Capítulo 1-Un buen trabajo
Fran abrió sus ojos color carmesí ténuemente al recibir la calida luz de la mañana que entraba por la ventana de su habitación de hotel, se levantó de la cama con renovadas fuerzas y abrió los cristales de par en par, recibiendo el fresco abrazo del aire exterior. Rabanasta se veía hermosa en un nuevo día, a pesar de que era bastante temprano la gente ya paseaba y alborotaba por las calles: Astutos comerciantes, niños juguetones, parejas mostrando su amor al exterior, y simples compañeros conversando apaciblemente; El bullicio rabanastino siempre era destacable. Desmelenó su alborotada cabellera blanca y se dispusó a comenzar un nuevo día. Se retiró la túnica de tela que se había puesto para descansar y rápidamente se enfundó en su traje de aventurera como cualquier otro día más. Recogió su largo pelo en su coleta habitual, y se colocó su yelmo protector en su cabeza, ya estaba lista para una nueva aventura. Entonces sintió que alguien se acercaba, sus afinados sentidos podían detectar cosas imposibles para las demás razas, esa era una de sus características como buena Viera que era. Se apresuró a recoger su arco y colocar su carcaj a punto por si pudiera ser un posible cazarrecompensas. Ella era una pirata del aire, y como tal, su cabeza tenía algún precio para el imperio... Suficiente para que algunos perros asesinos fueran capaces de todo por una bolsa de monedas. El supuesto visitante que sentía golpeó fuertemente la puerta un par de veces, y se dispuso a hablar. Fran colocó todos sus sentidos alerta.
-¿Se ha despertado ya la bella durmiente?
Fran quedó quieta un momento, y acto seguido esbozó una sonrisa de tranquilidad, esa expresión ya le era bien conocida. Balthier, su compañero de aventuras, aguardaba tras la puerta de madera. Fran salió tras terminar de colocarse sus cosas y vió al joven pistolero apoyado en la pared. Este le dirigió una sonrisa pícara, por lo que supuso que había encontrado algo de agrado mutuo.
-He encontrado la solución a nuestros problemas.
-¿Un trabajo difícil?
-Te sorprenderá que es más fácil de lo esperado, casi parece de mentira.-Balthier parecía bastante contento de buena mañana.
-¿Es suficiente para arreglar el Strahl?
-He conseguido subir la recompensa hasta ese punto, ¿Acaso creías que no lo iba a conseguir?
-Yo no he dicho eso...
Balthier esbozó una sonrisa de satisfacción.
-Pongámonos en marcha cuanto antes, si la dormilona ya ha tenido suficiente...-El pirata comenzó a bajar las escaleras en dirección a la salida del hotel, Fran le siguió reaccionando a su pequeña acusación.
-Perdona Balthier, ayer estaba muy cansada y necesitaba dormir bastante. Ya sabes que llevamos unos días en los que no hemos podido descansar mucho, siento no haber tenido tu vitalidad para ir esta mañana...
-Ya vale, no es una reprimenda, solo un comentario. Si la señorita necesita descanso... ¡Pues a descansar se ha dicho!-El pirata aéreo cortó la excusa de la viera.
Fran sonrió al comprobar la actitud de su compañero. Sabía exactamente que él siempre era así, ya lo conocía de sobra y podía alegar que le gustaba siempre reaccionar a su manera a todo tipo de acciones. Le veía decidido de buena mañana y eso le hizo sonreir: Si decía de tan buena gana que ese trabajo valía la pena, era verdad debido a su comportamiento. La viera se sentía más aliviada, quizá pronto podrían volver a la libertad de los cielos.
El Strahl era la nave personal de la pareja de piratas, pero hacía tres días que había sufrido una pequeña avería en los reactores de su ala izquierda. por pequeña que fuera la avería, les costó caro, la reparación no era barata y no disponían de suficientes fondos en ese momento como para arreglar el desperfecto. Tras el suceso se vieron obligados a aposentarse en Rabanasta hasta que surgiera un trabajo digno de tal cantidad de dinero. Al parecer acababa de surgir lo deseado.
Salieron del hotel al bullicio de la gente en la ciudad, Balthier caminaba a paso ligero y pronto la viera le cogió su ritmo. Se dirigían hacia la puerta Este, como podía comprobar.
-¿De que se trata el trabajo?
-Sencillo, como te dije. Un temeroso bangaa ricachón tiene miedo de hacer una entrega en pleno desierto, pues parece que a quien va destinada la mercancía no es bien recibido por los guardias de la ciudad, ¿Entiendes?
-Ah... Tratos sucios... Típico de ricos.
