Disclaimer:
La trama es original y está basada en los personajes de "Miraculous PV". Los personajes son propiedad de Thomas Astruc.
Los personajes originales así como las situaciones aquí presentadas son ficticios y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
[Esta historia participa en la tercera ronda del concurso "#Milagrosanticliches" de #MiraculousFanfics]
[#Milagrosanticliches]
[PROHIBIDA SU COPIA Y/O ADAPTACION]
[Todo el crédito de la portada es de LadyDoptera]
Había pasado gran parte de la tarde parado frente al espejo con entradas y salidas continuas a su vestidor y no había quedado para nada satisfecho con el resultado de ninguno de los conjuntos que se había probado.
A pesar de ser hijo de un reconocido diseñador la variedad en su guardarropas era más bien escasa, todo se resumía a pantalones de vestir, camisas de manga larga, corbatas, chalecos y alguna prenda más pero siempre sin dejar de perder esa imagen acartonada de haber salido de un catálogo del siglo diecinueve de las Galerias Lafayette.
Su ropa era solo la adecuada acompañante a su reservada personalidad y a su trato hosco, desde lo de su madre no se había molestado en mejorar ni lo uno ni lo otro. El haber permanecido enclaustrado tanto tiempo en su casa le hacía sentir la necesidad de relacionarse con gente de su edad y poder hacer lo mismo que ellos, pero ahora que por fin había conseguido salir de ahí y asistir a un colegio no sabía cómo hacerlo, sacando a la vista la peor versión de él.
Tal vez con algo de tiempo podría haber mejorado su apariencia y su trato hacia los demás, a fin de cuentas eso era lo que quería, conseguir amigos. Pero la conversación, la inoportuna conversación que por casualidad escucho vino a trastocar sus planes, las palabras de sus compañeros le habían dolido.
- ¿Tenemos ya todo listo para la fiesta?.
- Si, no falta nada, los hielos los recogemos de camino a tu casa.
- Pero falta alguien. - hizo notar la azabache.
- ¿Eh? - pudo notar cómo todos miraban confusos a la chica.
- No le hemos avisado a Félix.
- ¿Avisarle a Agreste?, ¡ni hablar!, es un ególatra maleducado.
- Sí, estoy de acuerdo, tiene muy inflado el orgullo, si hasta parece que le molesta saludarnos.
- Además, ¿han visto cómo viste?, parece que le quito la ropa a su bisabuelo, es un snob.
- Ja, ja, ja - empezó el pequeño grupo a reír por el último comentario, todos menos una chica de ojos azules que en ese momento los había posado sobre el suelo con un brillo cristalino .
Esa conversación lo había llevado a esta situación de buscar una solución inmediata a su pequeño problema y salir del ostracismo social en el que él solo se había metido.
Miro con decepción la montaña de ropa sobre su cama y se dejó caer cansado en su silla.
- ¿Nada de tu agrado, chico? - inquirió su kwami apareciendo desde un cajón con un trozo de queso entre sus pequeñas patas.
- No, nada. En todo eso - dijo señalando la pila de ropa - no hay nada que me aporte una nueva identidad.
- ¿Por qué no pides ayuda?, habla con tu padre. - aconsejó la pequeña criatura negra.
- Sería perder el tiempo, él no me prestaría atención en esto y posiblemente hasta estaría en contra.
- ¿Humm? - Plagg daba vueltas sobre la cabeza de su portador pensando en cómo ayudarlo hasta que posó la vista sobre la pantalla de la computadora y entonces una sonrisa apareció en su cara.
- ¿Y por qué no usas eso? - indicó señalando la pantalla.
- ¿La computadora? - lo miro con duda.
Por un instante se quedó mirando la pantalla hasta que una sonrisa entusiasta apareció en sus labios. Si iba a intentar cambiar para poder conseguir lo que tanto quería que mejor que hacerlo de la mano de alguien que fuera querido y apreciado por sus compañeros.
De inmediato empezó a teclear, en la pantalla se abrían ventanas con distintas redes sociales. Después de dos horas de revisar los perfiles de todos sus conocidos y filtrarlos por el nivel de popularidad, número de seguidores y actividad, solo quedó una única página en el centro de la pantalla en la que aparecía la foto y los datos de la persona idónea para ayudarlo.
