PROLOGO
—Situaciones extremas requieres medidas desesperadas, situaciones extremas requieren medidas desesperadas, situaciones extremas requieren medidas desesperadas, situaciones extremas requieren medidas desesperadas—Winry recitaba a modo de letanía, si lo decía el número suficiente de veces tal vez terminaría por creerlo o al menos eso esperaba.
Estaba hecho, de acuerdo, no había vuelta atrás y además necesitaba el dinero con urgencia.
Además, ni siquiera habría sexo, no es como si se prostituyera.
Le pagarían, fingiría ser la novia más perfecta que haya alguna vez existido y recuperaría la granja de las garras de los acreedores. Alphonse podía esperar, él entendía y entonces regresaría y se casarían y pondrían el mejor taller de Automails de la región y ordeñaría vacas y seria la mujer independiente, segura y multifuncional que siempre deseó; hasta podía ver a un montón de críos corriendo por ahí, rubios y tan inteligentes como su padre.
No había nada de qué avergonzarse, alzó el mentón, sujetó con más fuerza su bolsa y espero con la frente en alto.
Finalmente la puerta se abrió y el muchacho que fingiría ser su novio durante los próximos dos años entró a la habitación.
"El alquimista de Acero"
Ese era su nombre militar, había escuchado todo tipo de rumores. Era un genio y ahijado del Führer, con doce años fue nombrado "Alquimista Nacional" y escaló rápidamente en la cadena de mandos. Era inteligente, voraz, incluso sádico…ahora ostentaba el puesto de "General" y había sido condecorado como "Héroe de Guerra" por su trabajo con los grupos de rebeldes y en los "Guetos" que aislaban a los sobrevivientes de la Guerra de Ishval . Se decía que tenía un carácter de los mil demonios y un talento para la alquimia y practica que veteranos envidiaban, ni siquiera usaba círculo de transmutación.
De la nada hacía salir todo tipo de armas. Espadachín sobresaliente, francotirador experimentado e incluso sabía artes marciales a larga distancia y cuerpo a cuerpo.
Lo idolatraban, le temían y lo respetaban.
Pero por extraño que pareciera nadie mencionaba su aspecto físico.
Imaginaba a un tipo de dos metros de altura, músculos de acero, mandíbula de hierro y una mirada que te estremecía hasta la médula.
Pero…
El muchacho que entró a la habitación acompañado del Führel al que reconoció porque alguna vez vio su fotografía en un panfleto ilegal que explicaba los horrores de la guerra, distaba mucho del retrato de su imaginación. Le observó detenidamente, era… ¿atractivo? No, no tenía una belleza femenina, pero tampoco podría decirse que fuera precisamente masculino. Incluso era más pequeño que Al, más pequeño que ella y no tenía esa aura oscura que te obligaba a esconderte hasta el rincón más oscuro y refundido ni esa mirada de hielo que había imaginado. Definitivamente no era lo que esperaba.
Algunos mechones de cabello rubio caoba se le escapaban de su trenza y el flequillo a los lados le daba un aire inocente, era pequeño, muy pequeño, apenas alcanzaba el metro sesenta y cinco y tenía en su rostro una expresión de perpetuo fastidio, como si quisiera estar en cualquier otro lugar.
De pronto él le observó y se sintió ridículamente pequeña bajo esos ojos dorados, con su vestido de flores y su sombrero de ala ancha, incluso si se esforzaba dudaba que pudiera superar la imagen de campesina ignorante, ingenua y atontada que mostraba en aquel momento. Poco importaba, ella era Winry Rockbell, la última descendiente de una familia pionera en la construcción de automail que ahora pasaba malos tiempos, no tenía porque sentirse insignificante ante un muchacho que seguramente lo tuvo todo en la vida por muy atractivo, inteligente, rico y afamado que fuera.
Ella ganó, fue elegida entre quizás miles. Aunque se tratará de una competencia estúpida, era la vencedora y el niñito rico tendría que aceptarlo, si o si.
—No seguiré con esto—declaró el adolescente girando sobre sus talones y saliendo del salón, sus pisadas resonaban fuerte a través del pasillo mientras se alejaba.