-Veo que tu mente ya está completamente despejada.
-¿Acaso lo dudabas?-Replicó Fran acusando a su anterior comportamiento.
-Yo no he dicho eso...-Balthier volvió a dibujar una sonrisa pícara.
Pronto abandonaron la ciudad del todo y dieron paso al duro desierto. Un día tan caluroso denotaba la sequedad de la zona, incluso la "fauna" local parecía resguardarse bajo sus madrigueras, lo cual también era del agrado de la pareja.
-Perfecto día para una entrega, sin excesivos monstruos a la vista...
-Al fin un golpe de suerte...
-La dama destino nos ha hechado el vistazo bueno.
-¿Donde es la entrega?
-No muy lejos, en la explanada rocosa cerca del oasis, a una hora de camino...
-Bien.
El calor del sol hacía mella cada cierto rato, a lo que echaban mano de la cantimplora de agua fresca. Ni siquiera tuvieron que pelear contra ninguna criatura para llegar al centro de la explanada, todo iba como la seda. Apoyados en un roca, bajo el cobijo de sus ombra, esperaron impacientados a la llegada del recogedor de la mercancía.
-A propósito Balthier, ¿Que es lo que traemos?
-Si te pica la curiosidad... Parece una Magicita de brillo verde.
-Significa que tiene el poder de la naturaleza...
-Oh, que culta, ¿Me podrías explicar la historia de la piedra, maestra?
-Umf Balthier, ni siquiera puedo hacer un pequeño comentario.
El pistolero hecho a reir a carcajadas.
-¡Sabia que reaccionarias asi!¡Jajajajajajaja!
-Umf, ¿Te hace gracia mi indignación?
-Me hace gracia que, despues de tantos años, todavía sigas poniendo esa cara y tomándote así mis bromas.
Fran se puso colorada unos instantes.
-¡Oye...!
-¿Si?-Su sonrisa pícara dejo contra la espada y la pared a la viera, que apartó la mirada.
-No lo puedo evitar...
-Tampoco te voy a recriminar por ello.-Balthier terminó su broma, viendo la incomodidad de ella.
De repente, Fran se puso alerta. Sus orejas hicieron un par de leves movimientos sintiendo algo. Balthier observó sorprendido su reacción. Algo no andaba correctamente.
-¿Ya tenemos aquí al esperado?
-No, algo peor.
-¿A que te refieres?
-Algo grande se acerca Balthier.
-Puede que venga en carro... ¿Te has parado a pensar en eso?
-No es un carro, creeme. Sus vibraciones son muy fuertes, y se acerca a paso rápido. Por favor, prepárate.-La viera desenfundó su arco y preparó una flecha a punto.
-... Esta bien.- Balthier desenfundó su rifle-Yo iré delante.
Balthier avanzó rápido, seguido lentamente por una Fran que apuntaba cautelosamente alrededor del pistolero. Entonces, apareció. De la colina derrecha, que tapaba el horizonte, emergió corriendo un gigantesco Clisosaurio. Parecía furioso y hambriento, y se dirigía hacia sus dos presas más cercanas, en concreto la más cercana: Balthier. Él abrió los ojos y divisó a la criatura que se abalanzaba a lo lejos hacia él. Era virtualmente imposible que semejante criatura se encontrará vagando por esa zona del desierto, y menos tan cabreada. Balthier no creía lo que veía, pero reaccionando rápidamente, disparó un certero tiro al cuerpo del monstruo y corrió hacia Fran.
-¡Retirada!
Fran quedó sorprendida y temió que la criatura se acercara lo suficiente a Balthier, estaba empezando a llegar a sus pies. Disparó una certera flecha en el ojo del monstruo, que se paró unos instantes para rugir de agonía. Aun así no cesó en su persecución del pirata. Balthier se escondió en unos peñascos y se agachó, buscando con la vista una posible salida de esa colina cerrada. Fran cesó en su arco un momento y concentró toda su mentalidad en lanzar el hechizo Inmóvil, que haría que el clisosaurio quedará completamente inmovilizado durante el tiempo suficiente para huir. Cuando estaba en el auge de lanzarlo, sus sentidos captaron una segunda presencia en lo alto de la colina. Detuvo el hechizo y realzó su arco en dirección a donde sentía el movimiento.
-...!!
