RECUERDOS
CAPÍTULO: CARICIAS
Quizá estuviesen en bandos contrarios, tal vez su enemistad ya no tendría remedio, pero ambas tenían las memorias de toda una vida juntas, y esos recuerdos, las dos los tenían más presentes de lo que admitían.
Catra estaba en su habitación, frente al espejo, contemplaba su reflejo con más atención de la acostumbrada, sus colmillos, sus ojos bi color y sus orejas, a ella le encantaba su apariencia, sin embargo, de pequeña, más de uno se atrevió a criticarle a causa de esta. No entendía porque se ensañaban tanto con ella, cuando había otros cadetes con un aspecto mucho más llamativo, como ese compañero suyo que prácticamente era una lagartija gigante, por ejemplo.
Vio su reflejo con una dura mirada, como si así pudiese reprender a su versión más pequeña, por haber permitido que le afectaran esos mordaces comentarios sin sentido. Sin embargo, la dureza desapareció, sus ojos adquirieron un sentimiento muy distinto cuando recordó que hubo alguien que contradijo a esos idiotas.
Adora había estado buscando a Catra durante horas, hasta que la encontró en un pequeño armario, abrazándose a sí misma, con la cabeza entre sus rodillas.
-Catra-. Sabía que su amiga estaba llorando, eso no le gustaba, cuando la veía así le daban ganas de llorar también. -¿Qué tienes? ¿Shadow Weaver volvió a gritarte?-Aunque Catra no cambió de posición, pudo ver que esta negó con la cabeza. Cerró la puerta y se sentó a su lado. -Catra, mírame. No sé que pasa, pero todo estará bien-.
Alzó la cabeza, sus ojos estaban levemente enrojecidos por el llanto. -Eres demasiado optimista-. Iba a limpiarse las lágrimas, Adora lo hizo por ella.
-Una de las dos tiene que serlo-. Su sonrisa provocó la de Catra, una pequeña pero genuina sonrisa. -¿Qué pasó?-. Echó su brazo sobre los hombros de la otra.
Normalmente le disgustaba verse débil, y detestaba todavía más exteriorizar sus sentimientos, sus miedos, sus problemas, pero con Adora podía permitírselo, Adora era su excepción a todo.
Recargó su cabeza entre el hombro y cuello de Adora. -Dijeron que mis orejas son feas, que daban asco-. Esa no era novedad, el verdadero problema, el que le hizo llorar, fue otro. -Y les pareció buena idea gritarme al oído-. Eso había sido realmente doloroso, su audición era mucho más sensible que la promedio de los cadetes. -Me gritaron mucho-. Aun le dolía.
-Son unos idiotas-. Abrazó de modo protector a Catra. -Unos verdaderos idiotas-. Sentía una mezcla de enojo y culpa. -Lamento no haber estado contigo para ayudarte-. Odió no estar ahí para evitar que lastimaran a su mejor amiga.
-No es tu trabajo cuidarme-. No era inútil, tenía que poder valerse por sí misma, tenía que…
-Lo sé-. Le abrazó con más fuerza. -Pero lo prometimos, tú cuidas de mí y yo cuido de ti-.
-Adora…-. Era agradable sentirse querida, para variar.
-Y oye, tus orejas son muy lindas-. Esa fue la primera vez que tocó sus orejas para acariciarle.
-Oye…-. Catra planeaba protestar por eso, pero se calló, el tacto era reconfortante.
-¿Dejo de hacerlo?-. Dejó de mover sus dedos, temiendo ser una molestia.
-Sigue, no te detengas-. Descubrió que le gustaba mucho que Adora le acariciara, sin poder evitarlo, se le escapó un ronroneo, por primera vez experimentó un sonrojo, era leve, casi ni se notaba, pero sabía que la otra lo había visto. -No se lo digas a nadie-.
-Será un secreto entre ambas-.
Se quedaron así unos minutos más.
A partir de ese momento, hubo más de un día en el que Catra le pidió a Adora que le acariciara sus orejas, y también más de un ronroneo que Adora juró llevarse a la tumba.
Lo que había en su mirada era nostalgia y añoranza, pero no iba a admitirlo aunque le costase la vida, dejó de ver su reflejo.
-Adora-. Murmuró.
Odiaba extrañarla, porque por más que lo intentaba, no podía olvidarla, tampoco superarla, de una u otra manera siempre llegaba a sus pensamientos.
La puerta de su habitación se abrió. -¡Catra! Toqué pero no contestabas y…-. Scorpia se detuvo al notar que su amiga expiraba un aire de tristeza. -¿Estás triste? ¿Te ha pasado algo?-.
Sonrió altaneramente, mostrando sus colmillos. -¿Yo, triste? Que tonterías estás diciendo-. Le hizo una seña de que salieran de ahí. -Vamos, Lord Hordak nos tiene una nueva misión-.
Le pasaban muchas cosas, mas no iba a decírselo a Scorpia, solo con Adora había abierto su corazón y no cometería ese error con nadie más.
No quería volver a sentirse traicionada.
-Adora idiota-. Masculló entre dientes. -Te extraño-. Quería que volviera a acariciarle las orejas. Le quería de vuelta.
