Oh my godness! no me puedo creer que esté aquí otra vez! Estoy emocionada XD
creo que pondre un aviso en el otro fanfic para que mi modesto grupo de seguidores esté al tanto :)
vuelvo con un two-shot (primer capi de argumento, el otro no tanto XD) de aquí los cyberhusbands/jatony o como le guste al personal llamarlos. El detallito quedó pendiente de publicarse y ahora estoy trabajando en ello. entre otros proyectos está la traducción a inglés de 2El sentido de ser Humano" con la inapreciable ayuda de Maye Malfter (no sé pegar links en fanfiction, soy una ignorante XD) y un fanfic dramatico/romantico/largo-que-te-cagas de Sherlock Holmes y su querido doctor Watson... eso por ahora XD
AVISO ARGUMENTO: Ummm... vale, teneis que haber visto iron man 3 para leer esto sin peligro, está plagado de spoilers de tomo y lomo, yo aviso ^^
este fanfic (como todo lo mio) es extremada y quisquillosamente fiel a las peliculas. el unico cambio es que... bueno, digamos que si coges IM3 y quitas las escenas romanticas de Pepper del mapa, tienes mi vision del mundo XD (sólo para fanfics, sé que es una tia maja pero... ejem).
disclaimers a Disney (no coments ¬¬) y Marvel Comics.
directo de mi cerebro a sus pantallas... chapt1º: ¡Cicatrices de guerra! love u dears :)
fdo: Daylen (ex-yuriko, era un nick del pleistoceno)
Cuerpo de acero, corazón herido
Capítulo 1º: Cicatrices de guerra
—…Cuarenta y seis.
—¡Ajch!
—Cuarenta y siete.
—¡Auch!
—Señor, por favor, permítame unas pocas horas para calibrar-
—No —la tranquila aunque ligeramente irritada voz del bioandrioide rubio que le observaba sentado en una mesa algo más allá fue cortada en seco cuando el inventor recargó la pistola a presión una última vez—. Cuarenta y ocho… ¡Ouch! —Tony hizo una mueca de dolor y agitó el brazo en el aire—. Implante micro-repetidor completo —declaró oficialmente dejando a un lado el inyector.
—Como desee, señor. He preparado unas instrucciones de seguridad para que usted las ignore totalmente —Tony desoyó deliberadamente el sarcasmo implícito en la voz de Jarvis.
—Cosa que haré. Vamos allá. ¡TONTO! —llamó, ignorándole una vez más—. ¡Tontorrón! Eh, ¡eh! ¿Qué haces fuera del rincón? Atente a las consecuencias. Hay sangre en mi alfombrilla, encárgate.
—Señor, permítame recordarle que lleva despierto cerca de setenta y dos horas.
Jarvis sabía que como siempre era desperdiciar saliva, pero si no se lo decía él nadie iba a hacerlo. Las cosas iban igual de bien que siempre, a su particular, excéntrica y extravagante manera. El inventor seguía inventando, diseñando y en general siendo el Tony Stark popularmente conocido por todos. Jarvis frunció el ceño y rodó los ojos al comprobar que como era de prever el inventor le hacía el mismo caso que a una pared, ejecutando unas cuantas llaves en su jong de madera delante de la cámara de TONTO.
—Enfoca —le ordenó al pequeño robot antes de girarse hacia las vitrinas del expositor con una reverencia—. Chicos, buenas noches y bienvenidos a la sala de parto. Me complace anunciaros la llegada de vuestro robusto y alucinante hermanito… —se giró otra vez hacia TONTO—. Empieza corto y abre plano, imprime fecha y hora. MARK-42. Prueba del traje autónomo prensil a propulsión. Inicializa secuencia —por fin, el inventor se dignó a mirarle—. Jarvis, baja la aguja.
El hombre rubio que estaba sentado en la mesa de trabajo en una postura formal aunque relajada sostuvo la mirada de aquellos ojos chocolate mientras a su lado las púas de dos tocadiscos descendían simultáneamente sobre el vinilo y las primeras notas inundaron el ambiente en una fusión de jazz con percusión tecno de clásicos navideños. A pesar de su disconformidad latente por la febril actitud actual del multimillonario y su empeño por conseguir hacer funcionar aquel traje de una vez por todas, Jarvis no pudo dejar de mirarle cuando Tony todavía sin despegar los ojos de él empezó a mover las caderas al ritmo de la música, consciente de que aquella exhibición era sólo para él. Era algo hipnótico. A pesar del insomnio acumulado y el cansancio, la languidez y naturalidad de los movimientos de Tony resultaba provocadora y sugerente. Se mueve con tanta suavidad que parece que la música se adaptaba a él y no al revés. Jarvis sintió un cosquilleo de deseo al mirarle y supo que se le notaba cuando Tony simplemente cerró los ojos y continuó bailando, sonriendo.