- No puede ser, tiene que ser una broma. - dijo incrédulo, recostándose pesadamente sobre el respaldo de la silla.
Plagg apareció a su espalda y abrió los ojos sorprendido al ver la pantalla - Ja, ja, no hay éxito sin sacrificios, ¿no crees? - su comentario fue más en tono jocoso que alentador.
El lunes llegó a su clase, venía tan ensimismado en cómo afrontar lo que tenía que hacer que no reparó en sus compañeros quienes alegremente comentaban sobre la fiesta del viernes.
Bridgette noto la presencia del rubio en el mismo momento en que este paso por la puerta. Lo vio pensativo y cabizbajo, por un momento pensó en acercarse a él para saludarlo y saber que le pasaba, pero entonces recordó su último encuentro de la semana pasada, ella se acercó para amablemente ofrecerle uno de los croissants que había llevado por cortesía de su padre, pero el chico en lugar de tomarlo y darle las gracias solo se limitó a decirle que se retirara y que dejara de agobiarlo. Ella aunque le incomodara verlo así optó por continuar conversando con sus amigos y no molestarlo, era mejor darle su espacio.
Había llegado el receso y desde su banca no dejaba de ver con cierta envidia al entusiasta grupo de amigos al otro lado del patio. No había prestado atención a ninguna de las clases pensando en si lo que iba hacer sería una buena idea, se imaginaba que estaba dando un paso al vacío y sin paracaídas. Si todo iba bien estaba seguro que resolvería su problema pero si no, habría abierto la caja de Pandora, su condenación eterna, se estremecía de solo pensarlo.
Al terminar las clases ni siquiera intento apurarse en guardar sus cosas, tal parecía que quería hacer esperar a su destino, buscar alguna razón que le dijera que eso era una mala idea. Al salir del edificio los vio, ahí estaban todos charlando y riendo como era habitual en ellos. Trago pesado, se ajustó el nudo de la corbata, alisó el chaleco tirando de él hacia abajo y sin más fue hacía el grupo de chicos.
- Ejem - tras el carraspeo todos se giraron hacia él en silencio.
- Bridgette, ¿podría hablar contigo?. - aunque el tono era seco trato de parecer lo más agradable posible.
Todas las miradas se posaron ahora en la azabache quien no ocultó la sorpresa en su cara.
- Si, ¿en qué te puedo ayudar?. - respondió con su habitual amabilidad.
- En privado. - dijo sin poder evitar el tono autoritario.
La chica dio un respingo en su lugar y una fulgurante sonrisa apareció de inmediato en su cara.
Sin decir nada paso entre sus compañeros y comenzó a caminar al lado del rubio. El grupo de amigos los miraban extrañados como entraban de nuevo al colegio.
Ella se sentó en una de las bancas del patio mientras que él se quedaba de pie, inquieto frente a ella. Se paso la mano por la nuca tratando de buscar las palabras adecuadas.
- Bridgette, - la chica volvió a sonreír al escucharle decir su nombre - verás yo...yo necesito de tu ayuda. - dejó pasar pesadamente la saliva, solo él sabía lo que le había costado pronunciar esas palabras.
Los ojos de la azabache se abrieron sorprendidos mostrando un brillo de alegría, Félix Agreste le estaba pidiendo ayuda...¡a ella!.
- Llevo casi un año aquí y no consigo relacionarme con la gente tanto como yo quisiera, además de que mi estilo es algo diferente al de los demás. - dijo señalando su ropa - Es por eso que necesito que me ayudes a encajar. - la chica solo lo miraba boquiabierta con las manos entrelazadas sobre su pecho- ¿Y bien, que me dices?.
- ¡SIIII! - exclamo sin siquiera pensarlo, saltando de su asiento y abrazándose al cuello de Félix.
El la miraba asustado, ahora mismo se cuestionaba si sabía en lo que se había metido. Tomó con cuidado sus pequeñas manos y las retiró de su cuello, puso él entonces sus manos sobre sus hombros para que dejara de dar esos infantiles saltitos.