—¡Oh, mi muchacho travieso!—declaró alegremente el hombre que le acompañaba haciendo una ligera reverencia ante ella—. Espere un momento por favor.
Asintió en silencio, algo confundida y ofendida. La escena en cuestión había transcurrido en cuestión de segundos.
Había sido rechazada y el Führer se había inclinado ante ella. ¡El Führer! Se sentó en el sillón más cercano y espero, agradeciendo que ni siquiera hubiera desempacado sus cosas.
Estudio la sala, era bonita, con enormes ventanales y cortinas igual de largas, el papel tapiz verde combinaba con los muebles de caoba y la mezcla de elegancia, luz y suntuosidad la abrumo de pronto. Ese no era su mundo. Su casa cabría fácilmente en esa habitación. Ella era una sencilla chica de campo que había cometido un error, ¿por qué de otra manera como podía explicarse que terminó en ese lugar?
La convocatoria se lanzó en secreto, de boca en boca, sólo en algunos lugares entre campesinas y pueblerinas.
Incluso te pagaban por sólo participar. Necesitaba el dinero, así que participo sin tener intenciones reales de ganar; sin embargo una vez en la competencia su espíritu competitivo salió a relucir y sin estar seguro del todo, gano…cosa extraña, porque estaba seguro de que había chicas mucho más femeninas o bonitas que ellas, sin hablar de sus habilidades culinarias.
Sólo al final cuando le declararon vencedora le explicaron el objetivo del concurso.
La chica ganadora sería la "Novia" del "Alquimista de Acero", Edward Lewington, aunque no se trataría más que de una fachada con el objetivo de que el pueblo fraternizará con el que seguramente sería su próximo Führer, serían poco más de dos años de fotos, entrevistas, viajes y sonrisas falsas. Le darían alimento, hospedaje y tantos mimos y cuidados como fueran necesarios para mantenerla hermosa y complaciente, un jugoso cheque al fin de cada mes y uno aún mayor, cuando todo terminará. A cambio, sólo debía fingir que era la novia hermosa, sumisa e inteligente del héroe más joven del pueblo de Amestris. Al finalizar ese tiempo, le buscarían a su joven talento una joven de su condición, hija del algún General, una dama en toda la expresión de la palabra.
No sonaba mal, además tampoco tenía opción; los militares no aceptarían un "No" como respuesta.
Aunque de cierta forma se sentía aliviada al saber que "El Alquimista de Acero" no la quería, no era su culpa, daría la media vuelta y se marcharía contenta de no haber entrado a un mundo que aunque no lo admitiría ni en un millón de años, le asustaba.
Suspiró aliviada, tenía dos brazos y dos piernas, trabajaría y encontraría la solución de alguna manera.
La manija sonó, la puerta se abrió de pronto y el Führer regresó con su protegido.
—Bien, bien; parece que tuvimos una mala primera impresión—comentó riendo—. ¡Vamos, Ed, preséntate!—y empujo ligeramente al muchacho quién gruño suavemente.
—Lamento lo de antes—le dijo extendiendo el brazo—. Espero que nos podamos llevar bien mientras dura esto.
Extendió la mano y la estrechó con fuerza, metal…se trataba de un automail, de gran calidad, revestido para que casi pareciera como un miembro más, pero falso. Ella era una experta en tales cuestiones.
—Yo también—respondió sin estar segura de cómo contestar.
—De acuerdo, espero que ustedes dos se lleven bien.
El muchacho frente a ella no era hostil ni mucho menos, sin embargo se sentía amenazada. Porque después de todo si lo pensaba con detenimiento el chico frente a ella era un asesino, lo había hecho en aras de su patria y todo eso, pero había matado a personas inocentes, como a sus padres…
El chico pareció darse cuenta de su incomodidad y retrajo su mano.
—Puedes llamarme Ed—le dijo antes de girar sobre sus talones y abandonar la habitación en cuestión de segundos, por segunda vez en menos de una hora. Le parecía un tanto antipático.
—Tú puedes decirme Winry—le respondió con mayor brusquedad y le dio la espalda también.
—Usted trabaja para mí—refunfuño por debajo antes de abrir la puerta—. No lo olvide señorita Rockbell—y azotó la puerta. Dio un respingo.
