¡Hola a todos! Bueno, aquí vengo a presentarles un two-shot por las festividades de Navidad y Año Nuevo. Se me ocurrió de la nada, y pensé que sería bonito escribir algo de una de mis OTPs xD Es bastante simple, creo yo, ya que la trama es... normal(?) Pero espero que a los fans de esta pareja -como yo- les guste 83

Como dije, es un two-shot. Este primero es más desde el punto de vista de Miku, y es por Navidad. Alrededor de año nuevo subiré el siguiente y último, que se verá más del lado de Len.

¡Y se los dejo!


Nota: El * significa que hay aclaraciones de eso al final.


Disclaimer: Vocaloid y sus personajes no me pertenecen, por supuesto. Le pertenecen a Crypton o a sus respectivas empresas.


1. La prueba del muérdago - Miku


Era un día bastante normal; el cielo estaba claro, y varios estudiantes se encontraban caminando en dirección a su escuela. Aunque todo estaba despejado y no había muchas nubes, se podía sentir el ambiente bastante frío. Ya era Diciembre, después de todo, y se acercaba la Navidad.

Una chica peliturquesa caminaba también entre la gente. Al igual que los demás de su edad, estaba dirigiéndose a clases. Su caminar era tranquilo, y una expresión alegre adornaba su rostro. A ella le gustaban bastante esas épocas, pues se la pasaba muy bien con su familia. Claro, sabía bien que esa Navidad sería diferente.

Tan concentrada estaba en sus pensamientos, que dio un pequeño salto al sentir a alguien abrazarla por detrás.

—¡Hola, Miku! ¡Buenos días! —exclamó la chica rubia que acababa de aparecer a sus espaldas.

—¡Ahh! —Miku enseguida volteó, con su corazón aún latiendo mucho por la sorpresa— Buenos días, Rin... me asustaste —la peliturquesa rió nerviosa, para luego dar un suspiro.

Rin, una de sus mejores amigas, se puso a reír muy divertida.

—Perdona, ¡pero es que te veías tan indefensa! —la rubia se abrazó a sí misma y puso cara de víctima, intentando imitar a Miku.

Kagamine Rin, una chica que conocía desde la primaria. Miku recordaba la primera vez que la vio; una niña muy alegre y sincera. Desde que se hablaron por primera vez, se habían vuelto buenas amigas. Y, como habían estado juntas desde pequeñas, se llevaban y conocían muy bien.

Claro, ella no era la única, también estaba...

—¡Rin! —se escuchó el grito de un muchacho, el cual la peliturquesa observó acercarse a ambas. Estaba respirando agitadamente, y ya cuando estuvo junto a ellas, inspiró profundamente— Uff, ¿por qué me dejas atrás? —al notar a Miku, le sonrió alegremente— Ah, buenos días, Miku.

—Buenos días, Len —la chica mayor rió un poco—. Veo que tienen el mismo buen humor de siempre.

Len era el hermano gemelo de Rin. Como con la hermana, Miku también había estado junto a Len por bastante tiempo. Recordaba que él era mucho más tranquilo que Rin, y quizás por eso le había agradado tanto desde el inicio. Aunque, a decir verdad, los últimos años había sentido algo extraño cada vez que lo veía. Aún no entendía qué era.

—¡Claro! ¡Hay que vivir la vida! —dijo Rin, respondiendo a lo que Miku había dicho antes.

—Aunque a veces me dejas cansado de tanta energía... —Len miró a Rin sin ganas, a lo que ella contestó con un puchero.

Entonces, el puño de la rubia se dirigió directamente al brazo de su hermano.

—¡Ow!

—¡Ay! Ya deja de quejarte —le regañó la rubia mientras él se sobaba el brazo afectado.

Miku simplemente se puso a reír, y eso hizo que los gemelos cambiaran su semblante y se unieran a ella. Sí, sin duda se llevaban muy bien, y la peliturquesa no quería que eso cambiara nunca. Pero el destino le tenía preparado algo mucho mejor, cosa que ella aún no sabía ni imaginaba.

