Es de noche, no puedo dormir, y surgió esto. Es cortísimo, pero me parece que quedó tierno.
Una parejita tierna a la que no prestan mucha atención (L
Amor de hojalata.
Una tarde de sábado soleada. Común y corriente, en su opinión. No le encontraba nada en especial.
Si los pájaros cantaban o no, él no tenía idea.
Si las flores adornaban los jarrones de las casas, él no tenía idea.
Si había niños corriendo bajo el sol en el parque, él no tenía idea.
Porque para él, esa tarde no tenía nada de especial. Estaba solo en la torre T, porque Robin y Starfire se habían ido de paseo por ahí, Raven estaba bsucando libros interesantes y Chico Bestia, que estaba aburrido, la seguía en forma de mosca.
Aunque Cyborg era una persona muy positiva, hoy no se sentía con ánimos.
Desde que Robin y Starfire estaban juntos, las cosas habían cambiado bastante. La bonita tamaraniana no tenía tiempo para jugar con el a los videojuegos, ni arreglar el Auto T.
Eso no le molestaba, porque sabía lo mucho que ella había esperado por estar con él, y quería que fuera feliz.
Robin estaba en las nubes, y las pocas veces que bajaba para entrenar, lo hacía con ella.
Tampoco estaba molesto por eso, era extraño ver a su amigo tan distraído, pero era un buen motivo para bromas así que él estaba encantado.
Raven vivía encerrada en su cuarto, meditaba, leía.
Tampoco le molestaba, ya que ella era así; solitaria, reflexiva, tranquila…
Pero Chico Bestia seguía ahí para él. Mejores amigos. Compartían juegos, películas, discutían por sus modos alimenticios, y sin embargo se sentía solo… Solo porque incluso Chico Bestia, tan ingenuo e infantil, tenía a alguien; la tenía a Raven.
Bueno, ellos no estaban juntos, pero sin embargo, él la tenía. Se veía el brillo en sus ojos al verla, y se notaba cuando tardaba en responder que se había colgado de alguna estrella pensando en ella.
Adivinaron, eso tampoco le molestaba. Porque sabía que Raven, en el fondo, también se sentía atraída por su amigo verde, lo único que faltaba era que tuviera el coraje de admitírselo…
Él no era envidioso, se alegraba por sus amigos, le gustaba que estuvieran enamorados, que mantuvieran sus cabezas ocupadas en eso, pero no podía evitar sentirse solo.
Él también quería enamorarse, saber qué se sentía, y no vivirlo a través de sus amigos. Quería que una chica se hiciera paso entre los millones de cosas que teníaen la cabeza para volverse su prioridad. Lo quería, y lo necesitaba desesperadamente.
Mientras pensaba en eso, escuchó un ruido en la azotea. Como estaba solo en la torre hoy, fue a ver que había ocurrido.
Y pasó; de un momento a otro sintió que su vida tenía sentido, que nunca había sido tan feliz. Sintió mariposas en su estómago de hojalata. Tuvo algo en que ocupar su cabeza, en esa tarde tan solitaria de sábado.
-Hola! Me llamo Abeja.- Dijo ella. Morena, de ojos oscuros que mostraban algo de picardía, unos rodetes a los lados de la cabeza, una sonrisa simpática, un traje con rayas amarillas y negras. Se veía algo apenada por haber caído allí, pero la verdad a Cyborg no le importaba. Es más, de alguna manera, sentía que le había salvado la vida- Siento haber caído, pero perdí el control y…-
-No importa- Se apresuró en contestar, con una sonrisa nerviosa.- De hecho, puedes caerte aquí cuando quieras.-
Espero que les haya gustado : ) Y que me digan que opinan!
Se despide, su fiel servidora.
