Nota. Algunas personas me han pedido una historia entre Emily y Hotch. Finalmente lo he intentado con dos capitulos y este es el resultado. En este caso, agradecería especialmente los comentarios para ver si quieren que la siga o no, porque, debo reconocer que me cuesta bastante escribir sobre un personaje como Hotch. Gracias a todos por leer.

Capitulo 1

Era viernes por la tarde en las Oficinas de la UAC. Emily, agotada tras dos horas redactando un informe sobre su último caso, dejó caer con desgana el expediente sobre la mesa. Miró a su alrededor, y realmente se sintió complacida de que no había sido la última. Derek, aún estaba encerrado en su despacho, lo que significaba que no había terminado el suyo.

J.J. se acercó alegremente hasta su mesa, acompañada por la siempre risueña Penélope.

- Cena en casa de Rossi- Le anunció con una sonrisa de oreja a oreja. Antes de que Emily pudiera abrir la boca para negarse, la interrumpió con un gesto de advertencia- No puedes negarte.

- Te escapaste de la última, señorita- No tardó en señalar García- Todos van a venir, así que cambia la cara y recoge tus cosas.

La protesta de Emily, se tradujo en un suspiro de rendición. Las cosas estaban un poco extrañas desde lo de la fiesta en casa de su madre. Había estado intentando evitar a Hotch sin demasiado éxito, ya que tenía que venir todos los días a trabajar. Y era cierto, la última cena había puesto una excusa no demasiado creíble, y no había asistido. No podía volver a negarse sin levantar sospechas. Se sorprendía de que Hotch lo llevara tan bien.

- Todavía falta Morgan- Señaló, como si aquello sirviera para algo.

Para su decepción, se oyó un grito desde el pasillo que daba a su despacho.

- ¡Aquí estoy!- Exclamó mientras bajaba las escaleras.

Emily entornó los ojos, y negó con la cabeza, ignorando las risas de sus amigas. Al poco, Reid apareció acompañado de Rossi, y se unió a ellas.

- Bueno- Dijo Rossi- Sólo falta Hotch.

Emily suspiró un poco más fuerte de lo que pretendía. Aquella iba a ser una noche muy larga.

Se quedaron en corrillo, hablando y bromeando entre ellos, mientras esperaban a su jefe, cuando una voz llamó su atención detrás de ella.

- Con que aquí se escondía mi chica favorita…

Abrió los ojos como platos, al reconocer la voz de Daniel. Un antiguo "amigo con derecho a roce", como a él mismo le gustaba definirse, con el que mantenía contacto casi continuo, pero del que nunca le había hablado a ninguno de sus compañeros. La relación entre ellos, era demasiada extraña para que ninguno la entendiera. Se conocían de la época de Emily en la CIA. Había trabajado en multitud de ocasiones con él, porque se compenetraban perfectamente y siempre acababan emparejándolos. Tanto se compenetraban que un día acabaron compartiendo misma cama. Aún después de que Emily hubiera abandonado la CIA, se llamaban con frecuencia para asegurarse de que el otro estaba bien. Y de vez en cuando continuaban quedando para verse y algo más, si surgía. Sin definiciones, sin obligaciones y sin complicaciones. Nunca había sido una relación romántica ni ninguno pretendía que lo fuera. Su única norma era mantener alejado el sexo de su relación cuando alguno estuviera implicado sentimentalmente con otra persona. No había celos, no había reproches. Sólo dos amigos unidos por la mutua confianza y el instinto de proteger al otro con su vida si era necesario. El problema real de todo aquello, era que Dan, como ella lo llamaba cariñosamente, era irreverentemente descarado, y tenía una forma de saludarla que no era precisamente la que más ilusión le hacía en aquel momento.

Se giró a tiempo para señalarle con el dedo, mientras daba unos pasos hacia atrás.

- Dan… No...- Le advirtió, al ver su mirada traviesa y su encantadora sonrisa infantil dibujada en su cara.

