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Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer

EL SENTIDO DE MI VIDA


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Prólogo


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Una tarde más estaba allí… en aquella habitación blanca, frente aquella cama de sábanas inmaculadas, sosteniendo la mano de mi madre mientras ella dormía.

Detuve mi mirada preocupada por las facciones de su rostro, cada día más deteriorado. Sus ojeras estaban marcadas, como jamás las había visto, su color de piel amarilleaba opacando aquel color rosado precioso que siempre lucía en sus mejillas. Presioné su mano y rememoré el color verde esmeralda de sus ojos, el cual seguía apagándose a medida que pasaban los días… y que veía cada vez con menos frecuencia. Su máscara de oxigeno no permitía apreciar sus bonitos labios y su pequeña nariz…

-Te pondrás bien… - Susurré acercándome más a la cama. - Tienes que ponerte bien, mamá…

-Hijo, toma. - Dijo mi padre entrando por la puerta de la habitación, sosteniendo en una de sus manos un bocadillo. Ignoré su comentario y seguí mirando a mi madre. - Edward, tienes que comer algo, vas a caer enfermo.

-Edward… - Me llamó mi hermana, cogiendo el bocadillo de las manos de mi padre para acercármelo.

-No tengo hambre. - Dije simplemente.

-Mamá te lo agradecerá cuando se recupere… te estás quedando en los huesos. ¿quieres que se enfade con nosotros dos? - Preguntó Alice señalándose a ella y a mi padre.

Lo cierto era que hambre no tenía, aunque desde hacía un rato había necesitado ir al lavabo. Solté la mano de mi madre, sin mirar a ninguno de los dos y caminé hacia los aseos rápidamente, no quería separarme de mi madre más de lo necesario, porque aunque yo mismo intentaba repetirme que se iba a poner bien, en el fondo sabía que tanto mi padre como mi hermana me estaban ocultando algo…

Mi madre solo se había resfriado… ¿por qué estábamos pasando por esto? Llevaba tres meses hundiéndome en la oscuridad… Un día se resfrió y ahora… tres meses más tarde estaba en aquel hospital, ingresada de gravedad por un cáncer que según los especialistas le había hecho polvo los pulmones…

Maldito tabaco… La causa de su enfermedad era aquel maldito vicio que había intentado dejar varias veces, pero que al final nunca había conseguido dejar del todo de lado.

Al salir del lavabo, que por suerte se encontraba cerca de su habitación, me quedé por un momento paralizado al ver un gran revuelo en la misma… El corazón comenzó a galoparme como jamás había hecho, las manos comenzaron a picarme y corrí hacia la habitación.

Lo que más había temido parecía estar ocurriendo frente a mi en esos momentos y así como las imágenes eran recibidas por mis ojos, mi mente, aun, no podía creer lo que estaba sucediendo de verdad. Estuve mirando paralizado no recuerdo cuánto tiempo, lo único que sé es que me pareció el más largo de toda mi vida.

-¡Ha entrado en parada cardiorrespiratoria! - Gritó alguien.

-¡Mamá! ¡Mamá! - Grité entrando rápidamente a la habitación cuando por fin pude concienciarme de algo.

En seguida me vi obligado a forcejear con los brazos de mi padre sin dejar de llamar a mi madre, quien se sacudía en aquella camilla.

-¡Edward! ¡Vamos fuera! Debemos salir.

-¡Mamá! ¡No, mamá! - Las lágrimas se deslizaron por mi mejilla incesantes pero no por eso mi voz se calmó, si no que fui capaz de gritar con más fuerza. - ¡Mamá!

Mi padre me sostuvo por los brazos con fuerza, por más que luchaba por zafarme de su agarre era imposible… Y yo quería verla, ella no podía irse, no podía dejarme así, justo en ese momento cuando más la necesitaba…

Los médicos gritaban entre ellos, las órdenes eran recibidas y las respuestas claras… Pero aun así yo no quería creer nada de lo que estaba pasando. Me daba la impresión de que si yo iba a su lado, donde siempre había estado, ella iba a recuperarse. Tenía la ilusa creencia de que yo podía salvarla de aquel infierno.

-Edward… - La voz sollozante de mi hermana y su abrazo por mi espalda consiguió que entrara un poco en razón. - Cálmate, estamos como tú… no lo hagas más difícil… - Dijo besando mi mejilla.

Mordí mi labio intentando acallar el sollozo, pero no lo conseguí y menos cuando, después de escuchar algunos sonidos y voces procedentes de aquella habitación, el médico salió con aquella mirada llena de pesar.

-Lo siento… lo hemos intentado, pero no lo hemos podido conseguir, la señora ha fallecido.

Y con aquellas palabras mi mundo acabó por oscurecerse…


Ufss.. ¡Pues hola de nuevoo! Cómo echaba de menos el volver a subir algo... aunque sinceramente me ha costado lo suyo, porque después de tantos meses...

Bueno chicas, pues aquí vengo con una historia más que he ido escribiendo los meses que he estado desaparecida... Espero que os guste :) Ahora mismo subo el primer capítulo.

Nos vemoooooooooos!

Muuá :)