- Bien, si vamos a hacer esto hay que dejar en claro un par de cosas. Uno, no más de estas efusivas muestras de...de...lo que sea. Dos, se acabo el espiarme y seguirme. ¿Lo has entendido? - dijo manteniendo su habitual postura sobria y seria.
- Si, si, de acuerdo. - dijo emocionada, veía en esa extraña petición la oportunidad de compartir muchos momentos con él.
- Bien, llegados a este punto, ¿cuando podemos comenzar?.
- Esta misma tarde. - respondió más tranquila y sin dejarlo hablar le dio las indicaciones - no veremos a las cinco en la plaza de los Vosges. - si algo tenía claro es que ella aceptaría sus dos condiciones pero las cosas se harían a su manera.
- Bien, ahí estaré. - dijo aun no muy convencido al ver la mirada de determinación en los ojos de la azabache.
Faltaban cinco minutos para las cinco de la tarde y Félix había llegado al pequeño parque, ya se veía a los niños jugando y algunas parejas conversando en los bancos.
- Seguro que llegara tarde. - dijo con cierta resignación, si había algo que valoraba era la puntualidad.
- Yo no estaría tan seguro. - replico Plagg desde su bolsillo, señalando hacía un punto.
Félix levanto la vista y ahí la vio sentada en una de las bancas bajo la frondosa sombra de un Tilo, con la espalda recta y ligeramente inclinada hacia adelante, extendiendo sus piernas hasta donde los rayos de sol podían acariciarlas.
- Vaya sorpresa. - murmuro complacido, ante la agradable imagen de su compañera.
- Buenas tardes. - saludo cortes.
- ¡Hola! - respondió risueña, agitando su mano.
- ¿Y bien, que es lo que vamos hacer aquí?. - inquirió con curiosidad.
- Ya lo veras, ven siéntate aquí. - se aparto un poco para dejarle lugar a su derecha.
Bridgette permanecía en silencio con la mirada puesta en un grupo de niños de seis a ocho años que jugaban con una pelota.
Félix la miraba confundido, no entendía porque lo había citado en un parque para no hacer nada.
De pronto vio como una tenue sonrisa empezaba a asomarse en los labios de su compañera.
- ¡OUCH! - exclamo de dolor por el impacto recibido en la espalda con el balón de los niños.
- Perdón señor, se nos escapó la pelota, ¿nos la podría devolver? - pedía con cara alegre el más pequeño del grupo.
Bajo la vista para ver el balón junto a sus pies y volvió a subirla con el ceño fruncido, posándola amenazante sobre el pequeño que aun le sonreía - ¡Deberías de tener cuidado!, hay gente aquí que tratamos de pasar la tarde tranquilos... - sin dejarlo terminar la reprimenda el asustado niño se alejo corriendo con ojos llorosos.
- ¡Félix!, eso no ha sido muy amable - le recrimino la azabache - lo has asustado y él se había disculpado, fue solo un accidente.
- Es un sitio público, no deberían dejar jugar a los niños con objetos que puedan golpear a la gente. - dijo defendiendo su posición.
Bridgette lo miro con enfado, se levanto y recogió el balón...sin decirle nada lo tomo por la muñeca tirando de él hacía el grupo de niños.
Al llegar junto a ellos, el más pequeño que había ido por la pelota se escondió detrás de uno de sus compañeros mayores en cuanto vio a Félix.
Bridgette se acuclillo frente a los niños mostrando una cálida sonrisa - Hola, esto es tuyo. - dijo dirigiéndose al asustado niño mientras extendía el balón hacía él.
El pequeño tímidamente salió de detrás de su amigo intercambiando miradas entre el serio rostro del rubio y la cariñosa expresión de la azabache.
Tomo con cuidado el balón entre sus pequeñas manos - Gracias - dijo sin dejar de sonreír hacia Bridgette.
- De nada pequeño. ¿Les podría pedir una favor? - lanzo la pregunta al grupo de infantes - ¿podría jugar con ustedes mi amigo?.
- ¡¿Cómo?! - se giro Félix sorprendido hacia ella.
