Adora dejó escapar un largo suspiro mientras observaba la destrucción post guerra que se había adueñado de los Bosques Susurrantes. Tal había sido el magnetismo de dicho caos que estos, famosos por el movimiento de su vegetación, se habían detenido, y ahora el silencio era ensordecedor.

—Lo siento —Susurró, sintiéndose una vez más dolorosamente responsable por el ataque a Bright Moon, el cual ya había sido hace tres días.

Le sorprendió la rapidez con la que tanto los habitantes como las princesas de Etheria habían reparado los destrozos en el castillo y el pueblo. Pero la felicidad y energía que trajo la victoria los movió a todos como hormigas obreras, y en tan solo esos tres días habían casi reestablecido la normalidad en Bright Moon.

Después de ello la Reina Angella decidió darles un respiro a los habitantes organizándoles un festival de celebración. Ella dijo que merecían disfrutar de esta victoria, sin embargo, tras las puertas del castillo, con todas las princesas sentadas en la gran mesa de reunión (Bow, Sea Hawk y Swift Wind también presentes) se respiraba la preocupación por los acontecimientos recientes. Habían estado tan cerca de ser vencidos, ese solo hecho les hizo entender a todas que la única manera de resultar victoriosos en los futuros enfrentamientos contra la Horda era trabajando juntos, ya no solo podían depender de She-Ra, eran un todo y como tal debían funcionar de esa forma.

Luego de discutir posibles estrategias en caso de un nuevo ataque, cada princesa volvió a su Reino para los preparativos defensivos. Cuando ya se habían retirado todos, dejando a Adora, Bow, Glimmer y su madre en el gran salón, la reina Angella compartió su curiosidad en voz alta con los adolescentes. ¿Cómo es que Hordak les había tomado la ventaja de un día para otro? No era menor averiguar lo que habían planeado para succionar la fuerza de las princesas, casi había terminado con la vida conocida en Etheria.

Bow y Glimmer se comprometieron ahí mismo en descubrir el secreto de Hordak, hasta mencionaron infiltrar un espía en Fright Zone, lo que les ganó una advertencia de la Reina, y les hizo prometer que no arriesgarían sus vidas luego de lo que había sucedido.

Adora aprovechó ese segundo para excusarse a su habitación, estaba exhausta y quería al menos refrescarse en la cascada antes de dejarse llevar por el sueño. Ellos comprendieron y le dieron las buenas noches, dejándola partir.

Y hela aquí ahora, rondando los inmóviles árboles que habían sobrevivido a los tanques y la magia. Saltó sobre un árbol caído y en respuesta siseó llevando una mano a su resentida espalda. Su cuerpo aun le recordaba lo reciente de la batalla, y las marcas de garras por lo pronto no se irían. Estaba segura de que dejaría cicatrices. Le sorprendió encontrarlas luego de despojarse de su camisa, habían sido hechas mientras era She-Ra, se suponía que debieron haber desaparecido al volver a ser ella, pero no. Sangraban hasta hoy, para su frustración, ni las aguas mágicas ni el descanso parecían hacer la diferencia en su curación.

Tal vez…se lo merecía.

Las marcas eran un nuevo recordatorio de lo que había dejado atrás, y el corazón le dolía más que las mismas. La responsable de su herida seguía rondando su consciencia, y luego de auto diagnosticarse 'insomnio por culpa' decidió dar un paseo por el bosque. Definitivamente no planeaba entrar a ninguna ruina de los primeros, no parecía sensato meterse en una y arriesgarse a recordar el día en el que perdió a la persona más importante de su vida. De alguna manera ella culpaba a Light Hope y su consejo de "dejar ir" a las personas que le importaban con tal de volverse una She-Ra más poderosa.

Pero todo lo que consiguió fue que Catra fuera más allá de su alcance, y que Adora la necesitase a su lado más que nunca. ¿Qué es lo que Light Hope le había mostrado a su amiga de la infancia para que todo rastro de…humanidad desapareciera de su mirada azul y amarilla? Ella recordaba cada momento que se les había mostrado estando juntas, hasta había unos que les hizo revivir su gran amistad. Sin embargo, se habían separado, y luego

Catra ya no era la chica que solía conocer.

