Disclaimer:
Los personajes, trama y detalles originales de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto, Shūeisha y Shūkan Shōnen Jump (manga), Hayato Date, Pierrot y TV Tokyo (anime).
Advertencias:
AU
La clasificación indica temas que no son propiamente para menores o personas sensibles a asuntos relacionados con la violencia física, psicológica, o contenido de índole sexual en determinado momento, además de uso de lenguaje vulgar. Queda a discreción del lector el contenido.
Notas introductorias:
Un poco de sano crack… ok tal vez no tan sano, pero la idea estaba y no pude resistirme, espero les agrade.
Dedicatorias:
Fic para el foro Desafío Shinobi ¡Hi-yah!, de las campañas Creatividad mata carita y El valor de los extras. (más información en mi perfil)
Dionaea
Somos la primera empresa del país del fuego en ofrecer un servicio especializado en plantas exóticas… y otros negocios.
El negocio de papá
Inoichi Yamanaka miraba fascinado el catálogo en sus manos, los tonos rojizos y amarillos se mezclaban con el verde intenso en las fotografías que le habían mostrado sobre lo que podría adquirir. Paseaba los dedos con ahínco entre las páginas de papel mate sintiéndose más y más decidido a cerrar el trato que incluía también, cierto rango geográfico de exclusividad.
Dio una mirada discreta a su libro de cuentas, la coincidencia de fechas del día de la madre, el festival de primavera y la tercera boda de Hiashi Hyūga habían dejado excelentes cifras en tan solo unas semanas. Además, aún estaban pendientes los quinientos ramilletes de flor de cerezo que se usarían esa noche en la fiesta de la escuela preparatoria en alusión al Hanami, y con lo que ya tenía ahorrado, bastaba y sobraba.
Inoichi cerró el encuadernado abruptamente y lo dejo sobre el escritorio de su despacho jugando con la portada glossy donde una Venus atrapamoscas permanecía con su trampa abierta dejando entre ver los tres filamentos sensitivos en cada lóbulo con tal detalle que realmente no parecía ser parte del reino botánico.
La mueca de fascinación podía leerse en cada músculo facial, sus ojos claros se fijaron en el hombre que había solicitado una cita en su despacho desde hacía una semana asegurándole que no se iba a arrepentir y, de momento, lo que había conseguido era ponerle sobre la mesa la oportunidad de concretar una idea que ya le había revoloteado desde hacía un tiempo.
Carraspeo y le invitó a caminar con él, irían por el invernadero que estaba a tan solo un pasillo de jardín sencillo, donde se alzaban orgullosos una veintena de girasoles captando el último rayo del sol.
Tras haber empezado unos años atrás con el negocio de las flores, la florería prosperaba mejor de lo que había imaginado en un inicio. Ya había dejado atrás las estructuras de madera con poca duración, y con orgullo Inoichi presentaba sus cuatro imponentes estructuras parabólicas de acero y cristal que eran perfectamente visibles desde la avenida donde se encontraba la florería y la casa.
Las rosas estaban aún en botón, la extensa fila de capullos blancos se extendía por varios metros y frente a ellas se habían cultivado sus hermanas rojas, que siempre eran las más solicitadas.
Ya era tiempo de cortar las lilas, y los tulipanes violetas que había encargado Madame Shijimi para la fiesta de cumpleaños de su esposo ya germinaban, lo que significaba que estarían listos a tiempo para la fastuosa celebración.
Pero el hombre que visitaba a Inoichi comprendió el motivo de haberle llevado a ese sitio: hasta una flor pierde su encanto cuando se vuelve corriente y, por lo visto, el señor Yamanaka ya se había cansado de tener que dar lo mismo con diferentes listones fingiendo novedad.
—Yamanaka-san— habló el sujeto deteniéndose un momento con la mirada fija en una orgullosa vara de gladiola —. Lo único que podría comentar, es que necesitará destinar el domo más caliente y además cambiar la cristalería, quizás por algo grabado o un ligero polarizado para que la luz no sea directa.