- Vamos, Em… ¿No vas a saludarme?…

Se acercó a ella, ignorando las expresiones desconcertadas del resto de agentes que, divertidos con el improvisado espectáculo, intercambiaban miradas, mientras contemplaban la escena.

- Dan.. aquí no..- Le volvió a repetir, ya prácticamente acorralada por él contra una mesa.

Él, casi sin tocarla, había puesto sus manos apoyadas en la mesa, a ambos lados del cuerpo de Emily, que ahora se encontraba atrapada entre los dos.

Él pareció reflexionar durante un momento.

- Espera… ¿Tienes novio? La última vez que hablamos no mencionaste nada.

Ella suspiró resignada.

- No. No tengo novio, Dan, pero…

No pudo terminar la frase, porque de pronto se encontró con los labios de Daniel sobre los suyos., mientras la estrechaba entre sus brazos. Para mayor humillación de Emily, había decidido alargar el beso con el que habitualmente la saludaba, daba igual donde estuvieran y con quien estuvieran, justamente porque tenían público.

Cuando por fin se separó, sin perder su sonrisa descarada, Emily por fin pudo comprobar por si misma cómo todo el equipo la miraban con aquella cara de desconcierto, y sorpresa que justamente estaba tratando de evitar. Lo empujó, no demasiado suavemente, a un lado para recuperar su espacio personal, y le dirigió una mirada de reproche, que sabía perfectamente que no serviría para nada. En cualquier caso, era imposible que se enfadara con él. Habían vivido demasiadas cosas juntos.

- Lo siento por el espectáculo- Dijo sin poder ocultar su rubor- Os presento a mi amigo Danny, que no tiene otro aliciente en la vida que hacerme pasar vergüenza.

Oyó con alivio, como las risas del resto del equipo, distendían el ambiente. Y uno a uno fue haciendo las presentaciones. Daniel desplegó todo su encanto personal, que encandiló a todos y cada uno de ellos, especialmente a J.J. y a García. Y es que además de tremendamente divertido, era increíblemente atractivo. Sin duda el tipo de Emily, alto, moreno y con el cuerpo que parecía esculpido con un cincel.

- A todo esto, ¿Qué demonios haces aquí?- Le preguntó totalmente intrigada. Habían hablado hacía solo un par de días, y no le había comentado nada.

- Vine a visitar a un amigo por un tema de trabajo… ya sabes.

Su mirada cómplice no pasó desapercibido para ninguno. Y sintieron verdadera curiosidad por saber de qué se conocían exactamente.

- Podías haberme llamado…

- Quise darte una sorpresa. No vine directamente, primero pasé por tu casa, pero evidentemente no estabas. Por cierto… ese gato tuyo me sigue odiando, ¿sabes?- Añadió fingiendo despecho, lo que provocó que Emily se echara a reír.- Prácticamente se me tiró encima en cuanto me vio.

Emily estaba tan absorta imaginándose al pobre Sergio acorralando a Dan, que no se dio cuenta de lo que éste había confesado sin querer. Al resto del equipo, sin embargo, no le pasó desapercibido que debía tener llave de su apartamento. La curiosidad iba en aumento.

- De todas formas, si quieres podemos quedar luego, es que íbamos a cenar a casa de Rossi-Dijo en tono de disculpa.

- Supongo que puede venirse también.

Una voz sonó a sus espaldas. Se giró para ver a Hotch, que miraba a Dan con fingida simpatía. Emily se maldijo a si misma. No tenía ni idea de cuándo había llegado. Hasta hacía un momento no estaba allí, pero desde luego su expresión no dejaba lugar a dudas de que estaba algo molesto.

Abrió la boca para protestar, pero ya el resto estaban respaldando a Hotch con su ofrecimiento. Por supuesto, Dan estaba encantado.

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Lo de ir a cenar a casa de Rossi, cada vez era algo más habitual. Se encontraban más cómodos que en cualquier bar o cafetería, y a Rossi le encantaba hacer el papel de anfitrión.

