Disclaimer: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, yo sólo tomé prestados a sus personajes para tener contenta a la Musa y a éste corazoncito caprichoso de fangirl.


Pertenezco a ti

1. Absuelto


Alzó la vista hacia la corte que desfilaba a ambos costados de él, eran cuerpos formados en una fila de asientos que se resguardaban detrás de ostentosos escritorios de madera. Lo estudiaban de pies a cabeza mientras uno a uno iban tomando su lugar; los recordaba con aberrante odio, a cada uno de ellos, hombres y mujeres, con esas patéticas curvas en los labios llenas de satisfacción por haber redimido al último y legendario asesino Uchiha, el más temible traidor de Konoha. Y aunque los años no habían pasado en vano aun podía distinguir bajo esas caras llenas de arrugas y manchas de vejez, bajo esos dientes amarillentos y esas melenas encanecidas a los líderes de naciones unidas que lo habían condenado a una larga pena que sólo la muerte lo absolvería de la prisión de máxima seguridad de la Aldea del País del Fuego, mas de eso sólo diez penosos años privados de su libertad habían sido cumplidos hasta que Naruto, su Hokage, había hecho malabarismos, cobrado favores, alegado buen comportamiento y sabe Kami que otros inventos había dado para convencer a esos hipócritas dignatarios de que Sasuke Uchiha estaba totalmente arrepentido, que ya no podría hacer daño ni a una mosca o a un inocente, que de sus ojos ya no destilaba la pasión de la venganza y ahora su permanente silencio era un arma de meditación dirigida hacia el bien. Sí, claro.

Ese idiota, que ahora caminaba desde la puerta con un escandaloso andar, con la capa y el ridículo sombrero puntiagudo del cargo más alto de una nación y esa sonrisa tan irritante que no le cabía en el rostro, había cumplido de nuevo una promesa que se antojaba imposible de sólo pensar lo complicada y agotadora que se volvía con el paso de los años. Sí, se había tardado una década, pero fue su perseverancia lo que por fin le daba a Sasuke un hálito de gozo por ya no tener que volver a esa mugrosa celda que a cada día le enloquecía más.

Sasuke lo siguió con los ojos y no apartó la atención del rubio cuando éste le dedicó esa fingida indiferencia, un nuevo rol que se le complicaba seguir cuando sus pupilas azules viajaban al centro de la habitación donde yacía. Maldito tramposo ¿así que a eso había caído para sacarlo?

Uchiha cerró los párpados para no perder el control ante el fastidio que seguía.

Las palabras aburridas que flotaban en el aire poco le interesaron, los discursos, las preguntas que rápidamente eran olvidadas, la lista de los cargos que en el pasado lo habían encarcelado, todo se encontraba ante una barrera que él había creado a su alrededor. Eran tantas las veces que había estado en la misma posición, como un bicho en un laboratorio, con las manos atadas al frente, que ya hasta podía saber de memoria lo que cada uno objetaría y lo eterno que se volvería el tiempo.

Pero esa voz, dando un grito enérgico, lo sacó de sus cavilaciones y lo trajo a la realidad dos horas más tarde.

—¡Uchiha Sasuke, oficialmente quedas absuelto de todos los cargos, de verás!

Sus ojos negros se abrieron dando una momentánea sensación de sorpresa.

Uno de los ANBU que fungía como parte de la seguridad de los jueces se acercó a él con un kunai en manos e instintivamente dio un paso atrás.

—Deja, yo lo hago —Naruto apareció entre ambos para que no hubiera un revuelto. El shinobi asintió y se retiró al lugar que le correspondía en la sala.

—Lo conseguiste — señaló Sasuke, con la voz grave de aquel que no ha pronunciado palabra por mucho tiempo.

Uzumaki cortó las cuerdas que mantenían sus manos atadas. —Te dije que lo haría, mi amigo.

Se miraron de frente, ya nada quedaba de esos mocosos de 12 años que alguna vez fueron, pues sus formas ya eran de hombres con todo el sentido literal que implicaba la palabra.

—Te tardaste —replicó, sobándose las muñecas, justo donde una marca rojiza había quedado.

Naruto se cruzó de brazos; no que esperara un gracias, pero al menos podía ser más considerado con todo lo que había tenido que hacer para sacar su trasero de la prisión. Abrió la boca y fue cuando un pelirrojo los interrumpió.

—Recuérdale que estará en periodo de observación —Sasuke escuchó la voz llena de frivolidad. El Kazekage nunca había asistido a sus juicios, por lo que le tomó un par de minutos ponerle nombre a esa silueta varonil, que resultó ser de los pocos que no había vaciado la sala como alma que lleva el diablo de haber terminado el juicio.

—No será necesario, estoy seguro que no quiere volver a pudrirse otros años allá adentro — dijo Naruto. Uchiha guardó silencio.

—Te veo en la noche, Uzumaki — Gaara se dio la vuelta, sabiendo que nada debía en esa conversación de dos.

—¡Sabaku! — gritó antes de que desapareciera por la puerta. Gaara se detuvo y volvió a avanzar después de escuchar un sincero gracias. —¿Quieres ir por tus cosas, baka?

