Capítulo 1: empezar con mal pie…

De nuevo, en King's Cross, un par de chicas hacían lo imposible, corriendo para llegar a un tren que salía dentro de tres minutos exactos. De hecho les pasaba casi cada año puesto que no había ni uno en el que hubieran podido subir tranquilamente y buscar un compartimiento vacío.

.- Si no hubieras insistido en ir en metro ahora mismo ya estaríamos en el tren.-reprochaba una chica pelirroja a la que caminaba a su lado.- seguro que ahora mismo Audrey ya estará poniéndonos de irresponsables para arriba.-se quejó poniendo morritos.

.- Oh, pero es que nunca lo había cogido!-dijo ella sonriendo maliciosamente haciendo pose de falsa inocencia. Vittoria era una chica de aspecto mediterráneo, de hecho era italiana, su piel estaba bronceada y sus piernas largas destacaban en Hogwarts por ser las mejores. Sus ojos eran de color verde extremadamente claro, rodeado por un tono más oscuro. Su pelo que ahora llevaba sujeto en dos trencitas que le llegaban hasta debajo de los pechos era de color violeta oscuro.

.- Ya, ya Vittoria.-aceptó con resignación- Pero, ¿era necesario que estuvieras casi media hora tonteando con el chico que te ha cedido el asiento?-preguntó la pelirroja entrecerrando los ojos. Lily, la chica pelirroja, (ja, como si no lo supierais…) ahora había mutado hasta tener la cara del mismo color a causa de su amiga que la estaba poniendo de los nervios. Al contrario que ella, su piel era totalmente blanca excepto por unas pequitas desperdigadas por todo el cuerpo y que más de un voluntario se ofrecería a contar. Poseía unos ojos verde esmeralda de forma almendrada que describían en cada momento su estado de ánimo y una boca de labios gruesos y rojos en la que casi siempre se podía entrever una sonrisa.

.- Por supuesto.-contestó ella con picardía en su sonrisa y en sus ojos color verdoso.- Venga vamos ya, mira quién nos espera allí, Lily.-dijo señalando a una chica que miraba su reloj impacientemente. De repente, alzó la cabeza pero no para mirarlas a ellas sino para ver como un grupo de cuatro ruidosos chicos se acercaban hacia allí, corriendo y arrastrando sus baúles excepto uno de ellos que lo llevaba con un carrito de la estación.

Encabezados por un chico castaño con el pelo recogido en una coleta, lo seguían dos chicos más, ambos morenos sólo que uno tenía reflejos azulados y el otro tenia el pelo totalmente indomable y de color azabache. Les seguía a varios metros (por no decir kilómetros) un chico rubio y regordete que casi arrastraba la lengua del cansancio. Enormes gotas de sudor empapaban su cara al contrario que sus amigos que estaban tan frescos.

El rubio apoyó las manos en sus rodillas al notar que sus amigos se habían parado e intentó recuperar el aliento pues jadeaba sin control.

Audrey frunció el entrecejo pero al ver a sus amigas agitando las manos saludándola suavizó la expresión hasta convertirla en una bella sonrisa que era la envidia de la mitad femenina de Hogwarts.

.- Al fin.-dijo con una sonrisa aliviada de saludo. Las otras dos la abrazaron conjuntamente haciéndose perdonar al instante aunque sabían que ahora les tocaba una reprimenda de la "prefecta Audrey".

.- Sí, es que Lils tenía que tontear con un chico del metro y…-empezó la italiana, haciendo que Lily se enfadara más.

.- Pero cómo te atreves!-saltó la susodicha al instante, roja como un tomate y con chispeantes ojos verdes.

.- Chicas, ya basta.-ordenó con su mejor tono autoritario aunque sin poder aguantar una carcajada.- Ahora, si dejáis de discutir, podremos coger el Expreso este mismo año, os hace?-dijo con un tono de voz falsamente dulce que realmente las asustó aunque quedaba borrado por ese asomo de sonrisa que ya llevaba en los labios. Tan sólo con la simple aparición de sus amigas, su mente había desplazado rápidamente lo que segundos antes acaparaba por completo su atención.

.- ¿Dando órdenes como siempre, Cassaday?-preguntó el joven de la coleta mirando a la chica con sus ojos dorados y una sonrisa engañosamente amable.- No, no, no…-dijo negando con el dedo y con los ojos muy abiertos.- Al final vas a conseguir asustarlas…-dejó caer como si nada. Todo lo dijo con un tono irónico, arrastrando las palabras desagradablemente.

.- No, si al final va a ser verdad eso que dicen que todo se pega.-dijo con una sonrisa triunfante. Los chicos pusieron cara de confusión.- Cada vez tu forma de hablar se parece más a la de Snape…- (ufff, golpe bajo.)

.- ¿Cómo te atreves?- saltó él perdiendo enseguida ese aura de serenidad de la que todas las chicas de Hogwarts (o casi) estaban enamoradas.- Quítate de en medio, Cassaday-murmuró con la mandíbula apretada. Audrey esbozó una sonrisa sarcástica y se cruzó de brazos.

.- Te crees que te voy a hacer caso cómo cualquiera de tus estúpidas admiradoras, Lupin? Las cosas se piden con educación, si es que tú usas de eso-dijo con pose altiva. Dos risitas contenidas se oyeron a su espalda y las reconoció como las de sus amigas por lo que su sonrisa de suficiencia se amplió un poco más y su barbilla subió con altivez. Remus le mandó una mirada de desprecio que rebotó en el duro caparazón de la chica e ignoró por completo su hiriente frase.

De repente todos oyeron remotamente el pitido de un tren. Automáticamente miraron el reloj y sin mediar palabra echaron a correr de nuevo hacia la barrera que separaba el andén muggle del mágico. Lily y Audrey entraron las primeras, seguidas por Vittoria y Remus, luego James y Sirius y finalmente Peter que iba empujando su carrito. Se abrieron paso entre la gente que intentaba salir del andén 9 y ¾ que se apartaba asustada de la velocidad de los siete adolescentes. El tren ya estaba en marcha y las pesadas ruedas de hierro empezaban a moverse lenta pero constantemente. Los chicos iban esquivando los magos y brujas que salían y se iban acercando corriendo hasta el humeante expreso de color escarlata. Sin embargo no todo podía salirles bien.

Peter, que iba el último detrás de Audrey, no controlaba digamos que demasiado bien su carrito con el baúl y la jaula de su búho. En un giro inesperado, Peter arrolló literalmente a Audrey haciendo que esta se torciera el tobillo y cayera al suelo soltando un montón de improperios a Peter que no voy a escribir aquí porque me harían subir el rating. Peter, como es natural en él, ignoró a la chica y siguió corriendo, temiendo por su vida y por perder el tren aunque así dejara a Audrey al suelo, siendo su culpa que estuviera así. Las amigas de Audrey tampoco oyeron sus gemidos de dolor (ya que se había torcido un tobillo) así como tampoco James y Sirius pudieron oírlo y con los decibelios que estaban siendo proferidos esos insultos hacia la rata, pensaban que la chica les seguía a poca distancia. Sin embargo, Remus, con su fino oído de licántropo, pudo oír hasta el crujido del tobillo torciéndose y posteriormente todos y cada uno de los insultos dedicados a su amigo, reconociendo al instante la voz enfadada de Audrey puesto que la había oído así miles de veces con la sola diferencia que los insultos iban destinados a él.

