Los personajes utilizados aqui no son de mi propiedad, asi que antes de meterme a la carcel piensen eso, además, Yo no gano nada por medio de esto, simplemente criticas.

Gracias. Ahora si, lean, por favor!

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Capitulo 1: Desear ser amado.

Bien, finalmente lo había aceptado. Le gustaba Shakka, y bastante. Asimilar tener sentimientos hacia el caballero de Virgo le había costado al Fénix más de lo que se imaginan.

Siempre había sido el más solitario de todos los santos, y descubrir que le atraía alguien de su mismo sexo no le hizo mucha gracia al principio.

Pero después, con la nueva relación entre su hermano Shun y el ruso fastidioso, las cosas ya no le parecieron TAN graves. Comenzó a tener ciertos pensamientos rodeándole la cabeza como 'Mi hermano puede ser feliz con un hombre ¿por qué yo no?' Claro que no lo decía a manera de reto, o algo por el estilo, simplemente se preguntaba por qué, si su pequeño Shun podía aceptar sus preferencias abiertamente, él no hacía lo mismo. Ser tan valiente como él.

Todo había comenzado para Ikki cuando escuchó que Shakka, junto con los demás caballeros dorados, visitarían la Mansión Kido en función de veraneantes.

Desde que se enteró por el chismoso de Seiya no había podido sacarse de la mente al caballero de Virgo. Siempre lograba aislarse de sus pensamientos entrenando o haciendo cualquier cosas para distraerse, era su método infalible para todo, menos para Shakka. El rubio de largos cabellos de una u otra manera lograba filtrarse a su cabeza. Aquellos hermosos ojos azules tan únicos... el cielo era menos que un intento fallido por imitarles.

Ahora que Ikki ya había definido su atracción hacia Shakka, lo único que faltaba era hacerle sentir lo mismo por él. Sabía bien que no se las vería tan fácil, pero con algo de perseverancia lograría su objetivo (o eso esperaba al menos)

"Además... Yo soy Ikki, el Ave Inmortal ¿Quién podría resistirse a mí?" se dijo a sí mismo, riendo.

Lo siguiente era crearse un buen plan. No estaba seguro de que manera o como enamoraría a Shakka, pero iba a utilizar toda táctica existente para conseguirlo.

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"¿Así que hoy llegan los caballeros dorados a la ciudad?" preguntó Ikki (¡ja, como si no lo supiera!) a su hermano Shun.

"Síp. La señorita Saori me pidió que fuera por ellos al aeropuerto." contestó con su típica sonrisa.

"¿Y crees poder con esos doce tu solo, Shun?"

"Pues... ¡Eso espero!" risa nerviosa.

Shun subió a su auto, y se dispuso a encenderlo. Después de varios intentos, Ikki se acercó como para ver que ocurría.

"¿Algún problema?"

"Eso parece..." dijo desanimado. "Ya no tengo gasolina. No lo entiendo..."

Claro que no lo entendía, la tarde del día anterior el tanque se había quedado casi lleno; pero el pequeño Shun no contaba con que su niisan había aprovechado el lapso entre la medianoche y la madrugada para dar vueltas como alma que lleva el diablo y acabarse la gasolina. Así, su querido Shun no podría ir a recoger a Shakka y los otros y...

"Cielos... ¿qué puedo hacer?" totalmente preocupado. "No quisiera quedar mal con la señorita Saori..."

Era el momento perfecto... ¡Oh! ¡El Súper Fénix entraría al rescate!

"Si quieres, yo lo hago..." dijo como no queriendo la cosa, mientras dibujaba varias S en el espejo retrovisor.

"¿En verdad, hermano?" '¿Se habrá levantado de buen humor o estará enfermo?'

"Seguro. Yo voy."

Subió a cambiarse de ropa. Él nunca había sido un gran amante de la moda y esas cosas pero esta vez, como quería sorprender a Shakka, varios días antes se había escapado sin que nadie se diera cuenta a algunos centros comerciales. Las encargadas de las tiendas casi se mataban entre ellas para ver quien lo atendía, y casi se desmayaban al ver lo excelente que todas las prendas se le veían a ese cuerpo escultural.

