Corazón de Dragón

Disclaimer: League of Legends pertenece a Riot Games, solo hago uso de sus personajes con fines creativos.

Aclaraciones: Bienvenidos a la Grie- digo, bienvenidos a mi segundo fanfic de League of Legends ¡Esta vez los protagonistas son Tristana y Riggle!

Como he puesto en las etiquetas, esto será un AU (Alternative Universe) donde los personajes de League of Legends se desligarán completamente de la historia original. Mantendré los nombres, personalidades y los lugares mencionados en el juego, sin embargo jugaré con la trama a mi gusto. Advierto que este fic probablemente contenga violencia, muertes y vocabulario soez.

Los yordles de este fic estan en su versión humanizada. Sin embargo se les seguirá diciendo yordles porque es una raza "especial" de humanos.

Como siempre, muchísimas gracias por leer. Espero que les guste.


La ciudad de Bandle estaba bajo el gobierno de Noxus. Hace mucho tiempo atrás, habían sido una ciudad independiente que gozaba de una buena economía debido a sus recursos naturales. Sin embargo, luego de que Noxus y Demacia habían iniciado una guerra para expandirse; todo el continente se había vuelto un mero mapa donde colocar banderas. Los habitantes de la ciudad de Bandle eran los yordles, una raza de humanos bastante peculiar que tenían una especie de conexión especial con la magia.

Antes de la invasión noxiana, los yordles contaban con una milicia destacada por su fuerza y valor, incluso un armamento que podía hacer caer a todo un ejército. Pero nada de eso había sido suficiente cuando Noxus los había atacado en plena noche, sin siquiera una declaración de guerra. La poca e improvisada resistencia que habían logrado armar los artilleros y unos pocos soldados habían logrado mantener en pie la ciudad durante unas horas...Hasta que los asesinos noxianos les habían cortado la garganta. Los yordles pese a todo, no habían aceptado la rendición.

Finalmente, casi toda la ciudad había quedado reducida a cenizas y sus habitantes habían sido obligados a aceptar duras términos tras la derrota final. No se les permitía comercializar con otras ciudades, la milicia yordle había sido prohibida y el gobernador de la ciudad de Bandle era un militar noxiano, el cuál mantenía todo controlado a través del miedo. Los yordles eran considerados parte de Noxus, estaban clasificados como ciudadanos secundarios. Apenas se ocultaba el sol, comenzaba un toque de queda, cualquier yordle que fuese visto fuera de su hogar sería arrestado y llevado al tribunal. Además de ello, todo comentario que atentase contra Noxus sería considerado como un acto de traición.

Pese a todo, los yordles seguían manteniendo viva su cultura y tradiciones; lejos de los oídos humanos, ellos seguían cantando las canciones que se entonaban antes de la invasión. Las historias de los valientes héroes que habían luchado hasta el último aliento eran contadas a los niños antes de dormir. Tristana se había criado escuchando todas y cada una de aquellas narraciones, a menudo soñaba despierta con volverse una heroína que expulsara a los noxianos de su tierra.

Tristana se despertó apenas sintió el viento helado de las montañas golpearle en las mejillas. Eso era el anuncio de que pronto caería la noche y ya era hora de irse a casa. Tristana suspiró de forma resignada ante la idea de que ya se había acabado su libertad por hoy.

"Estúpido toque de queda" Pensó mientras se levantaba del piso donde se había quedado tendida luego de una ardua jornada de trabajo, había logrado cazar dos conejos, uno sería para cenar y el otro para venderlo en el mercado. Emprendió el camino de regreso hacia su hogar y se abrazó a sí misma intentando cubrirse del viento. Aún no era invierno, así que había dejado la chaqueta en su casa y ahora se arrepentía de no haberla traído consigo. De pronto escuchó algo moverse a la distancia entre los árboles. Tristana sonrió, sintiendo que era su día de suerte; a juzgar por el ruido era una presa grande.

