Reino sin Rey

Resumen:

Los Mugiwara siempre fueron inseparables, pero cuándo la cuerda más fuerte se rompe, todas las demás dan de sí.

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Bueno, este será otro fic de 2 capítulos. El primer capítulo será una narración que explicará la situación y el otro capítulo será una conversación. Espero lo disfrutéis. Luffy x Nami, la única pareja que me gusta de One Piece. Se ven tan monos... aunque nunca me gustaría que fuesen pareja en el manga/anime originales, no sé, One Piece es un shonen genial como está ahora.

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Capítulo 1. El Rey desaparece.


Había pasado tanto tiempo… y muchísimo más del que inicialmente creyó aguantar. Ahora se preguntaba como nunca se le había ocurrido la solución que ahora la reconfortaba de una manera casi totalitaria. No quedaba mucho de lo que pudiera serle imprescindible, así que decidió emplear todo el dinero que había ganado durante años en un mar dónde ni siquiera sus brújulas y mapas de primera calidad podían servirle de ayuda. Solo aquel estúpido aparatito que aún adornaba su mano, con las tres agujas girando frenéticamente lo conservaba como si fuesen mandarinas.

Siempre había sido de buen beber, por lo que ahora mismo no necesitaba limitarse mientras el alcohol quemaba placenteramente su garganta. Era una sensación casi masoquista, pero el sake se había convertido en su único amigo y no estaba dispuesta a abandonarlo.

Ahora que ya no tenía ningún objetivo en la vida y que se encontraba demasiado lejos de los que una vez compartieron risas y heridas con ella, Nami se había entregado al invisible hombro protector que le había brindado el alcohol, evitando que su cabeza abriese paso a los molestos recuerdos que desfilaban intentando recordarle lo miserable que era.

Desgraciadamente su banda ya no existía y no precisamente porque ellos hubiesen tenido la voluntad de hacerlo. Simplemente ninguno se sentía lo suficientemente capacitado mentalmente para adquirir una responsabilidad tan grande, como era sustituir el lugar de aquel estúpido e impulsivo chico que, aún podían escuchar dar vueltas y reír como un tonto con Chopper y Usopp, o gritar de admiración ante los inventos de Franky, o gritar por comida a Sanji. Aún podían verle imitar a Zoro o jugar con Robin a las cartas mientras ella a la vez leía algún libro o cantar junto a Brook alguna melodía compuesta por el pervertido esqueleto. Ella aún podía sentirle a su lado, molestándola y haciéndola enojar; aún podía sentir el tacto de su cuello cada vez que la envolvía y obligaba a mostrarle el Log Pose ordenándole zarpar a la isla con menos estabilidad magnética.

No es que su infantil capitán no estuviese con ellos… sino que simplemente ya no eran capaces de observarle con ojos realistas. Aquel incidente en aquella mañana cuando estaban apenas a unos días de cruzar el Red Line para volver a sus tierras natales, fue el detonante que comenzó con la separación de la, paradójicamente, inseparable banda de Los Sombrero de Paja.

Ya había sido bastante raro no haber escuchado los gritos de su capitán exigiendo desayuno al ajetreado cocinero, pero la situación se volvió alarmante cuando después de unos minutos de servido el desayuno, su capitán no apareció por la cocina. Fue Chopper quién se brindó a buscar al moreno y fue además, el portador de la peor noticia que los Mugiwara pudieran haber escuchado en su vida. Su capitán, a quién habían convertido en el II Rey de los Piratas, había desaparecido.

No hubo indicios de pelea ni de que se lo hubiesen llevado a rastras, simplemente, había desaparecido. Al principio no cundió el pánico y decidieron esperar, pero esa noche, su capitán tampoco había vuelto. Los nervios estuvieron un poco más notorios pero se acostaron a dormir sin problemas.

Pero pasaron días… semanas… y su capitán no aparecía. Entonces decidieron buscarle por toda la ciudad donde habían echado el ancla y ni un mínimo rastro. No era propio de Luffy desaparecer sin avisar, así que el horror entre la tripulación se extendió como un gas invade un laberinto (La oreja de Van Gogh).

Sin embargo, la confianza de los Mugiwara en su capitán había evolucionado tanto en los últimos años que decidieron esperarle. Pero pasaron las semanas… los meses… los años… dos, tres años y hubo una tensa y asfixiante discusión entre todos sus miembros.

Nadie quería abandonar el barco y ninguno quería abandonar la espera, pero la última vela que había estado derritiendo su esperanza se consumió completamente. Ya todos habían perdido la esperanza de que su capitán, algún día regresara.

Hubo muchas opiniones al respecto. Robin pensaba que la Marina le había arrestado y lo habían llevado a Impel Down, pero no estaba allí cuando la invadieron para buscarle, provocando un revuelto que les costó varios prisioneros a la Marina. La recompensa aumentó para todos ellos considerablemente.

Brook pensaba que había ido a Amazon Lily a mirarle las bragas a las chicas y Sanji estuvo de acuerdo, así que fueron allá, pero tampoco estaba y tuvieron que mentir a la Emperatriz Pirata para que no montara un escándalo y quisiera irse con ellos.

Era obvio que no le habían ejecutado, ya que sería una noticia pública, como con el Primer Rey Pirata, Gol D. Roger o su hijo, Portgas D. Ace.

Los demás entraron en pánico y discutieron sobre lo que tendrían que hacer, al aceptar las palabras del segundo al mando, Roronoa Zoro. Debían elegir un nuevo capitán, ya que Luffy, después de tres años sin dar noticia, no volvería… Aunque eso era lo que decían, todos y cada uno de ellos, estaban seguros que Luffy si lo haría, él volvería y por eso continuaron con su viaje. Luffy era el II Rey de los Piratas y sin duda, sabría cómo encontrarlos.