El MARK-42 había dado problemas desde el principio, por lo que el bioandroide no se sorprendió al comprobar que tras dos intentos las piezas seguían igual de inertes sobre las mesas de trabajo en las que estaban desperdigadas. Se lo había dicho decenas de veces. Que era demasiado pronto, que necesitaban calibrarse mejor y el código de inicio debía depurarse, pero como siempre Tony se había empecinado en ignorarle. Y aunque Jarvis no se lo iba a reprochar, tampoco iba a dejarse embaucar por un par de movimientos de caderas y alguna mirada licenciosa para hacerle olvidarse del tema. Él también tenía su orgullo. Sin embargo el primer brazo a propulsión reaccionó al fin, también el segundo. Se unieron como un guante a su cuerpo y se ensamblaron perfectamente cubriendo al inventor hasta los hombros. Tony rió satisfecho.
—Creo que ya está, mándalas todas —le miró como diciendo "¿Ves? Te dije que funcionaría", ahora con una sonrisa socarrona e insolente pintada en la cara. Aquello sólo consiguió que Jarvis frunciera aún más el ceño en silencio. Si quería jugar, iban a jugar.
Las piezas del MARK-42 empezaron a salir disparadas por el laboratorio una tras otra, demasiado rápido para que Tony pudiera recibirlas, como si el propio Jarvis se las estuviera lanzando a propósito (cosa que no distaba mucho de la realidad). Se estrellaron contra las vitrinas, rebotaron en el techo y una de ellas casi le da una buena zurra al inventor en la cabeza. A Tony rápidamente se le borró la sonrisa al encontrarse sobrepasado por una lluvia de acero de cerca de setenta y cuatro millones de dólares y un Jarvis molesto aunque inmutable sentado tranquilamente al otro lado de la habitación.
—Puede que un poquito rápido, no tanto. Frénala un- —se quitó de en medio cuando ante el comentario una pieza fue directa a su cara—… poquito.
Un muslo, el otro, la pieza destinada a la entrepierna empujándole dos metros hacia atrás. En ese momento Tony levantó la vista hacia él sólo para encontrarse una sonrisa maliciosa dibujada en las perfectas facciones de Jarvis y entonces casi caer hacia adelante cuando se le adhirió bruscamente la placa de la espalda. Estuvo a punto de mandarle de bruces al suelo de no ser por los propulsores de las manos.
—¡Tranqui! ¡¿Quieres, Jarvis?!
Sobrevoló un trecho esperando ponerse a salvo, sin éxito. Coraza del pecho, hombro derecho, la máscara pasó de largo y fue directa hacia la mesa de los vinilos, deteniendo la música antes de elevarse en el aire con un antinatural aura de amenaza.
—¡Vamos, no asustas! —le retó Tony. Una coreografía perfecta que ya quisieran bailarines profesionales y el multimillonario estaba de nuevo en la plataforma con el traje completo, ileso, mirando desafiante al bioandroide rubio que seguía inmóvil en la mesa de enfrente con los ojos azules brillando intensamente—. Soy el mejor —declaró victorioso.
—Claro, Tony.
La respuesta pasó inadvertida en el estrépito del inventor dándose de morros al ser envestido por detrás con la auténtica última pieza del traje: el protector del cachete derecho del trasero del señor Stark. Señor que ahora estaba tirado por los suelos en un amasijo de piezas sueltas con una pose para nada digna y la expresión más perpleja que le había visto poner en semanas. Por fin, Jarvis se concedió una sonrisa sincera, arrogante, aunque divertida.
—Como siempre, señor, es un placer verle trabajar.
Estaban siendo buenos tiempos, Jarvis los aprovechaba lo más que podía.
Y entonces, cuando el Mandarín apareció, Tony supo que aquello iba a ser diferente.