El muchacho, pese a su odio hacia la chica, era un buen chico por lo que se sintió obligado a volverse y a correr hacia la chica, rezando interiormente para no perder el tren. Mientras tanto, Audrey intentaba levantarse pero en su mente dramática ya se formaba imágenes del tren yéndose sin ella, empezando una vida sin salida, teniendo que suplicarle a su padre, aceptando un compromiso, vendiendo sus joyas de familia… Un drama, vamos. Para colmo, los ojos se le estaban llenando de motitas de polvo que se arremolinaban a su alrededor y ya empezaba a desesperar cuando notó que una mano tiraba de ella con fuerza. Ni siquiera pudo ver quién la estaba "salvando de un destino incierto" (exagerada ¬¬) pero se dejó llevar por su instinto y cogiendo el baúl empezó a correr apoyándose en él.

Y corriendo y corriendo llegaron al fin hasta el último vagón del brillante tren. Mientras tanto, Lily y Vittoria habían estado cargando los baúles y ayudándose a subir mutuamente. James, Sirius y Peter hicieron exactamente lo mismo y, con una compenetración admirable, ambos grupos gritaron a la vez:

.- Remus!-gritaron los chicos.

.- Audrey!-gritaron las chicas.

A buenas horas se daban cuenta de su falta! Mientras tanto, el tren ya se alejaba de la estación y no había rastro de sus amigos en ningún sitio. Buscaron por todo el tren, miraron en todos los vagones, compartimentos, baúles… ¡Todo! Y en ningún sitio los encontraron. Mientras tanto, el tren ya había echo buena parte de su recorrido y los cuatro chicos, (Peter se había dormido nada más encontrar un sitio libre) estaban caminando histéricamente en el único vagón que encontraron y que, por desgracia tenían que compartir.

.- Como tu amiga le haya echo algo a mi amigo, Evans, tendré que escarmentarla!-amenazó un muy nervioso James, moviéndose de un lado a otro en el vagón y señalando con un dedo a la aludida que no era otra que Lily.

.- Por Merlín, Potter!-dijo esta, un poco harta.- Hablas como un padre anticuado…-se quejó.- Además, te recuerdo-puntualizó- que si mi amiga está ahora en paradero desconocido es por el imbécil éste de aquí.-dijo señalando a Peter como culpable de todo.

.- ¿Qué? ¿Yo? ¡Yo no he sido!-chilló con voz asustada y casi a punto de llorar.

.- No te metas con él.-dijo Sirius más por hablar que por defender a su amigo.

.- Tú no le defiendas. Sabes tan bien como yo y todos los que estamos en este vagón que todas las desgracias que suceden es por que él está cerca y sino haz la prueba- rebatió Vittoria alzando la barbilla con desafío.- En primero, ¿quién fue el que al sentarse rompió el taburete para la selección e hizo que todos los demás la hicieran de pie? Peter.-se auto contestó ella misma con un gesto de suficiencia.- En tercero, no había ni un día que la mazmorra de pociones no acabara llena de humo, inundada o negra de la explosión del caldero de tu amiguito.-siguió enumerando con los dedos.- Y miles de cosas más que hace él y que nos ponen en peligro a los que estamos cerca.-dijo señalando a Peter que ahora, acurrucado en el asiento fingía estar dormido porque tenía miedo a represalias de la chica esa.- Tu amigo es un peligro público.- concluyó cruzándose de brazos.

.- Bueno, tampoco te pases…-intervino James, un poco impresionado por la de cosas que llegaba a hacer Peter.- Puede que sea un poco patoso pero es un buen chico (si, claro… tu di que sí, James, cariño…si es que…). Lily le mandó una mirada de suspicacia a su amiga Vittoria y bufó con incredulidad.

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Y en la estación…

.-Todo esto es por tu culpa!-exclamó el licántropo viendo cómo el expreso escarlata se les escapaba por unos preciosos segundos. Al fin se habían dado cuenta quiénes eran y la sorpresa no fue lo que se dice agradable.

.- ¿Por mi culpa?- empezó demasiado calmada. Uff mala señal…-¡¿Mi culpa!-dijo señalándose a si misma.- Tu has visto esto?-preguntó levantando la pierna hasta dejar ver un tobillo hinchado y ligeramente amoratado.- Es obra de tu querido amiguito Peter. Resulta que no había suficiente suelo para él y ha tenido que pasar por encima de mi tobillo para poder coger el tren.-concluyó sin dejar a Remus ni un poco de razón para defender a su amigo. Se fijó en que la chica tenía los ojos ligeramente brillantes y parecía estar a punto de llorar. Decidió dejar el honor de su amigo a un lado y se arrodilló frente a la chica cogiéndole el pie con delicadeza.

.- Déjame mirarlo.-pidió de forma brusca. Audrey entornó los ojos pero dejó de hacer tensión en el pie.- ¿Te duele si hago así?-preguntó con tono profesional haciendo un movimiento suave con el tobillo magullado de la chica. Su respuesta fue un sonoro grito que resonó en las paredes del andén 9 y ¾.

.- Claro que me duele.-sollozó la chica intentando quitar el pie de las manos del chico.

.- Estate quieta.-ordenó el chico con tal determinación escrita en sus ojos que hizo parar de patalear a Audrey.- Creo que con este hechizo…-murmuró sacando su varita.- Ahora no te muevas, notarás una quemazón pero no será nada.-mintió. ¡Pues claro que le iba a doler! Era como si te estuvieran mandando un crucicatus en el tobillo pero si se lo decía a Audrey era imposible que le dejara hacerlo.- Normalmente el dolor se evita con una poción pero yo no la tengo aquí.

.- Pues adelante.-dijo Audrey fingiendo una valentía que en esos momentos no tenía para nada. Remus notó que los ojos grises de la chica que siempre afrontaban sin temor a los suyos le rehuían pero no le dio importancia. Alzó la varita y pronunció el hechizo.

El pie de la chica empezó a brillar, desprendiendo una luz rojiza y mucho calor. Remus, sin saber porqué, se encontró con su mano entre los dedos apretados de la chica que aguantaba el dolor estoicamente apretando la mandíbula y cerrando los ojos muy fuerte. Conocía la sensación de calor que daba ese hechizo pero lo peor estaba por venir. Y, a juzgar por la presión en la mano, ya se estaba dando la peor parte del hechizo.

.- Pensé que decías que no dolería.- murmuró ésta con la mandíbula apretada para no gritar.