Para la ocasión, eligió un atuendo completamente negro. Casi podría decirse que se veía... formal. El punto culminante del conjunto era la camisa ligeramente abierta por el frente, dejando a la vista una pequeña parte del pecho del Fénix.

Se fue al aeropuerto en su camioneta, y ni él mismo podía dejar de admirarse en los espejos cada que podía (Shun se había sorprendido bastante al verlo salir, pero no le preguntó nada por el cambio, solamente le dijo que se veía muy bien).

Minutos después, ya esperaba en el aeropuerto a que los pasajeros bajaran del avión. Se distrajo un momento, pues una viejecita le estaba pidiendo indicaciones sobre por donde se llegaba a cierto vuelo.

Los caballeros dorados pasaron de largo, buscando con la mirada a Shun; Saori les había dicho que él era quien los recogería. Solamente los ojos de Piscis notaron la presencia del Fénix (y eso porque al principio le pareció que era algún jovencito apuesto).

"¡Ikki, un gusto verte!" exclamó ruidosamente Afrodita, corriendo hacia él y ofrecerle una enorme sonrisa. "Apenas te reconozco. Parece que con los años te ves cada vez mejor."

"Muchas gracias." le devolvió la sonrisa. "Tu también te ves excelente."

"Encantador." respondió con una sonrisa complacida.

Fue hasta entonces que los otros caballeros descubrieron al Fénix. Se hicieron algunos comentarios por lo bajo de lo bien que se veía Ikki (Camus ya estaba regañando a Milo por eso). Mientras Shakka solo lo observó con un dejo de sana curiosidad.

"Bienvenidos. Espero que hayan tenido un buen viaje." saludó cordialmente Ikki, acercándose a los otros.

Todos asintieron en que el viaje había estado bien; tal vez solo Kanon y Saga se quejaron un poco pues les había tocado sentarse juntos y solo habían estado discutiendo (en especial porque Kanon quería la ventanilla pero Saga se la había ganado).

"Bueno, afuera está mi camioneta. Creo que podremos acomodarnos." Ikki se percató que quien traía más equipaje era Shakka, y decidió ofrecerse a cargar algunas. "¿Necesitas ayuda?" preguntó amablemente.

"No, gracias. Creo que puedo con esto." respondió, tratando de no parecer grosero. Simplemente le parecía rara la actitud del Fénix.

"¿Y tu, Afrodita?" preguntó Ikki. Después de Shakka, el caballero de Piscis era el más cargado. "¿Me permites?" dijo, señalando las dos valijas más grandes.

"¡Vaya, gracias!" exclamó Afrodita, admirado por la nueva caballerosidad del Fénix. En otro tiempo hubiera recibido el Puño Fantasma del Fénix como recibimiento.

Después de una pequeña discusión entre Afrodita y Milo sobre quien iría sentado junto al apuesto conductor, Mu terminó siendo el que ocupó el lugar.

Afrodita hablaba con Ikki, trepado del lado izquierdo de su asiento, mientras que Camus vigilaba que a Milo no se le fuera la vista por ahí. Se escuchaba una canción de Arjona que estaba empezando en la estación del radio. Shakka, que iba sentado en medio, tenía la mirada perdida al frente. Vio como la mano de Mu se acercó (al parecer inconscientemente) al estereo, pero Ikki (mientras trataba de evitar que Afrodita lo hiciera estrellarse) también hizo lo mismo, encontrándose con la mano del caballero de Aries. Se miraron por un segundo, y después Ikki le sonrió divertido.

"Parece que a ninguno de los dos nos gusta Arjona."

Mu no pudo evitar sonrojarse. Nunca se hubiera imaginado que el Fénix pudiera sonreír de aquella manera tan linda. Y a Shakka esto no le pasó desapercibido. Por alguna razón, se sintió molesto con Mu, pero no estuvo seguro de por qué. A todo esto, prefirió continuar el resto del viaje con los ojos cerrados.

