Naruto Copyright © Masashi Kishimoto.
!Advertencia: Crack! · Slash · Smut/Lemon.
Pareja: Itachi x Deidara · slight!KakaDei.
Nombre: Una serie de eventos desafortunados {USED}.
Piojos
Espontaneidad, desenfrenado calor, sexo —el mejor de su vida—, lenguas, caricias y el calor. Dios, qué calor sentía cuando él estaba cerca. Todo eso lo había llevado a una sola cosa, lo más sensato cuando sientes un revuelo de emociones golpearte las mejillas en un fuerte sonrojo y el corazón latir desbocado—se había declarado y lo obligó a que saliera con él.
Pero ¿para qué mentir? Itachi también quería aquello; polvos fugaces en el baño, besos apasionados, pechos sudados, músculos tensados, placer.
Un placer del que se había privado gran parte de la vida.
Él no era gay pero sin duda podía llevar ése calificativo si en letras pequeñas se leía "Sólo con Deidara", él era su punto débil. No podía resistirse cuando lo veía desnudarse ante él de forma lenta y sensual, sus roces descarados y su traviesa sonrisa lo derretía cada vez que se disfrazaba para él, única y exclusivamente para él.
Así pasaron las tardes.
Entre abrazos cargados de fuerza, lucha constante, entrar en el rubio, salir de él, invadir su boca con su lengua y otras tantas cosas.
Allí se incluyeron las mañanas, un peso extra, la suavidad de su piel rozándolo, el aroma a arcilla dentro de su baño, sábanas e incluso ropa, todo se volvió llevador, después de todo un poco de compañía no le estorbaría. Y con ése pensamiento le abrió los brazos a las noches, no se quejaba. Películas y sexo, cenar y sexo, charlar con alguien y por supuestosexo. Jamás pensó que terminaría adicto al sexo y cuando Deidara ocupaba su mente cuando no estaba se dio cuenta que la adicción no era precisamente al acto, era al rubio: su cuerpo arqueándose, su voz implorando por más, sus gemidos masculinos y sensuales, los juegos y gritos.
Todo era ahora parte de su vida.
Jamás imaginó que algo así sucedería tras encontrarse con el rubio en el supermercado, Deidara no era bueno con las compras, la cocina se le daba a la perfección y eso era por costumbre pero jamás había necesitado ir por alimentos estando en Akatsuki. Cuando la guerra terminó los habían traído a la vida con la simple excusa de 'Ahora deberán ayudarnos a pelear contra Madara, como agradecimiento' un gracias no habría sido suficiente y no lo pidieron porque de oponerse morirían de nuevo. Una vez hecho el trabajo se olvidaron de ellos y les permitieron después de unos cuantos trabajos extras vivir como personas normales.
Deidara no pudo acostumbrarse con facilidad, tras comprar el jamón y el queso por él lo invitó a tomar el té. Cortesía, años de odio no eran buenos para la salud y el sexo sí. Para la semana siguiente fueron al cine, cortesía —de nuevo—, el rubio no era devoto a salir y no conocía lo que llamó como "¡Televisión gigante, hn!, ¿crees que pasen programas de verdad?", él tampoco había ido al cine antes y esa pareció la oportunidad perfecta.
Así a la semana siguiente recorrieron juntos gran parte del centro y algún que otro lugar para comer hasta que notaron que la pared del Uchiha era más placentera, sobre todo si se comían la boca mutuamente.
La relación evolucionó y terminó finalmente en la actualidad: la convivencia.
Todo había resultado de forma espontánea, el calor los agobio y el sexo fue en ancla que los hundió, pero no todo es perfecto, la convivencia se había transformado en su peor enemigo aparte del desorden que Deidara solía dejar por toda la casa, tenían que tenerse paciencia y aunque Itachi no lo demostrara la perdía con facilidad, de cualquier forma las peleas llevaban al sexo y allí todo quedaba arreglado.
Lo mejor de pelearse es el sexo.
De cualquier forma no todo era color de rosas.
Tomó su taza de café con cuidado de no quemarse, sopló un par de veces sin despegar sus ojos del periódico y sorbió la bebida con suavidad. El verano estaba presente en cada resquicio del lugar, sentía el calor sofocante y cansino eclipsar cada viento frío que pudiera abrirse paso por el cielo.
Se rascó la cabeza al dejar la taza sobre la mesa y cerró el periódico cansado de lo que leía.
