CAPÍTULO PRIMERO

"LA TEMPESTAD"

La lluvia azotaba las ramas y los arbustos, el viento aullaba como si de verdad estuviera sufriendo. Las gotas caían fuertes y pesadas, formando una impenetrable cortina en la cual no se podía ver nada.

Remus caminaba lentamente e intentaba aguantar aquel vendaval, pero le era imposible, apenas tenía fuerzas para seguir. Su capa estaba demasiado empapada y esta a penas podía soportar una gota más.

"Debo seguir" pensó. Caminó más rápido y entonces pudo ver a lo lejos un pequeño bosque. Se internó en él, se quitó la capucha y pudo ver que la espesura amortiguaba bastante la lluvia, pero la oscuridad a penas le dejaba ver mucho. Lumos- una lucecita dorada apareció en su varita.

Caminó lentamente por el bosque, a penas oía el ruido de la tempestad, solo oía el rumor de algunas gotas, de resto, solo podía oír el silencio reinante.

Tras mucho caminar, llegó al claro del bosque, pudo ver que la lluvia continuaba con igual virulencia, pero en el centro del claro pudo ver una pequeña casa. Parecía llevar deshabitada muchos años. Corrió hacia ella y se detuvo en la puerta.

Hola- llamó- ¿Hay alguien?

Nada se oía. Empujó la puerta y esta se abrió soltando un pequeño chirrido. Entró en el vestíbulo de la casa. Todo estaba quieto y en silencio, pasó la mano por la cómoda y vio que el polvo se acumulaba, puesto que su mano se ensució rápidamente.

"Esto debe de llevar muchos años deshabitado" cerró la puerta y buscó un candelabro. Tras encontrarlo, lo encendió y decidió inspeccionar un poco la casa.

Entró en el salón principal de la casa, vio que era una sala pequeña bien amueblada, en ellos se veían los signos de haber sido un hogar bastante agradable, en donde se hubiera criado una buena familia. Vio una chimenea y corrió a encenderla. La sala quedó tenuemente iluminada por el resplandor de las llamas. Remus acercó sus frías manos al fuego, al sentir aquel calor, se sintió más aliviado y tranquilo.

Abrió su maleta y se dispuso a buscar un poco de chocolate, pues necesitaba algo que comer ya que el haber luchado contra aquella tempestad le había mermado bastante sus fuerzas. Revolvió un poco y apareció la tableta, al cogerla descubrió debajo una fotografía.

Vio que era una vieja foto de grupo, en ella aparecían todos: James, Peter, Sirius y él- se fijaba en como le ponían caras y en como se alegraban de haberse conocido y haber formado un inseparable grupo. Sus dorados ojos se posaron en la figura de Sirius. le echaba de menos.

Una ola de recuerdos comenzó a invadir su mente, volvía a pensar en aquellos días de escuela, en sus maestros, en las travesuras. pero sobre todo tenía en mente a su adorado Sirius, parecía como su quisiera olvidarse de él.

Volvió a la realidad y guardó la foto en una maleta y comenzó a comer el chocolate. Sus dorados ojos brillaban con la intensidad del fuego pero a la vez se veían en ellos otro brillo extraño. muy particular.

Has vuelto.

Remus se dio la vuelta y no vio nada.

Has vuelto a casa.

Volvió a mirar de nuevo con el mismo resultado.

¿Quién eres?... ¿Te conozco?... ¡Sal de ahí!- apuntaba con la varita en varias direcciones, no sabía de donde podía porvenir esa voz, en cualquier momento podrían atacarle.

Has vuelto a casa. bienvenido.

Entonces apareció delante de la puerta la silueta de una bella mujer.

¿Quién eres?

Han pasado ya muchos años que ni siquiera recuerdas este lugar. Remus Lupin.

Pero. ¿Cómo sabes mí.?

Es que no recuerdas quien soy. tan ciego estás para no reconocerme- en su voz se notaba cierta exasperación mezclada con tristeza - recuerda querido. recuerda.

Contempló su rostro, aquella mujer era blanca y hermosa. Su cara era dulce, casi maternal. su cabello castaño, bien peinado y pulido, brillaba con los débiles resplandores del fuego. entonces se fijó en sus ojos.. Eran dorados. con un cierto hálito de tristeza y ternura. Remus cayó en la cuenta en seguida.

Has tardado en reconocerme Remus.

¿Cómo?- se sentía asombrado ante aquella aparición.

Piensa que soy un recuerdo, estoy unida a ti y a esta casa. tu hogar.

¿Mí.hogar?

Esta casa fue tu hogar del que a penas tienes recuerdos.

Volvió a mirar la sala, aquellos muebles, los libros, los cuadros. todo le empezaba a sonar. paso su mano por varios de ellos, intentando ver si conocía a algunos. entonces se detuvo delante de un enorme marco que colgaba en la pared, tenía el cristal cubierto de una gruesa capa de polvo. Pasó la mano y descubrió lo que había detrás de él.

Apareció un retrato de una familia, la mujer era el espectro que le estaba hablando, a su lado se hallaba un hombre de porte elegante y discreto, pero no menos bello que la mujer. y ante ellos había un pequeño niño de aspecto fino y delicado, en sus ojos brillaban dos pequeñas pupilas doradas. Remus miró con espanto.

Bienvenido a casa.

CONTINUARÁ.

SINDO