No sabía que había sido, pero debió ser lo suficientemente convincente para que Catra pensara que ya no necesitaba de Adora.

Y ella quería que le necesitara, por más patético que sonara. Habían estado la una para la otra desde que tenía memoria, se habían protegido mutuamente, simplemente su felicidad se había vuelto codependiente y no se vería auténtica sin Catra a su lado. Pero ella se había vuelto cruel y obstinada, y parecía que cada vez que Adora intentaba explicarse, la empujaba más hacia el lado oscuro. Eso la enloquecía de angustia. Después de la guerra, para She-Ra todo iba viento en popa (hasta el momento) pero siendo ella misma parecía un desastre, y sabía que no haría entrar en razón a la chica de ojos intrigantes blandiendo la espada como una mujer de dos metros y usando una tiara.

Pensó en ir en busca de Madame Razz, pero tampoco sabía si más de sus respuestas crípticas le ayudarían a encontrar la solución para salvar su amistad más querida.

Oh bueno, al menos la distraería de su tormento, no tenía donde más ir.

Se dio media vuelta para ir en busca de la extraña anciana, cuando un sonido a sus espaldas captó su atención. Adora agudizó su oído. Era un lejano silbido, que luego se volvió un largo zumbido. Jadeó, reconociendo el sonido como el que provenía de uno de los esquifes que usaban en Fright Zone.

"¿Un ataque? ¿tan pronto?" se preguntó confundida. Desenvainó su espada y sin perder el tiempo corrió siguiendo el sonido de la nave. No parecía una buena estrategia considerando la baja de fuerzas luego de la batalla, sin contar los tanques destruidos más los robots. Algo no iba bien, ella lo sabía, por lo que aumentó el vigor en sus piernas.

Pero no alcanzó a ver el esquife antes de que este perdiera el control y se estrellara contra el suelo. Adora logró saltar fuera del camino de este cuando la nave pasó de largo hasta detenerse entre los arboles con el ultimo ruido de sus propulsores. Luego solo hubo silencio.

Se puso sobre sus pies lentamente, cuidando de no hacer el menor ruido, y blandiendo su espada se acercó sigilosamente a la nave caída del intruso. Escuchó un leve movimiento proveniente de ella, seguido de un aullido de dolor que la dejó paralizada en su lugar.

—Maldito…cacharro. —Dijo la voz, teniendo dificultad para nivelar su respiración—. ¿tenías que fallarme ahora cierto?

Adora soltó un corto jadeo, poniéndose en evidencia, y el intruso si bien no se mostró, tampoco guardó silencio y su voz tomó algo más de fuerza—. ¿Quién anda ahí? —Exclamó a la defensiva, intentando sonar intimidante. Habría funcionado, de no ser por las maldiciones que soltó después en un tono más vulnerable.

La rubia, sintiendo el corazón en la garganta, soltó su espada y corrió hacia el esquife, sus piernas temblaban a la par que su voz.

—¿¡Catra!?

La susodicha levantó la mirada, y sus ojos azul y amarillo se abrieron como platos a la vez que su boca. Adora no estaba mejor, su corazón latía furiosamente en su pecho y sus emociones se aglomeraron en su cerebro haciendo un lío en su interior.

La chica felina, luego de un rato de contemplarla sin creérselo, para el desconcierto de Adora le dedicó una sonrisa débil, y un:

—Hey Adora. — junto a una risita impresionada que endulzó sus oídos—. Estás aquí. Bien.

Adora la miró sin comprender. ¿era una trampa? Si lo era entonces Catra estaba estrenando unos dotes de actriz que en realidad nunca había demostrado tener, aunque sabía lo buena que era escondiendo sus emociones pero… no le hacía sentido, sin embargo el que le estuviera hablando de esa forma, como en los viejos tiempos…después de todo lo que había dicho, y lo sucedido en el baile, en el templo, la mirada que compartieron terminada la batalla en Bright Moon antes de que ambas volvieran a sus bandos…

Ella estudió la escena a su alrededor, respirando hondo para no perder el hilo de peguntas que le formularía a Catra. De partida el por qué había robado un esquife para dirigirse a los bosques, ¿o pretendía atacar Bright Moon por si sola? ¿y como es que había chocado? Nada se había interpuesto en su camino y aun así se estrelló como si no hubiera tenido otra opción.