—¿Itachi? —su vista se dirigió de inmediato hasta el recién levantado—. ¿Qué hora es, hn?
Señaló el reloj ubicado en la pared y Deidara lo insultó mentalmente, odiaba que fuera tan frío. Caminó en silencio hasta sentarse sobre la mesa y observó algo adormilado al moreno rascarse la cabeza.
—¿Qué quieres para desayunar? —preguntó mientras dejaba la taza en el lava platos.
—Lo que sea estará bien, hn.
Itachi tomó un plato y comenzó a servir un par de huevos recién hechos que aún permanecían pegados en la sartén. Abrió la panera* y sacó lo que quedaba del pan dulce recién comprado. Tiró el plato sobre la mesa y se encaminó hasta la salida siendo seguido por el rubio.
—Ya te vas —afirmó. Itachi tomó asiento en el suelo de madera comenzando a colocarse los zapatos con parsimonia—. ¿Misión, hn?
El moreno se levantó dándose la vuelta y asintió. Deidara se cruzó de brazos.
—No me dijiste nada.
—No me dejaste hablar anoche —respondió como si fuera lo más obvio rascándose momentáneamente la cabeza—, no te olvides de comer. Prepara algo de cenar cuando hagas el almuerzo, regresaré pronto.
Abrió la puerta y desapareció. Deidara soltó un suspiro girando sobre sus talones dispuesto a devorarse el desayuno que le esperaba.
Empuñó con fuerza el mango del kunai. Suprimió la desesperante necesidad de rascarse que sentía y esperó, sus músculos se desperezaron y relajaron cuando saltó el último techo que se interponía entre su objetivo y él—una casa bastante orientada a la antigua arquitectura del lugar.
Un gran jardín repleto de ninjas escondidos entre las sombras se abría paso tras una muralla demasiado grande para ser verdad. Se preparó mientras contenía el aire en su estómago, activó el sharingan siendo recorrido por un desquiciante ardor. Apretó los puños mientras estudiaba la zona con sumo cuidado siendo lo más veloz que podía.
Soltó el aire por la nariz al cerrar los ojos tras la mascara anbu y desactivar su técnica.
Alzó la mano estirando sus cinco dedos, señaló su derecha, luego mostró tres dedos y marcó la izquierda. La entrada principal se ubicaba en la primera zona mencionada, no atacarían por ningún lado, aprovechó que hubieran descuidado el lugar donde se encontraba y se lanzó al suelo cayendo en una roca que adornaba una pequeña laguna artificial.
Dos cuerpos más le siguieron y sin más continuó, moviéndose con rapidez hasta llegar al techo. El lugar constaba de cuatro pisos, se filtraron por una ventana y aguardaron unos instantes.
Itachi se agachó y con una nueva ráfaga de dolor activó su sharingan.
Evaluó el lugar. La familia se encontraba en la hora de la cena. Rodeados por ninjas en cada esquina del comedor. El segundo piso no estaba deshabitado pero el tercero concentraba cuatro ninjas en una de las habitaciones al final. Ahí debían tener el pergamino, de no ser así no se concentrarían en cuidar la habitación.
Desactivó el sharingan y a través de señas indicó el lugar al que debían ir. Realizó unos sellos creando un clon y salió por la ventana enviándolos al lugar. Esperó en la cima del lugar hasta que se dejó escuchar un par de gritos. Se movió al ver al resto de los ninjas desaparecer de sus puestos y dirigirse al interior de la mansión.
Corrió lo más que sus piernas le dio y en un parpadear entró por la ventana. Dos ninjas le esperaban y con un movimiento rápido apuñaló a uno de ellos.
Se volteó deslizando fuera su katana del cuerpo enemigo y se encontró con unos ojos azules.
Ladeó su rostro y caminó hacia el ninja que vaciló pero se mantuvo quieto en su puesto.
—No retrocedes —habló—, quiere decir que ése lugar —lo señaló— oculta lo que quiero.
Apareció detrás de su enemigo y éste jadeó al sentir la katana clavarse en su pierna. Sólo necesitó eso para dejarlo inconsciente, era apenas un principiante, no debía tener más de dieciséis años.
Empujó el cuerpo y dio con un pequeño cofre.
Tomó la cerradura que lo guardaba y la golpeó con el kunai que traía en la izquierda. La pieza no cedió así que guardó su katana y sacó de su bolsillo una pequeña forma hecha de arcilla.