—La inversión puede hacerse.
—No digo que no, solo le comento, hay gente que quiere dar el mismo trato a todas las plantas y flores.
Inoichi se encogió de hombros. Estaba decidido, haría el trato.
El proveedor llevaba los papeles listos para firmar en el portafolio, quizás aquél sujeto estaba seguro de que convencería al dueño de la florería más importante de Konoha o tal vez siempre era así de precavido. Le mostró certificados y permisos para el manejo de las especies exóticas e incluso le hizo entrega de un compendio menos artístico que el otro que le había mostrado al principio de la reunión, pero con las especificaciones de cuidado, transporte y los costos sugeridos.
Se acordaron fechas de entrega, cantidades y tipos de lote, finalmente, solo restaba un depósito, mismo que se haría en cuanto la mercancía hubiese llegado en perfectas condiciones a manos de su comprador.
Formalizado el asunto, los dos hombres se dirigieron a la entrada principal para despedir al viajero de Kusa.
Una camioneta azul aparcó en la entrada, detrás del auto del vendedor, y de ella bajaron dos muchachos con traje de gala.
—Buenas noches— saludó uno de ellos inclinando un poco su robusto cuerpo para saludar a los dos hombres, mientras que el otro chico con las manos en los bolsillos apenas hizo un gesto.
—Buenas noches. Chōji-kun, Shikamaru-kun, será mejor que entren seguramente Ino-chan aún no está lista.
—Mujeres ¿Por qué son tan problemáticas para una fiesta? Con permiso— se excusó Shikamaru entrando a la tienda junto con su amigo para empezar a subir las cajas con los ramilletes de cerezo.
—Tendrá su pedido listo en tres días, como son semillas no tendrá problemas de tiempo mientras acondiciona el invernadero— dijo el sujeto retomando el tema original de su visita.
El rubio asintió.
La risa de Chōji les hizo girar la vista.
—¡Faltan cuarenta minutos para la hora citada e Ino-chan ya esta lista! ¡Es una señal del fin del mundo!
Y lo siguiente que escucharon fueron los gritos de Ino reclamando que primero le hiciera un cumplido y luego dijera esas idioteces.
Shikamaru subió las dos primeras cajas en la parte de atrás de la camioneta y su compañero otras dos.
—¡¿Pero qué demonios les pasa a ustedes?!— preguntó furiosa la chica sin soltar la última caja.
—¿Ahora qué hice?— preguntó Shikamaru desganado.
—¡¿Qué se supone que es eso?!
—Uhm… una camioneta.
—¡¿Y se supone que lleguemos a un baile de gala en "eso"?!
—Pues… era eso o caminando, tú escoges.
Ino soltó un chillido arrojándole la nota de venta, Shikamaru la atrapó al vuelo, pero ella, ofendida aún, se dio la vuelta y caminó hasta su padre. Inoichi había aprendido hacia algún tiempo que cuando eso pasaba solo le restaba sonreír, callar, darle a su hija la razón, dejar que ella sola se calmara y comprendiera las cosas por las buenas.
—Este caballero— interrumpió cuando leyó las intenciones de su hija para pedirle el auto —, será nuestro proveedor para la nueva sección que tendremos en la tienda. La de plantas exóticas.
Ino giró la vista.
Era un hombre que pasaba de los veinticinco pero difícilmente rebasaría los treinta años de edad. Tenía el pelo de un color verde que la obligo a levantar involuntariamente una ceja pensando que entonces sí existía la posibilidad de que Sakura no le mintiera y la gente con esas variaciones pigmentarias fuera genéticamente posible.
Las facciones delgadas de un rostro pálido perdían atención por el lunar antiestéticamente grande del lado izquierdo que acentuaba el intenso color amarillo de su esclerótica: absolutamente toda la "parte blanca del ojo" era de una combinación biliosa que hicieron a la chica sacar una mueca casi incontrolada de disgusto.
