Disclaimer: la creación de Katekyo Hitman Reborn! Y Harry Potter no me pertenecen. Este es un escrito hecho por y para fans.

Género: Romance, Drama, Crime.

Categoría: R-18.

Advertencias: Secuela de Gli amanti. Crossover, Unspeakable!Harry, MoD!Harry, Mafia!fic, child!Reborn, AU, Slash/Yaoi, sexual contents male/male, character death.

Notas: Lo prometido es deuda (?) Disfruté mucho escribiendo Gli amanti y muchos lo saben, adoré cada review que me dieron y aún más las felicitaciones, críticas, opiniones que me dieron (incluso fanarts ;D).

Este fanfic si bien lo hice más para mí que para ustedes, se los dedico, ya que les gustó mucho.


Il Segreto

Capitolo 1 – Le decisioni

Fue quizás en el período gigoló de su vida, en donde no le importaba con quién dormía, que terminó soportando a Bianchi por un largo tiempo, quizás también fue en esos mismos meses en el cual la maldición Arcobaleno tomó su punto más épico en su vida y quedó disminuido en un cuerpo que no se le antojaba para nada atractivo, o quizás era el período en el cual se dio cuenta que era demasiado tarde para ir a buscar o pensar en Harry y decidió quedarse con lo que podía tener —y eso incluía a cierta mujer que no aceptaba un no por respuesta—, o tal vez fue el período en el cual la vida no le atraía demasiado... Ya era demasiado tarde de todas formas, Harry no estaba en su vida y por mucho que el calor de otra persona se le antojaba enfermizo, era demasiado tarde.

Demasiado tarde para él.

El Noveno le pidió ayuda para entrenar a un tal Dino de un clan amigo, después de que por fin decidera salir de su encierro autoimpuesto, él veía esta maldición como si fuera un castigo por su amante perdido, la muestra de su propia tozudez e incluso varios de sus compañeros de armas pensaban lo mismo, aunque Shamal se encontraba reticente al perder a su amigo de parrandas, aceptaba a regañadientes que desde que Avvenente se había marchado, alguien mostraba una tendencia impresionante al uso de puños y armas.

La familia Cavallone es un antiguo aliado de la familia Vongola, y como tal, había tratados que debían cumplirse como entrenar a la futura cabeza quien se entretenía haciendo el bien y algunas tonteras juveniles por Italia.

No salir no era una opción.

De allí en más no vio a Gino por mucho tiempo, sobre todo cuando se fue con el Noveno a quien le tomó cuatro meses de conversaciones cerrar un tratado en Gran Bretaña, él sabía con quién se estaba juntando, sabía con quién se estaba quedando, con quién estaba hablando, comiendo, riéndose, pasando el tiempo y aún así —pese a que las pocas veces que extendieron la invitación para fungir como guardaespaldas— él se negó siempre pensando que la próxima vez tendría el valor suficiente para decir que sí y no dejar escapar la oportunidad de ver a su amante, claro… Hasta que el Noveno volvió a Italia para quedarse allí esperando a su propio sucesor ascender al poder, de allí en más todo fue un tormento inesperado para él mismo, solo él y su propio karma.

Vio una bendición poder irse de este maldito país donde los recuerdos estaban demasiado vivos, demasiado presentes pese al tiempo transcurrido, pese a que ya otro invierno acababa.


"Tsuna" Tsunayoshi Sawada era lo peor que podría encontrar como aspirante a décimo, e incluso si no había un niño peor que él encontraría difícil incluso trabajar con chiquillo que se asustaba de su propia sombra, era francamente patético y lo mismo opinaba su mascota Leon.

—Seré su profesor particular así que no se preocupe, señora Sawada, el Noveno manda sus correspondientes saludos y espera que el tiempo haya valido la espera ahora que yo estoy aquí—había sido claro con las instrucciones de siempre tratar con la verdad a la madre de Tsunayoshi, y aún más tras haber mandando una carta explicando las razones de por qué su hijo estaba siendo entrenado para tomar el puesto, omitió las lágrimas como siempre hacía cuando tenía que dar la noticia de un deceso temprano o en su defecto bastante querido, no sacaba absolutamente nada poniéndose sentimental cuando su propia vida había dado un giro inesperado hace poco más de un año.

—C-comprendo, solo espero que Tsuna llegue a salvo cada día, Reborn-san, y por favor, trate de que no cambie mucho... Tsuna-chan es un niño con problemas pero aun así tiene una personalidad cándida, trate de que no pierda eso.

—Siempre haré mi mejor esfuerzo.

—Por favor cuide de nosotros—dijo inclinando la cabeza levemente en son de respeto.

—Con mucho gusto—respondió él ejerciendo el mismo protocolo—. Ahora que los puntos importantes han sido tratados debo reconocer que mientras más ajena sea a la situación real ante los ojos de Tsuna, más confianza podré ejercer en él, así como sentido de responsabilidad. Ahora de manera extraoficial yo le daré todos los datos necesarios o lo que el Noveno me permita darle a usted con respecto a la situación de su único hijo.

