Carta a Amy Dyer

De Philip Wilson

Tumbado en mi cama, sin poder dormir, sin poder dejar de pensar.

Miro el tigre de peluche que tengo entre los brazos, lo acaricio, tal y como tú lo acariciaste hace menos de 24 horas. Aún tiene tu olor, aún puedo sentirte sonriendo mientras sostienes tu regalo.

Cierro los ojos y me imagino que sigues acariciándome el brazo con el que te rodeo, que sigues a mi lado y te siento cada vez más viva.

'Tonto', me susurras mientras te digo que eres especial, y que te quiero y te querría de todas las maneras posibles. 'Sonríes, sigues acariciándome el brazo, noto tu espalda fría en mi pecho. Decides girarte para mirarme a los ojos, y veo los tuyos, tan brillantes, tan llenos de vida. Te humedeces el labio, dispuesta a besarme'. Y de repente abro los ojos y estallo en el recuerdo reciente; tú, en mis brazos, muriendo, justo cuando habías sido capaz de volver a sentir.

Yo grito y lloro, sin saber qué más hacer para salvar a esa persona que aún teniendo el corazón en silencio, ha hecho que el mío vuelva a latir.

¿Cuántas noches cómo esta me esperan? ¿Cuántos recuerdos de ti, Amy, la chica que estaba volviendo a la vida, van a inundar mi cabeza?

No es una carta de despedida, en realidad no sé si es una carta. Es un trozo de papel que se va a pudrir en el cajón de mi escritorio.

Pero es por ti.

Te quiero, Amy Dyer.