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Habían llegado con bien a la Mansión Kido. Tatsumi los había hecho pasar al recibidor, diciéndoles que iría por la señorita Kido.

"¿Y qué has hecho todos este tiempo?" preguntó Milo, tratando de no dejarse arrastrar por Camus lejos de Ikki.

"¡Ya déjalo en paz, Milo!" replicó Camus, molesto.

"Bueno, yo ya tengo que irme." se disculpó el Fénix, avanzando hacia la salida.

"¿¿Ya te vas??" dijo Afrodita, decepcionado. Bueno... Death Mask siempre podría consolarlo.

"¿¿Tan pronto??" preguntó Milo, casi saltándole encima a Ikki (y digo casi porque Camus apenas y pudo alcanzar a detenerlo)

"¿Y cuando regresas?" preguntó Mu, algo apenado y sin poder esconder un pequeño brillo rosado en su rostro.

"No estoy muy seguro, pero les prometo que si puedo, más tarde me daré una vuelta por aquí." les guiñó un ojo. "Nos vemos. Discúlpenme con Saori." salió del lugar.

"Parece que el muchacho tiene bastante sexappeal." comentó Dohko, divertido por la reacción de sus compañeros. En especial el caballero de Acuario, que trataba de quitarle a Milo sus ojos de corazoncitos.

"Tienes razón." corroboró Aldebaran. "Mira que para que Camus se ponga así..."

"Yo no le veo lo especial." dijo Shakka, que estaba sentado ahí.

"Bueno, eso es porque tu NUNCA abres los ojos." se burló Dohko.

"Buenas tardes." saludó la voz de Saori, desde las escaleras de la mansión, haciendo callar a todos.

"Diosa." saludaron los caballeros, haciendo una reverencia.

"Eso no es necesario, muchachos." dijo Saori, terminando de bajar las escaleras. "Y... ¿Todo bien?"

"¡Por supuesto, excelente anfitrión el que nos mandaste!" dijo Afrodita.

"Por nada." respondió Saori. 'No sabía que Shun se llevara tan bien con los caballeros de oro.'

"¡Como ha cambiado!" exclamó Milo. "¡Se ve tan bien!"

"¿Ah, si?" 'Pues yo veo a Shun igual...'

"¡Él siempre tan apuesto, tan varonil...!"

"¿Qué?" comenzaban a confundirla. 'A mi Shun siempre me pareció bastante afeminado...'

"¿No podrías prestárnoslo como... guía de viaje?" preguntó Mu, tratando de contener su emoción.

"¿A Shun?" dijo Saori, dudosa.

"¿Shun?" Afrodita frunció el entrecejo, pero inmediatamente quitó el gesto (eso causa arrugas ¿saben?). "¿A quién le importa Shun? ¡Queremos a Ikki!"

"¡¿A Ikki?!" Ahora si estaba bien confundida. No podían haber estado hablando tan bien de Ikki. Hasta donde ella sabía, Ikki nunca se había llevado TAN bien con los santos dorados.

"Sí. Invítalo a que se quede, pues." comentó Dohko. Sería divertido ver todo el alboroto que haría Camus.

"Bueno, pues él vive bastante cerca de aquí... pero si quieren que se quede en la Mansión... así será. Estaba pensando en hacer una cena en honor a ustedes esta semana, así que si gustan llamarle a Ikki para invitarlo, pueden pedirle que se quede..."

Había ya ciertos candidatos para llamar al Fénix, pero después de un rato de discutir (por sugerencia de Aiolia) Shakka fue el elegido. La verdad le dio igual, así que pidió el numero y comenzó a marcar.

"¿Diga?" contestó una voz alegre.

"Habla Shakka ¿podría hablar con Ikki?"

"¡Shakka, que sorpresa! Dime ¿qué pasa?"

"¿Ikki?" sonaba demasiado alegre para ser él.

"Sí, soy yo. ¿Algún problema?"

"¡Díselo, Shakka!" murmuró Milo, picándole las costillas.