Sasuke alzó una ceja, en verdad seguía siendo un cabeza hueca. —No tengo nada.

—Está bien, ya te compraremos ropa y todo lo demás que necesites. ¡Hay que irnos de aquí lo más rápido posible! Necesitas aire fresco porque ese color a cadáver te sienta muy mal —pasó un brazo por encima de los hombros de Sasuke y lo guió afuera, donde el Sol no había dejado de brillar desde hacía diez años.

A Uchiha le ardieron los ojos, el resplandor lo dejó momentáneamente cegado, y aunque Naruto seguía parloteando pegado a su oreja, nada le pareció de mínima importancia como para intentar recordarlo, de cualquier forma no le quedaba demasiado tiempo o eso presentía.

.

—¿A dónde es que vamos? —preguntó luego de media hora de ser arrastrado por toda Konoha.

La gente no parecía perturbada con su presencia, contrario a lo que había creído de que al salir de esa polvosa celda cada par de ojos se dirigirían acusadores hacia él. Extraño. Curioso. De nuevo se daba cuenta que nunca fue el centro del universo y que ahora no era más que un civil con ropas viejas y desgastadas junto al hiperactivo Hokage.

—A casa, tienes que asearte bien porque te tengo preparada una sorpresa —rió.

—No quiero ninguna sorpresa —gruñó —¿No tienes que firmar algún papel o algo?

—Ya lo hice. ¡Todo lo planeé meticulosamente para tenerte para mí solito el resto del día! ¡De verás!

—Eso sonó muy gay, idiota.

Tardaron alrededor de quince minutos en llegar a una modesta casa de dos pisos donde Naruto se detuvo a tocar el timbre.

—¿Es tu casa y no tienes llaves? —refunfuñó luego de que nadie abriera por un largo rato.

—Jum… qué raro, dijo que no saldría —contestó para sí y fue a asomarse a través de las ventanas que daban a la calle.

Fue entonces que escucharon un par de pasos corriendo hacia la puerta, seguido de un grito advirtiendo que ya venía. A Sasuke apenas le dio tiempo de reaccionar para no caer cuando una pequeña figura se enredaba en su cuello con un fuerte abrazo.

—¡Sasuke! —tartamudeó entre sollozos de felicidad, sin recaer en la presión que ejercía.

—Basta Sakura, lo asfixias —intervino Naruto —y no querrás que vuelva a la cárcel si decide asesinarte.

Los ojos de Haruno se abrieron, recapacitando que al moreno nunca le habían agradado tantas muestras de afecto. De verdad que no quería que Sasuke se volviera a ir. Dio unos pasos atrás y limpió las lagrimas que se le habían escapado de júbilo.

Uchiha guardó sus manos en los bolsillos y recorrió su silueta sin ningún recato. Llevaba puesto un delantal sobre un sencillo atuendo que consistía en una blusa blanca y unos jeans. No había cambiado mucho o quizá no se percataba de los detalles porque la chica iba a visitarlo al menos una vez al mes, la única que junto a Naruto no lo había olvidado. Los demás, su sensei, sus compañeros de generación, nadie lo había buscado desde la redada donde lo capturaron.

—¡Oh! Pasen chicos, deben estar hambrientos — empezó a decir Haruno para alejar ese silencio —¡Justo estaba cocinando donburi!

—Mmm… ¡qué rico, Sakura!

Sakura rió, perdiéndose en el pasillo.

Sasuke fue el último en entrar a la casa.

—Te quedarás aquí hasta que encontremos un departamento, ¿o quieres volver a la mansión Uchiha? —el moreno no le respondió. —Eso pensamos. Oye, Sasuke —Naruto rascó su nuca — por un año no te podré asignar a ninguna misión que no sea de rango D, eso si quieres volver a ser shinobi.

Se sentaron en la mesa.

—Hmnp… ¿Para que otra cosa podría ser bueno si no es para asesinar?

Los ojos de Sakura se volvieron sombríos, se dio la vuelta y comenzó a servir los platos.

—¡Tengo que pensar en algo! No quiero que andes de vago y holgazán.

Dieron las gracias por la comida.

Sasuke los vio reír, contar anécdotas de misiones, de la vida cotidiana. Se sintió fuera de lugar.

Todo le parecía irreal. Todo iba muy rápido… tanto que mareaba.

Hacía unas horas estaban recostado en una incómoda cama con los resortes torcidos, vaciando su cerebro de recuerdos manchados de sangre y ahora, como si nada, estaba comiendo con sus dos mejores amigos, fingiendo, burlándose de 10 años de profunda oscuridad.

¿Era eso posible? ¿Avanzar como si nada? ¿Comenzar de cero?

Y lo que más odiaba era que Sakura nunca tocó el tema de la prisión. ¿Así de fácil podía olvidar?

Siempre la encontró absurda.

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.

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Continuará...


Nota: Espero que les haya gustado la introducción, porque no fue más que eso para situar una línea de tiempo en la historia. Los personajes tienen alrededor de 26 años por lo que les advierto que habrá sexo gráfico en futuros capítulos.

En la siguiente entrega se empieza a desarrollar la trama y descubrirán a qué parejas les tiro la onda :)

Saludos.