.- Es que si te decía la verdad no me hubieras dejado curarte.-confesó él, alejándose un poco al ver que la presión en sus dedos había disminuido considerablemente. La luz del pie se disipó a los pocos segundos y Audrey lo apoyó en el suelo, probando la eficacia del hechizo.

.- Gracias.-murmuró al poder dar dos pasos seguidos sin el menor tambaleo.

No dijo nada más pero por la mirada con la que acompañó ese gracias, no lo decía solo por el hechizo. Le estaba agradeciendo el haberse quedado pese al odio mutuo que sentían el uno por el otro, haber perdido el tren para quedarse a ayudarla.

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Mientras tanto, en el expresso de Hogwarts los nervios estaban de punta. Los prefectos del tren habían echado en falta a dos personas, concretamente a los dos prefectos de Gryffindor, por lo tanto, personas responsables y serias, en las que se podía confiar. Lily y Vittoria habían ido a hablar con los prefectos, los premios anuales y hasta con la señora del carrito de las golosinas pero todo el mundo les había dicho que lo único que podían hacer era esperar. James y Sirius se habían tomado el consejo como una orden y ahora jugaban al snap explosivo mientras Peter seguía durmiendo. Eso, a las chicas no les entraba en la cabeza por lo que Lily al final explotó.

.- Cómo podéis estar tan tranquilos cuando un amigo vuestro está quién sabe dónde? ¿Y si no pueden llegar?-preguntó preocupada e histérica. Por algún lado tenia que salir ese estrés acumulado y qué mejor que pelear con Potter un rato para relajarse.

.- A ver Evans,-dijo James.- No es que no estemos preocupados, sólo que no lo exteriorizamos cómo vosotras, que sois un par de histéricas.

.- Ah, que nosotras somos unas histéricas?-saltó Vittoria que también necesitaba desestresarse.- Pues me parece recordar que tú mismo-dijo señalando despectivamente a James.- te has puesto a despotricar contra mi amiga.

.- Bueno eso era antes…-se medio disculpó el animago revolviéndose el pelo con nerviosismo.- Pero ahora las que estáis como dos fieras sois vosotras eh!

.- Bueno, bueno, ya está bien.-dijo Sirius que hasta ahora estaba mirando por la ventana escuchando sólo a medias la "conversación".- Si os queréis pelear, hacedlo en silencio.- Vittoria se quedó un momento perpleja para luego soltar una carcajada que descolocó momentáneamente a todos los presentes.

.- En fin.-suspiró después de secarse una lágrima que le había salido de tanto reír.- No creía que pudieras ser más estúpido pero veo que hasta tú a veces te superas, Black.-dijo con una sonrisa maliciosa. El chico frunció el entrecejo y sus ojos se redujeron a dos rayitas grises que la miraban con reproche. Intentó serenarse, de verdad, pero al final no pudo aguantar más y la chica soltó una carcajada suave que hizo que Sirius se volviera enfurruñado hacia la ventana sin mirarla más durante todo el viaje.

Por parte de James y Lily, su batalla se convirtió en silenciosa pues mientras ella le mandaba miradas de enojo, él se las respondía con besos al aire cosa que la enfurecía mucho más. Al no haber insultos sonoros (porque en el caso de Lily estaba recitando mentalmente todos los que conocía), Vittoria se aburría pues de las otras dos personas (por llamarlos de algún modo) que quedaban en el vagón, una estaba roncando y la otra sin apartar los ojos de la ventana. Con un suspiro, la chica se levantó y sin despedirse ni nada salió del compartimiento. Sirius apartó entonces la mirada y se quedó viendo el asiento dónde antes había estado la chica y con otro suspiro salió también del compartimiento tomando una dirección distinta.

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En la estación, la cosa se estaba complicando. Dos de los alumnos más brillantes del curso, ambos prefectos, se habían quedado atrapados en el andén 9 y ¾ sin tener ni idea de lo que hacer y con la pinta de poder aguantarse mutuamente poco rato más.

Audrey estaba sentada, abatida en su baúl y Remus la había imitado sentándose en el suyo propio. Tras un rato de silencio, ambos se miraron con expresión de fastidio.- Vale, no se me ocurre nada para volver… ¿Has pensado tú en algo?

.- No.-confesó el chico. Mirando a su alrededor no había nada que pudieran hacer, al menos, nada más rápido que mandar una lechuza. Y precisamente era lo que Audrey había pensado de hacer pues ya estaba buscando en su baúl un trozo de pergamino y una pluma para ponerse a escribir.

.- Muy bien, qué le digo a Dumbledore?-preguntó mirando el pergamino en blanco.- Haber…-dijo rascándose la barbilla con la pluma. Remus se fijó en ese gesto y sonrió pensando en que él hacía exactamente lo mismo. Entonces se fijó en que la chica le estaba mirando con esos ojos grises, fríos y calculadores y que probablemente se estaría cuestionando su salud mental. Rápidamente borró esa sonrisa de la cara y se puso a escucharla.- Le podríamos decir que hemos perdido el tren y que estamos en el andén… igual hace que el tren vuelva…-dijo inocentemente. Remus rió por su ingenuidad cosa que ella no se tomó demasiado bien.

.- Claro,-dijo sonriendo sarcásticamente.- el tren va a volver para recoger a dos personas, no?

.- ¿Pues qué propones tú listo?-dijo ella en el tono más prepotente que había en su repertorio.

.- Muy fácil. Le decimos que vamos a Hogsmeade y desde allí vamos andando a Hogwarts. Si tenemos suerte, igual nos manda un carruaje o algo así…-dijo el chico. Audrey tubo que aceptar que la idea que había tenido Remus era mucho mejor pero ni loca se lo diría así que fingió aceptarlo como si esa decisión fuera la peor de su vida.

.- Supongamos que te hago caso.-dijo con superioridad.-y le decimos eso a Dumbledore. ¿Cómo se supone que llegaremos a Hogsmeade?-preguntó mirándolo acusadoramente. El chico se vio descubierto, pues no había pensado en nada para ir allí. Audrey, que conocía esa cara de desconcierto, dibujó en la suya una sonrisita de aquél que sabe la respuesta a todo pero prefiere dejar a los demás que lo adivinen.

.- Pues no lo sé.-suspiró derrotado. La sonrisa de Audrey se amplió a límites insospechados y su mirada adquirió el típico brillo del ganador. Cogió el pergamino y con su letra curvada y elegante escribió la nota para el director.-Pero por lo que veo tú si que lo sabes, no?

.- Exacto, Lupin! Es lo único inteligente que has dicho en todo el rato-dijo sacándose la varita del pantalón. La agitó al aire y, de golpe, apareció un enorme autobús de color púrpura y de tres pisos comandado por un conductor bizco con gafas de culo de botella y un adolescente esmirriado y con serio problemas de acné. Remus, al ver el panorama cogió a Audrey por el brazo mientras el chico subía sus cosas.

