había visto, pero más, de lo que había sentido entrar por su puerta trasera.