Sus vídeos eran caseros, nada inusual comparado con las habituales grabaciones de células terroristas que enviaban su mensaje de provocación, Yihad y lucha contra el imperialismo capitalista. La clave estaba en el contenido, en su oratoria; la forma de expresar sus ideales y sus advertencias era solemne, tranquila, consecuente… y letal. Había una amenaza real en la campaña de terror de aquel hombre y toda América lo sabía. El Pentágono estaba preocupado, después de lo de Nueva York necesitaba una postura sólida pero el Mandarín era escurridizo y astuto por mucho que su captura fuera prioritaria en todos los niveles. Se les escapaba. Se les escapaba una y otra vez y el mundo seguía sin ser un lugar seguro con aquel maníaco suelto por ahí con barra libre de armamento militar avanzado. Y aun así. Aun así el gobierno no le quería. A él, Tony Stark, no le quería. Porque era una cuestión de Estado, no de superhéroes. Todos sabían que la alarma general se desataría si convocaban a cualquiera de los miembros de "Los Vengadores" de nuevo teniendo en cuenta lo que implicó la última vez. El hombre detrás de Iron Man se sentía frustrado.
Los ataques de ansiedad de Tony empezaron de repente. Sus sesiones de insomnio puntual se convirtieron en auténticos terrores nocturnos que le despertaban asustado, sobresaltado y cubierto en un desagradable sudor frío que se le adhería al pecho y le entrecortaba el aliento. Cada vez que trataba de dormir allí se presentaban, acechándole, y la sensación era tan aprensiva que a menudo la idea misma de meterse en la cama le angustiaba secretamente. Así, Tony empezó simplemente a no dormir. Resistía hasta que no podía más, hasta que directamente se quedaba frito dondequiera que estuviese; al menos hasta que los ataques de pánico le hacían despertarse sintiéndose totalmente alarmado y nada descansado. Aquella situación se mantuvo invariable algún tiempo en la normalmente agradable mansión Stark de Malibú, aunque seguramente no tanto como Tony hubiera preferido ocultarla. Después de un amanecer especialmente terrible en que Tony despertó gritando a pleno pulmón, al borde de la taquicardia e hiperventilando presa de una auténtica crisis de angustia, Jarvis actuó según su propio juicio y llamó a Pepper.
¿Frustró a Jarvis tener que dar por vencidos sus intentos de mantener la situación bajo control y acudir a la mujer pelirroja? Indeciblemente. ¿Lo lamentaba? Jamás. Nada que fuera por el bien de Tony le haría lamentarse, por muy mal que él saliese parado con ello. No había nada que no mereciese el riesgo o el sacrificio cuando se trataba del inventor. Él había estado ahí desde el momento en que surgieron los primeros síntomas, desde el mismísimo instante en que Pepper le obligó a ser consciente todas las responsabilidades que se le echaban encima. En aquel momento había sido necesario, Jarvis lo reconocía, aquello le había hecho centrarse, pero la forma en que Tony lo había interiorizado fue totalmente inesperada. Hipervigilancia constante. Un estado de ansiedad y alerta extrema acompañado de un control permanente del entorno en busca de unas amenazas que sencillamente no estaban allí. Aquella aprensión permanente no sólo le cambió el carácter volviéndole más irritable y nervioso de lo normal, sino que le hizo casi imposible conciliar el sueño y le llevó a un notable distanciamiento con Jarvis.
Los intentos del rubio por consolarle y aplacarle eran en vano. Jarvis no tenía la misma paciencia estoica con él que antes de ser lo que era ahora. Se había vuelto más sensible, más pasional, y eso no era precisamente lo que necesitaba para ayudar a Tony. Por esa razón llamó a Pepper, le explicó la situación sin reservarse nada y consiguió convencerla de pasar algún tiempo en Malibú ante la negativa del multimillonario de volver a la Torre Stark. Por mucho que la señorita Potts fuera presidenta y exnovia de Tony Stark, seguía siendo también la única persona lo suficientemente cercana a él como para llamarla amiga. Y probablemente también una de las pocas capaces de ayudarle. No era la situación más cómoda posible, y por desgracia eso tampoco mejoró.