—Disculpe a mi muchacho—le dijo el Führer sin borrar esa amigable sonrisa de su rostro—esta algo irritado, ya sabe, está acostumbrado a la acción y ahora tendrá que permanecer en casa durante un largo tiempo ocupándose de cosas que detesta. Ahora señorita Rockbell, permitame mostrarle su habitación.
Tomó una campanilla y una sirvienta de piel oscura entró a la habitación.
—Buenos días Señor, Señorita—saludo con respeto e inclinó la cabeza sumisamente.
—Ella es Rose, será su doncella personal, atenderá cualquier deseo que tenga, siéntase cómoda de pedirle lo que sea. Ahora con su permiso, debo de ir a reprender a cierto muchacho malcriado.
—Gracias—respondió algo incomoda ante tanta gentileza.
¿Una doncella personal? Se piñizco el brazo, ¿Por qué no despertaba?
—*—*—*—*—*—*—*—*—*—*—*—
Edward entró a su habitación dando un portazo. Estaba furioso. Inhalo y exhalo, intentando retomar el control sobre si mismo.
No necesitaba una Novia, ni esposa o prometida. Sólo quería su libertad.
El Führer entró a su habitación sin avisarle, como siempre. Lo mandó al suelo de un puñetazo, lo vio venir, pero no se opuso, ni esquivo, era mejor de esta manera, lo tomaba todo de momento y se olvidaba de las represalias.
—Esa actitud no es propia de un caballero.
—Soy un soldado, no un caballero—replicó escupiendo un poco de sangre.
—Ya hablamos de esto, ¿lo recuerdas? ¿Acaso quieres que tu madre muera?
Ed tragó saliva, se tragó de orgullo y se puso de pie.
—No señor.
—Entonces harás todo cuanto te diga—agregó el otro—. No hay lugar para las objeciones.
Lo tomó de la chaqueta y lo zarandeó con fuerza. De niño no sabía que le asustaba más, si la perpetúa sonrisa de payaso en su rostro o la mirada asesina que le dirigía antes o después de golpearlo. Ahora lo sabía, odiaba su sonrisa más que cualquier otra cosa en el mundo.
—¿Ha quedado claro?
—Sí, Señor—contestó sumisamente apretando tan fuerte sus manos que le dolieron durante algunos días.
—Buen chico—respondió el mayor dándole un suave cachetada, igual que si se tratara de un perro.
Y lo dejó en la habitación, con sus pensamientos.
Tenían a su madre y él no era lo suficientemente fuerte aún, todavía no.
No podía confiar en casi nadie y mucho menos en la chica.
Bien, podría ser una pueblerina tal y como decía, o una letal y peligrosa espía con la que estaría aún más vigilado. En sus experiencias ambas eran opciones igualmente validas y no podía permitirse decidirse por ninguna hasta estudiar a fondo tal acusación. No le gustaba, lo ponía nervioso. Estaba acostumbrado a los Guardias gigantescos, aquellos que le doblaban en tamaño y tenían voces de metralletas, no a las niñas de mechones rubios y dulces voces de ruiseñores.
Se arrojó sobre la cama, aún no tenía poder, no el suficiente, pero lo tendría.
Y siendo francos, aquel no era el trabajo más difícil que le habían asignado.
Pese a esto no la quería. Sólo una semana, siete días serían más que suficiente para que la chica, ¿Cómo se llamaba?...Winry, si, para que Winry huyera aterrorizada, si se trataba de una campesina común y corriente no lo soportaría más de siete días. Incluso sonaba divertido.
Y al pensar en un plan repleto de ideas perversas, se descubrió sonriendo…sonreía por primera vez en…no lo recordaba, hacía mucho.
Incluso se atrevió a reír suavemente, minutos después caía rendido ante un sueño repleto de pesadillas.
CONTINUARÁ…
Hoy mientras pensaba en transacciones bancarias se me ocurrió esta idea y no pude resistirme, es un AU a medias…habrá detallitos y será un Ed/Win…jejeje, hacía tiempo que no escribía algo hetero, XDDDD. Bueno, ¿qué les ha parecido es medianamente interesante o debería meter mis ideas aburridas o tediosas en un cajón?
Cualquier queja, comentario, crítica, ¿virus?...será bien recibida.
Gracias por leer.