.- Pero tú has visto al conductor? Yo aquí no me subo ni loco!- le susurró con los ojos fuera de las órbitas. Audrey soltó una risita burlona.

.- ¿No me digas que el "merodeador" tiene miedo?¡Además Gryffindor!¡Por favor, Lupin! Qué crees que pensará todo Hogwarts cuando sepa que un merodeador no quiso subir al autobús Noctámbulo… ¡Qué desilusión!-exclamó fingiendo estar realmente avergonzada. Remus se enderezó con el orgullo herido y, apartando a Audrey de malas maneras, subió al destartalado autobús con la cabeza bien alta. La chica sonrió maliciosamente, a sabiendas que estaba muerto de miedo pero que lo hacía por amor propio.

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Vittoria caminaba apoyando una mano en las ventanas del corredor, evitando así trastabillar con el constante meneo del suelo del tren. De repente, una puerta a su lado se abrió, dejando ver a un joven apoyado en ella sonriendo de forma misteriosa. Le dirigió a la joven de trenzas una mirada apreciativa, empezando por su original color de pelo hasta deleitarse con sus largas piernas, visibles gracias a los minimalistas shorts que se había puesto aquél día.

.- ¡Vittoria!-exclamó el chico con satisfacción.

.- Hola Zabini.-contestó ella con nerviosismo y por dentro sintiendo que su estómago encogía. Carlo Zabini era un chico italiano realmente atractivo que hacía que con una sola sonrisa suya las piernas de Vittoria flaquearan con tan sólo verla. Él producía ese efecto en ella y lo peor es que lo sabía y se aprovechaba de ello.

.- ¿Qué tal el verano?-preguntó con esa voz grave y sensual que sólo él tenía.- estuviste en Italia?

.- Sí.-contestó ella, aún con el estómago encogido.- ¿Y tú?

.- No. Des de que mis abuelos murieron, mis padres ya no quieren ir más allí.-dijo encogiéndose de hombros pero sin mostrar signos de que sintiera la muerte de sus antepasados.- ¿Por qué no viniste a la recepción que celebramos en mi casa?-preguntó cambiando tan rápido de tema que descolocó a la chica.-Sé que teníais invitación, mi padre se la mandó al tuyo y tú, si no recuerdo mal, entrabas en el pack.

.- Es que estaba en Italia-se disculpó frunciendo el ceño. Eso del "pack" le había sonado demasiado machista.- Igualmente ya recibiste tu respuesta.-dijo ella después.- Y sabíais perfectamente que mi padre no iría jamás a una de tus "recepciones"-espetó perdiendo por un instante los nervios.

.- ¿Y tú siempre haces lo que te dice tu papi?-preguntó burlón habiendo captado perfectamente el tono de la chica.

.- Pues no, pero resulta que en ese punto estamos de acuerdo.-dijo cada vez más enfadada.- Y aunque me hubieras mandado la invitación a mí, igual hubiera sido rechazada.- contestó alzando la barbilla.

.- Bueno, bueno, tampoco hay que ponerse así.-dijo él alzando las manos en señal de disculpa.- ¿Qué tal si entramos en mi compartimiento-dijo acercándose más a la chica ahora con tono sensual.- y lo discutimos dentro?-preguntó casi rozando el lóbulo de su oreja. Un escalofrío involuntario recorrió la columna vertebral de la chica haciendo que su cuerpo se estremeciera. "Perfecto", pensó Vittoria sarcástica, "mi punto débil acaba de ser atacado sin piedad por Zabini, contrólate, debes controlarte", se repitió mentalmente.

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Mientras Vittoria intentaba por todos los medios no caer en la tentación; camino de Hogsmeade, Audrey empezaba a arrepentirse de su grandiosa idea de ir en autobús noctámbulo. Tras pagar los asientos y rechazar amablemente el suplemento de la taza de chocolate caliente, se dirigieron a sus asientos tambaleándose y evitando caerse al suelo. Las curvas para ese conductor no existían pues las farolas, papeleras, cabinas de teléfono e incluso las vallas de las carreteras se apartaban a su paso. Llevaban ya tres paradas y no se tenían en pie del mareo que tenían. El autobús brincaba sobre los distintos paisajes de Inglaterra, Escocia e Irlanda cosa que los tenía más mareados aún. Encima, Remus se había pasado todo el trayecto hasta entonces refunfuñando y murmurando por lo bajo.

.- Pero bueno, te quieres callar ya!-saltó al final Audrey. Remus le mandó una mirada de reproche y siguió maldiciendo por lo bajo.- Por lo visto, no.-dijo mirándose las uñas. Y ya de paso se fijó en ella enteramente.

Casi le da un soponcio cuando se fijó en su deplorable estado. Sus uñas, normalmente impecables (pues ella cuidaba mucho su imagen) estaban sucias y alguna incluso rota. El pelo, que antes llevaba perfectamente recogido, ahora estaba despeinado y muchos mechones se desprendían de su perfecta cola. Y mejor no hablemos de la ropa. Antes de salir de casa iba con una falda blanca hasta la rodilla y con una camiseta de tirantes con escote de pico roja que destacaba con su piel marfileña. Ahora, del blanco de la falda no quedaba nada y la camiseta no estaba mucho mejor. Sus preciosos y carísimos zapatos estaban ya para tirar ya que, en uno de ellos se había roto el tacón a causa del atropello por parte de Peter. Miró a su compañero de viaje y vio que él no tenía un estado tan penoso cómo el suyo. Pero claro, él no se había comido el suelo en un vano intento de coger ese estúpido tren…

.- Ya podrías haber escogido otro momento para demostrar tu torpeza, Cassaday.-dijo el licántropo al fin.

.- Ya ves, no tenía nada mejor que hacer y pensé: mira, por ahí pasa Pettigrew, dejaré que me atropelle…-dijo con tono de "se ha acabado el pan, voy a comprar un poco"- ¿Qué te crees Lupin? ¿Qué yo lo estoy pasando estupendamente aquí contigo?-preguntó alzando la voz. Cada una de sus palabras estaba cargada de ironía pura capaz de herir al más fuerte. Ella era así, directa e hiriente. Lo cierto era que estaba agradecida a Lupin pero de eso a tener que aguantar sus gilipolleces ya había demasiada diferencia.

.- Shh!-dijo él. Algunos de los pasajeros se habían dado la vuelta a mirarlos.- Yo tampoco lo estoy pasando nada bien, pero al menos disimulo un poco…

.- Uy, sí, cómo disimulas… Lo de ir refunfuñando es un pasatiempo tuyo, no?- él no contestó.-Ya lo imaginaba…-terminó con tono severo. En algunos momentos, la forma de hablar de la chica se asemejaba a la de cierta profesora de transformaciones que los traía a todos de cabeza. Había comprobado gracias a sus deberes cómo prefecta que la gente obedecía mucho más si utilizaba ese tono. Pero con Lupin no le funcionó.

