¡Hola! :) Soy Lanthir, una de las tantas que le encanta escribir aquí en ff.net - Pues bien, después de terminar Sobre Janis Joplin y el Amor Inesperado, les traigo el nuevo proyecto en el que estoy trabajando. Un Verano Diferente es un cuentito de romance entre Severus Snape y Harry Potter. Si, adivinaron. Genero slash y seguramente lemmon mas adelante, y es que las personas que han hecho el favor de leerme saben que este género me encanta, je, je. Es el primer Harry/Severus que escribo (todos los demás han sido Harry/Draco), inspirado en las maravillosas traducciones de Ali y Maria (Alima21) y dedicado con mucho cariño a mi querida Ali. Chica, eres encantadora, lamento mucho que no nos hayamos escrito en un buen rato, pero ando offline y con muchos rollos en mi vida actualmente :P Pero aquí te va esto con mucho cariño, guapa! -

Todos los personajes son de J. K. Rowling, yo solo los tomo para enredarlos un poco. El genero de la historia es slash (relación chico-chico, como ya lo había mencionado) y la pareja es Harry/Severus. Si no te gusta este tipo de cuentos, puedes checar los excelentes fanfics en la clasificación G de esta misma página. Aquí hay para todos los gustos.

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Lanthir

Un Verano Diferente Por Lanthir Capitulo 1: Un rencor Desbordado

Soy Harry Potter y les quiero contar algo; una historia sobre como la vida da muchas vueltas y lo raro que puede ser el destino. Nunca pensé que las cosas iban a ser de esta forma, y aún me pregunto como terminé con la persona que menos esperaba. Pero me estoy adelantando.

Todo comenzó a mediados de mi séptimo y último curso en Hogwarts. Acababa de llegar del departamento que Sirius y Remus compartían en Manchester; había pasado con ellos la navidad y fueron las mejores fiestas de mi vida. Regresé un par de días antes de que el resto volviera al colegio, y una tarde, no teniendo nada mejor que hacer, decidí ir a la biblioteca a dejar algunos libros antes que la Señora Pince me lanzara una maldición por retrasarme. El castillo estaba prácticamente vacío, pues solo el profesorado y unos cuantos alumnos se habían quedado ese año, así que pasé por los desiertos pasillos pensando en cuanto extrañaba a Ron y Hermione, quienes regresarían al día siguiente. De repente la Señora Norris salió de no se donde y me cerró el paso. Yo he detestado a ese gato desde el primer año, y en un acto de venganza de mi parte, decidí darle su merecido. La gata me miraba con sus ojos saltones, casi retándome, y sin pensarlo mucho le lancé una patada; el escuálido animalejo me esquivó y echó a correr por entre mis piernas.

-¡Te voy a dar...!- le grité mientras agarraba uno de los libros que llevaba y me daba la vuelta para lanzárselo. Nunca vi que la Profesora McGonagall estaba justo detrás de mi. Para mi horror, había lanzado el pesado libro con tanta fuerza que fue a rebotar justo en la frente de la maestra, tumbándole sus gafas cuadradas.

-¡Ahhh! ¡¿Pero que demonios haces, Potter?!- gritó McGonagall llevándose las manos a la cabeza. Sentí que me iba a desmayar allí mismo, ¡¡¡le había pegado a Minerva McGonagall!!!

-¡Lo siento profesora! No fue mi intención, yo le quería dar a la Señora Norris...-

-¡¿Y se supone que eso es una justificación?! ¡Muchacho malcriado, nunca en todos mis años un alumno se había atrevido a agredirme de esta forma!-

Estaba pensando que el asunto no podría ser peor, cuando Snape salió de una de las aulas cercanas.

-¿Qué sucede, profesora?- preguntó, obviamente disfrutando del hecho de que McGonagall me estaba reprendiendo.

-¡Este niño imbecil me acaba de golpear!- chilló, recogiendo sus gafas y reparándolas con su varita, pues se habían roto con el golpe –Potter, ¡50 puntos menos para Gryffindor! Y en cuanto pueda pensar en un escarmiento apropiado, ¡ten por seguro que te será aplicado!-

-Minerva, creo que será mejor que vayas a la enfermería- dijo Snape con su voz fría –Estas sangrando-

Me quedé congelado mientras veía un hilillo de sangre que escurría por la frente de la mujer. McGonagall se pasó la mano y al ver la sangre se puso mas furiosa de lo que nunca la había visto.

-¡Tú... tú...! ¡Mira lo que has hecho!-

-¡Lo lamento, en verdad lo lamento, yo...!-

-Minerva, ve con Poppy- atajó Snape de repente, tomando por los hombros a la maestra y conduciéndola hacia las escaleras –No te preocupes por Potter, tengo el castigo perfecto para él. No te alteres y descansa- dijo, lanzándome una sonrisa burlona.

-Esta bien, gracias Severus. ¡Haz todo lo que el profesor Snape te diga, Potter! ¡Una sola queja y sabrás de mi!- exclamó la maestra cuando bajaba la escalera con la mano en la cabeza, conteniendo la sangre que escurría de su herida. Iba musitando algo que sonaba a "mocoso imbecil".