"No, ningún problema (¡espera un momento, Milo!) Esta semana la señorita Saori dará una cena, y quiere que todos los caballeros estén presentes."

"¿Quieres que avise a los demás?"

"¡Vamos, Shakka!" insistió Afrodita, uniéndose al picoteo de costillas.

"¿Me permites, por favor?" respondió el caballero de Virgo, separándose del auricular un momento. "¡Se calman por favor o no le digo nada!"

No hubo ya ninguna objeción (ni ataque a las costillas).

"Gracias por esperar. Como te decía, la cena. También Saori quisiera pedirte de favor que te quedaras hospedado en la mansión."

"¿En serio? ¿Por qué? ¿Ocurre algo?"

"No. Nada. Solamente quiere que te quedes como acompañante."

"Oh, pero yo vivo bastante cerca... Puedo ir a visitarlos cuando quieran."

"No importa. De todas maneras."

"Pero no quisiera dar molestias a Saori..."

"No es molestia." ¿acaso el Fénix le iba hacer que le suplicara? "Además, son las ordenes de Saori."

"Si es Saori quien me quiere ahí... no puedo negarme ¿verdad? Bueno, solo recojo algunas cosas y voy para allá. Nos vemos."

"Adiós." dejó el teléfono.

"¿Y bien?" preguntó Afrodita, con algo de miedo.

"Dijo que si."

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Después de guardar gran parte de su nuevo guardarropas, el Fénix bajó muy alegre a la sala para despedirse de su hermano. Ya le había comentado que por deseo de Saori (o eso le habían dicho) lo mandaban llamar para quedarse unos días como acompañante de los caballeros dorados. La verdad es que el chico del cabello verde ya estaba viendo moros con tranchete en la invitación. Algo le decía que la nueva apariencia de su querido niisan había llamado la atención entre los santos de oro (por lo menos ya tenía a dos de esos tipos en mente). Y pues no estaba equivocado, la verdad este muchacho tenía una intuición (¿femenina acaso?) muy infalible. Empero, prefirió no decir nada. Su hermano se veía bastante... feliz. Y esa no era una característica común en él; lo mejor era no decirle nada. Su hermano no era ningún tonto, ya él se daría cuenta de las cosas.

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Se estacionó frente a la Mansión Kido. Tatsumi, por orden de Saori, fue a recibirlo y ayudarle con su equipaje. En el fondo, el hombre ya se esperaba un maletazo por parte del Fénix. Éste, siempre que podía, le cobraba todas las que le había hecho en el pasado.

"Hola, Tatsumi." saludó el Fénix, bastante tranquilo.

"B-buenas tardes." respondió, con algo de miedo. "¿Le... ayudo con eso?" preguntó, señalando las maletas.

"Oh, no. Muchas gracias. Yo puedo con ellas." dijo, sonriendo. "Tu solamente ve a decirle a Saori que ya estoy aquí, por favor."

"E-está bien." caminó de regreso a la mansión, bastante nervioso. Esperaba en cada momento un ataque sorpresa a sus espaldas.

Entraron a la mansión. El Fénix dejó las cosas en el suelo, y fue hacia un sillón.

"Iré a avisarle a la señorita Kido que usted está aquí." dijo, mientras subía las escaleras. Ikki asintió con un movimiento de cabeza. 'Está demasiado amable. Eso no es normal... Ese, algo debe traerse entre manos.'

Tatsumi llegó a la habitación de Saori, y la encontró hablando acaloradamente con uno de los empleados de su empresa. Por el tono que usaba la mujer, debía estar regañándolo (cuantas veces el pobre Tatsumi no tuvo que soportarse sus caprichos a esa mujer.) Lo mejor era esperar a que terminara su llamada, y entonces hablarle de Ikki.

Pasaron casi quince minutos y no había señales de vida por parte de Saori o Tatsumi. Era tan aburrido estar ahí sentado sin hacer nada... Así que el Fénix prefirió irse a vagar por el gran jardín de la mansión.