Así, los tres siguieron caminando juntos, rumbo a su escuela.


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Las clases pasaron como normalmente eran. Bastante aburridas, a decir verdad. Miku ponía atención a todo lo que podía, aunque había cosas que no podía entender muy bien. Quería esforzarse mucho en la escuela para que sus padres estuvieran orgullosos de ella. Por otro lado, sabía que los gemelos se dejaban llevar un poco; más Rin que Len, al menos a él sí le preocupaban bastante sus calificaciones.

Una vez que llegó el descanso, todos se reunieron para comer. Ambos hermanos se acercaron a la chica peliturquesa para acompañarla. No fueron los únicos; Luka, una muy buena amiga de ellos, también se acercó. Ellos cuatro eran inseparables en las horas de descanso, porque Luka tenía que regresar a su clase al sonar la campana.

Se dirigieron juntos al tejado, el lugar favorito de todos para pasar el almuerzo.

Al estar ahí, se sentaron en círculo, para poder verse unos a otros. Sacaron sus bentous* y se dispusieron a comer.

—¡Gracias por la comida! —dijeron todos al unísono antes de empezar.

Una vez que se pusieron a comer, no podía faltar la plática de todos los días.

—Por cierto —comenzó a hablar Rin mientras aún tenía un bocado en la boca—, ¡ya casi es navidad!

—Vaya, es verdad —Miku se quedó pensativa unos segundos, en los que Len se puso a mirar mal a su hermana, por hablar con la boca llena—. Estoy tan concentrada en los estudios que lo olvidé...

—¿En serio puedes olvidar algo así? —la chica rubia sonó bastante incrédula y sorprendida. Miró a Miku con los ojos bien abiertos.

—Bueno, es normal concentrarse en los estudios, Rin —habló Len como si fuera lo más obvio del mundo. Alzó los hombros después—. Que tú no seas estudiosa no significa que otros tampoco lo sean.

El semblante de su hermana cambió a uno de enojo total. Formó un puño con su mano y lo dirigió directamente al brazo del chico rubio.

—¡Cállate!

Luka y Miku se pusieron a reír. Len simplemente se sobó el brazo afectado, con una expresión de dolor leve en su rostro. Siempre terminaba igual.

—Y, ¿qué planes tienen para Navidad? —la pregunta de Luka tranquilizó el ambiente— ¿De nuevo cena con sus padres?

—Bueno, yo creo que estaré sola... —cuando Miku dijo eso, enseguida llamó la atención de todos. La miraron con sorpresa.

Hubo un silencio de unos segundos, hasta que Len rompió el hielo.

—¡¿Eh?! ¿Y eso? —el chico formuló la misma pregunta que le rondaba por la mente a Rin y a Luka.

—Es que les dije a mis padres que aprovecharan la oportunidad para salir solos —todos escucharon atentamente mientras la peliturquesa hablaba. Ella cerró los ojos, recordando a sus padres—. Quiero decir, hace mucho que no salen solos, por su cuenta... y quise darles una oportunidad —habiendo dicho aquello, la chica volvió a abrir sus ojos y les sonrió a los demás—. Ya tengo 16 años y puedo quedarme sola en casa.

Todos le correspondieron la sonrisa. Asintieron luego, entendiendo perfectamente a lo que su amiga se refería.

—¡Wow! Eso es muy amable de tu parte, Miku —de la nada, Rin se acercó y la abrazó con ternura—. Pero no te preocupes, ¡puedes venir a casa! —la rubia volteó la cabeza y miró a su hermano— ¿Verdad, Len?

—¿Eh? —el chico parecía sorprendido por la repentina propuesta de Rin— S-Sí, claro.

—¡Tú también, Luka! —dijo la gemela después, ahora mirando a su amiga pelirosa.

Luka les sonrió amablemente, pero negó con la cabeza.

—Me encantaría, pero yo sí voy a pasarla con mis padres —respondió ella con tono tranquilo. Después, dirigió su mirada hacia los gemelos—. ¿Y ustedes? ¿Sus padres estarán en casa?