- ¿Como esperas interactuar con gente de tu edad si no puedes hacerlo con unos niños?, solo tienes que ser amable y dejarte llevar. - susurro a su oído.
Los niños se miraban dubitativos entre sí - Bueno, que me dicen, ¿puede jugar? - volvió a preguntar sonriente.
El más pequeño fue el único en hablar - ¿Se va a portar bien? - preguntó inocentemente.
- Claro que lo hará y después les invitara un helado a todos. - dijo agitando el pelo del niño.
La ovación de los niños no se hizo esperar, la azabache vio divertida como tomaban a Félix y se lo llevaban con ellos.
Bridgette fue una entusiasta animadora desde su banca, se divirtió viendo al rubio jugar con los niños y esa tarde aprendió dos cosas. Félix Agreste era capaz de sonreír y tenía dos pies izquierdos para el futbol.
Ayer lo había pasado muy bien con los niños, se había olvidado por un momento de su aislada vida simplemente dándole patadas a una pelota. Y aunque le costara admitirlo se había divertido con Bridgette, verla saltar y gritar animando a los niños y en ocasiones a él cuando por casualidad tocaba la pelota fue...¿adorable?, de inmediato sacudió su cabeza para quitar de ella esos pensamientos, no debía olvidar que era de su acosadora de quien se trataba, la chica que lo perseguía sin darle siquiera un respiro.
- Hola, ¿listo para esta tarde? - dijo la voz cantarina.
- ¡AAH! - se sobresalto cuando se giro para encontrase a escasos centímetros con unos expresivos ojos azules - No puedes hacer eso. - dijo recuperando su aplomo.
- ¿El qué? - pregunto inocentemente.
- No puedes invadir mi espacio personal, ¿recuerdas? - enfatizo la pregunta al final.
- Si, recuerdo que no debo ser tan efusiva contigo y que no debo ni espiarte ni seguirte, pero nadie hablo nada de que no podía saludarte por la mañana. - dijo mostrando un aire cándido.
Félix guardo silencio, ella tenía razón no había incumplido ninguna de sus condiciones.
- ¡Ejem! - se aclaro la garganta - sí, bien...¿que era lo que me preguntabas?. - pregunto obviando el comentario anterior.
- Te preguntaba si estás listo para esta tarde.
- ¿Y que se supone que haremos esta tarde?.
- Vamos a ir al cine con los chicos. - en cuanto vio su cara seria se apresuro a decir - Y no digas nada que no sabes lo que me costó convencerlos para que pudieras ir.
En silencio se quedo el rubio viendo como se marchaba hacia su lugar con un andar sutilmente coqueto...¿coqueto?, una vez más tuvo que agitar su cabeza para alejar esas ideas.
Desde atrás observaba como sus compañeros miraban la cartelera tratando de decidir la película que verían.
- ¿Que genero te gusta más Agreste? - inquirió Claude sin dejar de ver la pantalla con la guía de películas.
- Yo... - dudo por un momento.
- Veras como le gustan los musicales. - susurro Melodie al resto del grupo.
Félix vio como Bridgette le hacía un gesto con las manos indicándole que continuara - Me gustan las de acción y las de ciencia ficción... - todos se giraron a verlo interesados, era la primera vez que cruzaba más de dos palabras con ellos - y también me gustan los musicales. - noto como un rubor se marcaba en las mejillas de una apenada Melodie.
- ¿Y las de terror te gusta?, podríamos ver la nueva de Insidious .
Busco a Bridgette con la mirada, la cual le hacía nuevamente una seña con el pulgar y el índice a cada lado de su boca indicándole que sonriera.
- Son mis favoritas. - dijo mostrando la mejor de sus sonrisas
- Ja, ja, vaya Félix, eres una caja de sorpresas y nosotros que pensábamos que solo te gustarían los documentales del Discovery Channel. - el castaño paso su brazo por los hombros del rubio y se encaminaron a las taquillas.
La azabache lo miraba desde atrás complacida y feliz.