La verdad, el jardín era lo más bello de ese lugar, y lo único que le gustaba. Los edificios tan grandes nunca habían sido de su agrado. Le recordaban viejos tiempos, viejos institutos, a aquellos que habían tratado de arrebatarle a su hermano, y que habían logrado despojarlos de su infancia... pero no valía la pena pensar en esos asuntos. Eran pasado.

Continuó su camino por el jardín. La verdad le gustaban mucho esos paisajes (pero preferiría besar a Seiya que aceptarlo.) los árboles, las flores... Flores que le recordaban a aquella persona que había querido tanto... que había perdido de una manera tan terrible, y le había dejado en la oscuridad de la soledad, del odio hacia todo ser viviente. Cuanto se había lamentado ya por sus actos. No podía seguir reprochándose por haberse convertido en un monstruo que no había pedido ser, o jamás podría vivir en paz. Paz... finalmente tenían paz. Al fin todos sus amigos se encontraban a salvo, y con la oportunidad de tratar de reponer el tiempo perdido, las vidas perdidas... Él también tenía esa opción, y no deseaba nada más en el universo que tomarla. Pero dejar atrás tantos años de sufrimiento no se logra en un día. Por ahora solamente deseaba ser feliz, anhelaba sentirse amado por alguien, volver a sentir su corazón latir por alguien, y saber que ese alguien siente lo mismo por él... Amar... y ser amado también...

Inconscientemente se detuvo frente a unas flores blancas, tocando levemente con las yemas de los dedos la suavidad de sus pétalos. Las miró con detenimiento, demasiado ensimismado en sus recuerdos como para notar que era observado desde el otro extremo del jardín.

Detrás de un árbol, Shakka había estado descansando de tanto ruido por parte de sus compañeros. Percibió el ligero sonido de unos pasos sobre la hierba, pero prefirió mantenerse en su espacio. No quería ser molestado por nadie, menos ahora que intentaba meditar un rato. Haciendo caso omiso a lo que había escuchado, trataba de continuar su meditación. Lo estaba logrando, cuando un sentimiento cálido le invadió el pecho. El cosmo de alguien bastante cerca de él. Era una energía llena de tristeza al principio, de dolores pasados... tan intensa que sintió que se le escaparían las lagrimas. ¿Quién podría ser? ¿Que ser había podido sufrir tanto? Movido por su curiosidad, se asomó por detrás del gran tronco del árbol bajo el que reposaba.

A lo lejos, en otra parte del jardín, alcanzó a ver la silueta de un hombre. Al parecer caminaba sin rumbo fijo, mientras llevaba las manos guardadas en los bolsillos del pantalón. Mientras continuó avanzando, Shakka logró ver su rostro. Era Ikki. Y por consecuente, esos sentimientos que lo habían inundado momentos antes le pertenecían a él. Sintió una presión en el corazón. Aquel muchacho había sufrido toda su vida, realmente bastante. No por nada era como era. El destino había jugado tantas bromas como se le dio la gana a costa de él y las personas que amaba. Tal vez por eso no demostraba afecto ante nadie; por temor a hacerles sufrir, o por miedo a sufrir él al perderles.

De pronto, la tristeza comenzó a desaparecer. Un nuevo sentimiento emanaba del cuerpo del Fénix. El deseo de amar... Shakka quiso saber que ocurría dentro de aquel corazón tan complejo, tan lleno de barreras, y tan lleno de heridas... no era correcto entrometerse en sus sentimientos, pero algo dentro de sí le pedía hacerlo. Vencido por la curiosidad, comenzó a leer el corazón del Ave Inmortal. Había tristeza, pero también había felicidad. Alegría de saber a sus amigos felices, pero tristeza de no poder compartir con ellos ese sentimiento. Y muchas otras cosas. Dudas, muchas dudas...

