Disclaimer: Todo el universo de ATLA pertenece a sus creadores, y no a mí, que lo hago por mera entretención, sin fin de lucro alguno.
Atrapada
Capítulo I
Por E. Waters.
Cuando Azula observó por primera vez los azulísimos ojos de la joven de la Tribu Agua, supo entonces que ella sería suya. No era nada sentimental, o mucho menos, era simplemente una atracción meramente carnal, pura química, sin amor alguno de por medio. Y cuando Azula deseaba algo, ella siempre, pero siempre lo obtenía… y ciertamente, Katara no sería la excepción.
Los ojos dorados de la muchacha se pasearon por el recinto. Había enviado a uno de sus mejores guerreros, para capturar a la chica, cosa secreta, que ni siquiera el mismo Zuko, actual Señor del Fuego, lo sabía.
Habían sido días duros para Azula, pero después de la derroca del Señor del Fuego, fue lo suficientemente astuta, como para lograr el perdón de Zuko.
Fue entonces cuando el mismo Zuko se presentó en sus aposentos, con una sonrisa de oreja a oreja, como si se hubiese conseguido un gran premio, o algo por el estilo. Azula, entonces, alzó una ceja.
"¿Qué sucede, Zuzu?" Dijo de forma sarcástica la muchacha, viendo de forma altanera a su hermano mayor. Muy Señor del Fuego podría ser, pero realmente la joven no tenía ni una pizca de lealtad o respeto hacia a él. Ella lo lograría, ella sería la nueva Señora del Fuego, aunque por ahora prefería observar en silencio, y en el momento que ella considerase indicado, atacar.
"He conseguido a la nueva representante de las Tribus Agua, para así lograr un equilibrio entre las naciones." Habló Zuko, muy emocionado. "Ya sabes, Aang será el representante de los Nómadas Aire… así que…"
"Al grano, Zuzu." La chica comenzaba a exasperarse, la paciencia, precisamente, no era uno de sus fuertes.
"Pues, he conseguido que Katara lo sea."
Los ojos de Azula se abrieron mucho más de lo que estaban, y sin poder siquiera evitarlo, una peculiar sonrisa se formó en sus rojizos labios.
Aparentemente, el conseguir a la inocente chica de la Tribu Agua como suya, no sería tan difícil como pudiese parecer en un principio.
Zuko observó atento a su hermana; ¿Qué intrigas habrían de por medio? El joven la conocía muy bien, como para interpretar esa sonrisa como algo no bueno.-No importa.-Pensó el chico.-Yo me encargaré de protegerla.-
"¿Era solo eso, Zuzo?" La sonrisa de Azul se desvaneció, adoptando una expresión de indiferencia en el acto.
"Sí, Azula." El muchacho se dedicó a mirar un par de segundos a su hermana, antes de salir de la habitación de ésta.
No sabía que planeaba Azula, no tenía ni la más mínima idea de qué ella tramaba… pero nadie se metería con Katara, y él mismo se ocuparía de ello.
xxxx
Katara, ciertamente, aunque según todos era una persona sumamente valiente, ahora mismo, no lo sentía de esa manera.
¿Qué pretendía ella, siendo la representante de la Tribu Agua, en la Nación del Fuego?
Tenía un poco de miedo al respecto… no por Zuko, puesto que lo había conocido lo suficientemente bien, como para darse cuenta que era una persona de fiar, sino más bien, por el hecho de desconocer los otros militantes importantes, muy conservadores, de esa Nación.
Y claro, también estaba Azula.
Por alguna razón, cuando los ojos de la maestra fuego se posaba sobre ella, Katara se sentía real, realmente incómoda. No era una mirada normal… era una mirada… peculiar, una mirada que la chica podría calificar… libidinosa.
Pero bah, eso no podía ser… ¿o sí?
Bueno, a la muchacha le gustaba pensar que no. Que sólo eran paranoias suyas, sin un argumento lógico y valido… Además, ¿desde cuándo a Azula, princesa de la Nación del Fuego, hermana menor del Señor del Fuego y segunda línea en sucesión al trono, le interesaban las chicas?
Quedando mucho más tranquila con esa idea en la cabeza, la muchacha, de ya dieciséis años, bajó las escaleras que unían al barco, con tierra firme, siendo escoltada por militantes de la Nación.
No estaba Sokka junto a ella, puesto que había tomado cargos importantes en la Tribu Agua; Toph había hecho lo mismo en sus tierras natales, y Aang estaba demasiado ocupado en instruir a nuevos nómadas aire.
Siendo así, y en resumidas palabras, Katara estaba sola.
Pero por supuesto, estaba Zuko, el cual se había vuelto mucho más cercano a la joven, en los últimos meses, viéndose en reuniones de las cuatro naciones, negociando tierras y tratados de paz.
Al recordar los ojos dorados del-ahora- Señor del Fuego, la chica no pudo evitar sonreír, mas esos mismos ojos le recordaban los de Azula, los cuales tenían ese perturbador brillo en sus iris, muy distinto a ese ameno semblante de su hermano mayor.-No parecen hermanos.-Pensaba la joven.
Siguió entonces caminando hasta llegar a una especie de carruaje, la cual la llevaría al Palacio Real, en donde tendría una corta ausencia con el Señor del Fuego, sólo para después dirigirse a las dependencias destinadas a ella, en alguna parte de la capital de la Nación, y descansar un poco.
