No soy ningún héroe. Eso es algo que sé desde siempre. Nunca lo he sido y nunca he querido serlo ¿Qué quiero ser ahora? La respuesta es muy simple: quiero morir. Es cierto, ansío el abrazo frío y desnudo de la Muerte sobre mi cuerpo, y que mi alma se desintegre en mil pedazos. Ansío no haber nacido, no haber vivido, no ser nadie, no ser nada. Mi vida es mi castigo y mi maldición, y no albergo esperanzas de cambio. ¿Por qué sigo vivo entonces? ¿Y por qué soy un paladín? ¿Por qué sigo luchando por el bien y la justicia, cuando he dejado de creer en su existencia? ¿Por qué sigo defendiendo valores como el honor, cuando mi honor es menor que el de una rata? ¿Por qué todavía, de vez en cuando, miro al cielo, a la espera de que los astros del cielo me den una respuesta, aunque sepa que esa respuesta nunca llegará? No lo sé ni yo mismo. Pero hay algo que si sé. Pretendo partir de este mundo lo antes posible, por la vía rápida si es necesario, pero antes de eso hay una tarea que debo cumplir. Y esa tarea tiene nombre: Mark.