Una flecha perforante se clavó en su costado derecho, Fran emitió un leve gemido aguantándose el intenso dolor que le producía la flecha. Apuntó con nervios de acero a la figura encapuchada y consiguió devolverle el golpe en su hombro izquierdo. Un tiro certero que hizo quejar a la figura. Fran distinguió, antes de que desapareciera de la colina, dos grandes orejas similares a las de un conejo... ¡Una viera! Solo alguien de su raza hubiera podido evitar sus sentidos con esa facilidad, ocultándose hasta el último momento. De repente, Fran se sentía algo mareada, retiró con una acción seca la flecha y observó que estaba impregnada de un líquido morado.
-¿Veneno...?-Pensó. La cabeza comenzó a darle vueltas, no se sentía precisamente bien. Apoyó su mano en la roca para no caerse por la pérdida de equilibrio.
Balthier divisó un pequeño túnel que daba hacia el otro lado de la colina: El oasis. Ese era su billete a la salvación. Estuvo a punto de hacerle una señal a su compañera pero... Notó que el clisosaurio ya no le vigilaba. Se asomó por la roca y vió que había fijado sus ojos en la debilitada Fran. ¡¿Porque no se movía?! Balthier dedujo en menos de un segundo que algo le ocurria, no podía estar así de tranquila. No siendo ella. El monstruo estaba a punto de lanzarse hacia ella, que seguía sin moverse un ápice. No iba a permitirlo, ni en sueños. El corazón le latía más fuerte que nunca, y se lanzó en una carrera de adrenalina hacia ella. El monstruo se dió cuenta y se lanzó como reacción hacia Balthier.
-¡Fran!
-Bal...
Sin más tiempo, Balthier cogió a Fran y la colgó de su hombro, a cuestas. Demostrando sus nervios de acero, se giró hacia el clisosaurio y consiguió esquivarle cuando le lanzó una dentellada. Entonces corrió hacia el túnel. Irritado ya por el jugueteo de sus presas, el monstruo cargó con toda su furia hacia Balthier. Dió todo lo que pudo de si, cargando a la viera, a la cual la cabeza le daba cada vez más vueltas. En el último momento, lanzó a Fran hacia la entrada y saltó, cayendo fuertemente al suelo. pero le sirvió para esquivar la dentellada en la última fracción de segundo. La criatura se golpeó al no caber por el estrecho túnel y gruñó de rabia, tras lo que comenzó a alejarse buscando nuevas presas. Fran se levantó y se apoyó en la pared, con una respiración entrecortada. Balthier la miró con preocupación tras erguirse.
-Fran... ¿Estás bien?
-Perfectamente Balthier, lo siento. Solo me he dormido en los laureles. Un fallo idiota...
-Eso es imposible viniendo de ti, déjame ver esa herida.
-No es nada, solo un rasguño. Vamos... Lleguemos al... Oasis...-Fran intentó caminar, pero flaqueó y casi se cae, de no ser por los fuertes brazos del pistolero que la recogieron. Todo le daba vueltas y más vueltas, bien le costaba reconocer a su compañero.
-No seas tan dura contigo misma, yo te ayudaré.-Balthier cargó a Fran a su espalda.
-Lo siento...
-Chstt... No eres la mala de la historia... Descansa...
Fran se calló y dejó que Balthier la llevará. Llegaron al oasis y aposentó a la viera bajo la sombra de una palmera. Fué a por agua, llenado de nuevo las cantimploras, y volvió corriendo. Ayudó a Fran a beber algo de agua, no se podía prácticamente mover. Luego examinó su herida. Pasó su mano por ella y advirtió aquella sustancia. Fran no pude evitar emitir un gemido de dolor al sentir como los dedos de su amigo indagaban en la herida.
-Te la tengo que lavar... Es veneno, aguanta...
Abrió un poco la herida y utilizó el resto del agua para lavar la herida y extraer el veneno que se encontraba ahí. Fran aguantó el dolor como pudo, emitiendo pequeños gemidos que le eran insoportables reprimir debido al ardor que sentía en esa zona cuando Balthier se la estaba limpiando. Por fin terminó, Balthier se sentó en la palmera y colocó la cabeza de ella en su regazo, que ahora permanecía tumbada, descansando, con todo dándole vueltas...
-Te pondrás bien, descansa. Por aquí siempre pasan carrozas comerciantes. Estaremos en Rabanasta en un par de horas...
-Bal... Thier...
-Chstt... Concentrese en descansar, señorita- Balthier acarició suavemente su cara, para calmarla. Ella movió sus orejas levemente denotando que su estado se iba relajando.
-Gracias...
Fran no podía más. Sus ojos se cerraron mirando a Balthier y quedó profundamente dormida. Balthier sonrió y se quedó mirándola en silecio. Su belleza brillaba aun más en la contraluz del sol, desde la sombra que aquella palmera les ofrecía...