La araña se desperezó al ser liberada. Itachi supo que Deidara debía seguir despierto. Colocó al animal en el lugar y éste se aferró mientras él retrocedía llegando hasta el lado contrario, tapó su rostro con el brazo derecho y esperó hasta que la técnica se llevó a cavo. La caja se prendió en llamas tras haber explotado. Se adelantó hasta tomar el pergamino y lo introdujo en su chaqueta.
Salió al exterior encontrándose con sus compañeros y sin más salieron del lugar, dirigiéndose con gran velocidad ha Konoha.
Un día de viaje, otro de reconocimiento, la planificación y ejecución se tomaban uno entre tarde y noche, así el cuarto día se contaba de viaje, la llegada directo a la torre de la Hokage y para la madrugada oficialmente estaría en casa.
Sabía el procedimiento porque él lo seguía, así mismo siempre lo esperaba. Cuatro días sin él. Esperó en la habitación envuelto en las sábanas con la piel fría debido al reciente baño, no quería cerrar las ventanas y dormir con sólo una camisa y un bóxer no lo calentaba demasiado. La puerta sonó y reprimió la emoción que recorrió su cuerpo.
El corazón le saltó mientras escuchaba con atención los pasos del Uchiha.
Pronto su silueta se apareció frente a la puerta. Sus ojos se encontraron, el Uchiha caminó hasta la ventana y la cerró hasta la mitad. Dejó el chaleco de su traje anbu a un lado junto a la máscara que había retirado tiempo atrás. Sacó la camisa negra por encima de su cabeza sorprendiéndose al sentir unos dedos helados ayudarle a desvestirse.
Tomó las manos del rubio cuando se dirigían a sus pantalones.
—Estás helado.
Su mano libre se dirigió hasta sus cabellos y rascó un poco la zona. Deidara observó la acción con detenimiento.
—Vienes haciendo eso desde que te fuiste, hn.
Itachi se encogió de hombros atrayéndolo a su pecho, lo abrazó con fuerza frotando con cuidado su cuerpo para calentarlo.
—Itachi —le llamó. Se levantó un poco de puntitas hasta alcanzar la boca de su pareja, no había mucha diferencia de tamaño, y besó con cuidado los labios de éste—… Bienvenido.
El moreno lo abrazó con fuerza estampando su boca contra la de él, su lengua se movió por esos labios carnosos intentando devorarlo por completo, succionando con cuidado el labio superior para luego morder el inferior. Deidara acarició su espalda subiendo tentativamente hasta llegar a su cabello. Soltó la cola que lo sujetaba y con fiereza acarició su cuero cabelludo.
La caricia detonó las ganas de Itachi y sin más se rascó con frustración.
Deidara se separó observándolo con sorpresa.
—Eso no es normal, Uchiha —murmuró. Tomó el pantalón del aludido y lo llevó hasta la cama sentándolo en su lugar, sin mediar palabras se subió a ahorcajadas en su pareja y comenzó a revisar el cuero cabelludo—… ghmph.
Tapó su boca alejándose para resistir las ganas de reír. Itachi lo vio alejarse y caminar hasta la pared apoyándose en ésta, frunció el ceño.
—¿Qué?
Aquello fue el detonante, Deidara soltó una de sus conocidas carcajadas que retumbó en toda la habitación.
—¡Ah, mierda! —rió—, ¡Tienes piojos Itachi, piojos!
—No —respondió automáticamente.
Los Uchihas no tenían piojos. Claro que no, ¿cómo podría contagiarse con algo así?, imposible.
Se levantó de la cama dirigiéndose al baño, cerró la puerta con un estruendoso golpe ganándose otra carcajada del rubio. Deidara rió tranquilamente mientras buscaba una cola para recoger su cabellera.
Se tiró en la cama y cerró los ojos aún con una sonrisa adornando sus labios. Itachi apareció segundos después acomodándose a su lado y tras casi acostarse sobre él, abrazándolo con fuerza se durmió.
Mañana debía salir de compras.
—¡Estúpida! —gruñó.
—¡Grosero, malcriado, ridículo! —Deidara se contuvo, no la iba a explotar, esa escoria no merecía que malgastara su arte—. ¡Piojoso!
El rubio se volteó llevándose consigo el peine y champú que había comprado.
—Sarnosa —gruñó por lo bajo.