De repente cayó en cuenta. Catra no se había movido ni un ápice de su lugar, y la conocía demasiado bien para saber que eso no era normal. Su naturaleza felina la hacía necesitar sentirse aventajada, y su posición en el suelo del esquife distaba mucho de una buena estrategia de combate. Entornó sus ojos sobre ella y su preocupación aumentó cuando Catra evitó su mirada. Su tez se había tornado pálida y su pelaje estaba descuidado, su melena parecía haber perdido volumen. Sus orejas estaban caídas y su cola se mantenía enrollada en su propia cintura.

Luego vio la sangre, y antes de que pudiera exclamar con horror, Catra se le adelantó.

—Sé que…no me veo muy bien —formó una sonrisa ladeada, que luego se transformó en una mueca de dolor.

—Oh no. No no no Catra… ¿Qué te pasó? —Lágrimas se formaron en sus ojos, pero se negó a dejarlas caer. Rápidamente subió a la nave y se posicionó sobre ella para estudiar la herida de cerca. Se aferraba a su brazo como si su vida dependiera de ello, y por como la sangre parecía brotar de su herida, tal vez no estaba tan lejana a la realidad, la pobre parecía no tener fuerzas, apenas capaz de mantenerse sentada contra la mesa de navegación, Adora nunca la había visto así. Las manos comenzaron a temblarle, pero eso no la detuvo de ponerlas sobre las de Catra para hacer más presión sobre la hemorragia. Ella siseó mostrando sus colmillos, pero Adora la hizo callar.

—¿Cómo… acaso fue… Shadow Weaver? —Preguntó entre sus propios jadeos nacidos del miedo, y por no decir, la creciente ira que iba abriéndose paso en su pecho—. La mataré, si te puso un dedo encima yo… oh Catra-

—Dios, cálmate Adora. —Volvió a sonreírle débilmente la chica de ojos amarillo y azul, lo que parecía estúpido dado que estaba herida de gravedad—. No. No fue así, me encargué de Shadow Weaver y ahora no puede molestarme. Este fue solo… un desliz, es todo.

Adora la miró sin creérselo, y dado por su condición ella le estaba escondiendo algo.

—¿Hace cuanto estás herida? —Preguntó con ojos entornados. Pareció dar en el blanco con su pregunta cuando la escuchó bufar, una de sus orejas se movió con irritación-. Catra…

—Unos…tres días.

—¿QUE? —Ahora sus orejas se movieron, pero en protesta al grito ensordecedor que soltó la rubia tan cerca de ella—. ¡¿entonces has estado desangrándote estos tres días?! ¡qué demonios Catra!

La chica felina parpadeo lentamente mientras Adora se agarraba la cabeza con sus manos ensangrentadas sin poder creérselo, y un destello de ira cruzó por su rostro.

—¿Sabes? Tal vez en tu nuevo mundo de princesas esto habría sido fácil de tratar con su estúpida magia o que se yo, pero donde yo vivo; DONDE TU VIVIAS, una herida así me costaría caro, y no puedo darme ese lujo, menos como la nueva mano derecha de Hordak, así que lamento quebrantar la perfección de tu nueva vida.

Ahora las lágrimas corrían libremente por el rostro de Adora, y Catra estuvo a punto de seguirle, pero se negó a darle el gusto e inhalo débilmente.

—No debí haber venido. Fue infantil pensar que…—Gruñó cuando intentó moverse lejos de su antigua amiga. Adora reaccionó y la mantuvo quieta. Se limpió las lágrimas y se concentró en su brazo.

—Déjame ver —Catra no hizo ademán de hacerle caso, y ella suspiró derrotada—. ¿por favor Catra? Por favor déjame ayudarte, no puedo verte así, duele.