Aún tenía una hora antes de que el toque de queda comenzara oficialmente, si tardaba media hora en matar al animal podía correr todo el camino hacia la ciudad para llegar a casa. Sin dudarlo acomodó mejor el cinturón con los conejos y sacó el arco con las flechas para comenzar con la cacería. Lamentablemente, las armas de fuego estaban prohibidas y no podía arriesgarse a acabar en el tribunal por ello.

Tristana siguió el rastro, algo le decía que el animal era un jabalí. Se movía de manera lenta, sin embargo sabía donde esconderse para escapar de ella. La chica solo tenía cinco flechas en el carcaj y ya había desperdiciado una. Profirió una maldición entre dientes y continuó adentrándose más en el bosque; ahora la caza se había vuelto algo personal. Si mataba a aquel animal, tendrían comida para el duro invierno o lo vendería para pagar los impuestos atrasados.

La chica tensó el arco cuando vio que su presa se había detenido en un río para beber agua y se quedó escondida entre los árboles, afinando su puntería. El animal era un jabalí y bastante grande, Tristana sonrió triunfal.

"Eres mío"

De pronto un sonido de algo gigante estrellándose la hizo fallar el tiro. Tristana saltó asustada por la sorpresa y en solo unos segundos, recuperó la compostura para colocarse en posición defensiva, intentando averiguar de donde provenía el sonido. Miró hacia todos lados y se dio cuenta de que ya había oscurecido.

—Mierda ¡El toque de queda!— Gritó y ya era demasiado tarde como para volver a la ciudad, lo único que conseguiría era una citación al tribunal y problemas para su padre. Tristana guardó su arco en su espalda y sacó el cuchillo que llevaba en el cinto, no le gustaba la idea de cuerpo a cuerpo, sin embargo en un ataque sorpresa, era más fácil defenderse con aquello.

No le quedaba otra opción más que pasar la noche en el bosque y rogar para que su padre creyera que se había quedado en casa de Rumble. O mañana la habían a reprender, bueno, eso era mejor que terminar siendo atrapada por algún guardia. Tristana caminó en dirección al lugar donde había escuchado el ruido, sabía que lo más seguro era alejarse de aquello...Pero su curiosidad era aún mayor que sus propios medios.

Llegó a un claro en un bosque y se encontró con la sorpresa de que había algo gigante en medio, y al parecer, respiraba. Tristana tragó saliva mientras se acercaba sigilosamente.

"¿Que es eso?" Se preguntó a sí misma y la gran masa se movió hacia a un lado, Tristana dio un salto hacia atrás al ver que la criatura mostraba un par de afilados dientes y la miraba con sus ojos llenos de odio, al verla más de cerca notó que la bestia estaba gravemente herida y además, tenía algo entre sus garras. "¿U-un dragón? ¡Imposible!"

Los dragones estaban casi extintos. De hecho, se decía que probablemente no quedaban más de diez alrededor de todo el mundo. Matar a uno era el equivalente a tener una mina de oro en las manos. Pero cualquier intención de hacerlo desapareció de la mente de Tristana cuando notó que lo que llevaba el dragón en sus manos era un huevo.

—¿Es tu hijo?—Preguntó la chica y la bestia rugió en advertencia.—Tranquilo, no te haré daño—

Tristana arrojó el cuchillo que llevaba en la mano junto al arco y el carcaj. El dragón la miró y ella sonrió de forma nerviosa, sacó uno de los conejos de su cinto y lo movió en frente de los ojos de la bestia.

—Apuesto a que estás hambriento— Dijo y arrojó el conejo, el dragón movió su largo cuello y lo atrapó devorándolo en un solo bocado. Tristana volvió a acercarse hasta llegar al lado de este y se sentó en el piso, el dragón ni siquiera parecía dispuesta a atacarla. La bestia era sumamente majestuosa, sin embargo sus alas tenían diversas perforaciones y varias flechas estaban incrustadas en su cuerpo.—¿Quieres que te ayude a quitarte esas cosas, amigo?—

El dragón dio un gruñido.

