Nota: Antes de publicar, quisiera agradecer a una chica muy especial el halago enorme que me ha hecho al decirme de una manera muy, pero muy linda que ha imprimido mi Fan Fiction. Eso significó mucho para mi, amiga mía. Esto lo escribi por ti y para ti, es tuyo, guapa! . Aunque no recuerde ahora con exactitud tu apodo, ¡Sabes quien eres!

Gracias también a mis otras compañeras que disfrutan de los Fan Fictions de PetShop Of Horrors tanto como yo. Well... esto lo hago por ustedes, chicas!! Espero hacerles pasar un rato agradable.
No creyó haber sentido algo tan placentero jamás. El cuerpo delgado y amado que había besado la noche anterior hasta saciarse se acurrucaba con insistencia al suyo. A lo largo de su vida les había hecho el amor a muchas mujeres, pero aquello tuvo que ser una ilusión porque nunca había sentido tantas emociones en el corazón como cuando estaba con D.

Cada vez que sentía a D cerca de él, o simplemente sabía que lo estaría, sentía un martillo azotar su corazón sin ningún tipo de compasión.

Un movimiento a su lado le hizo volverse para encararlo.

- ¿Cómo amaneció, bebé?

D gimió hundiendo aún más su rostro en el hombro ancho de Leon.

- Estoy exhausto.

Leon tuvo que reírle a esas palabras.

- ¿Exhausto, eh? Tendremos que practicar mucho más…

Sin embargo D no respondió pero Leon sabía que una tímida sonrisa se escondía entre su hombro y cabellos rubios.

- Mi querido Leon… mi protector… - susurró causándole algunas cosquillas en aquella zona.

Leon se dejó llevar por sus caricias mansas y casi cae en un leve sueño antes de notar que su D ya dormía profundamente.

- Dii Dii… - dijo conmoviéndose a la presencia de su rostro angelical que nunca perdería su bello aspecto. Eso era y siempre sería, su ángel.

No importaba lo que los demás dijeran, D, seguiría siendo un ser divino digno de su amor y adoración. - Mi dulce… muñeca…

El rubio besó su frente con delicadeza. D al sentir el gesto humilde de su amado, sonrió inconscientemente, o tal vez no. Leon repitió la misma caricia al escuchar ese ruido curioso y adorable provenir de su pecho. Ese ruido que le recordó curiosamente al ronronear de un gato.

- ¿Ya ha encendido su motor…? - se preguntó en broma para si mismo. - Es una suerte que ronronee en lugar de roncar… supongo.

D deslizó su mano desde la espalda de Leon hasta su mejilla para acercar así sus rostros y dedicarle totalmente cada uno de esos sonidos que Leon tanto amó, y él lo supo.

- Dii Dii…

No obtuvo respuesta tal y como lo esperó. Escuchó por unos segundos más su motorcito especial antes de replicar suavemente.

- Dii Dii…

- Leon… mi amor, duerma bien. Mañana tiene que trabajar. - protestó sin dejar de ser tierno.

Leon lo ignoró. No le importaba en lo absoluto ser un zombi en el trabajo. Su prioridad era D, así como él no dejaría de ser un ángel, Leon siempre hará lo que mejor sabe hacer. Cuidarlo.

Lo único que deseó fue sentir su piel, no solo esa noche. Quería hacerlo a cada instante, eternamente.

- Dii Dii…

El keiji-san se dio por vencido al no tener ninguna respuesta coherente después de varios intentos fallidos. Suspiró rodeando su cintura en un abrazo protector. Bien, su Conde había tenido suficiente para una primera vez tan hermosa como agotadora. No le haría daño esperar un poco más para amarlo nuevamente el día de mañana.

¿Cuál era la prisa?

Ni la muerte sería capaz de separarlos. Todo estaría bien mientras ese amor puro y sincero siguiera latiendo vivazmente en sus corazones.

"Siempre te amaré…"

- Nunca deje de hacerlo.