Disclaimer: los personajes de Saint Seiya pertenecen a Masami Kurumada y Toei Animation. Historia escrita sin ánimo de lucro.
Capítulo 1
Shion, el Patriarca del Santuario de Atena había muerto recientemente y un hombre llamado Arlés, del que se decía que era su hermano menor, tomó su lugar.
Nadie sintió más su muerte que Mu de Aries, que al no poder soportar el dolor que le causaba ver al malvado hombre que lo sustituyó y de quien secretamente pensaba que era el responsable por lo acontecido a su buen maestro, abandonó el recinto sagrado a pesar de la sentencia de muerte promulgada para todo aquel que osara marcharse sin permiso. El joven ariano conocía muy bien a Shion y nunca le había dicho que tuviera hermanos; el que los sirvientes del antiguo Patriarca hubieran fallecido o desaparecido al poco tiempo de su muerte le parecía una casualidad demasiado grande y no podía dejar de pensar en que ese hombre, cuyo rostro permanecía enmascarado, guardaba numerosos y terribles secretos. Aunque desconocía su verdadera identidad, Mu no tenía dudas con respecto a que era un impostor pero al no tener pruebas concretas decidió que el mejor curso de acción sería marcharse a Jamir y esperar que la situación cambiara.
El orden, la justicia y la paz que el anterior Patriarca había logrado establecer en aquel lugar en nombre de la diosa Atena parecían haberse disipado de la noche a la mañana. La opinión de los caballeros de oro estaba dividida: la mayoría aceptaba que el nuevo líder se comportara de la manera en que lo hacía pues como representante de la divinidad a la que veneraban y habían jurado obedecer, creían que tal era su derecho; otros tenían dudas pero no creían prudente proclamarlas en voz alta principalmente debido a que Aioros de Sagitario fue ejecutado como traidor, asesino de Shion y secuestrador de la reencarnación de la diosa.
Tal acontecimiento dejó a su hermano menor, Aioria de Leo, completamente aislado, a merced de las burlas y la desconfianza de los demás.
Un tiempo antes de que la reencarnación de Atena volviera a hacer su aparición y desafiar al supuesto líder del Santuario para reclamar la autoridad sobre sus caballeros, Arlés, sediento de poder, desarrolló un plan maquiavélico destinado a arrebatar el poder de una vez por todas a la diosa y dominar el mundo mediante el terror y la fuerza. Para llevarlo a cabo le hacía falta la ayuda de todos los caballeros, pero aunque muchos habían renegado de la diosa, había quienes también creían que la justicia verdadera algún día triunfaría.
Numerosas guerras se desencadenaron en los cinco continentes, conflictos que se cobraron la sangre de miles de personas inocentes. Entre los llamados al combate había un caballero de plata, Albiore de Cefeo, que vivía en una remota isla en la costa africana.
Era un caballero muy poderoso, de quien su maestro había notado su gran potencial como entrenador de postulantes a caballeros pues su nivel de cosmos estaba muy por encima del de un caballero de plata normal. Era un hombre de carácter pacífico, noble de corazón pero increíblemente estricto con sus alumnos y que castigaba duramente la falta de disciplina y aplicación. No obstante, todos sus alumnos sin excepción sentían un gran aprecio por él pues sabían que podían tenerle total confianza si les surgía algún problema.
Su destino era la Isla de Andrómeda, un islote desolado en medio del océano, rodeado de otras pequeñas islas a corta distancia que también él y sus alumnos usaban como lugar de vivienda y entrenamiento. A pesar de que apenas una milla marina como máximo separaba cada isla, debían tener cuidado y sólo podían cruzar a ciertas horas pues las corrientes eran muy traicioneras. Las temperaturas reinantes eran extremas, de día, el calor era verdaderamente insoportable pues el termómetro siempre marcaba por encima de cuarenta grados centígrados y por la noche, la temperatura descendía súbitamente a varios grados bajo cero. Además, crecía muy poca vegetación y la comida era escasa; por eso, de no haber sido por las raciones que les llegaban cada semana en barco la supervivencia de Albiore y sus alumnos hubiera sido prácticamente imposible.
Entre sus alumnos se encontraba Shun de Andrómeda. Albiore le entrenaba duramente al igual que a los otros pero se aseguró de que June (la postulante a la armadura del Camaleón) hiciese amistad con él porque Shun era un caballero muy inusual ya que detestaba la violencia y no le gustaba pelear, ni siquiera en las prácticas. No obstante, un tiempo más tarde, se distinguió por ser uno de los caballeros de bronce que ayudó a derrotar a los de oro que estaban en contra de su diosa.
En aquella época, gracias al apoyo de su maestro y su amiga, Shun ganó por derecho propio el vestir la armadura de Andrómeda; inusualmente no ocurrió mediante un combate contra otro pupilo, sino realizando una terrible prueba llamada "el sacrificio de Andrómeda", en la que el joven fue encadenado a unas rocas en medio del mar. La armadura únicamente sería suya si lograba liberarse de las cadenas que lo amarraban y ponerse a salvo antes de que las corrientes lo arrastraran o pereciera ahogado al subir la marea.
El muchacho logró pasar con éxito la terrible tarea, que era ni más ni menos que un reenacto de una historia de la mitología griega. Se decía que las cadenas incorporadas a la armadura eran parte de las que habían sujetado a las rocas a la princesa de la leyenda. Otros dos caballeros tenían las porciones restantes: Spika de Cassiopea y Albiore de Cefeo, quizás porque ambas armaduras representaban a los padres de aquel personaje legendario.
Ya desde hacía algún tiempo Albiore recelaba de las intenciones del nuevo Patriarca y se consideraba afortunado que su lugar de entrenamiento estuviera tan aislado pues sabía que varios caballeros de plata habían sido ya convocados para presentarse en la Isla del Santuario, mostrar fidelidad al usurpador y cumplir las órdenes de exterminar a aquellos que se rebelaran contra él.
Su turno llegó al argentino, que recibió varias misivas llamándolo a la lucha. Hasta entonces había logrado ignorarlas, al razonar que el líder del Santuario tendría gente más que suficiente que cumpliera con sus órdenes y que no se fijaría en un simple caballero de plata como él. Sin embargo, el motivo principal era otro.
Albiore había jurado fidelidad a Atena y no podía creerse ni por un momento que una diosa tan benevolente ordenara a su representante llevar a cabo tales masacres, sobretodo porque el cambio de representante no podía haber sido más radical. Shion a pesar de haber sido un fuerte guerrero en la batalla, fue un hombre bondadoso que siempre hizo todo lo posible por socorrer a aquellos que iban a pedir su ayuda.
Había pensado en numerosas ocasiones ir al recinto sagrado y preguntarle directamente por qué dejaba que aquellas terribles calamidades ocurrieran pero se lo pensó mejor cuando se enteró de lo ocurrido a su colega Cristal de la Aurora. La prudencia era la única opción con la que contaba y debido a que Arlés tenía además numerosos secuaces distribuidos por todo el planeta, decidió que lo mejor sería adoptar una posición neutral: no se opondría, pero tampoco le ayudaría.