Inoichi carraspeo, sonrojado por esa terrible manía de su hija para mirar a detalle a cualquier persona, y rogaba al cielo que no hiciera comentarios en voz alta como ocurrió la primera vez con el peso de Chōji.
—Ino— se presentó finalmente con algo de torpeza al omitir su apellido, aunque fuera evidente que era "Yamanaka", y para alivio de su padre dejó de ver al sujeto para dirigir la mirada a su cartera plateada.
—Zetsu— respondió el otro igualmente omitiendo más detalles y mostrando una especie de sonrisa torcida.
—Yamanaka-san, estaremos en contacto, espero que todo salga bien— agregó de improvisto el proveedor volviendo su atención al hombre.
—Muchas gracias.
Inoichi estaba abochornado, Zetsu parecía haber sentido el descarado escrutinio de la chica, si bien solo un idiota no se hubiera percatado. Condujo al vendedor hasta su auto, le deseó un buen viaje tratando de ponerse como barrera visual entre su hija y él, hasta que el auto puso en marcha su motor desapareciendo en la avenida.
—Ino. No vuelvas a hacer eso— le dijo caminando hacia ella —. Ese hombre tiene una leve ictericia, la han pasado mal allá de donde viene.
—¿No es contagioso verdad?
—No… no tengo idea— dijo tras dudarlo un poco—. Pero anda ya, Shikamaru-kun te deja.
—¡¿Tú tampoco vas a decirme algo?!— chilló saliendo del lapso de distracción al que la había conducido el impacto visual de ese hombre.
Inoichi soltó una carcajada.
—¡Igual a tu madre!
Ino bajó la mirada olvidándose de que exigía un halago.
—No te pongas triste, gritando a todo mundo te ves mejor, y si quieres saber lo que pienso, si esos dos no te cuidan esta noche voy a ir a quemar sus casas ¿Me escucharon?— preguntó a los dos que esperaban a Ino solo dando un saludo nervioso.
—¡Esta preciosa muchacha está a su cuidado y si algún imbécil quiere pasarse con ella no me importa que pierdan los dientes si con eso la defienden!
Los otros volvieron a asentir de la misma manera en que hacían con su amiga.
—Bien, recuerda que las demás chicas también merecen atención, si ves que no te quitan los ojos de encima le robas el saco a Chōji ¿Entendido?
Ino rió y abrazó a su papá.
—No te voy a perdonar que no me hayas querido prestar las llaves del auto— le dijo arrugando la nariz y sacando la lengua para enseguida ir con sus amigos.
—¿Te das cuenta de que es inevitable?— preguntó Chōji señalando su reloj —. Ya vamos tarde.
Inoichi miró desde su sitio la discusión por el lugar del copiloto. Se cruzo de brazos viendo a su hija luciendo el vestido celeste que se había tardado horas en escoger, y si no ganó en disminuir el descubierto de la espalda, al menos había conseguido subir el escote del pecho lo suficiente como para que no se notara la naciente de los senos y que el resto lo ocultara el collar.
En los zapatos había perdido su voto a cambio de que no se maquillara demasiado por lo que ahora veía los altos y delgados tacones desaparecer luego de la victoria de la rubia que ahora iba al frente dejando a Chōji sin más remedio que ir atrás con la carga.
El azul era un buen color para ella, además de que resaltaría el rosado del brazalete.
Levantó la mano despidiéndose cuando pasaron a su lado.
Ya era noche, tendría que ir cerrando la tienda.
Comentarios y aclaraciones:
Eh… supongo que ya supondrán que esta es mi incursión en el llamado "AU" (en realidad no, no es el segundo alterno que escribo pero sí el primero que publico)
A ver si les gusta tanto como a mí este loco proyecto.
¡Gracias por leer!