Acababan de cenar, y Emily que gracias al vino, se había relajado lo suficiente como para mostrarse más natural con Dan, de lo que se había permitido sin la cantidad de alcohol que actualmente recorría su sistema, se había acurrucado junto a éste en uno de los varios sillones con los que contaba la sala de estar de Rossi. Deliberadamente ignoraba las miradas curiosas del resto del equipo, y especialmente el ceño fruncido de Hotch, que en aquel momento parecía absorto en vaso de whiski, junto al mostrador de la cocina.

De alguna manera, había comenzado sentándose a su lado, y había terminado recostada junto a su pecho. Reid había decidido sorprender a todos con su último truco de magia, y todos reían divertidos intentando descubrir la trampa. Dan disfrutaba de aquella interacción entre el equipo y se alegraba de que Emily hubiera encontrado por fin, un lugar donde podía sentirse a gusto. Inconscientemente, comenzó a acariciarle la cabeza con una mano, mientras que con la otra jugueteaba con la de ella. En un momento dado, dirigió su vista hacia Hotch, que sin duda parecía el más tenso de todos, y estrechó la mirada al darse cuenta de la extraña forma en que de vez en cuando observaba a Emily, cuando creía que nadie se percataba.

- ¿Y cómo os conocisteis vosotros dos?- Preguntó finalmente Penélope.

Emily pensó que después de todo, se había contenido más de lo que había previsto.

- Trabajamos juntos- Respondió Dan, dirigiendo durante un momento la vista hacia ella. Emily le dedicó una sonrisa- Y luego mantuvimos el contacto.

- Ya lo veo…. - Murmuró García traviesamente.

- ¡Pen!- Emily se incorporó de su cómoda postura para hacerle frente- Dile a tu cabecita que se deje de imaginar cosas sucias.

- Me encantan las cosas sucias…

Dan no pudo terminar la frase, al verse interrumpido por un fuerte golpe en su hombro, procedente de la mano libre de Emily, lo que causó la carcajada general.

- ¡Oye!- Se quejó con fingido dolor- Em… ¿Cuándo te has vuelto tan agresiva?

Ella lo miró con expresión divertida.

- ¿Cuándo no lo he sido?- Le preguntó con ironía.

Con un gesto de reconocimiento, le dio la razón.

- Es evidente que sois más que amigos.

Todos miraron sorprendidos hacia Hotch, que seguía en el mismo lugar, de pie, con su vaso de whiski contemplando la escena. No había sido tanto lo que había dicho sino el modo en que lo había dicho. En aquel ambiente de distensión, su gesto serio había desentonado.

Dan notó el repentino nerviosismo de Emily, y estrechó con un poco más de fuerza la mano que aún tenía agarrada. Era su forma de decirle que estaba ahí para ella cuando lo necesitara. Emily le dirigió una débil sonrisa.

- Emily y yo hemos vivido demasiadas cosas juntos, y no todas han sido agradables- Respondió Dan mirando directamente a Hotch, y adoptando su mismo tono grave. Ella, lo conocía demasiado bien como para no notar su leve tono amenazante - No es simple amistad, como bien dices, pero tampoco es amor. Puedes ponerle el nombre que quieras. Lo único que sé es que daría mi vida por ella sin pensarlo dos veces, y le confiaría la mía sin dudarlo. Cualquier cosa que la haga a ella feliz, a mí me hará feliz. Esa es la forma en que la quiero. Sin exigencias ni egoísmo. Y jamás permitiré que nadie le haga el mas mínimo daño.

Se hizo un silencio en la sala. Un leve suspiró salió de la garganta de Penélope. Emily, un poco cohibida pero tremendamente agradecida a Dan por sus palabras, le dirigió una mirada de reproche a Hotch, para luego volver a centrar su atención en Dan, quien había pasado uno de sus brazos por encima de sus hombros como quien protegiera su mayor tesoro. Emily se acurrucó de nuevo contra él, sabiendo que cada una de las palabras que había salido de su boca, era cierta.