—Bueno, ahora que lo pienso, sería bueno que ellos salieran también —sugirió Len, pensando en ellos. Después, miró a Rin con intriga—. ¿No lo crees?

La joven rubia soltó a Miku después de un tiempo. Se quedó pensando, como si de verdad estuviera imaginando todas las posibilidades.

—Umm... quizás tengas razón —Rin formó una sonrisa—. Al igual que los padres de Miku, tampoco han salido solos en años —la cara preocupada que puso después se contagió a su hermano. Sus padres también merecían descansar y estar juntos—. Además, ¡nosotros somos dos! Estaremos bien —casi estaba decidido para ambos. Rin volteó y miró a Miku de nuevo—. Y Miku vendrá a casa, ¿cierto?

—¡Por supuesto! —la peliturquesa dejó salir una risa alegre— Es una buena oportunidad para todos.

—¡Qué buenos hijos tienen sus papás! —exclamó Luka después, muy feliz por sus amigos— Los míos suelen tener muchas citas, así que quieren que pase la navidad con ellos.

—Eso está bien también —comentó Rin, sonriendo.

—Entonces, les diremos a nuestros padres —ambos gemelos asintieron. Miku pensó que de verdad estaban conectados, solían hacer cosas al mismo tiempo casi siempre—. Y, Miku, puedes venir a nuestra casa para navidad sin problemas.

—¡Hasta te puedes quedar a dormir! —a Rin le comenzaron a brillar los ojos al pensar en lo divertido que sería.

—¿E-Eh? ¿Eso no será demasiado? —cuestionó Miku, algo apenada.

—¡Claro que no! ¡Será increíble! —la rubia alzó los brazos de tanta emoción— Una pijamada entre nosotras.

—Veo que me dejan de lado, de nuevo —mientras, su hermano puso una cara de sospecha, para después soltar un suspiro de resignación.

—Eres un chico, ¿qué esperabas?

La últimas palabras de Rin hicieron reír a sus dos amigas. Claro, a Len no le pareció tan divertido.

Así, pasó todo su descanso. Después de la plática navideña, se pusieron a hablar de otras cosas. Escuela, rumores, entre otras cosas. La Navidad estaba a la vuelta de la esquina, y aunque Miku lo hubiera olvidado, algo en ella le hacía sentirla. Ahora iba a ser mucho mejor al poder pasarla con dos de sus mejores amigos.

Ya no podía esperar para que llegara el día.


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Las semanas pasaron más rápido de lo esperado. Los exámenes finales terminaron muy pronto, y finalmente los estudiantes ya tenían vacaciones. Miku se sentía mucho más relajada ya que podría disfrutar mucho mejor ese día tan especial; pasaría la Navidad con Rin y con Len. A decir verdad, se preparó bastante bien; compró ropa nueva y una pijama, todo para que no hubiera problema a la hora de quedarse a dormir con su amiga. Ya se podía imaginar lo divertido que sería.

Además, Len también estaría allí, aunque no durmieran juntos.

Sí, cada vez que pensaba en él sentía que algo extraño pasaba en su interior. No entendía aún qué era. Quizás... si pasaba la navidad con ellos lograría comprenderlo. No podía estar más en lo correcto.

El día prometido llegó. Miku se preparó desde muy temprano para salir. Metió en una bolsa grande todas las cosas que llevaría a casa de los gemelos, las cosas más necesarias. Incluso sus padres estaban felices de verla tan alegre, podrían estar tranquilos todo el día, sabiendo que su hija estaría festejando su Navidad de forma muy buena. Cuando por fin la peliturquesa tuvo preparado todo, salió de su casa con una sonrisa en su cara, no sin antes despedirse de su familia.

En el camino no pudo dejar de emocionarse.

No tardó mucho en llegar a casa de sus amigos. A decir verdad, no se encontraba muy lejos, ni siquiera tuvo que tomar el tren, sólo tuvo que caminar. Ya en frente de la reja de entrada, su corazón empezó a palpitar muy rápido, como cuando estás ansioso por obtener algo. Dejó salir un suspiro para calmarse un poco, y después tocó el timbre de la casa.