.- No me vengas con esas, Cassaday. No te creas que yo soy un alumno más al que tú puedas asustar con tus métodos a lo McGonagall, ¿vale?- dijo el chico empezando a perder la paciencia.- Además, si estamos los dos aquí es por tu culpa y lo menos que podrías hacer es mostrarte un poco amable o al menos callarte un poquito, ¿no?-terminó casi gritando. El hecho de que Remus acabara gritándole de esa forma no era nada nuevo para Audrey, de hecho solía hacerlo, lo que le sorprendió fue la mirada furiosa en sus ojos. Así que se guardó la réplica que tenía ya asomando en sus labios, por eso y porque alguien les estaba hablando. Una mujer bastante vieja y de aspecto bonachón que se sentaba delante de los dos dio media vuelta y los miró risueña.

.- Con la buena pareja que hacéis…-dijo negando con la cabeza.- ¡Qué pena que no os llevéis bien!-dijo mirándolos con los ojos brillantes.

.- ¿Con él?- preguntó Audrey sorprendida mostrando una de sus elegantes sonrisas.-Las apariencias engañan, señora.- la joven mostraba una educación perfecta y eso encantó a la viejecita con la que estuvo criticando los defectos de los hombres delante de un pobre Remus que intentaba ignorar todos los insultos que recibían los de su sexo.

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Y finalmente Lily había explotado. Realmente esa comparación le venía como anillo al dedo pues la chica experimentaba una curiosa transformación cada vez que se peleaba con Potter. Éste conseguía que la parte más dulce de Lily pasara a otro plano y sacaba a relucir su parte más salvaje. Años atrás, cuando James empezó con su obsesión incurable por Lily, la chica le ignoraba o incluso alguna vez se escapaba de él pero pasados los dos primeros meses, el sentido común le dijo que debía enfrentarse… por lo que descubrió que no debía fiarse jamás de su sentido común. Lo cierto es que discutir con James Potter la desquiciaba de tal forma que su cara se ponía roja a más no poder y la vena de la frente se le hinchaba a límites insospechados. Exactamente el grito (más bien fue un rugido descomunal) que pegó Lily fue el que hizo que Vittoria despertara de su ensoñamiento y rechazara la invitación de Zabini a su compartimiento que hubiera terminado Merlín sabe cómo. La verdad es que Vittoria no iba desencaminada y, al llegar dónde Lily estaba, ya se había montado una batalla campal. Suspiró y abrió la puerta corredera para ver cómo Lily estaba levantada en medio del pequeño cuartito, con la cara roja de furia y con los puños crispados con cólera. Desvió su mirada del monstruo pelirrojo en qué se había convertido su amiga hacia el que tenía todos los números de haberla puesto así.

James Potter miraba a la fiera en qué se había transformado Lily desde una posición algo comprometida. Estaba sentado en el asiento del compartimiento lo que le daba una postura de inferioridad en la discusión y ahora ponía una carita de niño incomprendido de lo más adorable pero que a Lily no le afectaba en absoluto. A su lado, Pettigrew estaba mirando a la pelirroja con expresión asustada y su cuerpo estaba curvado en una posición apocada. Justo a tiempo, Vittoria reaccionó y paró el puño de Lily que ya estaba a punto de incrustarse en la cara de Potter.

.- Fuera.-dijo Vittoria sin más, interponiéndose entre su amiga y Potter. La rata no se lo hizo decir dos veces y antes de que la chica terminara de hablar ya había salido escopeteado hacia fuera. James se lo tomó con mucha más calma, cómo esperando enfurecer más a la pelirroja cosa que sin duda había conseguido.- Lily, cielo, cálmate.-dijo suavemente en un tono dulce que no se parecía en nada al que había utilizado momentos antes.

Por fortuna (o por desgracia) esa no era la primera pelea que la italiana presenciaba entre esos dos y sabía lo que debía hacer para calmar a la irascible pelirroja. Y así lo hizo. Ahora, acariciaba su larga melena de color cereza mientras ella engullía bombones y leía un artículo de Corazón de Bruja en el que se dejaba a los hombres por los suelos. Normalmente, era Audrey quién ponía al género masculino verde pero a falta de ella, Vittoria había tirado de la revista que empezaba a hacer furor en el mundo mágico. Por suerte, nunca olvidaba el kit de supervivencia de Lily. Dejárselo en casa era la hecatombe, sin exagerar.

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Mientras tanto, Remus y Audrey habían llegado a Hogsmeade. La chica se despidió de la bonachona anciana y ambos bajaron del autobús noctámbulo deseando no tener que subir allí en mucho tiempo. El viaje había sido realmente agotador.

Esperaban tener un carruaje allí esperándoles pero dado que los carruajes debían de estar todos ocupados, Dumbledore les mandó un transporte bastante menos cómodo.

.- ¡¿Una escoba!-exclamó Audrey escandalizada.- este hombre está un poco ido si cree que me voy a montar en una escoba contigo, Lupin.-dijo con desagrado.

.- Oh, claro, olvidaba que eras una Cassaday…-murmuró el chico con ironía. Ironía que, por supuesto, Audrey ignoró.

.- Pues no deberías.-contestó ella más ancha que larga.- No pienso subir a esa escoba, me niego categóricamente.-dijo en el mejor tono de niña consentida de su repertorio. Lupin alzó una ceja.

.- Pues mira, por una vez te voy a dar la razón así que yo me voy y tú ya te apañarás, vale?-dijo el chico harto de su "compañera" de viaje.

.- ¡No! ¡Espera, Lupin!-exclamó viéndose abandonada. Sintió que toda la rabia que había puesto en insultar al chico le estaba pasando factura ahora ya que él estaba montando en la destartalada escoba y empequeñeciendo su baúl. O al menos eso intentaba.- A ver, déjame a mi.-dijo sacando su varita.- Puedes ser muy bueno en Defensa pero lo que es en encantamientos…-murmuró negando con la cabeza.

.- En encantamientos qué?-preguntó picado.

.- Pues que no eres de los mejores.-dijo apaciblemente para no hacerlo enfadar. No era plan de que la mandara al garete nada más elevarse del suelo. Sin embargo, no pudo evitar empequeñecer los dos baúles con un gesto ostentoso y mandándole una mirada al chico del tipo "así es cómo debes hacerlo… Aprende de mí, pequeño" al más puro estilo Cassaday.

.- Vale, súbete de una vez que quiero llegar rápido.-ordenó una vez la chica había guardado los baúles en su bolsillo. En cuánto la chica hubo subido, el joven pegó una patada en el suelo y se elevó lo suficiente cómo para ver la enorme silueta iluminada del majestuoso castillo de Hogwarts.