- ¡Vaya!- Dijo finalmente Rossi- Sea lo que sea, hasta yo quisiera un poco de eso.

Y todos estallaron en carcajadas. Todos, excepto Hotch, que ahogó su frustración tomando otro sorbo de whiski

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Unos veinte minutos después, Emily se levantó y salió a tomar un poco de aire. Lo necesitaba. Aunque todos seguían bromeando, no soportaba el gesto molesto de Hotch. Como si tuviera derecho a reclamarle nada después de lo que había hecho.

La casa de Rossi, tenía una pequeña terraza de madera junto al salón comedor, separado del mismo por una gran cristalera con puertas francesas. Emily, respiró el aire nocturno, apoyada en la barandilla de hierro forjado.

- Lo siento. Me comporté como un estúpido.

Se giró para ver a Hotch, su expresión de arrepentimiento era evidente. Ella, por contra, no sabía cómo debía sentirse. Hotch llevaba dos meses ignorándola deliberadamente, y justo hoy había decidido comportarse como si ella le perteneciera. Estaba tan cansada de lidiar día a día con su frialdad, que ni siquiera le apetecía echarle en cara nada.

Suspiró con resignación y volvió a darle la espalda. Hotch se acercó hasta ella, colocándose a su lado.

- No sé qué me pasó… verte con él…

Emily se giró hacia él, atónita.

- ¿Verme con él, Aaron?- Se encaró por fin- ¿Qué es lo que has visto exactamente?.

Él se sorprendió de su repentino cambio de actitud. No esperaba que reaccionara tan bruscamente. Parecía ofendida.

- Vi como te besó- Reconoció al fin- No se suele besar así a los amigos.

Ella, atónita, emitió un pequeño jadeo.

- Tu mejor que nadie sabrás que un beso no tiene por qué significar nada.

Sus palabras destilaban veneno. Él se quedó en silencio sin saber qué contestar. Se había merecido aquella respuesta.

- De cualquier manera- Continuó ella- No sé a qué viene esto ahora, cuando llevas dos meses evitándome.

El hizo un gesto de admisión con la cabeza.

- Sabes por qué lo he hecho… no podemos…

- ¿No podemos? ¿O no quieres?- Le reprochó con dureza- ¿El trabajo por encima de todo? ¿Crees realmente que así estamos mejor?. Estás ciego si piensas que los demás no se han dado cuenta de que algo ocurre. Si estabas tan preocupado por cómo iba a afectar todo esto al equipo, debiste haberlo pensado antes de besarme.- Casi le escupió la última frase.

- ¿Todo bien por aquí?

Dan los interrumpió, sin pudor alguno. Había visto a Hotch dirigirse a la terraza poco después de Emily y su instinto protector le pudo más que su respeto por darle un poco de privacidad.

- Nada- Dijo Emily- Creo que ya he respirado el suficiente aire fresco. Me vuelvo dentro.

Y los dejó a solas en la terraza.

Hotch se movió de su sitio, para volver también al interior, pero Dan, lo retuvo un momento con su mano.

- Lo que dije antes sobre ella, lo dije en serio- Le susurró.

Hotch le dirigió una mirada feroz. No le gustaba aquel tipo. No le gustaba en absoluto.

- ¿Me estás amenazando?

- Sólo si le has hecho daño- Le contestó sin apartar la mirada.

Hotch de un movimiento brusco se liberó de su mano, y entró en la sala.

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Después de la reunión, Emily llevó a Dan a su casa para que se acomodara. En realidad, él ya había dejado sus cosas allí cuando había pasado por el apartamento aquella tarde. Esa era otra de sus reglas no escritas. Siempre daban por hecho que uno se quedaba en la casa del otro. Esa era la razón por la que Dan tenía las llaves del apartamento de Emily, y consecuentemente ella tenía las de la casa de él.