—... No creo que pueda decir que me gusta pero comprendo el racionamiento... Supongo que lo único que puedo esperar por ahora. En lo único que seré intransigente es con los estudios de mi hijo, comprenda que es lo que más me importa por sobre todo este asunto y su propia salud. Puede que no tenga admitido saber todo lo que va a hacer con Tsuna, o lo que acarrea el puesto como tal, pero exijo saber si mi hijo se irá por mucho tiempo de casa, si está en peligro inminente o si en su defecto tiene decisiones importantes para tomar como escoger entre este país y otro (por ejemplo). Quiero ser capaz de apoyarlo lo mejor que pueda.

—Le pasaré el mensaje a...

—Esto no es algo que ustedes me puedan negar. Ni tú, ni mi esposo—espetó estirando bien su postura y clavando los ojos marrones en los contrarios—. Soy madre, Reborn-san, y si usted tuvo la experiencia de preocuparse por otra persona al punto de ser imposible de vivir si no estaba bien sabrá exactamente lo que quiero decir. Él es mi único hijo, la razón por la cual decidí alejarme de todo.

—Comprendo.

—Ahora si me disculpa, me gustaría estar sola durante el resto del día para hacerme a la idea... Tiene mi permiso para delimitar el área y... Hacer sus cosas—el eco de sus pisadas resonaron por la silenciosa casa dejando tras de ella aun más silencio, mientras que él, con su nueva postura y ojos de bebé, veía lo que sería su nuevo hogar: pintoresca y acogedora.

Irritante.

—Es hora de trabajar, Leon.

Y sin ningún otro atenuante, Reborn comenzó a revisar los planos que le mando Iemitsu para activar los túneles alrededor de la casa, así como cambiar el sistema de seguridad un poco para que Nana no se enterara de todo lo que sucedía con su hijo, después de todo ninguna madre debía saber los futuros tormentos que su descendencia podría sufrir en sus manos, haría las cosas más complicadas.


Inglaterra, Londres.

Luna miraba intensamente a Harry, y este no se sentía lo suficientemente cómodo con su mirada tan intensa.

—¿Pasa algo?

—¿No crees que has dejado que los nargles han hecho más que suficiente?

Harry no necesitó que Luna le diera contexto, después de todo, desde su regreso, lo único que Luna podía hablar era de cómo Harry estaba extrañamente descorazonado y de que probablemente un atenuante de esto era que había una cantidad abundante de nargles en Italia.

No había que ser un genio para hacer la suma. Harry dejaría que Luna tuviera sus secretos como él tenía los suyos, pero si había algo que le molestaba es que a veces pareciera que él era incapaz de hacer lo que quería hacer, no lo correcto, lo que era mejor para todos, lo que les traería felicidad. A veces Harry quería ser egoísta, quería ocultarse bajo una roca y no salir nunca más, a veces Harry quería sencillamente destruir todo con su ira y desazón.

A veces, Harry solo quería ser otra alma en el mundo pero Luna era un gran recordatorio que no importaran sus deseos, de vez en cuando tenía que jugar al héroe como ahora, con su mismo corazón.

Desde que volvió de Italia había estado más propenso al peligro, tomando misiones más osadas y sin acompañante lo cual de por sí no era extraño si las misiones fueran normales, pero no lo eran. Harry se encontró cada vez más empecinado en hacerlo todo solo y las cosas no mejoraron cuando le tocó hacer de embajador con Nonno, definitivamente la tensión que se respiraba al inicio de cada reunión era extrema, sobre todo cuando salía y no sabía si vería o no a Renato al siguiente día, pero después de dos meses se rindió, cosa que empeoró todo. Saber que vales tan poco para tu amante (ex-amante, se repitió Harry en su cabeza) no era para nada lindo. Renato ni siquiera quería verlo, y por lo último que supo tampoco estaba falto de cariño.

—Ahora no, Luna—murmuró Harry mientras intentaba prestarle atención al papeleo frente suyo.

—Has dicho eso los últimos meses. ¿No crees que ya es suficiente, Harry? —su voz siempre soñadora interrumpió nuevamente sus pensamientos, no que habían llegado demasiado lejos del tema.

—Él no vino, Luna, creo que la situación se explica por sí sola: Renato no quiere verme ni en pintura, ya tiene una pareja y está más que feliz con aparentar que entre nosotros no pasó nada importante. Perdón si estoy tratando de salvar un poco de mi dignidad tratando de hacer lo mismo.

—Mmmm... Los hombres tienen las ideas más locas, ¿de qué sirve tener dignidad si no te ayuda a ser feliz?

Luna le sonrió cuando se giró a verla y Harry la vio partir como siempre, dando pequeños saltos en su caminar murmurando cosas que solo ella entendía.

Dignidad, ¿huh? Que maravilloso concepto.