Después de sopesarlo un largo minuto la susodicha suspiró y movió su mano, dejando en exhibición la profunda herida que la atormentaba. Miraba hacia otro lado mientras Adora la examinaba, su cola retorciéndose inquieta sobre su estómago. La rubia movía sus manos fantasmalmente por sobre la superficie de la zona afectada, y de repente detuvo sus acciones, un pensamiento le asaltó la consciencia. Su espina fue sacudida por un desagradable escalofrío.

—¿Dices que…fue hace tres días? —Su voz tembló a la vez que un nudo se instaló en su garganta. Intentó bajarlo tragando saliva, pero al ver la forma singular de la herida, el distanciamiento de Catra y su renuencia a mirarla… solo le hizo soltar nuevas lágrimas.

Avistó su espada en el suelo cerca del esquife y un sollozo se le escapó.

No… —El sufrimiento en la voz de Adora hizo que Catra volviera su cabeza hacia ella. Sintió su corazón estrujarse por la horrible culpa reflejada en los ojos azules de la chica que había sido su todo. Intentó hacer desaparecer esa expresión de su rostro con palabras, pero sus fuerzas parecían disminuir cada vez más.

Gimió cuando un mareo atravesó su cabeza y la hizo caer, ahora aovillada en el suelo. La voz de Adora fue frenética.

—¿¡Catra?! Dios, ¡esto es mi culpa! ¿Cómo he podido hacerte esto? —las lágrimas de Adora ahora caían en la frente de la chica felina al poner la cabeza de Catra sobre sus rodillas. Volvió a contener la hemorragia y aunque eso le ganó una nueva protesta, también agradeció la necesaria presión en la herida, ya no se veía con las fuerzas de mantenerse consciente por mucho tiempo más. Tampoco es que esperara sobrevivir. Era esa la razón por la que estaba ahí, después de todo.

"no puedo quejarme" pensó, contemplando el rostro que había planeado ver en los últimos momentos de su miserable vida. Adora era la única persona que había significado tanto para ella, pero cuando desertó fue como ser arrebatada de su mitad. Había sentido ira, traición, y el rencor se había apoderado de su ser de tal forma que se había obsesionado con la idea de vengarse de la rubia.

Pero esos tres días, estando herida, escondida y asustada por que la descubrieran en ese estado, lo único que añoraba era estar entre los brazos de su amiga mientras le susurraba que estaría bien, que no se movería de su lado, y que juntas saldrían de esto.

Y esto se le acercaba bastante, así que, sí, estaba bien para ella partir si era Adora quien la sostenía.

Tal vez…me lo merecía —Logró decir mirándole a los ojos. Adora negó con la cabeza y juntó sus frentes, soltando un sollozo que le desgarró la garganta.

—Lo siento —Susurró —. Esto no habría sucedido si yo hubiera tomado mejores decisiones. Debí llevarte conmigo esa noche, es como si todo se resumiera a que las cosas salen mal cuando nos separamos.

—Sí. Puede que tengas razón —Rio Catra. Sentía su cuerpo extrañamente pesado, lo cual no era buena señal, eso y que la vista comenzaba a nublársele. Con un esfuerzo extra, posó su mano sobre la de Adora, la cual aun hacía presión en su brazo—. También lo siento —musitó, para sorpresa de la rubia—. Es solo que…te fuiste y parecías estar bien sin mí. Me dejaste para ayudar a desconocidos que estaban siendo lastimados por nuestro bando, y aun así cuando yo…ugh, maldición.

—¿Catra? —la alarma volvió a la voz de Adora. Pero los oídos de Catra comenzaron a zumbar, haciendo que la escuchara cada vez más lejos.

—Al menos…estás aquí ahora…

—¡CATRA! —Chilló cuando la cabeza felina cayó a un lado de una forma que le congeló la sangre. Miró bajo su mano y maldijo al ver que la hemorragia seguía su curso— ¡Vamos! —repetía mientras le buscaba el pulso. Esperó hecha un desastre, el tiempo pareció detenerse mientras pasaban los minutos sin escuchar nada.