—¡Ya va! —la voz que dijo aquello no se escuchó muy bien, pero Miku pudo comprender qué decía.

Esperó un tiempo, hasta que la puerta se abrió. Len salió rápido, para encontrarse con ella en la reja. La abrió, haciendo pasar a Miku enseguida.

—¡Vaya, Miku! Llegaste temprano —comentó el rubio con algo de asombro, mientras ambos caminaban hacia la puerta de entrada.

—¿De verdad? —la peliturquesa desvió la mirada con vergüenza— Perdón.

—No, no —Len negó con las manos—. No tienes que disculparte.

El chico le sonrió y Miku correspondió el gesto. Al llegar por fin a la puerta, el rubio la abrió y la dejó así, dándole a entender a Miku que podía pasar.

—¡Pasa!

Al escuchar eso de Len, la chica asintió y entró en la casa. El ambiente cálido invadió su cuerpo; se sentía muy bien la temperatura, comparada con la de afuera. Así, con bastante confianza, Miku se quitó la bufanda y el abrigo que tenía puestos, y los colocó sobre el perchero que estaba cerca de la puerta. Ese día hubo bastante nieve, así que fue bien abrigada.

Len no se quedó atrás y entró después de ella. Después de que Miku terminó de colgar sus prendas, ambos se dirigieron hasta la sala. Entonces, la chica se puso a observar todo el lugar, en busca de Rin, pero no la vio por ninguna parte cercana.

—Eh, ¿dónde está Rin? —preguntó con curiosidad, aún mirando alrededor.

—Ah, ella fue a comprar unas cosas para la cena de navidad —respondió Len con una leve sonrisa. Se rascó la mejilla con un dedo en forma de nerviosismo—. Me dijo que me quedara por si llegabas. Pero, seguro volverá pronto.

—Oh, ya veo —Miku entendió y asintió.

—Puedes sentarte, mientras —el rubio le sonrió a su amiga con alegría—. Estás como en tu casa.

La peliturquesa, haciéndole caso, se fue a sentar en el sofá más grande que había en la sala. Fue bastante relajante, ya que era muy suave. Sentía que si se quedaba mucho tiempo sin hacer nada en ese lugar, podría dormirse. El rubio estuvo a punto de sentarse junto a ella, hasta que pareció recordar algo.

—Ah, cierto. ¿Quieres algo de beber?

—Umm... quizás algo de té caliente —contestó Miku con una sonrisa. Eso le iba a hacer muy bien para seguir entrando en calor.

—De acuerdo, iré a la cocina por él —avisó él, para luego voltear y salir de la habitación.

La muchacha se quedó sola. Aprovechó ese momento para mirar todas las decoraciones que habían puesto; había un árbol de navidad, como siempre, y también había otros adornos muy navideños sobre las ventanas y sobre las mesas. Miku sonrió, pues sin duda eran muy hermosos. Incluso el sofá en donde estaba sentada tenía almohadones perfectos para las festividades.

Entonces, por ser tan observadora, cuando estaba viendo hacia el techo, notó algo a la entrada de la sala; un muérdago estaba colgado ahí, como si estuviera esperando alguna oportunidad para ser de utilidad. La peliturquesa se sorprendió, ya que nunca esperó ver algo así en casa de sus amigos. Se puso nerviosa, por lo que mejor decidió dejar de pensar en eso.

Y justo en ese momento, Len volvió.

El rubio traía dos tazas, por las cuales salía humo. El chico se acercó bastante rápido, quizás por el calor que desprendían. Se sentó junto a Miku y luego puso las tazas en la mesa pequeña que tenían en frente.

—Aquí tienes, qué lo disfrutes —dijo él, con una sonrisa.

—Gracias —respondió ella, para después tomar su taza y darle un sorbo.

Ambos comenzaron a beber el té con bastante silencio. Estaba tan delicioso, que Miku no se molestó en iniciar una conversación. Aunque, quizás igual fuera por lo que recién había visto colgado en cierta parte de la sala. Se golpeó mentalmente, recordándose que lo olvidaría.