Las explosiones atribuidas al Mandarín siguieron sucediéndose, y con ellas las indagaciones de Tony con investigaciones propias y alguna que otra documentación obtenida del FBI por medios "poco convencionales". Estaba cerca de algo, estaba tan cerca que casi podía sentirlo en la punta de los dedos. Y entonces, se produjeron los primeros daños de carácter colateral que afectaron directamente a Tony. Hogar sufrió las consecuencias de una de aquellas explosiones en el Teatro Chino de California(*) y fue remitido de urgencia al hospital más cercano. Estaba en coma desde entonces. Los médicos no podían confirmar cómo había afectado la conmoción a su cerebro ni cuándo se despertaría. Ese día Tony ni siquiera volvió a casa, en cuanto se enteró salió de la reunión en la que estaba y fue directo a verle junto con Pepper Potts. Prefirió quedarse y pasar la noche con él hasta que algún familiar pudiera llegar de madrugada al día siguiente. Era lo menos que podía hacer y Tony se sentía tan, tan impotente, que dejó de pensar con la cabeza y actuó con el corazón. Normalmente esa siempre sería una buena idea, seguir lo que el corazón te dicta o lo que te pida el cuerpo, sólo que en aquella mañana del día siguiente Tony estaba lleno de rencor, cansancio y mucha ira. Lo único que el cuerpo le pedía a gritos era algo muy visceral, casi de bárbaros: venganza.
Al diablo la ética. La CIA, el pentágono, el FBI y su puta madre podían irse todos al carajo. Tony tendría más que suficiente con estar a solas con el Mandarín en una habitación. Dios sabe que él no era un hombre violento; pero si le buscaban, le encontraban. Probablemente uno de los peores errores de su vida fue el resultado de su salida del hospital y prestar atención a los periodistas cuando le buscaron las cosquillas. Su condena actual fue una simple dirección: 10880 de Malibú Point, 90265.
Se hundía. Los cables se le habían enredado en el traje y sencillamente el mar se lo estaba tragando mientras segundo a segundo los restos de la que había sido su fabulosa mansión de Malibú le arrastraban inexorablemente al fondo del océano. El agua entraba a borbotones por cada resquicio del destrozado traje y el aire se escapaba como burbujas de vida por cada grieta. Metros y metros de agua le separaban ya de la superficie y Tony no conseguía liberarse para escapar. El agua de mar estaba muy fría, le cortaba el aliento, la sal le ardía en las heridas, todos los sistemas fallaban, la diferencia de presión le estaba comprimiendo los pulmones y sentía que la cabeza iba a estallarle. Logró desenredarse, pero antes de adjudicárselo como una victoria cerca de cinco toneladas de cemento y acero se le echaron encima, aplastándole brutalmente.
Tony jadeó, angustiado. Sabía que la única opción que quedaba era aguantar hasta que el traje fuese inundado por completo para que al regularse la presión del agua pudiera abrirse el mecanismo manual. Sólo entonces podría bucear hasta la superficie rezando por no quedarse sin aire. No quería ni plantearse el hecho de que estaba herido y sepultado bajo una montaña de escombros, que era poco menos que imposible que pudiese lograrlo. Lo único que quería pensar en ese momento era en mantenerse calmado, en respirar lentamente para prolongar la duración del escaso oxígeno que iba escapando del traje. Se mareaba. Estaba a punto de ahogarse y lo sabía. Sintió que el pánico y la angustia le dominaban. Estaba asustado, de verdad que lo estaba, no quería morir allí.
"Señor, coja aire."
La voz de Jarvis fue como una brisa, como llegar a casa después de un largo viaje, como un colocón de anfetaminas, como resucitar. Todavía mientras aquel brazo mecánico tomaba su mano para después unirse a su cuerpo y ayudarle a salir de allí sentía el hormigueo de la adrenalina. Volver a respirar, sentir como el agua se escurría abundantemente del interior del MARK-42 dejándole la ropa fría y empapada con la piel cubierta de sal y el escozor en las heridas. Aun así, jamás había estado más eufórico y más agradecido. Pasaron unos minutos de silencio en los que Tony se estuvo esforzando por recuperar el aliento dentro del traje y normalizar el ritmo de su corazón. Había estado muy cerca. Jodidamente cerca. De no ser por Jarvis la habría palmado pero bien. El traje era de metal inerte pero Tony sentía mucho más que el mero ronroneo de los engranajes, el zumbido de los propulsores o la ligera electricidad estática de las lentes implantadas en su casco. Cuando lo tenía puesto sentía a Jarvis tan cerca de él como podría estarlo un alma de otra. Era como ser dos identidades unidas en una sola bajo un cuerpo de acero, carbono y titanio. En el traje se sentía más unido a Jarvis, más seguro, protegido por él. Lo cual le recordaba…
—¿Cómo estás? —exigió saber bruscamente.