Bien, la había hecho y en grande. Me quedé parado como idiota con las piernas aún temblándome del susto, y la mirada despectiva y burlona que Snape me dirigía no ayudaba mucho.

-Vaya, vaya, Potter. Te has metido en un problema muy grande- masculló, con el gesto de aquel que se está aguantando la risa a fuerzas. –Sígueme-

Con los puños apretados de rabia hice lo que me decía. Bajamos escalera tras escalera hasta llegar a las mazmorras, y entramos en un cuartucho adyacente al aula de pociones. Estaba lleno hasta el techo de frascos pegosteados con líquidos de diferentes colores, y un altero de calderos mugrientos se apoyaba contra una esquina; un fogón cochambroso completaba el mobiliario. El piso estaba tan pegajoso que los zapatos se pegaban a cada paso.

-Aquí- me dijo –es donde preparo las pociones que se usan en la escuela. Estaba reservando la limpieza para una ocasión como esta... y veo que valió la pena la espera-

Lo miré sin disimular la aversión que sentía por él. Le hubiera lanzado cien libros en aquel momento.

-Quiero todo esto limpio antes de la cena - dijo con deleite, y atrevidamente sacó mi varita del bolsillo de mis pantalones –Sin nada de magia, Potter. ¡A trabajar!- Y se fue, saliendo por la puerta que conectaba con el aula. Vi que arrojó mi varita dentro de uno de los cajones de su escritorio y se sentó a escribir.

"Estúpida suerte de porquería" pensé entre colérico y apabullado. Encontré unos cacharros de limpieza en un rincón y comencé mi faena. No podía entender como había sido tan estúpido como para meterme en un problema así, y comencé a preguntarme si no habría sido el mismo Snape el que había mandado a la Señora Norris a tenderme la trampa.

Snape. Había pasado los últimos siete años jodiendome, y extrañamente, ayudándome en algunas ocasiones. Aunque era claro que me odiaba, de eso no había duda. Los pecados del padre los expían los hijos decía el refrán, y era algo que Snape aplicaba totalmente. Yo sabía que ni mi papá ni Sirius habían sido unos santos con Severus cuando eran estudiantes, ¡pero joder! Eso no había sido mi culpa, y el muy imbecil me trataba como si hubiera sido yo el que lo fastidiara. Mi ira iba creciendo mientras limpiaba el asqueroso piso de aquella mazmorra, viendo a Snape inclinado sobre su escritorio, al parecer preparando las siguientes lecciones. ¿Qué clase de loco trabajaba en vacaciones? Bueno, Hermione lo hacía, pero ella era cosa aparte.

Comencé a preguntarme que clase de vida llevaba aquel solitario hombre. Todos los maestros de Hogwarts eran solteros, a excepción de la Profesora Sprout, que era viuda. Pero era bien sabido que la mayoría tenía sus correrías de vez en cuando. Aún McGonagall, con lo estricta y seria que era, se rumoraba que había tenido algo que ver con Dumbledore. Pero a Snape nunca se le había conocido algún desliz. Aunque pensándolo bien, ¿quién estaría tan demente como para involucrarse con él? Lo triste del caso es que, viéndolo objetivamente, no era del todo desagradable. Las apagadas túnicas negras que siempre portaba no dejaban ver su físico, pero por su rostro y sus manos se podía adivinar que era muy delgado. Era un poco mas alto que yo, aún que no tanto como Sirius. Tenía la piel muy pálida, casi como la de Malfoy, y el cabello y ojos negros lo hacían ver aún mas pálido. Y hablando de su cabello, si no se la pasara con su nariz aguileña metida entre los vapores de las pociones todo el día, seguro se le vería mejor. Y definitivamente necesitaba un corte, para mi gusto lo llevaba muy largo. Su cara delgada y de rasgos duros se hubiera visto menos rígida con el pelo distinto a como lo llevaba, hasta los hombros.

¿Pero que importaba que luciera de una u otra forma, cuando ese horrible carácter frío y antisocial era lo único que notaban los demás?

-No escucho esa escoba, Potter- me dijo sin despegar la vista de sus pergaminos. Se había dado cuenta de que me había quedado como tonto observándolo por varios minutos, y eso me turbó bastante. "Imbecil" pensé mientras volvía al trabajo. Necesitaba sacar de mi mente esos absurdos pensamientos, y entonces recordé que traía las Audiogomas. Esos artilugios habían sido regalo de Fred y George durante el verano, y uno de sus inventos mas populares en su tienda de bromas. Funcionaban como unos pequeños audífonos muggles, de esos que se meten en las orejas, con la diferencia de que la música salía directamente de ellos y no necesitaban conectarse a nada. Se les habían ocurrido cuando el Sr. Weasley descubrió los walkman muggles y había llevado uno a su casa, encantado con el aparato. Ahora los gemelos vendían las Audiogomas como unos excelentes remedios contra el aburrimiento en clase, pues se podían hechizar hasta con 30 canciones y no se notaba que se traían puestos.