Mientras tomaba el té, la muchacha dejaba salir suspiros de alivio.

—Delicioso —por fin habló Miku, con una sonrisa. Len le correspondió la expresión—. Por cierto, las decoraciones son muy lindas —comentó ella, intentando no pensar en el muérdago.

—Ah, Rin puso la mayoría de ellas —el rubio rió un poco nervioso—. Aunque pienso que se dejó llevar un poco.

La chica rápidamente negó con la cabeza.

—Yo pienso que se ven muy bien.

Len pareció relajarse de nuevo, porque volvió a sonreír. Y, mientras seguía relajándose con la bebida, Miku no pudo dejar de mirarlo. El rubio volvió a mirar al frente, pero ella siguió observándolo detenidamente. Se habían conocido desde la primaria, igual que con Rin. Pero, sólo hasta ese momento se dio cuenta de que en realidad ellos eran bastante distintos; aunque fueran gemelos, Len tenía una masculinidad única en él, una que comenzaba a atraerla. Pero, ¿desde cuándo? Recordó que, desde hacía un par de años, cada vez que lo miraba a los ojos, se ponía a pensar en lo lindos que eran.

Entonces, la chica sacudió la cabeza levemente, algo asustada. ¿Por qué estaba pensando en esas cosas en ese instante? ¿Y después de años de conocerle? Era sólo Len...

—Oh, se terminó el té —el rubio interrumpió los pensamientos de Miku, haciendo que ella desviara inmediatamente la mirada—. Iré a dejar las tazas en la cocina, ¿de acuerdo?

—C-Claro...

Miku estaba bastante nerviosa por todo lo que había imaginado. Lo bueno para ella, fue que Len no pareció notarlo, y simplemente tomó las tazas y se fue hasta la cocina, como había dicho. La peliturquesa dejó salir un suspiro de sus labios cuando él ya no estaba, para intentar relajarse. Por supuesto, no lo logró. Para probar otra cosa, se puso de pie y empezó a caminar alrededor de la sala, tratando de pensar en algo más y que sus nervios se esfumaran.

No podía dejar de pensar en Rin, en que deseaba que volviera pronto. No era buena idea estar a solas con Len por tanto tiempo, ¿verdad? Su corazón se ponía más loco que de costumbre, al verlo así, sólo ella con él. Sin duda, se veía muy bien mientras tomaba ese té, la imagen de Len bebiendo apareció en la mente de ella otra vez.

¿Acaso estaba pensando en él de nuevo de esa forma? Miku apretó sus mejillas con sus manos, avergonzada. Su rostro ya estaba bastante rojo.

—Eh, Miku, ¿estás bien? —la voz de su amigo la sobresaltó. La chica dio un pequeño salto y miró hacia atrás, donde estaba Len igual de sorprendido que ella.

—E-Estoy bien —Miku no lo miró, sus ojos se dirigieron hacia el suelo, para no verlo. Aún sentía el rostro caliente.

El chico la observó detenidamente. Ella se puso más nerviosa, pero no lo demostró. Ya era lo suficientemente malo sentir la cara con una temperatura tan alta.

—No te ves muy bien, ¿sabes? —dijo Len después, juntando las cejas con preocupación.

—¡E-Estoy bien! —repitió la chica, tartamudeando un poco.

Tanta pena le dio, que cerró los ojos. Esto sólo hizo que no se percatara de que Len se acercó a ella. No fue hasta que estuvo a pocos centímetros de su rostro que se dio cuenta y abrió los ojos de nuevo. Fue una sorpresa el encontrar los de Len, azules como el agua, mirándola profundamente. O así lo sintió, al menos.

El rubio apoyó su frente en la de ella, sin siquiera avisar. Miku se quedó estática en su lugar, con los ojos como platos de la sorpresa. Len se quedó unos segundos así, hasta que se separó, con una sonrisa.

—Bien, no parece que tengas fiebre —avisó el chico, con satisfacción—. Aunque, tu cara está algo roja...