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Tras ponerse las túnicas, empezaron a vislumbrar la silueta del imponente castillo de Hogwarts. Su sexto año allí estaba a punto de empezar y ya estaban empezando a encarrilar sus vidas. En el caso de James y Sirius habían escogido ser aurores; Audrey, yendo en contra de los deseos de su machista padre que pretendía casarla con alguien digno de un Cassaday, lo único que tenía claro era que no iba a ser una mujer florero cualquiera; Remus quería ser desembrujador de Gringott's y Vittoria estaba muy interesada en las excavaciones que demostraban que los Egipcios no sólo fueron una gran civilización sino que fueron los primeros magos y brujas del mundo. Lily, al igual que Audrey, tampoco sabía demasiado bien a qué quería dedicarse pero, siendo una de las favoritas del tan bien relacionado profesor Slughorn, no tendría demasiadas dificultades para conseguir algo de su agrado. Por parte de Peter (a quién, a poder ser, no pienso nombrar demasiado en esta historia); él pretendía vivir a las costillas de sus padres y ser un mantenido toda la vida. Pero ese no nos interesa en absoluto.

Vittoria y Lily hicieron todos los posibles por ignorar a los merodeadores en cuanto éstos se volvieron a meter en el compartimiento y siguieron a lo suyo, evitando sus miradas. Al menos ellos tuvieron la decencia de no hacer ningún comentario acerca de la pelea anterior y, conociendo a Potter, dijo Lily más tarde, eso era muy raro.

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Y volando por los cielos tenemos a la pareja que peor se lleva de Hogwarts. Os preguntaréis el porqué de ese odio mutuo. Pues muy fácil. Desde siempre que Audrey Cassaday y Remus Lupin eran los mejores estudiantes de Hogwarts. Sus notas competían siempre y también su popularidad. La chica intentaba sobreponerse al merodeador por una razón muy simple: quería ser la mejor. El chico hacía lo propio exactamente por lo mismo. Y así, ambos competían el uno contra el otro, esperando superarse en todo pero la cosa empeoró (si eso era posible) en cuánto les nombraron a ambos prefectos de Gryffindor. Allí fue cuando su relación decayó a límites insospechados ya que Remus no hacía nada para controlar a sus amigos y Audrey le tachaba de incompetente y abusador de las normas en las que ella confiaba ciegamente. Por eso, la mayoría de las bromas del año anterior fueron destinadas a las chicas. Eso no llegaba a ser más que un pequeño problema pues normalmente sus bromas no pasaban de transformarles el pelo, cambiarles la ropa o ensuciarlas de arriba abajo para luego tirarlas al lago. Pero claro, las chicas no iban a quedarse quietas después de esa humillación así que se la devolvían con algo peor. Y por eso no se soportaban. Algunas veces los merodeadores se pasaban de la ralla y eso solo agravaba la relación que ya de por sí no había sido nunca buena.

En la enorme explanada que precedía las escaleras del vestíbulo de Hogwarts, una silueta aterraba en la oscuridad. Con movimientos algo torpes, para qué negarlo, Audrey se bajó de la escoba rápidamente y se tiró al suelo adorándolo. Remus la miraba extrañado.

.- No hay para tanto, Cassaday.-dijo Remus quitándole importancia.

.- ¿Qué no hay para tanto?-dijo con voz aguda.- ¿QUE NO HAY PARA TANTO?-gritó entonces.- tendrías que dar un curso especial de montar en escoba, Lupin. ¡Casi haces que nos matemos!-exclamó enfadada recordando el momento en que Remus se despistó mirando hacia el castillo y casi chocan contra una copa de un árbol del bosque prohibido.

.- No exageres, Cassaday. Eres una histérica…-se quejó el chico rascándose la cabeza. La chica hizo un gesto de incredulidad y se apartó un fino mechón castaño que le cubría los ojos.- ya era hora que todo esto terminara, no habría aguantado un minuto más contigo.- dijo repentinamente enfadado. Sus ojos dorados despedían ira. Audrey, que no entendía el porqué de ese enfado bufó extrañada pero no hizo ningún comentario.

Sin decir nada más, la chica se sacó los dos baúles del bolsillo y los agrandó, dejándolos en su tamaño original. Dejó el de Lupin en el suelo y empezó a subir por la colina dejando a un Remus realmente extrañado de su comportamiento. Aunque, pensándolo mejor, casi le extrañó más las dificultades que tenía la chica para subir hacia el castillo; se agarraba el costado izquierdo y subía lentamente cómo si algo en ella fuera a romperse… además, habría jurado que el golpe se lo había dado por el otro lado...

Lily y Vittoria saltaron del tren casi en marcha en la estación de Hogsmeade. Pretendían adelantarse a la muchedumbre para llegar a Hogwarts lo antes posible. Sin embargo, los merodeadores habían tenido la misma idea y ahora una manada de chicas histéricas para encontrar a su Remus acababan de ocupar los diez primeros carruajes que estaban saliendo ya. Las dos chicas no habían tenido tiempo a reaccionar y el grupo de histéricas las había arrollado a un lado del camino, evitando que cogieran ningún carruaje. La ira se estaba empezando a apoderar de ellas y ambas estaban ya con la cara roja de la rabia que ya hacía hervir su sangre. Hasta que…

.- Venga chicas, subid!-les llamó una chica rubia sacando la cabeza por la ventana de un carruaje. Era Abygail Kent, una Ravenclaw de su mismo curso que había estado un año de intercambio en Beauxbatons. Las chicas eran muy amigas, sobretodo con Lily ya que compartían su afición de hacer pociones algo peculiares.

.- Gracias Aby.-dijo Lily agradecida una vez hubo subido.- Las admiradoras de Potter nos han arrollado.-murmuró molesta.

.- Ya lo he visto.-dijo la chica con una media sonrisa. El carruaje empezó a moverse y Lily y Vittoria suspiraron al mismo tiempo.- ¿A qué vienen esas caras?- preguntó al ver sus rostros abatidos.

.- ¿No te has enterado?-saltó una Huplepuff que se había colado en su carruaje.- Se ve que Cassaday y Lupin se han fugado…-murmuró en tono conspirador.

Esa chica de pelo rojo y con amplios tirabuzones que destacaban enormemente con su rostro de facciones angulosas no era otra que Rita Skeeter, la chica más cotilla de todo Hogwarts. Llevaba una libretita y una pluma verde lima horrorosa y gastada en su mano que ya casi formaban parte de su anatomía y de las que no se separaba jamás.

Las demás ocupantes del carruaje levantaron las cejas con incredulidad, dos de ellas porque sabían que eso era imposible a parte de mentira y la tercera porque no se creía una palabra.

.- No, en serio-dijo Aby mirando a las dos Gryffindors.- ¿Qué ha pasado?

Entre las dos intentaron contarle lo que había pasado en el andén, evitando las continuas intromisiones de la tal Skeeter que sólo hacía que meter baza, contando mentiras que se iba inventando sobre la marcha.

.- Tranquilas chicas.-dijo Aby, ignorando una vez más las hipótesis descerebradas de la Hufflepuff que ahora aseguraba que Remus había dejado embarazada a Audrey y que ahora se disponían a vivir "en pecado" en algún pueblecillo lejano.- Ya veréis que está bien.-las tranquilizó.