Y luego sintió un débil pálpito bajo sus dedos. Soltó todo el aire que había contenido, pero no perdió más tiempo. Si no se apresuraba, la perdería otra vez, y temía que para siempre. Rasgó una de sus mangas y con ella le hizo un torniquete en la herida, cuando lo hubo ajustado lo suficientemente fuerte dejó lentamente su cabeza en el suelo de la nave y corrió hacia su espada.

—¡por el honor de Grayskull!

Sintió la luz rodearla y la fuerza de She-Ra llenar su cuerpo. Ella siempre lo comparaba a ser golpeada por un rayo, solo que en vez de dolor percibía una recarga potente de energía que la estiraba y la convertía en algo más grande que ella. La mayoría de las veces se abrumaba con tanto poder.

Mas ahora lo necesita.

Volvió junto a Catra, quien permanecía aterradoramente inmóvil. Con cuidado puso cada brazo bajo su cuerpo y las levantó a ambas. Suspiró temblorosamente y volvió a juntar sus frentes.

—No te preocupes, te tengo.

Escuchó un quejido fantasmal venir de la chica en sus brazos, y eso la impulsó a correr como si no hubiera un mañana. Esquivaba los arboles y pegaba grandes saltos para ganar tiempo, siempre mirando hacia el cielo para guiarse por la luz proveniente del castillo, el único sonido que se escuchaba eran sus pasos apresurados, su respiración agitada por la carrera y el miedo de estar demasiado tarde para salvar a Catra. Cada tanto se dirigía a ella, diciendo "lo siento"; "ya casi llegamos" y "estarás bien" como si ella misma necesitara escuchar esas palabras.

Adora aún no había considerado la posible reacción de sus amigos, y la reina, cuando apareciera con la comandante y por lo que había escuchado, la nueva segundo al mando de Hordak, en sus brazos y al borde de la muerte. Solo tenía certeza de que haría lo imposible para hacer que la sanaran.

Así ella tuviera que hacerlo por sí misma. Solo esperaba no tener que llegar a esos extremos, los poderes curativos de She-Ra aun eran un misterio para ella, y verdaderamente no quería jugar con la vida de Catra intentando usarlos otra vez.

Finalmente divisó la entrada el pueblo, y mentiría si dijera que se preocupó de pasar desapercibida, simplemente corrió esquivando la mesa del festín y atravesando la pista de baile, levantando exclamaciones y susurros alterados a sus espaldas, la mayoría de los habitantes reconociendo a Catra.

—Buenas noches prin…

—¡Apártense y déjenme entrar! —gritó a los guardias, quienes tuvieron que lanzarse al suelo para no estrellarse contra la poderosa (y por no decir feroz) figura de la princesa corriendo hacia el interior del castillo sin intenciones de aligerar el paso.

Adora lanzó una patada que hizo que las puertas del salón real salieran proyectadas de sus bisagras, los cimientos temblaron por su ímpetu y la gran araña que colgaba del techo se sacudió peligrosamente. La princesa del poder soltó un suspiro lleno de alivio cuando se encontró con el rostro escandalizado de la Reina, quien parecía estar leyendo tranquila antes de su entrada estelar.

—Reina Angella…por favor…

—¡Dios mío niña! —se levantó de su trono y corrió hacia She-Ra, quien en un destello volvió a ser Adora. Sus piernas cedieron temblorosas por el cansancio y cayó de rodillas con Catra aun entre sus brazos. Su espalda ardía en protesta, pero se negó a prestarle atención. Acunó su rostro felino entre sus manos manchadas con sangre seca, pero ella no abrió los ojos. Eso sí, su nariz se movió levemente, como si así quisiera asegurarle que vivía. Por el momento.

—¿Qué sucedió? —Preguntó su alteza posando una mano en el hombro de Adora, sin mostrar más que preocupación por la rubia. Notó que tanto su cabello como manos, brazos y el frente de su chaqueta estaban manchados de sangre que parecía pertenecerle a la chica inconsciente. Una de sus mangas de estaba desgarrada y no le tomó mucho a la Reina en ver el torniquete improvisado hecho con esta.

