El irresistible encanto español (Tu amor es mi droga).
Disclamer: Hetalia no me pertenece.
Italia de sur
1-Amor apache –Te pego pero te quiero–
Lovino despertó cuando un rayo de luz que se colaba por las ventanas le dio en el rostro, frunció el ceño y se dio la vuelta intentado ganar unos minutos más de descanso, estaba a punto de volver a dormirse cuando noto que algo extraño sucedía, cosa que hizo que se espabilara por completo.
Alguien –o algo– se había metido en su habitación y estaba compartiendo la cama con el
Lovino miro el bulto a su lado, estaba algo asustado pero se armo de valor y levanto la sabana que cubría a la persona –o criatura viviente– que dormía junto a el.
Se trataba de España, durmiendo a pierna suelta.
Entonces fue cuando recordó todo y un color rojizo pinto sus mejillas
La fiesta de navidad. Vino. Sangría. Muérdagos. Tarantela y flamenco.
Besos húmedos, caricias ardientes, Antonio sobre él, su ropa cayendo al suelo…
Lovino resoplo resignado. Antonio lo había hecho otra vez ¿Por qué no podía decirle que no? Miro la cara de Antonio, tenía algunos moretones en la cara y en los brazos por los golpes que le había dado anoche para tratar de quitárselo de encima pero le había servido de nada, el español era muy insistente cuando quería algo y Lovino sospechaba que Antonio era ligeramente masoquista si no ¿Por qué aguantaba todos los golpes que le daba y después sonreía como idiota?
Lovino sonrió levemente. Antonio era un caso sin remedio sin importar cuanto le pegara y lo insultara siempre volvía a su lado, siempre estaba con el, apoyándolo, preocupándose por el, animándolo, haciéndolo sonreír aunque a veces hiciera cosas que lo hicieran enojar era agradable estar con el.
Y sin importar cuanto le golpeara, se negara a gritos, usara una silla para alejarlo de el y se encerrara en el baño Antonio siempre lograba hacerlo ceder. Solo Dios sabia que tenia el español para atraerlo cual imán, era como una secuencia de eventos.
Un golpe por beso. Un forcejeo por abrazo. Apartarlo de el por una caricia bajo la ropa. Un insulto por las melosidades que le decía entre caricias...
Pero siempre ocurría lo mismo, sin importar que hiciera Antonio siempre se salía con la suya, Lovino suspiro, se levanto de la cama, se vistió y se dirigió a la cocina, le haría un remedio para la resaca al español seguido del desayuno después de todo aunque a veces lo sacara de sus casillas amaba profundamente al español y este le correspondía de igual manera aunque el italiano le pegara y lo insultara la mayor parte del tiempo.
A fin de cuentas su amor por el español era amor apache, le pegaba de cabezazos y lo insultaba pero sobre todo lo amaba más que a cualquier otra persona en el mundo