.- Eso espero.-dijo Vittoria escéptica.

.- Pues claro que sí!-dijo convencida y con optimismo.

.- Tienes razón.-aceptó Lily.- Pero es que cuando está con Lupin se transforma… La saca de sus casillas, se pelean…

.- ¿Audrey Cassaday peleándose?-la cortó Aby incrédula. Ambas chicas asintieron convencidas.-No me lo puedo creer… ¿Tantas cosas han pasado mientras he estado fuera?-dijo asombrada.

.- Puedes creértelo, Aby. Desde que Audrey es prefecta no hacemos más que pelear con los merodeadores.-dijo Vittoria.-Mucho más que antes.-puntualizó al ver la mirada de la chica.- Compite con Lupin por las notas, por sus deberes de prefecta, ¡por todo! La verdad es que se

estaban volviendo insoportables.-concluyó.

.- Y ahora sólo faltaba eso.-continuó Lily abatida.- No quiero ni pensar qué habrá pasado durante todo el viaje. ¿Qué te apuestas a que ambos habrán hecho lo imposible para llevarse la contraria todo el rato?

Los carruajes se detuvieron frente las escaleras del vestíbulo de hogwarts. Lily y Vittoria se despidieron de Aby apresuradamente y bajaron del carruaje arrastrando torpemente sus baúles. La manada de chicas que antes las habían arrollado estaban en corro alrededor de los merodeadores (salvo Remus) y gritaban histéricas cómo si hubieran empezado las rebajas en Madame Malkin. A codazos y empujones se abrieron paso entre las chicas y llegaron hasta el vestíbulo dónde la profesora McGonnagall esperaba con su rostro severo e inflexible. No se dejaron intimidar por ello.

.- Profesora, ha llegado Audrey?- preguntó Lily angustiada. Vittoria esperó la respuesta de la profesora mordiéndose el labio inferior.

.- La señorita Cassaday ha llegado hace una media hora y se ha dirigido a su habitación a tomar un baño.-contestó ella secamente.

.- ¿Podemos ir a verla?-preguntó con carita de niña buena.

McGonnagall siempre había tenido una secreta predilección por esas tres chicas y no pudo evitar que sus labios se curvaran en una media sonrisa. Ellas lo sabían por lo que aprovechaban el ser las preferidas de alguien tan severo que no tenía preferencias ni con sus hijos, por lo que decían. De hecho era verdad ya que Sean McGonnagall, un alumno de séptimo a parte de ser el hijo de la subdirectora, nunca había tenido ninguna ayuda de parte de su madre. Sin embargo, ella no había tenido más remedio que hacerle premio anual ya que tenía las mejores notas de Gryffindor y era el segundo en su curso en Hogwarts.

.- Está bien, pero las quiero listas para el banquete en diez minutos.- cedió al final ante las miradas suplicantes de las chicas. Observó fijamente cómo las dos chicas subían corriendo por las escaleras pero se volvió al notar otra presencia que reclamaba su atención.

.- ¡Profesora McGonnagall!-exclamó un muchacho de pelo negro azulado con una mirada falsamente aduladora.- ¡Qué bien le ha sentado el verano!-dijo observándola apreciativa mente.

.- ¿Qué quiere Black?-preguntó secamente sin creerse ni por un momento el cuento del joven merodeador.- Si busca a su amigo, el señor Lupin,-se adelantó antes de que Sirius abriera la boca.- está esperándoles en el Gran Comedor.-dijo secamente.

.- Gracias profesora.-dijo sonriendo abiertamente.- Pero sigo pensando que el verano le ha sentado estupendamente.-susurró guiñándole un ojo. El muchacho se fue andando rápidamente antes de que la profesora se diera cuenta y pudiera quitarle puntos antes de empezar el curso.

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Una muchacha dejaba que la espuma aromatizada de la bañera mimara su cuerpo cansado y magullado. Levantó un brazo para frotarse el otro, rozando su delicada piel, y dejando al descubierto un enorme moratón por debajo de su axila, a la altura de las costillas. No se inmutó al ver la enorme mancha amoratada que cubría casi la mitad de su costado pero siguió restregándose, ahora con rabia, recordando innegablemente lo que había pasado y el que le había producido ése moratón.

FLASH BACK

El padre de Audrey, Frederic Cassaday llegó a casa, haciendo que los elfos de su mansión, casi en su totalidad, acudieran a sus órdenes, preparados para cumplirlas sin tregua. El señor de la casa no les decepcionó y empezó a dar disposiciones que los elfos se afanaban en hacer para contentar a su amo. Audrey no pudo dejar de oír la escandalera que había formado su padre al llegar a casa pero no tenía ningunas intenciones de acudir también a su presencia cómo un elfo más.

Nana, la única persona en esa casa que sentía algún aprecio por la chica, fue a tocar delicadamente a su puerta. Con la suavidad que la caracterizaba, la anciana bonachona llamó a Audrey para hacerle saber la llegada de su padre.

.- Adelante, Nana.-la invitó Audrey, sabiendo lo que ahora le tocaba.

.- Señorita, su padre ha llegado.-dijo afablemente, mirando a la joven que se encontraba leyendo en una mecedora.- Creo que querrá verla, si me permite recordárselo, hoy se celebra la recepción de los señores Zabini.

.- ¿Era hoy?-preguntó repentinamente angustiada. La perspectiva de esas fiestas resultaban ser tremendamente aburrida.- supongo que tendré que ir…-murmuró de mal humor.

.- Me temo que sí, señorita.-dijo Nana apesadumbrada.- ¿Quiere que le prepare el baño?-ofreció la anciana.

.- Gracias, Nana.- agradeció con una sonrisa.- Voy a hablar con mi padre, luego subo.-dijo saliendo por la puerta y cerrándola tras de si. No tenía ningunas ganas de hablar con él, ni siquiera de verle, y, de repente, su mal humor se apoderó de ella. Bajó las escaleras con aplomo y se dirigió al salón que su padre solía utilizar cuando llegaba de un viaje. Le encontró sirviéndose una copa, de espaldas a la puerta.

.- Buenas tardes, padre.-saludó la chica con frialdad. Siempre se había dirigido así a su padre, nunca se habían demostrado ningún tipo de afecto fraternal. La única persona que Audrey quería de esa forma era a Nana, su niñera des que Grace Cassaday, la madre de la chica, abandonó su hogar cuando ésta tenía tres años.

.- Buenas tardes.-contestó él.- Te he traído vestidos de París. He mandado a los elfos que te los lleven a la habitación.-dijo sin mirarla.

Frederic Cassaday era el último hombre que quedaba del linaje de esa familia. Y reunía todos los atributos que un hombre de su edad requería. Era rico, poderoso, de buena familia y con buen porte. A sus casi cincuenta años, el señor Cassaday era muy, muy atractivo. De ojos grises, que su hija había heredado, y sonrisa encantadora, llevaba las canas con mucha dignidad y elegancia. Tenía una retirada a Richard Gere y las viudas de la sociedad mágica se lo disputaban pese a que él nunca había dado a entender que quisiera suplir el puesto de Grace, la madre de Audrey que le abandonó trece años atrás.