Como era de esperar los cuatro chicos se sentaron en parejas dejándolo a él al lado de Bridgette. Durante toda la película noto los sobresaltos de la chica quien incluso en más de una ocasión se abrazo a él ocultando el rostro contra su hombro y al parecer debía de recordar las condiciones de su acuerdo porque al momento se soltaba. Sin embargo a él no le importaba cuando ella lo abraza, la sensación era cálida y agradable...¿cálida y agradable?, por un momento sintió un escalofrió por todo el cuerpo que no paso desapercibido para la chica.
- ¿Te asustaste? - inquirió cariñosamente.
- ¿Eeeh?...¡sí!, un poco. - soltó lo primero que se le ocurrió, cualquier cosa antes que decirle la verdad.
- Awww, espera. - se apego un poco más a él tomándolo del brazo - ¿mejor?.
- Sssi...gracias. - le costaba pasar la saliva, pero se sentía muy bien sobre todo cuando ella apoyo su cabeza contra su hombro, lo que nunca noto por la escasa luz de la sala era la gran sonrisa de felicidad en su cara y sus azules ojos titilantes por la emoción.
- ¡Félix! - se escucho el grito en cuanto cruzo la puerta del colegio, vio a Claude agitando su brazo y al resto de los chicos charlando en una de las bancas del patio.
- Buenos días chicos. - saludo amigablemente sin olvidar sonreír.
- Oye, esta tarde vamos a ir a la gran noria antes de que la desmonten a fin de mes, como parece que este será el último año que la van a poner queremos aprovechar. ¿Quieres venir? - dijo Melodie.
- Cla... - no pudo terminar la frase cuando una voz lo interrumpió.
- Lo siento no puede ir, - dijo Bridgette apareciendo a sus espaldas - hoy tenemos otros planes.
- ¿Ah, sí? - inquirió confuso.
- Si, tu y yo no vamos de compras.
- Ja, ja, lo siento Félix será en otra ocasión cuando no estés tan "ocupado". - dijo Claude enfatizando con los dedos la última palabra.
Rin...rin - sonó el timbre que anunciaba el inicio de clases y el grupo de amigos se retiro a su salón entre risas a costa de su nuevo integrante, quien los acompañaba en la broma.
Habían llegado a las galerías Lafayette, Félix miraba hacía todos lados con curiosidad, no es que nunca hubiera estado en un centro comercial pero siempre había sido para asistir a la apertura de una tienda de su padre y no para ir de compras, ya que todo lo que necesitaba en el vestir y en el calzado se lo proporcionaba la empresa Agreste.
- Bridgette, ¿que venimos a comprar exactamente?.
- ¿No has dicho que querías cambiar tu estilo?, hemos venido a comprar ropa. - dijo exaltada.
- Hemos llegado. - señalaba la iluminada entrada de la tienda.
- ¿Pero?, es una tienda de mi padre. - no pudo evitar mostrar su desagrado.
- Vamos, no seas tonto, me conozco el catalogo y tienen ropa que te quedara genial. Además no creo que a tu padre la haga gracia que uses ropa de otro diseñador. - dijo jocosa.
Lo tomo de la mano y lo llevo adentro a regañadientes. En cuanto entraron fueron abordados por una de las dependientas.
- Buenas tardes, ¿en qué podemos ayudarles? - saludó atenta.
- Queremos ver ropa para él, algo mas juvenil y casual.
Estaba más emocionada Bridgette que él, quien no había cambiado la seriedad de su cara al pensar que saldría con el mismo estilo de ropa con el que había entrado.
- Síganme. - los llevo a una zona de vestidores con una pequeña antesala rodeada de espejos - en aquella zona está el estilo que están buscando pueden escoger lo que les guste y probarlo aquí. - indico diligente.
- Gracias. - la azabache de inmediato se dirigió a la zona indicada y se perdió entre los pasillos tomando distintos tipos de prendas, ante la mirada atónita de Félix.
- Yo creo que para empezar tenemos suficiente. - Félix se movió para tratar de verla a la cara ya que de frente la montaña de ropa que cargaba se lo impedía.
Le dejo la ropa en uno de los vestidores y se sentó en la antesala esperando ansiosa por su pase privado de moda.
Félix salió ataviado con un jeans azul deslavado slim straight, una camisa blanca ajustada llevada por fuera del pantalón y un suéter largo slim fit tipo hipster en tonos negro y gris y unas deportivas blancas sin distintivos.