Miku ni supo qué decir. Los nervios ya los tenía al límite. Probablemente, si hablaba, tartamudearía bastante, así que prefirió no hacerlo. Para no ver a su amigo, desvió de nuevo su mirada, esta vez hacia el techo. No fue buena idea. La peliturquesa se dio cuenta de que, aquél muérdago travieso de antes, estaba justo arriba de ellos. Len siguió su mirada con curiosidad; vio hacia arriba, notando el muérdago también.

—Um... —el chico volvió los ojos hacia Miku.

La muchacha siguió los pasos de Len y lo miró también. La sorpresa en su rostro se notaba bastante, y los nervios la traicionaron para dejarse ver también. Ambos se observaron, por bastantes segundos, hasta que a Miku casi se le sale el corazón cuando él comenzó a acercarse poco a poco.

No lo esperaba, en lo absoluto.

Estaba tan en shock que no se pudo mover ni un centímetro. ¿Debía empujarlo o algo parecido? Aunque hubiera querido, le era imposible en esos momentos. Incluso su cuerpo la había traicionado, y estaba ahí, esperando a ver qué iba a suceder. Len se siguió acercando hasta que estuvieron nariz con nariz, fue una sensación indescriptible para Miku, que tenía la mente en blanco. Y entonces, cuando vio que el rubio cerraba los ojos, no pudo evitarlo y ella lo hizo también, muy fuerte; fue como instinto.

Esperó por bastantes segundos, que parecieron eternos. Una sensación de calidez llenó su pecho cuando percibió los labios de Len chocar con los suyos. La besó, de manera suave y tranquila, como si una brisa de primavera se hubiera abierto paso ante el invierno. Miku no correspondió al principio, pero la ternura de él hizo que cayera rendida al final.

No sabía cuánto tiempo iban a durar así. Todo pasó de forma tan lenta, que cuando sintió que el aire le faltaba, pudo jurar que una eternidad había transcurrido en un segundo.

Estuvieron a punto de separarse, hasta que una voz les sorprendió, apareciendo de la nada.

—¡Ajá! ¡Lo sabía!

Tanto Miku como Len se separaron por el asombro. El corazón de la peliturquesa palpitaba tan rápido que creyó que le podría dar fácilmente un infarto.

Rin, la chica que había ido a comprar y recién había regresado, les observaba con una sonrisa muy grande. Con una mano los apuntaba, mientras que con la otra, sostenía una bolsa que parecía contener todas las cosas que había comprado.

—¡R-rr-Rin! ¡N-No es lo que parece! —Miku negaba con las manos, con la cara muy roja y sacando humo de la cabeza.

—¿Ah, no? —inquirió Len, mirándola con una ceja alzada.

—¿Q-Qué? —la peliturquesa le miró asombrada y confundida.

—¡Tehee! ¡Yo lo sabía! —Rin alzó los brazos y puso una pose de triunfo.

Miku volteó hacia a ella, desviando la mirada de Len.

—¿A qué te refieres? —preguntó curiosa y aún sonrojada.

—¡Mira! —exclamó la rubia, señalando el muérdago que se encontraba sobre su hermano y su amiga. Ambos lo miraron— Es la prueba del muérdago que puse para ustedes —Rin volvió a sonreír, esta vez con mucho orgullo—. ¿La conocen? La prueba consistía en poner un muérdago y esperar a que estuvieran debajo. Entonces, si se daban un beso en la mejilla, significaría que sólo se querían como amigos —la sonrisa de la rubia se ensanchó; ahora era tal cual gato Cheshire de Alicia en el país de las maravillas—. En cambio, si se besaban en los labios, pues... es bastante obvio, ¿cierto?

Miku se quedó sin palabras. Jamás había escuchado de una prueba como esa. ¿Qué había estado leyendo Rin últimamente para que se le ocurrieran cosas así? ¿Mangas shoujo*?

—Imaginé que tú lo habías dejado ahí a propósito —Len miró a Rin, con unos ojos que expresaban acusación por doquier.