Si Harry estaba siendo honesto consigo mismo, no es la dignidad lo que lo tenía anclado a Gran Bretaña, sino que sus sentimientos, ya no quería ser herido más de la cuenta, ¿es que eso era mucho pedir? No, para él no lo era, aunque le doliera admitir que Renato había escarbado duro en su corazón, Harry no tenía ganas de que lo poco que había podido recuperar de su antiguo yo se fuera una vez que viera a Renato de la mano de una mujer que sabía que tenía, después de todo no era tan masoquista como quería hacerse ver, con las noticias que Gino le había dado eran más que suficientes.

No, era hora de avanzar, quizás no rápido como lo había hecho Reborn, pero comenzar a normalizar su vida y tal vez comenzaría por dejar de tomar tantas misiones solos y salir más con sus amigos. Ya tenía 23 años, era hora de comenzar a asentarse.


Japón, Namimori.

Reborn miró con desesperación la situación en la cual se encontraba ahora. Al parecer el apodo de "Dame-Tsuna" no era sencillamente por bullying, sino porque el hijo de Iemitsu realmente era un cero a la izquierda, tenía dos pies izquierdos y manos de cristal, era incluso peor que Dino.

—¡Hiiii! —y siempre dando aperturas para ser atacado. De no ser por sus amigos él desecharía por completo a Tsuna como próximo líder, muy inseguro de su propio destino, sin aspiraciones o siquiera gustos. Nada, era un gran lienzo en blanco que no quería ser parte de algo, por lo menos Dino tenía gustos y disgustos, como también estaba dispuesto a arriesgar todo por sus subordinados, por ver florecer otra vez el nombre de su familia.

Tsuna, por otra parte, no quería nada de eso. Renegaba de sus raíces y del esfuerzo que Nonno estaba haciendo al nombrarlo heredero.

—¿Más té, querido? —Reborn miró a Bianchi a su derecha mirando todo impasible, el sentimiento de culpa aun no abandonaba su vientre y dudaba que lo haría.

—Gracias.

Por ahora solo quedaba ahogarse en su trabajo y aprovechar lo mejor de esta nueva situación: nadie esperaba nada de él, por lo menos no en términos de Harry.

Gino tenía una misión en Grecia, Shamal estaba haciendo quién sabe qué cosa en los Estados Unidos y él sencillamente estaba perdiendo su vida en Japón entrenando a un idiota que no sabía nada de sí mismo. No había nadie que le recriminara algo, Bianchi estaba en su nube de ilusión con su relación que Reborn no le veía ningún futuro y en los últimos meses no le había llegado ninguna información sobre él, cosa que agradecía, ya tenía suficiente con sus propias memorias para agregar algo más.

Su celular sonó por primera vez en muchos días y vio que tenía un mensaje de Hayley de quien no había sabido nada desde hace tres semanas, al parecer estaba en un asunto formal por parte de Nonno. Pinchó el enlace y supo en ese mismo momento que tal vez sus amigos querían decirle algo por una millonésima vez pero él era demasiado obtuso para verlo.

Era Harry, con su cabello un poco más largo, las mismas facciones y sus ojos verdes intensos como lo recordaba. No estaba con la ropa que él acostumbraba a verlo, sino con unas túnicas que según su punto de vista lo hacían ver más exquisito, sonreía ligeramente al celular mientras era abrazado por Hayley, ambos parecían estar en una casa bien decorada.

Grimmauld Place #12, Londres.

No había nada más escrito y Reborn sabía que no necesitaba nada más tampoco. Pero ya era demasiado tarde, no con este cuerpo, no con esta maldición y ya no en esta vida. Miró a Bianchi de reojo.

Su oportunidad yacía perdida, no había nada más que hacer. Borró la foto sin ningún miramiento, Harry encontraría alguien mejor, alguien quien no le tuviera miedo al compromiso o a hacerse daño. Alguien mucho mejor que él y sus estúpidos temores.

Su teléfono volvió a vibrar.

Tiene una cita a las 20:00, solo por si querías saber.

—¿Reborn?

—Lo siento, es que no me acostumbro todavía con mis manos pequeñas.

—No te preocupes, te conseguiré otro.

—Gracias. ¿Crees que Mama tenga espagueti hoy?

—¿Por qué, se te antoja?

—Sí, pero creo que es mejor que vaya a ayudar a Dame-Tsuna.

Ni Bianchi ni Reborn dijeron algo más por el teléfono que yacía roto en el suelo.

Es lo mejor—se repitió por millonésima vez—, es lo mejor.


¡Wow! Tenía una deuda con esta historia hace eones, pero les prometí cuando subí Hanakotoba que subiría o esta historia o Charmes a Minuit. Seré honesta: trabajaré el verano así que no sé con cuanta ocurrencia podré subir los capítulos pero la historia en sí ya tiene fin, solo falta acomodarlo a mi gusto para poder subirlo.

Los próximos capítulos espero hacerlos más largos. Espero que todo el tiempo que demoré haya valido la pena para ustedes, nos vemos en el próximo capítulo.

Cheers!

-Derwyd