'Querer amar... pero no hacerlo, porque los ama tanto... que no podría arriesgarse a perderlos...' se dijo Shakka, mentalmente, mientras leía el corazón de Ikki. 'Desear ser amado... pero no permitírselo, por miedo a lastimar a esa persona... Que triste es eso...' mientras continuaba con su intromisión, encontró algo que no esperaba. Había amor por alguien... un amor fuerte... no supo porqué, pero deseó saber todo sobre este nuevo descubrimiento. ¿Quién era esa persona a quien el gran Fénix le dedicaba tan fuerte sentimiento? 'Tan cálido y envidiable sentimiento...' se estaba acercando a la respuesta. Buscó con más ahínco, hasta que casi sintió que veía un nombre... era... el nombre de esa persona era... nada. De pronto, todo se había desvanecido. La fuerza del cosmo se había ido, y junto con ella el enlace que había establecido. Alguien había interrumpido al Fénix.

"Saori..." murmuró Shakka, molesto por alguna razón. La mujer había llegado tan bruscamente que había roto la conexión entre él e Ikki.

Aunque tal vez era lo mejor. Él no tenía porqué meterse en asuntos ajenos, y mucho menos si eran sobre algo tan intimo como el amor. Pero... la verdad era que en esos momentos había deseado tanto saber el nombre de aquella persona. ¿Quién y por qué era el merecedor de tan gran afecto? Una vez más se recordó que ese no era su asunto. ¡Pero...! Nunca había sentido algo tan cálido, tan reconfortante... era algo completamente distinto a lo que lograba con la meditación, pero definitivamente relativo. Había paz en su cuerpo en ese momento. Serenidad como jamás había sentido. Debía aceptarlo. Deseaba saber quien era aquella persona, para poder estar celoso. Ese alguien debía ser demasiado importante como para crear tal sentimiento en alguien como Ikki.

Con resignación, vio como Saori se llevaba al caballero de Fénix al interior de la mansión.

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La tarde había transcurrido más rápido de lo que se pensaban. Apenas eran las ocho de la noche y ya casi todos los caballeros se habían ido a dormir. La verdad era que el vuelo los había desgastado muchísimo, y la mayoría prefirieron irse a tomar su siesta de belleza. Shakka, Saori e Ikki eran los únicos que quedaban en la gran sala de la Mansión. La charla era bastante amena, aunque la mayoría de las palabras salían de la boca de la diosa, y los dos hombres solo asentían con la cabeza.

Una rato más tarde, el celular de Saori comenzó a sonar. Dos segundos después, ya se encontraba subiendo las escaleras de la casa, gritando y alegando sobre esto y aquello.

"Pobres empleados." dijo Ikki, divertido, mientras veía a la mujer subir y subir. "Si alguien los entiende somos nosotros."

Shakka no respondió nada, ya que ni siquiera escuchó el comentario. Había estado tratando de descifrar la manera en que observaba a Saori. Quisiera o no, ella era también una posible candidata a ser la persona amada del Fénix. Tal vez, después de protegerla durante tantos años, había desarrollado algún cariño especial hacia ella. Amor.

"¿Pasa algo malo?" preguntó Ikki, al ver que Shakka no le respondía, y miraba tan insistentemente sus ojos.

"...No. Solamente estaba pensando..."

Se miraron un largo rato a los ojos. Y hubiesen podido continuar así hasta la próxima era del hielo, pero Shakka decidió interrumpir.

"Te vi en el jardín esta tarde. Te veías algo... agobiado ¿ocurre algo?" preguntó el rubio.

"No. Simplemente estaba pensando." respondió con toda tranquilidad.

"¿Puedo saber en que?"

"En ti." le ofreció una amplia sonrisa. "Yo también te vi." después se levantó, para dirigirse a su habitación.

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NOTAS:

Bueno, escribí esto hace poco, cuando una amiga comenzó a pasarme algunos fics de la relación Shakka-Ikki, y soy de esas personas que se dejan inducir TAN facilmente.

Espero que no esté tan mal... Y por favor, denme su opición al respecto, algunas ideas no estarían de mas, claro xD

Estoy ya trabajando en el cap 2, y ahi es cuando se empiezan a complicar las cosas... creo que esto no va para largo, en especial porque ya se acercan las vacaciones de semana santa.

Dejen reviews!!!!