Odiaba salir de compras, todos eran unos incompetentes. Gruñó de nuevo acelerando el paso, no podía creer que la anciana le dijera piojoso*, su sonrisa cargada de maternidad se la podía tragar, él no era un crío.
Bufó una vez más mientras entraba al territorio Uchiha y con fastidio comenzó a correr.
Itachi dejó de regar las plantas al verlo llegar con un aura asesina.
—¡Más te vale que uses esa mierda! —le gritó a pocos pasos de él dejando al Uchiha aturdido—, tienes que lavarte con ése champú y después peinarte con esto —explicó.
—Ya te dije que no tengo piojos, Deidara.
El rubio frunció los labios.
—Me peleé con una vieja por eso, más te vale tener piojos y utilizarlos porque si no ¡Te juro que te los hago brotar, hn!
Se dio media vuelta y desapareció tras la puerta. Itachi observó los utensilios dentro de la bolsa, suspiró al sentir una fuerte comezón en la cabeza. Bien, lo haría pero sólo por complacer a Deidara.
Mal olor en los pies
Desde que Deidara había entrado en la aldea de Konoha instalándose sin preguntar, no había existido fuerza que se le opusiera. Al momento de discutir su proposición de ser un ninja Tsunade había sentido un déjà vu. Había dejado escapar un sonoro suspiro seguido de un "eres tan parecido a Naruto, imagino que al igual que él no podré negarme contigo. Bienvenido Deidara."
Pero no todo podía ser tan fácil como infiltrarse en la mansión Uchiha. Después de todo era un ninja renegado perteneciente a otra aldea, no se conocía su potencial al contrario de su pareja quien había sido instalado como ANBU tras corroborar la razón por la que había asesinado a su clan.
—Debería estar en otro rango —renegó por enésima vez.
Tsunade se había negado a subirle a un jônin. Debía hacer aquellas misiones al menos por un año más, si bien ya se sabía su potencial también se había hecho famoso por su carácter y lengua. Jamás podría colocar en ANBU a alguien tan explosivo —había explicado Tsunade—, y como maestro menos aún. No quería pequeños Deidaras corriendo por la aldea, explotando y gritando hasta quedarse sin garganta. Itachi se había estremecido al imaginarse aquello ganándose un golpe de su pareja.
Deidara era gritón, cierto. Pero también sabía controlarse cuando la situación lo ameritaba. Era un excelente ninja.
—¡De los mejores, hn! —bramó pisando con fuerza la zona—, un ninja con mi potencial no debería estar buscando el estúpido anillo de compromiso de una niñita consentida —imitó una voz chillona—: ¡Hijita del señor feudal!
—¿Deidara? —el aludido se volteó de golpe casi tropezándose, pero aquellos brazos lo sostuvieron—, ¿Te he asustado?
El ojito feliz de Kakashi apareció ignorando por completo lo que a Deidara le causó mucha vergüenza. Por su culpa ahora el peligris también estaba lleno de lodo. Se separó enderezando su espalda bajo la atenta mirada del otro.
—No —murmuró—, ¿sucede algo, Kakashi-san? —ladeó su cuerpo rogándole al cielo que fuera la Hokage quien le llamaba.
—Tsunade-sama me ha pedido darte un mensaje —¡bingo!, esperó pacientemente mientras Kakashi se desperezaba un poco y saltaba hacia las rocas dispuesto a irse lo más pronto posible—: "En cuanto termines ésta misión repórtate para la próxima" —citó.
Deidara suspiró reprimiendo sus ganas de hacer un berrinche. Lo haría después que el maestro desapareciera de su vista. Kakashi se dio la vuelta regresando a su posición.
—Oh, Deidara tienes algo aquí —apareció frente al aludido una vez más y con su dedo acercándose peligrosamente a él limpió una pequeña mancha de lodo—. Nos vemos después.
Sonrió bastante divertido al ver un fuerte sonrojo en las mejillas del rubio.
Para nadie era un secreto —excepto para Itachi— que Kakashi se tomaba ciertas libertades con el ex-akatsuki. Un juego que disfrutaba en demasía, tenía algo que le llamaba la atención, era quizás, cierto parecido en el carácter explosivo que solía mostrar Obito, de cualquier forma no le daba mucha importancia a aquél gusto, no era más que un hobby bastante entretenido.
Sin más desapareció en una nube de humo.