El trayecto, al menos para Katara, fue más que tortuoso. Sabía cómo actuar frente a Zuko, puesto que algo habían sucedido entre ambos, que creó cierta confianza… mas él ahora no estaría solo. Estaría con los Sabios del Fuego.-Y Azula.-Se dijo la maestra agua a sí misma, curvando sus labios.
Definitivamente, hace dos años atrás, cuando encontró a Aang atrapado en el iceberg, jamás ella imaginó lo que después vendría. Y aunque si lo hubiese sabido, ella igualmente hubiera aceptado… pero ahora mismo, con esa incómoda sensación en el cuerpo, ella lo rechazaría de forma tajante.
Finalmente, el carruaje paró, y un escolta abrió la puertecilla de éste. La chica, vestida a la usanza de la Tribu Agua, bajó la escalinatas, manteniendo una pose de lo más neutral posible… cosa que costaba, pero que igualmente lograba.
"El Señor del Fuego la espera, señorita." Dijo el escolta mayor, por así decirlo, a lo que él hizo un gesto con el brazo, para que la chica se encaminase hacía las puertas que daban paso a la cámara del Señor del Fuego.
La muchacha tragó con dificultad, y caminó a paso discreto y pausado, hacia la cámara.
xxxx
Ya había llegado la hora, y Zuko, tal vez, estaba hasta algo más nervioso que Katara misma. Si bien, algo de intimidad ambos habían creado, aún no sabía cómo actuar con la joven, frente a los Sabios del Fuego… y frente a Azula.
Por otra parte, Azula solo se deleitaba con el momento, aunque había algo que le molestaba, en la actitud de su hermano mayor.
Hacia solo unos tres y cuatro meses, que había roto su relación de Mai, y de ahí no se le conocía pareja alguna, y claro, todo ello concordaba con el acercamiento entre él y Katara, por asuntos de índole político.
¿Y si a Zuko le gustaba Katara?
Una risilla salió de los rojizos labios, de la muchacha.-Zuzu, zuzu, zuzu, te habrás quedado con el trono, pero créeme, no te daré el gusto de que la tengas a ella.-Pensó la joven, encontrando mucho más excitante el hecho de que Zuko entrase, involuntariamente, a un juego que la misma Azula había inventado.
La reunión, entonces, transcurrió como era esperable, llena de formalidades de por medio, pero era evidente, o al menos para Azula, esa mirada que Zuko le dedicaba a la chica de la Tribu Agua. La princesa del Fuego, alzó curiosa una ceja.
¿Cuán inocente era Katara?
Había ciertos rumores sobre ella y el avatar… pero de todas formas, la maestra fuego, no consideraba a ese niño como oponente, por lo cual hacía oídos sordos a esos dichos. Y el hecho de saber, porque ella sí lo sabía, lo inocente que era la joven de ojos azules, era totalmente virgen, más se entusiasmaba aún.
Sí, definitivamente sería divertido.
Después de todo, para Azula Katara era una especie de juguete, el cual después de romperlo, lo dejaría en el olvido, todo destruido, y casi sin posibilidades de ser reparado alguna vez.
Y claro… ella dejaría tan mal a la maestra agua, que ni siquiera tendría ese valor que tanto le caracterizaba, como formar pareja con otra persona.
Sí, la princesa era malvada, o más que malvada, cruel. Poseía, y cuando ya no quería poseer ese algo, no dejaba que nadie más lo poseyese… y eso mismo lo haría con Katara.
Sonrío a sus adentros, manteniendo la compostura, para así dar una buena imagen a los Sabios y a su hermano, por supuesto, Zuko, aunque Azula lo considerase inferior, tampoco es que fuese un total idiota… si ella daba signos de lo que se proponía, cabía la posibilidad de que el maestro fuego se enterase.
Aun así, no aguantó la tentación, y fijó su intensa mirada, en Katara, la cual, para sorpresa de la muchacha, le devolvió la mirada; Sin embargo, la mirada de la chica no era desafiante, si no, una sumisa, casi con miedo.
-Será fácil, muy fácil.-Pensó Azula, apoyándose en su asiento, cercano al puesto de Zuko, el cual a juzgar de la joven, miraba de una forma peculiar a Katara, quien se mostraba casi anodina, aun cuando la muchacha de ojos dorados, sabía a la perfección que estaba hecha un manojo de nervios.
Ella la había estudiado. Antes de la guerra, cuando no presentaba ni un peligro, la princesa observaba con minuciosidad a la otra chica, y ya en esos tiempos, se había convertido en una experta que cuanto a Katara se refería.
La reunión entonces terminó, y grata fue su sorpresa, cuando Zuko mismo anunció que la representante de la Tribu Agua, no se hospedaría en alguna residencia de la Capital, sino que lo haría en uno de los tantos aposentos del Palacio Real.
El juego ya había comenzado, y Azula, como era de esperarse, no estaba dispuesta a perder.
Próx. Capítulo: Zuko, si bien, sospecha de Azula, igualmente le pide ayuda con Katara, para que se interiorice en la Nación, además de conversar de cuestiones políticas. Sin embargo, Katara solo tiene ojos para el Señor del Fuego, cosa que exaspera a Azula.
Si dejan Review, sería genial =)