Le bailaban los ojos a la azabache, mordisqueando su labio inferior detallaba cada parte de lo que el conjunto ocultaba. Sencillamente se veía increíble.
- ¿Y bien, como me veo?
- Te queda bien, pero yo probaría todo lo demás. - dijo mostrando falsa indecisión, no iba a perder la oportunidad de tenerlo como modelo para ella sola y mucho menos después de ver como se le marcaba el pantalón en las curvas indicadas cuando él se giro para volver al vestidor.
Casi dos horas después Félix estaba exhausto y Bridgette pletórica de felicidad. Entre los dos tomaron todo lo que la azabache había elegido y se dirigieron al mostrador de cobro.
Mientras la dependienta doblaba la ropa y la metía en bolsas no despegaba los ojos del rubio, hecho que no paso desapercibido para Bridgette quien la miraba con el ceño fruncido.
- ¿Sería todo? - pregunto amable.
- Si, es todo, tenga. - le acerco su tarjeta.
- ¿Eh? - la azabache lo miro confundida.
- Que suerte que te acompañe tu novia a comprarte ropa. - comento la chica mientras esperaba la respuesta del datafono y sin dejar de mirar a bridgette con cierta antipatía.
La azabache más allá de entender lo que la chica pretendía se ruborizo al pensar que creía que ellos eran una pareja y una sutil sonrisa se dibujo en sus labios.
- No somos novios, ella es solo mi amiga. - sin quererlo no se dio cuenta de lo que sus palabras significaron para ella, aunque era cierto que su relación no traspasaba más allá de lo meramente fraternal esos días que habían compartido habían significado mucho para ella. Desde un principio había proclamado a los cuatro vientos su amor por él y no fue hasta su inocente acuerdo que pudo obtener su atención y hasta un poco de cariño, pero una vez más Félix Agreste se encargaba de dejarle las cosas claras en cuanto a ellos. No importaba que lo hiciera de forma arisca o con afabilidad como ahora, el resultado era siempre el mismo.
Su alegría se desdibujo de su cara y una desazón se apodero de ella, obligándose a bajar la vista.
- Oh, en ese caso no te importara que te deje mi número, - y sin esperar respuesta anoto en un papel su nombre y su número de teléfono y se lo entrego en mano - no se tal vez algún día te apetezca salir.
Leyó el papel y lo guardo - Gracias Annette - tomo las bolsas y se despidió dirigiéndose a ella por su nombre de pila, mortificando aun más a su amiga.
Bridgette caminaba a su lado en silencio y cabizbaja. Estaba dolida, esperaba a que él se diera cuenta pero al parecer no era capaz de notar que la había lastimado.
- ¿Te apetece tomar un helado? - giro la cabeza hacía él, era agradable verlo sonreír, algo a lo que se había acostumbrado en la última semana y que la colmaba de alegría.
- ...No,...gracias. Además tengo que volver a casa, olvide que tengo que ayudar a mis padres. - sin esperar respuesta se alejo a paso rápido, apretando los labios y conteniendo las lagrimas.
- Pero... - se quedo confundido e inquieto por la repentina escapada, de pie en medio del pasillo veía como la azabache se perdía entre la gente.
Lanzo el teléfono con fuerza sobre su cama como seña de su frustración, eran las nueve de la noche y Bridgette no había contestado a ninguno de sus mensajes.
- ¿Que te pasa? - inquirió su kwami.
- Es Bridgette, no sé qué ha pasado. Ha salido corriendo del centro comercial y ahora no me responde a mis mensajes. - se frotaba la nunca mostrando su inquietud.
- ¿Y tú no sabrás por que puede ser? - su mirada era taimada ante sus palabras capciosas.
- No, la verdad no tengo ni la menor idea.
- Mira que eres bobo, lo siento pero en esto no te puedo ayudar. - se alejo flotando dejando a su portador aun más confundido que antes.
A la mañana siguiente llego impaciente al colegio, quería verla y hablar con ella. Se había vestido con la ropa que habían comprado ayer para sorprenderla.
Vio a sus amigos en su banca habitual y prácticamente corrió hasta ellos.