Y con ese pensamiento en la cabeza navegaron durante varios años por los mares y todo prometía ser igual, al menos al principio. Zoro había sido votado como el capitán y hacía su trabajo como un verdadero capitán lo haría pero, con el tiempo, la moral de Zoro se fue desmoronando hasta que concluyó que no era digno de ocupar el sitio de su capitán y que nunca, nunca, iba a ser el capitán que el Sunny-Go necesitaba.

Esa fue la primera cuerda que dio de sí. Zoro fue el primero en abandonar el barco. Recogió sus katanas y todas sus cosas y se fue, bajo la mirada reprochadora del resto. El había dicho que lo único que lo unía a la banda era el único motivo de convertir a Luffy en el rey de los piratas y que si ya lo había conseguido, no tenía por qué seguir jugando a los piratas con ellos y que tenía que largarse, ya que tenía cuentas pendientes con Dracule Mihawk, para discutir el título del mejor Espadachín del Mundo.

La segunda fue Robin pero ella no dio razones. Ella sentía lo mismo que todos y por eso nadie le pidió explicaciones. Simplemente recogió todos sus libros y sus apuntes de arqueología y bajó del barco. Desapareció cuando el cielo anunció la primera hora del día y aunque estaba de espaldas y nadie consiguió verle el rostro, todos podían sentir que aquella mujer que nunca demostraba más emociones que una sonrisa cómplice, estaba llorando como cuándo pidió a gritos volver con ellos en Enies Lobby.

Les siguió Usopp, quién no había aguantado mucho el imaginarse que Luffy seguía con ellos. Decidió marchar y visitar el país de los guerreros, Elbaf, el cual había sido su sueño desde que conoció a Dorry y Brogy. Usopp también lloró, pero se encargó de hacerlo en privado, el día anterior a su decisión, aunque Nami pudo escucharle. Pero el cobarde y mentiroso chico era lo suficientemente fuerte para no dar vuelta atrás con una decisión como esa, otra vez, nadie dijo nada.

Luego fue Chopper, el reno si lloró a moco tendido cuando se despidió de los que quedaban. Aún quedaban muchas hierbas medicinales que descubrir, medicamentes que crear y no quería estancarse en una tripulación que con cada minuto perdía sus fuerzas para seguir adelante. Se marchó a mitad de la tarde con una mochila enorme a su espalda. Lloró hasta que se quedó totalmente seco.

Luego fue Sanji. El cocinero, al igual que Zoro, no soltó una lágrima, pero su expresión era más que suficiente para demostrar lo que todos estaban sintiendo. Con nada más que su caja de fósforos y algunos tesoros que Nami le dio, el pervertido cocinero dejó la tripulación para crear su propio restaurante con los mismos ''códigos morales'' que el Baratie.

Luego fue Brook, quién decidió retomar su carrera como Soul King y compartir sus canciones con el resto del mundo. EL esqueleto dijo que no iba a llorar, agregando que no tenía ojos para hacerlo y su reconfortante ''Yohoho''. Franky y Nami sonrieron aunque no de la misma forma que siempre. Brook terminó con una expresión de ganas de llorar, sin conseguirlo y se marchó con su guitarra.

Quedando solo Nami y Franky, el cyborg pervertido quería montar un negocio, dónde repararía barcos de piratas con daños por haber intentado dominar el Grand Line. Nami no tenía fuerzas para poner alguna objeción así que le pidió que la llevase a su tierra natal y que luego se fuera con el barco. Franky así lo hizo, la dejó en Cocoyasi y partió con el barco.

Así fue como Nami se quedó allí y como se reunió con sus seres queridos. Pero nunca volvió a ser la misma.

Después de varios años estaba ahí, en ese bar, consumiendo toda su cordura en tragos que le quemaban la garganta pero que aún así alejaba sus recuerdos. Observaba su cartel de busca en la taberna con una recompensa que sobrepasaba los 5o millones. Una cifra de la que nunca se dio por enterada hasta ese momento.

No solo estaba ella, sino que había una fila de carteles de ''Se busca'' de toda la tripulación, por orden cronológico. Sonrió sin darse cuenta al recordar la primera cifra de Chopper de 5o berries, por error, al pensar que era su mascota, y que ahora como la suya, sobrepasaba los 5o millones.

Observó la de su capitán, con la foto del primer cartel, esa sonrisa que tantas veces alejó sus dudas y la de todos. Él tenía la recompensa más alta de todos y la más alta del mundo. Su recompensa había sobrepasado fácilmente los 900 000 000 millones, pero ningún caza recompensas se atrevía a intentarlo con él o con alguna de su banda. Todos sabían lo que pasaría si algún Mugiwara estaba amenazado.

Nami sonrió por unos segundos sin darse cuenta y volvió a pegarle un trago a su botella. No supo por cuánto tiempo tuvo a un sujeto sentado a su lado, que la observaba ahogarse en el licor o al menos así lo sentía ella, ya que llevaba una capucha que le tapaba la cara.

Le observó con desprecio haciendo una mueca con su boca.

– Si no quieres nada, lárgate –le dijo con rudeza y le hizo un ademán de largarse con la mano, pero el sujeto no le hizo ningún caso y se quedó allí sin moverse, hasta que Nami lo escuchó hablar por fin.

– ¿Qué hace la navegante más talentosa del mundo pudriéndose en un bar como este?

– ¿AH? –Nami volvió a mirarle con desprecio y el hombre prosiguió.

– Estoy creando mi propia banda de piratas y quiero que seas mi navegante.

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Bueno, como en mi anterior Fic, espero comentarios de qué les pareció, siempre es bueno algún comentario para animarte. Gracias por leer.