Así que saqué disimuladamente los pedacitos de goma de mi bolsillo y los apreté un par de veces, ajustando el volumen al máximo. Fred y George les habían puesto un par de discos de Las Brujas de Salem y de Celestina Warbeck, y también unos de los americanos de Nirvana, pues sabían que me gustaban mucho. Me puse las Audiogomas y murmuré "Nirvana"; de inmediato la voz de Kurt Cobain empezó a cantar "All Apologies" a un volumen ensordecedor. Sonreí y seguí limpiando, mientras pensaba en el extraño hecho de que Malfoy se pareciera tanto a Kurt. Bueno, al menos físicamente, por que estoy seguro de que Cobain no era un desgraciado pedante y estirado como lo es Draco. Otro imbecil aparte de Snape.

Pasaron las horas y ya sentía los brazos agarrotados de tanto tallar. Me senté sobre un enorme caldero que estaba boca abajo y me estiré hacia abajo, tratando de aliviar un poco la tensión. Me sentía muy cansado y somnoliento, y me quedé un rato con la cabeza entre los brazos. No supe cuanto tiempo había pasado, hasta que de repente algo me empujó con fuerza y caí al suelo. Levanté la vista sobresaltado y vi el furioso rostro de Snape sobre mi, diciendo algo que no alcancé a escuchar pues seguía con las Audiogomas puestas a todo volumen. Como no contesté, el hombre me agarró de un brazo y me puso de pie de un doloroso tirón; entonces me jaló del cabello y descubrió los aparatos.

-¿Estas enterado, Potter- preguntó iracundo después de sacarme los pedacitos de goma de los oídos – de que estas cosas están prohibidas en el colegio? ¿Sabes cuantas quejas han tenido los profesores por que los alumnos fingen poner atención, cuando lo único que están haciendo es escuchar estupideces como esta?- dijo Snape, mientras se escuchaba la canción de "Smell like teen Spirit" que aún salía de las Audiogomas. El desgraciado no me soltaba el brazo y me estaba zarandeando como si fuera un niño – Y aparte de todo te puse un castigo, ¡y en lugar de cumplirlo vienes a dormirte! Ah, Potter, tu siempre sintiéndote con todo el derecho de saltarte las reglas, eres igual que tu pa...-

-¡¡YA BASTA!!- grité de repente, zafándome de las garras de Snape. Era todo, era suficiente. Mi paciencia llegó a su límite en ese mismo momento y todo lo que había aguantado en esos casi siete años se desbordó, no importándome las consecuencias, cegado por la ira. -¡Ya estoy harto de que me trates de esta forma, cabrón! ¡Tus jodidos traumas de la infancia no son mi culpa y no me importan, y ya no voy a tolerar el que me sigas intimidando así! Las cosas se van a arreglar aquí y ahora, como hombres. ¡Vamos, que quiero acabar con esto de una vez por todas!-

El rostro de Snape pasó del desconcierto total a la furia absoluta en dos segundos, y se lanzó contra mi. Vi que mi puño salía volando contra su cara aún antes de pensarlo,  y le propiné un fuerte golpe en la boca. Se tambaleó un poco, pero un instante después me doblé por el dolor de un puñetazo en el estomago que me dejó sin aire. Gruñendo como un animal me arrojé sobre él y nos enzarzamos en una salvaje pelea como nunca la habíamos tenido, ya no como maestro y alumno, sino como dos hombres que se detestan entre ellos y que por mucho tiempo se han aguantado las ganas de partirse la cara uno al otro.  No puedo decir que alguno de los dos hubiera dominado la pelea; a pesar de llevarme casi 20 años, Snape era muy ágil. Pero yo ya no era el niño debilucho que alguna vez fui. Aunque aún sigo siendo delgado y un poco bajo, el quidditch me ha dado fortaleza y soy joven y fuerte. Así que no supe cuantos minutos nos estuvimos machacando a golpes y luchando contra el creciente dolor.

En un momento dado, logré subirme sobre Snape y lo aferré de los cabellos.

-¡Te voy a matar maldito, me las vas a pagar!- le grité, mientras estrellaba su cabeza contra el frío suelo de la mazmorra. Pero entonces me dio un golpe en los riñones y me derribó. Me levanté jadeando y me disponía a volver al ataque, cuando escuché una potente voz frente a mi.

Expelliarmus!-

El hechizo me alcanzó y fui a caer entre la pila de calderos. Vi a Snape embistiendo de nuevo contra mi, pero la voz se escuchó de nuevo y un momento después estaba tendido junto conmigo. El hechizo no lo había lanzado Snape.

Había sido Dumbledore, quien nos veía con sus ojos azules destellantes de furia desde el quicio de la puerta.

OK, espero que les haya gustado esta primera parte. Recuerden que sus comentarios son bien recibidos, gracias y hasta la próxima :)

Lanthir