- Wow, Félix te ves muy guapo. - lo elogio Melodie.
- Vaya cambio, te queda bien, te has quitado unos veinte años. - bromeo Claude.
- Gracias, ¿han visto a Bridgette? - pregunto expectante.
- No ha llegado todavía.
Rin...rin - las clases comenzaban y la azabache no había llegado, una inaudible maldición salió por sus labios.
La primera hora de clase había terminado y Bridgette no había llegado, miraba en su teléfono todos los mensajes sin responder de esa mañana.
Cuando la clase de la tercera hora iba a comenzar la puerta se abrió lentamente apareciendo Bridgette detrás de ella. Félix abrió los ojos con asombro al ver su semblante, estaba decaída y su mirada apagada, sus labios mostraban una línea inexpresiva en lugar de su alegre sonrisa. ¿Qué le había pasado?, se cuestionaba.
Al llegar el receso vio como desaparecía a toda prisa por la puerta como un suspiro, la busco para hablar con ella pero parecía que se la había tragado la tierra, lo mismo ocurrió al terminar las clases trato de acercarse a su lugar pero ya no estaba, esta vez ni siquiera la había visto salir.
Esta absurda situación se había repetido durante toda la semana haciéndole imposible el hablar con ella y saber que era lo que le pasaba.
Lo que más le molestaba era que la extrañaba y no le importaba reconocerlo. Echaba en falta su espontaneidad, su alegría, su ternura y le frustraba no saber cómo recuperarlos.
El sábado había llegado y después de pasar la mañana enviándole mensajes que nunca recibieron respuesta decidió salir a despejar sus cabeza. Después de caminar un buen rato no supo cómo pero había llegado a la plaza de los Vosges.
- ¡Félix! - vio con agrado como los niños con los que había jugado corrían hacia él.
- Hola, ¿como están?. - los saludo amablemente, pero con cierta tristeza al recordar que fue gracias a Bridgette que conoció a los niños y como en una tarde comprendió la importancia de la amabilidad y la cordialidad hacia los demás.
- ¡Muy bien!, ¿quieres jugar?.
- Gracias chicos, pero hoy no puedo. - excusaba con una mentira su falta de ánimos.
- ¿Y tu novia no vino? - pregunto el más pequeño acercando a él.
- ¿Bridgette?, ella no es mi no... - de pronto pareciera como si le hubieran dado un golpe en la cabeza y había por fin entrelazado los hechos, como podía haber sido tan obtuso.
- Ella no ha podido venir, pero iba ahora a buscarla. Nos vemos después chicos. - se apresuro a decir antes de salir corriendo.
Entro por la puerta de la panadería y vio a una agradable mujer tras el mostrador.
- Buenas tardes, ¿en qué te puedo ayudar? - pregunto mostrándole una cálida sonrisa.
- Hola, yo...yo soy un compañero de su hija y quisiera hablar con ella, por..por favor. - se le notaba lo nervioso en la voz.
La mujer soltó una risilla por lo bajo al ver lo tenso que estaba el chico.
- Claro, espera un momento que voy llamarla.
- Gra...gracias.
Al cabo de unos minutos, aparecieron por la puerta del fondo los ojos azules más hermosos, trago pesado al verla bajar la mirada.
- ¿Que haces aquí? - le dolió la forma tan fría en que le hablo, pero realmente se lo merecía.
- Como no he podido hablar contigo en toda la semana no me ha quedado otra opción que venir hasta aquí para verte.
- Pues ya me has visto, así que adiós. - se giro pero antes de que pudiera dar un paso él la tomo por el brazo.
- No puedes irte y dejarme así, tenemos un acuerdo y...y exijo que lo cumplas. - se valía de todo para captar su atención y que no se fuera.
- ¿Pero qué estás diciendo?, ¿no hablaras en serio?, además ya te desenvuelves bastante bien solo, tienes amigos y has cambiado tu estilo.
- Si...!No¡, no estoy preparado... - se froto las sienes - mira hagamos algo, acompáñame una vez más, solo una vez a comprar ropa y prometo no molestarte más, ¿que me dices? - le suplicaba con la mirada.