Estaban sentados en el sofá tomándose una cerveza. Cada uno en un extremo del sillón. Dan sentado, y Emily con los pies apoyados en su regazo.

- ¿Y bien?- Le preguntó Dan, dándole un sorbo a su cerveza.- ¿Cómo es que no me habías hablado de él?

Por supuesto, Emily esperaba el interrogatorio.

- No hay mucho que contar.- Se excusó- Es mi jefe… supongo que las relaciones en el trabajo son difíciles.

La miró con incredulidad.

- No lo fueron para nosotros.

Emily le sonrió. Dan siempre sabía dar en el clavo.

- Sabes que lo nuestro es diferente.

El hizo un gesto de asentimiento. Tenía razón. Lo de ellos era diferente. Siempre había querido para Emily un amor verdadero, que conociera a alguien que le diera todo lo que ella necesitaba. Pero parecía que una y otra vez ponía sus ojos en hombres que no le convenían.

- De todas maneras. ¿Quieres contármelo?

Ella se quedó en silencio durante unos instantes. Intentando poner en orden sus ideas.

- Supongo que todo se resume en algo así: Me besó y luego, cuando sopesó las consecuencias, se arrepintió.

Dan notó la amargura en sus palabras. Sintió que le invadía un sentimiento de compasión por ella, y un irrefrenable deseo de darle un puñetazo al causante de su tristeza.

- ¿Cuándo fue eso?

- Hace unos dos meses. En la fiesta anual de mi madre...- Vio su cara de espanto- No preguntes…

Dan se echó a reír. Había oído demasiadas veces a Emily hablar de su madre, como para tenerle simpatía.

- Siento que hayas tenido que presenciar ese comportamiento- Se lamentó Emily- Normalmente se limita a ignorarme. No entiendo a que ha venido esa reacción infantil.

Dan la miró como si no acabara de creerse que se dedicara a hacer perfiles.

- ¿Conoces la ley de la inercia de Newton?

Ella lo miró desconcertada. La conocía, pero no sabía a qué venía aquello.

- Una de sus leyes viene a decir que un cuerpo tiende a mantener su estado a no ser que otra fuerza ejercida sobre el mismo, le obligue a cambiarlo- Hizo una pausa, dándole tiempo para que sacara por si misma la conclusión. Pero parecía que se había quedado enfrascada en algún punto muerto- Quiero decir, Em, que Hotch es el cuerpo que mantiene su estado; y es lo que ha hecho hasta ahora, ignorándote. Pero de pronto, he llegado yo, que actúo como una fuerza imprevista, que le ha obligado a cambiar. Por eso se ha comportado contigo así esta noche. Hasta que ha visto realmente amenazada vuestra relación, no ha querido dar ni un paso.

- ¡Vaya!- Exclamó ella entre sorprendida y divertida- ¿Qué demonios puso Rossi en el vino?.

Dan, buscó venganza a aquella burla, y comenzó a hacerle cosquillas en los pies. Emily se retorcía en el sillón, mientras el recorría su cuerpo con sus manos mientras la torturaba con sus dedos. Le encantaba verla reír. Finalmente la atrapó bajo su cuerpo, impidiéndole cualquier posibilidad de huir. Solo entonces dejó de hacerle cosquillas, para mirarla a los ojos intensamente. Ella le devolvió la mirada, eternamente agradecida por ser siempre su pilar, pasara lo que pasara. No había lugar donde se sintiera más protegida que en sus brazos.

- Y ahora...- Le susurró Dan traviesamente- ¿Qué te parece si hacemos algunas cosas realmente sucias?

Emily intentó contener la risa. Aquel hombre no tenía remedio. Eso era lo que más le gustaba de él.

Levantó un poco la cabeza, para cerrar la brecha entre ambos, y entre risas, bromas y besos, sí, hicieron cosas, al menos, un poquitín sucias. Por un momento, consiguió incluso olvidarse de Aaron Hotchner.

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