.- ¿Para qué?-preguntó fingiendo desconocer el motivo.

.- La recepción en el palacio de los Zabini. Te lo dije hace un mes, antes de irme a París.- le recordó no sin cierto reproche.- Sube a vestirte.- ordenó todavía sin dar media vuelta. Por lo que parecía, consideraba al mini-bar mucho más interesante que a su propia hija.

.- Es que no quiero ir…-dijo con voz retraída. Ahora sólo le quedaba esperar el arranque de mal humor de su padre.

.- ¿Qué has dicho?-dijo ahora dando media vuelta. Audrey se estremeció al ver clavada en ella sus ojos grises, desprendían odio.

.- Que no quiero ir.-repitió esta vez con más aplomo. No iba a echarse para atrás, no era su estilo.- Me parece una pérdida de tiempo, si quieres puedes ir sólo, pero yo no iré.- por la expresión de su padre, a Audrey le costó tres milisegundos saber que acababa de meter la pata hasta el fondo. Si las miradas matasen, ella habría caído muerta en ese momento.

.- Me parece que no te he preguntado si querías venir.-dijo con voz amenazante y acercándose. Audrey no desvió la mirada.- tú no tienes la elección de escoger si vas o no, ¿lo entiendes?-preguntó acercándose cada vez más. A grandes zancadas, pero tranquilamente, se acercó a su hija sin suavizar ni un instante su expresión sombría. Apenas les separaba un metro pero Audrey no se movió de su sitio.

.- No, no lo entiendo.-dijo ella seria.- Creo que ya soy mayorcita para decidir, ¿no? Tengo dieciséis años y…

¡PAM! No la vio venir. Una fuerte bofetada acababa de cruzarle la cara. Su padre le acababa de estampar una mano en la cara, tan fuerte que el golpe la hizo caer al suelo, golpeándose todo el costado contra él y manchando la alfombra persa de sangre. A continuación le pegó una patada a la altura de las costillas, vestigio de la cual adornaba ahora todo su costado. De repente, un dolor agudo en la cabeza y en el brazo. Frederic le estaba cogiendo del cabello con fuerza, levantándola del suelo clavándole los dedos en el brazo para alzarla. La dejó ir, haciendo que se cayera al suelo, volviendo a golpearse la cara.

.- Vas, y punto.-ordenó con la mirada clavada en el cuerpo maltratado de su hija.- eres una Cassaday-le recordó.- y tienes que comportarte como tal.-concluyó apretando la mandíbula.

Audrey empezó a temblar y a sollozar encima del suelo. Su padre no esperó a que parara de llorar para alejarse dirigiéndole una mirada de desprecio, al mismo tiempo que caminaba hacia la puerta. Nana no tardó en llegar, corriendo, y, como siempre, la levantó del suelo con suavidad, sujetándola contra su mullido cuerpo, mimándola y susurrándole palabras de consuelo, un "tranquila", un "ya pasó". Al fin y al cabo, palabras que hacían que el torrente de lágrimas vertidas, cesara, y que la respiración se calmara, disminuyendo los sollozos poco a poco. La presencia de Nana era lo único que conseguía que se sosegara.

Se bañó y maquilló con la ayuda de Nana, ella era una experta en disimular los golpes que el padre siempre pegaba a la chica y conseguía, de alguna forma, que Audrey se sintiera bien consigo misma; sin recordarse constantemente que había vuelto a ceder.

FIN DEL FLASH BACK

Se secó una lágrima solitaria, producto de recordar uno de tantos episodios tristes de su vida y sonrió al oír los gritos de sus amigas subiendo por las escaleras. Sumergió la cabeza en el agua para despejarse un poco y en cuánto volvió a la superficie se encontró con Vittoria que estaba apoyada en el marco de la puerta, sonriendo, visiblemente aliviada y escuchando los gritos jadeantes de Lily, que se quejaba de no tener las piernas tan largas como la italiana ni su agilidad. La chica no pudo reprimir una carcajada al oír las quejas de la pelirroja y se acercó hacia el borde de la bañera, arrodillándose para abrazar a su amiga, sin importarle que sus trenzas violetas se mojaran también. Audrey le devolvió el abrazo, sorprendida por el arranque de cariño de su amiga, que dicho sea de paso, no era muy dada a los contactos físicos, sin acordarse del enorme moratón que cubría su costado, moratón que vio Lily, nada más llegar resoplando de la carrera que acababa de pegarse.

.- ¡Audrey!-exclamó tapándose la boca con la mano, viendo horrorizada la mancha púrpura que cubría casi por entero el costado de su amiga.- ¿Qué es eso?- señaló con una mirada casi asustada.

Vittoria, que aún estaba abrazada a Audrey, se separó rápidamente, sin entender a qué venía el escándalo de la pelirroja pero fijando directamente los ojos en el maltratado cuerpo de su amiga. Ella se encogió, escondiendo su cuerpo casi por entero en la espesura de las pompas que el jabón había formado, pensando a marchas forzadas una excusa creíble para que sus dos amigas no hicieran más preguntas de las que ella pudiera responder.

.- ¿El qué?-preguntó inocentemente, mirando hacia sus costillas.- ¡Oh!-exclamó fingidamente sorprendida.- Me lo habrá hecho el estúpido de Pettigrew al tirarme al suelo.- improvisó.

Era creíble así que sus amigas tragaron. A los pocos segundos, Lily y Vittoria estaban ya sentadas en sus añoradas camas, esperando a que su amiga terminara de vestirse. Las había echado del baño alegando que no iba a dejar que ellas descubrieran su secreto para ser la más guapa de Hogwarts. Otra excusa pero esta era realmente mala. La triste realidad era que ese moratón púrpura no era el único que tenía en todo su cuerpo y el que la vieran desnuda sólo podía dar pie a que surgieran las dudas de su excusa inicial y acabaran descubriendo la verdad.

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La cena pasó sin más percances. Lo único inusual en ella resultó ser que las miradas homicidas que, tradicionalmente iban de Audrey a Remus, pasaron a ser de Audrey a Peter, que se había sentado entre James y Sirius intentando protegerse de las miradas asesinas de la morena. Eso y que ahora, Lily y Vittoria también participaron en el asesinato ocular de la rata, dedicándole miradas que atravesarían paredes y que hacían que el chico se estremeciera continuamente, para el deleite de las chicas.

Eso, sí. Si Remus y Audrey se creían que iban a librarse de alguna bronca, castigo o amonestación por parte del director, es que no eran demasiado listos. Hacia el final de la cena, la oscura y amenazante sombra del conserje Filch se cernió sobre ellos dos, dándoles órdenes claras de que fueran hacia el despacho del director.