- Yo...yo no creo que pueda acompañarte. - aunque le doliera prefería no ir con él, no soportaría tener que escuchar una vez más que él la veía solo como su amiga.
- Por favor, una última vez y ya, ¿quieres que me ponga de rodillas?. - dijo bromista, consiguiendo arrancarle una tímida sonrisa.
- Bien, será solo por esta vez. - aceptó condescendiente.
Los ojos de Annette brillaron al verlo entrar pero frunció el ceño al ver a Bridgette a su lado.
- Hola, Annette ¿verdad? - saludo a la dependienta dejando que Bridgette fuera directamente a ver la ropa, lo que menos quería era incomodarla más.
- Si, veo que recuerdas mi nombre. - dijo coqueta.
- Vengo a ver algo más de ropa. - prefirió pasar por alto el comentario.
- Adelante, si necesitas algo solo llámame. - dijo de nuevo de forma insinuante.
Después de escoger la ropa junto con Bridgette pasaron a la zona de vestidores. La azabache espera a que saliera Félix. Pero esta vez era distinto, aunque mantenía la expectación por verlo sentía el peso de la realidad sobre su pecho.
Ya casi habían terminado de elegir la ropa cuando vio a Annette pasar junto con otra chica.
- ¿Y dices que es muy guapo? - preguntaba la dependienta.
- Si, ya lo veras ahora que salga. - respondió Annette.
- ¿Y esa chica?, ¿es su novia?
- Ja, ja, que va, es su "amiga", - enfatizo con sorna - seguramente la pobre estará esperando en que se fije en ella, pero ¿la has visto?. No tiene ninguna oportunidad.
Bridgette, apretaba impotente los puños y contenía las lagrimas, las dos chicas no se habían preocupado en disimular su conversación y ella las había escuchado. Nunca debió aceptar en acompañarlo a ese lugar.
- Bridgette, podrías por favor llevar esta ropa a la caja para que la vayan cobrando, en cuanto me cambie te alcanzo. - aunque su rostro mostraba una sonrisa su tono era serio como antaño.
Sin decir nada tomo las prendas y fue hasta el mostrador de cobro, vio con desagrado que Annette estaba ahí.
- ¿Podrías cobrar esto? - mantenía su mirada apartada de la engreída chica.
- Claro, ¿y tu "amigo? - la azabache noto el tono mordaz de la pregunta.
- Ya estoy listo. - dijo Félix acercándose al mostrador.
Sorpresivamente tomo a Bridgette por la cintura con su brazo derecho, depositando un beso en su mejilla.
- Gracias por traer la ropa, hermosa. - se aguanto las ganas de reír al ver como la azabache lo miraba sorprendida.
Le entrego la tarjeta a la chica, quien la tomo molesta. En lo que esperaba la respuesta del datafono se retorcía de envidia al ver como Félix le hablaba al oído provocando la risa de la azabache.
En cuanto le entregaron su compra, busco en el bolsillo de su pantalón sacando un papel.
- Annette te lo devuelvo, no creo que lo vaya a utilizar. - dejó el papel con el teléfono de la chica sobre el mostrador.
Dejando a la chica indignada salieron de la tienda tomados de la mano.
Félix se detuvo sin soltarle la mano - Bridgette, siento lo del otro día fui un completo idiota. - ella separo los labios para responderle pero un suave roce le impidió pronunciar palabra. Sintió con anhelo la calidez de sus labios, los sentimientos que estos le transmitían, olvidándose de todo sintió la ferviente necesidad de corresponderle.
Pasados uno segundos, sus miradas se enfrentaron diciendo sin necesidad de palabras lo que ahora estaba naciendo entre los dos.
- Me parece que hoy es el último día de la gran noria, ¿te gustaría ir?
Bridgette asintió sonriente con la cabeza para después darle un corto beso en los labios.
Quien le iba a decir que un deseo por cambiar su comportamiento, le cambiaria también su corazón.
FIN
Esta es la primera vez que escribo sobre los personajes de Bridgette y Félix, así que me disculpo ante los entusiastas de esta pareja si es que no logre captar su carácter.
Espero que disfruten la historia.