—Ah...Lo siento ¿Amiga?—La dragona movió la cabeza como si asintiera.

Tristana con mucho cuidado, se dedicó a curar las heridas de la criatura. Primero extraía las flechas, buscando evitar el mayor daño posible y luego las limpiaba con un poco de agua que traía en su cantimplora. Le tomó varios viajes ida y vuelta hacia el río, pero al cabo de unas horas lo había logrado. Las heridas más graves las había cubierto con hierbas medicinales del mismo bosque.

"Lo más probable es que la hayan derribado y ella al haber estado protegiendo a su huevo no pudo defenderse. Como sea, me alegro de haber estado aquí."

—¿Estás mejor?—Preguntó y al sentarse en el piso, sintió como el frío le golpeaba, al estar en movimiento constante no había notado el como la temperatura había bajado drásticamente. Los dientes le castañeaban y temblaba de pies a cabeza; la dragona pareció percatarse de ello y abrió una de sus alas para hacerle espacio a la chica.—Oh...gracias—

Tristana se acomodó entre una de las patas delanteras de la criatura y su ala, de inemdiato sintió como un agradable calor la invadía y notó que el huevo estaba a solo unos centímetros de ella.

—¿Es tu hijo?—La dragona asintió y a Tristana le pareció que esta sonreía como una madre orgullosa.—De seguro será grande y fuera como su mamá—

De pronto el cascarón comenzó a trizarse. Ambas dirigieron su vista hacia el huevo y Tristana saltó para darle espacio al ser que veía en camino. La cabeza de una pequeña criatura salió de este, llorando y moviéndose torpemente para salir de su huevo. La chica se quedó de pie, mirando con fascinación el como la dragona limpiaba la cabeza del recién nacido con su lengua.

Tristana se acercó con algo de timidez y saludó al pequeño con una sonrisa en los labios. Este solo emitió un sonido parecido a un lloriqueo y la yordle, asustada, se alejó un poco. Aún estaba oscuro y había comenzado a llover, la dragona había vuelto a acurrucar a su bebé y a Tristana bajo sus alas para resguardarlos del frío. Los dos cayeron en un profundo sueño.

Boom.

Tristana se despertó de golpe y al moverse repentinamente, el bebé dragón se despertó. La chica se separó de la pareja rápidamente y tomó sus armas, lista para pelear si era necesario.

"Si las heridas estaban frescas, quizás los cazadores estén buscándolos aún ¡Oh mierda!"

—¡Tienen que irse!— Dijo Tristana acomodando sus armas—¿Puedes volar? Yo...Yo...Les conseguiré tiempo ¡Huyan!—

La dragona miró a la chica y le negó con la cabeza. Luego tomó al pequeño dragón del cuello para colocarlo en los brazos de Tristana.

—¡No!—Gimoteó la yordle sosteniendo al bebé que había comenzado a llorar de forma descontrolada. La dragona emitió un gruñido y se levantó del piso, dejando a la vista diversas heridas en su abdomen. Sin embargo, lo que más había preocupado a Tristana era el ala que la criatura no había podido mover.

No podía volar.

Un dragón que no podía volar, era el equivalente a una bestia muerta.

—No—Volvió a negar Tristana mientras sostenía a la criatura que batallaba por librarse de ella e ir al lado de su madre.—No puedes dejarlo solo—

La dragona miró a los ojos de la chica y por un segundo, sintió como esta parecía haber susurrado algo en su mente.

"Cuida a Riggle por mí"

—Te lo prometo— Dijo la yordle asintiendo. La dragona Ese movió con dificultad y lamió por última vez la cabeza de su pequeño, un gesto que nunca más volvería a hacer.

Los disparos volvieron a escucharse y Tristana abrazó al bebé dragón, que había comenzado a llorar llamando a su madre, para iniciar una loca carrera por sus vidas en medio de la lluvia y la oscuridad.