Hellsing no me pertenece
Pues nada... otro fic cortito que no es nada del otro mundo.
Tenia a aquel monstruo encima en aquel motel de mala muerte que se caía a trozos y en el que se hospedaba en secreto para no llamar la atención según le habían ordenado en el vaticano.
A penas recordaba como había llegado a aquello. Sus pensamientos y recuerdos en aquel momento eran confusos. Solo se concentraba en dañar la piel del ser que tenia encima, piel que a los pocos segundos se regeneraba como si nada hubiera sucedido.
El otro aunque igual de brutal que él mismo a penas le producía algún rasguño. Las armas y algunas ropas de ambos se encontraban en aquel momento desperdigadas por el suelo.
Fácilmente el uno se habría desecho del otro y ambos podrían haber tomado sus armas de nuevo, pero ninguno de los dos estaba especialmente interesado en ello.
El enviado del Vaticano tenia sobre si a aquel que no podía sacar de su cabeza desde aquel primer encuentro en lo que ahora parecían siglos. El otro sonreía burlonamente deslizando su lengua sobre la piel del cuello del otro sintiéndola palpitar y manteniendo sus colmillos alejados de su piel en todo momento.
El vampiro era especialmente cuidadoso en eso, en no morderle, en no probar su sangre y sentir la necesidad de succionarla hasta arrebatarle la vida, lo cual en aquel momento parecía sumamente fácil y Alexander Anderson no podía evitar preguntarse, con la poca cordura que le quedaba, en el porque de aquello.
Alucard por su parte adivinaba los pensamientos del otro que aun sin ser un vampiro eran fácilmente apreciables. Por que al fin y al cabo no era algo que se esperara de un no-muerto como él.
Se acerco a su oído rozando con la lengua su lóbulo para luego susurrar de forma algo "insinuante".
-Solo un humano puede vencer a un monstruo.
Y sin añadir nada mas el padre Anderson comprendió, apartando ahora si al ser que ocupaba sus pensamientos y riendo de forma casi psicótico.
Definitivamente el vampiro le había aceptado como su enemigo y él estaría encantado de ser quien le destruyera.
Observó la luna por la ventana del hotel cubierta parcialmente por la niebla londinense y sonrió, su alma ya estaba perdida, pero le encantaría arder en el infierno luchando contra aquel monstruo.