El llanto invadió a Adora y pronto sus mejillas estaban sonrojadas y mojadas.

—Yo estaba… caminando por los bosques, y Catra apareció ahí. Sé lo que pensará, también creí que era una trampa, pero la conozco y no estaba en condiciones de pelear. Yo… —Sollozó, mostrando la herida sangrante en el brazo de la chica inconsciente—. Le hice esto en la batalla de hace tres días, y no para de sangrar. Morirá si no la ayudamos pronto. Por favor… ¡tiene que ayudarla!

La reina miró con cuidado a la adolescente observándole suplicante con gruesas lagrimas corriendo por sus mejillas. Se veía más como una niña aterrorizada que como la legendaria portadora de la espada. Bajó la mirada hacia la comandante de Hordak, no tenía buen aspecto, su palidez indicaba que había perdido grandes cantidades de sangre, le sorprendía que siguiera viva.

Frunció el ceño al notar lo joven que era, ¿cómo es que una adolescente había sido capaz de casi destruir su Reino?

—Adora…—Comenzó cuidadosamente, mandándole una mirada que no le agradó a la chica—. Ella es el enemigo.

—No… —Adora sacudió su cabeza con desesperación—. Catra es… es lo único que tengo, ¡por favor! Yo… ¡es mi culpa! La abandoné y le causé heridas que…que tardaran en sanar, pero sé que puedo ayudarla. Soy la responsable de todo lo que ha hecho desde que abandoné Fright Zone. Si la salva yo…prometo que será diferente. Dele una oportunidad, por favor, no puedo perderla otra vez —Rogó aferrándose a su cuerpo helado. Rozó sus narices y cerró los ojos, ahora llorando de frustración, todo era su culpa, si hubiera hecho las cosas bien, Catra estaría feliz y sana, ambas combatiendo lado a lado como debía ser.

De pronto una mano levantó su barbilla, instándola a mirar hacia arriba. Se encontró con el rostro determinado de la Reina Angella, ella le habló en un tono susurrante.

—Si hacemos esto, entonces tu amiga debe ser tratada como prisionera. Lamento no poder confiar tan solo en tu juicio, pero…lamentablemente sé de lo que es capaz. Cuando despierte deberá demostrar que no habrá trampas y que su palabra tiene valor. Hasta entonces, será guarecida en la celda principal, ¿entendido? —El rostro de Adora se iluminó y asintió enérgicamente, ya solucionaría el resto, solo necesitaba a Catra despierta.

La reina se acercó a su guardia y mandó a uno a llamar a los sanadores. Mientras, los otros dos tomaron a Catra y la llevaron al salón de curaciones, con Adora pisándoles los talones. La dejaron lo más suavemente posible sobre la camilla bajo la atenta mirada de la princesa de poder, y se retiraron dejándolas a solas, mientras llegaran los curadores. Ella tomó asiento junto a la camilla, reacia a separarse de Catra. Llevó una mano a su melena oscura y la peinó dulcemente, desenredando los nudos y alisando sus rizos. su mano viajó hacia a sus orejas y rascó en la zona, le alegró que una de ellas aun mostrara movimiento, fue débil, pero era algo.

—Esta bien ahora. —susurró para ellas cuando gente comenzó a entrar en el cuarto—. Ellos te ayudarán y yo no me moveré de tu lado. No volveré a cometer ese error. Lo prometo Catra.

Dejó un beso en su mejilla y tomó su mano, entrelazando sus dedos. Contempló a los curadores hacer su trabajo mientas observaba ansiosa a su amiga felina, nunca había deseado tanto mirarla a los ojos y escucharla burlarse de ella. Estaba feliz de que sería posible ahora.

Entonces…este es un terreno nuevo para mí en muchos aspectos, pero en realidad me ha encantado el formato de esta serie y no he podido evitar hacer mi aporte a la comunidad de She-Ra la princesa del poder.

espero que les haya gustado. Volveré a actualizar lo más pronto posible.

Megan.