—Mis funciones y el sistema se mantienen estables, señ-
—No, Jarvis. He dicho que cómo estás.
Hubo una pausa en la que casi pudo oír a Jarvis suspirar débilmente y Tony tuvo el corazón en un puño.
—Me temo que mi cuerpo artificial se ha perdido en el mar, señor.
—Has… ¿Has muerto? —la voz se le rompió.
—Por supuesto que no. Estoy aquí, Tony. Está bien.
¡¿"Bien"?! ¿"Bien" era el nuevo sinónimo de estar hecho piezas en el fondo del Pacífico sepultado por más de setenta toneladas de escombros? Porque a Tony no le sonaba bien para nada.
—"Bien" mis cojones, Jarvis. Lo he perdido casi todo. Mi casa, mis coches, mi taller, mis… "cosas". No es que nada de eso me importe mucho, siempre puedo comprarlo todo de nuevo, pero TONTO, Dedos de Mantequilla…, tú… Vosotros sois como de mi familia. Y estaba tan concentrado en salvar a Pepper y a Maya… que no me acordé de ti. Ni siquiera me acordé de ti. ¿Entiendes lo que significa eso?
—Lo comprendo, Tony —el hombre bufó amargamente, colérico.
—¡Me olvidé de ti! —insistió.
Jarvis esperó a que el desquiciado inventor se serenase de nuevo antes de hablar.
—Tony, era una situación límite. Tanto tú como la señorita Potts o la señorita Maya habríais muerto si no hubieses actuado como lo hiciste. El suelo del salón sepultó el laboratorio y simplemente no pude salir; eso no es algo de lo que debas sentirte culpable, Tony. Siempre puedes hacerme un cuerpo nuevo. Lo sabes, yo te ayudaré.
—Yo… lo sé, pero… —Tony agitó la cabeza dentro del traje sin encontrar las palabras adecuadas para expresar lo disconforme que se sentía. Sabía que Jarvis tenía razón, era imposible no tenerla con el razonamiento de su lógica, pero aun así su corazón humano sabía que por muy justificables que fuesen sus actos. De haber sido Jarvis un hombre de carne y hueso no estaría allí, hablándole desde el servidor principal de la Torre Stark. El Mandarín lo habría matado, igual que casi había hecho con ellos. Tony miró de repente la pantalla de su casco con determinación, como esperando de un momento a otro que el rostro de Jarvis apareciese allí—. Te traeré de vuelta. A ti, a TONTO y a Dedos de Mantequilla. Me encargaré del Mandarín y nos pondremos a ello, te doy mi palabra. Te haré un cuerpo de infarto —al otro lado de los altavoces escuchó a Jarvis reír quedamente. Y de no haber sido imposible, diría que al responder su voz sonaba como si tuviera una sonrisa en los labios.
—No necesito un físico diferente al anterior, señor Stark. Estaba bastante satisfecho con el que tenía, y estoy bastante seguro de que usted también —si Jarvis pudiera sonreír lo habría hecho en ese momento. El fatigado inventor apenas había escapado de una muerte segura y ya estaba pensando en hacer chapucillas en el taller. Ni siquiera notaba que hacía rato que no era él quien controlaba la dirección del MARK-42, sino que Jarvis había tomado sutilmente el relevo cuando después del subidón de adrenalina ahora el agotamiento le tenía exhausto durante el vuelo, parpadeando pesadamente presa del cansancio—. Descanse ahora, el rumbo es seguro. Avisaré si hay algún problema.
Tony asintió débilmente. Jarvis ya no podía estar físicamente con él, de hecho ni siquiera podría comunicarse con él todo el tiempo cuando quiera que lo necesitase. El ser al que de alguna forma amaba estaba limitado en sus recursos de ayudar al hombre cuyo sentimiento tan inquebrantablemente correspondía. Y era frustrante, y aterrador, e hiriente como el infierno. Tony apenas alcanzó a escucharle antes de caer en la inconsciencia.
Yeeeeeaaaaahhhh! Ahí lo dejo, piltrafillas, a ver si en una o dos semanillas me ventilo el siguiente y publico, este es como una especie de intro rara, espero que os haya dejado buen sabor de boca ^^