Gruñó tapando su rostro con ambas manos. Odiaba que Kakashi hiciera aquello, era el único que conseguía hacerlo sonrojar.
Sin más se volteó mirando al suelo y con renitencia se arrodilló en el lodo. Hundió sus manos y comenzó a tantear cubriendo más espacio de aquella forma.
—Éstas manos deberían estar creando arte, ¡no comiendo lodo! —gritó—, estúpida Hokage.
Entró a paso calmado estampando sus sandalias —ahora azules— contra el suelo recientemente pulido del pasillo que llevaba a lo que era sin duda su peor pesadilla.
La puerta se abrió dándole paso a Shizune.
—¡Deidara-kun! —exclamó—, te esperábamos más tarde.
Un revuelo de orgullo se formó en su pecho. Ya debían saber que era un ninja excelente. No necesitaba demasiado tiempo.
—Sí —avanzó ignorando a la morena y encaró a Tsunade— mi misión.
La rubia mostró una vena en su frente, para Tsunade, Deidara no era más que un jovencito altanero y estúpido con demasiado talento. Y con ése pensamiento movió unas cuantas hojas hasta dar con lo deseado.
—Ayuda a la comunidad—sonrió hipócritamente.
—¿Qué? —preguntó, leyendo el papel que la rubia le acababa de entregar, a cada línea leída sus ojos se agrandaba un poquito más—, ¡Tiene que estar jugando! ¿Recoge latas?
—Ayuda a la comunidad —le corrigió—. Tendrás un ayudante y un supervisor.
Grandioso, le agregaba un supervisor. Deidara estaba a punto de explotar y lo hizo cuando leyó los nombres.
Supervisor a cargo: Hatake K.
Rango: Jônin.
Ninja ejecutor: Iwagakure* D.
Rango: Genin.
Ninja ejecutor número dos: Uzumaki N.
Rango: Genin.
Era como su peor pesadilla. Tsunade debía odiarlo y mucho.
—¡Deidara! —gritó el recién llegado—, al fin tenemos una misión juntosdattebayo —rodeó su cuello con el brazo derecho tomando la hoja con la izquierda—. ¿Qué haremos?
Kakashi entró detrás de él con su porte cansino, cuando los ojos de ambos se encontraron el jônin le sonrió y Deidara se sonrojo desviando el rostro.
—¡¿Qué?! —gritó Naruto precipitándose hasta Tsunade— ¡Recoger basura,obaachan!
—¡No me grites, mocoso! ¡Es un castigo para ustedes dos! —los señalo.
—¡¿Qué hice?! —gritó Naruto mientras que Deidara retrocedía, dispuesto a marcharse pues estaba cansado pero Kakashi ya lo esperaba en la puerta.
—¿Nos vamos? —preguntó, burlón.
Deidara observó por sobre su hombro cómo seguían peleando y se dijo mentalmente—Kakashi o Tsunade; prefería a la rubia pero ésta con Naruto daba escalofrío. Asintió algo incómodo y se pegó a la puerta intentando salir sin rozar al Hatake.
Kakashi se adelantó y salió antes que él para esperarlo y caminar en su espalda. Deidara gruñó por lo bajo. Estúpida Tsunade.
Llegó a casa entrada la noche, los músculos le dolían y las botas de gomas estaba inundadas de agua, basura y lodo. Su pelo era un desastre y ni hablar de sus ropas.
Entró sin quitarse los zapatos pasando de largo a la habitación, escucho lejanamente el ruido de la cocina cesar y luego unos pasos siguiéndole.
Quitó su ropa de golpe y la tiró a una esquina del cuarto quedando totalmente desnudo, sintió asco de todo su cuerpo, se tiró al suelo para no ensuciar la cama y se abrazó a sí mismo para tapar su desnudez. Itachi se agachó a su lado.
—Te apestan los pies —señaló.
Deidara dejó que su cabello le tapara el rostro.
—Sí, estoy bien graciasdenada(!), hn.
—Realmente huelen mal.
Sintió las manos del moreno tomar sus pies comenzando a acariciarlos, incómodo se removió pero su pareja no desistió jalándolo un poco hasta abrirlo de piernas. Se alzó azorado y molesto retirando sus extremidades del alcance de éste.
—¡Si apestan no los toques, maldición!