—¡Tehee! —la gemela volvió a reír, esta vez de forma traviesa— Bueno, yo llevaré esto a la cocina —avisó enseguida, alzando un poco la bolsa de compra que tenía—. ¡Los dejo solos!

Ninguno de los dos pudo protestar, pues Rin se escabulló de manera muy veloz de la habitación. Un silencio incómodo se apoderó del ambiente; los chicos ni siquiera se veían. Permanecieron así, hasta que Len se aclaró la garganta a propósito.

—Bueno... esto es...

—E-Está bien —Miku se apresuró a hablar, antes de que él pudiera terminar—, no tienes que decir nada.

Entonces, Len volteó de inmediato y tomó los hombros de la chica. Claro, esto dejó muy sorprendida a Miku, que lo observó con los ojos muy abiertos.

—Ese es el problema, sí que quiero decir algo —el rubio hablaba con mucha seguridad—. Miku, tú... ¡me gustas! —el corazón de ella dio un vuelco, sintió que se iba hasta su garganta— Y me gustaría que... fuéramos... algo más que... —entonces, la cara de Len empezó a quedar muy roja. Miku se preguntó por qué hasta ese momento— ...algo más que... amigos.

La peliturquesa sintió que ya no podía estar más sorprendida ese día, aunque eso le cayó como una roca, una roca dolorosa pero agradable. Mientras tanto, Len no pudo contener su vergüenza; ocultó su rostro con su cabello, probablemente no queriendo que ella se diera cuenta de su pena. Sin duda, Miku sabía que él ya estaba muy avergonzado. Pero, ¿por qué antes pareció tan tranquilo? Incluso aunque la besó, incluso aunque escuchó la explicación de Rin sobre el muérdago. ¿Acaso se estuvo aguantando todo ese tiempo?

Len era tímido, después de todo, justo como ella se lo imaginaba. La chica sonrió con dulzura.

—Len, yo... —ella se acercó más a él; lo tomó de las mejillas y le alzó la cara, para que la pudiera ver. Él aún seguía con esa tonalidad carmín en ellas— Yo también quiero eso...

Sí, por fin, Miku comprendió cuál era ese sentimiento que tenía al observarlo. Gracias a esa situación, entendió que, poco a poco se fue enamorando de su mejor amigo. Claro, nunca esperó que en Navidad se daría cuenta de ello. Y todo gracias a un muérdago y a una traviesa hermana.

El rostro de vergüenza de Len pasó a ser uno de felicidad completa.

—Eso es... ¡¿de verdad?! —al ver a Miku asentir, la sonrisa del chico se ensanchó más— ¡Sí!

Entonces, de tanta emoción, Len abrazó a Miku, la cual se volvió a poner bastante roja. Claro, estaba feliz, pero no podía evitar ponerse nerviosa alrededor del chico que le gustaba. Eso era normal, y más entendiendo que compartían los mismos sentimientos. Sólo se trataba de amor.

Después, de la nada, Rin apareció con una cámara en la mano. Su hermano estaba tan concentrado en Miku, que no lo notó. Pero, la peliturquesa sí que lo vio, e intentó evitar que su amiga los apuntara con el lente. Fue en vano, porque Len la seguía abrazando.

—¡Sonrían!

Y así, Rin terminó tomando la foto.

En ella se pudo ver a Len, sonriendo felizmente y muy pegado a Miku, la cual no podía ocultar su sonrojo.

Al final, más que una oportunidad para sus padres, fue una oportunidad para ella misma, ¿verdad?


Fin de la historia de navidad


* bentou: Es una caja de almuerzo que llevan todos los estudiantes a la escuela, normalmente preparado por los padres, aunque algunos se pueden comprar en las tiendas.

* shoujo: Literalmente significa "chica". Los mangas shoujo son los que son dedicados a las chicas / mujeres, y suelen tener temáticas románticas. Las protagonistas también son mujeres, en su mayoría.


Aquí concluye la primera parte. La verdad, que estaba fangirleando mucho al escribirlo, hahaha xD

Muchas gracias por leer 83 agradecería sus reviews~