Itachi lo observó produciendo un estremecimiento en éste, se dio cuenta que había extrañado sus ojos tan negros que le hacían sentir un fuerte vacío, gateó hasta hundirse en sus brazos intentando olvidar ese pensamiento.
—Odio que menosprecien mis habilidades, merezco tener un rango mayor, hn —soltó de repente.
—Gánatelo —le respondió—, te evalúan y por como actúas, eres tú quien los menosprecia. Quienes realizan éste tipo de misiones tienen tanto derecho como tú a ser chūnin o jônin.
Deidara se alzó con un puchero en los labios.
—Te odio, hn —murmuró aventurándose a probar sus labios.
Itachi lo apretó con fuerza contra su cuerpo mientras Deidara lamía sus labios. Abrieron sus bocas al mismo tiempo chocando con suavidad, las lenguas se encontraron y pronto amoldaron sus labios, succionando, recorriendo.
Itachi atrapó la lengua de su rubio y tras lamerla la empujó hasta hundirse en ésa cavidad que tanto le gustaba. Deidara se reincorporó logrando acomodarse sobre el Uchiha quien cayó sentado comenzando a subir y bajar sus manos por la espalda clara del otro. Deidara mordió sus labios al igual que él lo había hecho. Como una necesidad, Itachi acarició sus piernas y alcanzó los pies de su novio comenzando a masajearlos. Deidara se quejó dentro del beso pero no se aparto profundizando el contacto al cambiar de posición su rostro. Las respiraciones aumentaron y el deseo se transformó en un presente desesperado. Deidara gimió al sentir los labios de su pareja en su cuello.
—...Itachi, hn.
—Dei —se sonrojó ante el diminutivo pero no respondió—, realmente te apestan los pies. Huelen terrible.
El rubio detuvo sus gemidos y bajó la mirada alejándose de los besos dados a su piel.
—Eres de lo peor —gruñó levantándose hasta llegar al baño— ¡Entra ya que quiero algo de sexo, hn!
Los gemidos profundos se escuchaban como un eco que golpeaba las paredes y regresaba a sus oídos aumentando el calor que el agua intentaba calmar sin mucho éxito.
Deidara tragó algo del agua que caía en su cabeza mientras se aferraba como podía a la pared. Arqueó la espalda mientras Itachi se movía velozmente en su interior, expandiéndolo, rozándolo por completo mientras sus piernas se aferraban a aquella cadera, marcada por el esfuerzo.
Sus lenguas se buscaron con desesperación mientras Itachi ralentizaba el movimiento. Deidara jugueteó con su lengua rodeando con sus brazos el cuello de su pareja.
—Mmh... Itachi dame más —suspiro—, ya no puedo.
El moreno hundió su rostro en el cuello del menor comenzando a moverse.
—Voy a terminar, Deidara.
El aludido lo abrazo con más fuerza llevando su diestra hasta su miembro.
—Hazlo... ¡Hazlo! —gimió.
La explosión llegó pronto. Itachi apretó con fuerza el muslo del rubio con su derecha hundiéndose lo más posible que las embestidas veloces le permitían. Deidara se derramó en la mano de su pareja quien terminó en su interior, gimiendo contra su cuello de manera ronca.
Lamió sus labios intentando respirar con normalidad siendo aplastado por el cuerpo del moreno contra la pared.
Desfiló sus dedos entre los cabellos húmedos de Itachi mientras éste se deslizaba con cuidado fuera de su cuerpo.
Deidara tocó el suelo con sus pies y antes que el Uchiha se fuera lo atrapó entre sus brazos besándolo con suavidad. Itachi lo rodeó en un abrazo que los pegó por completo mientras el agua los cegaba por unos instantes impidiéndoles observarse dentro de la caricia.
Deidara se separó tomando el miembro aún hinchado de su pareja, limpiándolo con suavidad. Tras deshacerse finalizar, regresó a tomar el champú y terminar de bañarse. Itachi se volteó permaneciendo bajo el agua y lo observó con cuidado perfilando cada curva expuesta para él.
—Me encargué de los reportes el día de hoy, cubriendo a Iruka por unos instantes y me topé con uno tuyo.
—¿Sí? —preguntó empujándolo para enjuagar la espuma.
—Sí y no me gustó ver que colocaban el Iwagakure.
El rubio se encogió de hombros, acostumbrado a leer aquello como su apellido.
—Cásate conmigo.
note: Por favor, perdonen todos los errores, algún día me daré el tiempo de corregirlo.
