ALWAYS WITH YOU
Eso era todo. Él se marchaba a Estados Unidos… ya no volvería a ver a esa niña a la que tanto quería. Y valla que la quería, el había aprendido a quererla. Tal vez demasiado. Miró de nuevo hacia donde se encontraban los otros niños del orfanato. Todos estaban allí, despidiéndose de él y de su nueva familia.
Buscó con la mirada a la única persona que necesitaba ver en ese momento, no estaba allí. Claro, después de lo que había ocurrido unos pocos días antes, era normal que lo evitara. Lo más seguro era que ella estaba confundida, más o igual que él.
Mientras el chico avanzaba hacia la sala de abordajes, no pudo evitar pensar en lo que hubiera pasado si no se hubiera atrevido a besar a Mitsuki. De seguro, ella estaría allí… si tan solo no la hubiera hecho…
- ¡Eichi-Kun!
Eichi se detuvo al escuchar su nombre, pero le sorprendió reconocer a la dueña de la voz. Se dio la vuelta para comprobar que no se lo estaba imaginando. Allí estaba, Mitsuki Kouyama. Una niña de apenas 10 años. Esperando a unos pocos pasos de donde se encontraba el chico. Su cabello lo llevaba separado en dos colitas, cada una con un pequeño listón rosa. Y como Eichi pudo notar, ella estaba llorando…
- Mitsuki- Le dijo él acercándose a ella- Estados Unidos no está tan lejos.
Guardó silencio esperando una respuesta, pero ella seguía llorando, incapaz de decir algo o de mirarlo.
- Prométeme… que estaremos más cerca de nuestro sueño la próxima vez que nos encontremos. Yo seré astrónomo y tú una famosa cantante.
De nuevo… seguía llorando. A Eichi no le gustaba verla llorar. Y mucho menos por su culpa. ¿Por qué lloraba? Por que… ¿temía que él estuviera enfadado con ella por rechazarlo? Quizás… era muy probable.
- … Como lo suponía- Ésta vez Mitsuki levantó la vista y lo miró- No me quieres, perdón por haberte atormentado. Olvídate de mí.
- ¿Cómo?- Le preguntó ella, confundida.
- Si no puedes hacerlo, dame una respuesta…
Ella no contestó de nuevo. Al parecer esa era su respuesta. Muy bien, si ella no lo quería de la misma manera que él a ella… entonces ya no tenía nada que lo retuviera en Japón. Nada. La miró por última vez, para grabarse su rostro en su mente. Sonrió, por supuesto. Nunca la olvidaría. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia donde lo aguardaban sus padres adoptivos.
- ¡Eichi-Kun! ¡No! ¡Eichi-Kun!
Podía escuchar sus sollozos mientras lo llamaba, pero él no quiso voltear a verla. No podría soportar verla así. Simplemente levantó un brazo al aire para despedirse de ella. Sus padres y el subieron al avión. Tomaría casi todo el día y parte de la noche llegar a Estados Unidos. Tal vez eso le ayudaría a pensar las cosas. Después llamaría a Mitsuki y se disculparía. La estaba haciendo llorar…
No se dio cuenta de cuando se quedó dormido, pero le pareció que fue muy poco tiempo cuando su madre le despertó y le ordenó rápidamente que se colocara un Chaleco, que se encontraba debajo del asiento donde él estaba. Adormilado, como estaba le costó trabajo comprender lo que eso quería decir, y se quedó observándola, cuando una fuerte turbulencia sacudió al avión donde viajaban.
- ¡Póntelo rápido! - Le ordenó su madre. Dejándose escuchar entre los gritos de las demás personas.
Eichi lo supo entonces, algo iba mal. Se agachó para recoger el Chaleco que le tocaba. Lo tomó, pero una nueva turbulencia sacudió el avión provocando que se le resbalara de las manos. No lo alcanzaba. Se quitó el cinturón de seguridad y se agachó de nuevo. Lo tomó rápidamente, y antes de que pudiera sentarse en su lugar y ponerse el cinturón de nuevo el avión cayó. O eso era lo que Eichi creía, ya que de repente él se elevó del suelo, claro, por no tener nada que lo sujetara, y fue a dar al techo, donde se pegó un buen golpe en la cabeza. Provocando que el chaleco se cayera de sus manos.
Todo se puso oscuro, absolutamente todo. Sólo escuchaba a la gente gritando y pidiendo ayuda. Un fuerte golpe y… Silencio… ya no se escuchaba nada, ningún grito, ni nadie que pidiera por ayuda. Lo más seguro es que ahora, él estuviera muerto. No lo dudaba, pues no sentía nada, ningún dolor a pesar de los golpes que había recibido. Sonrió al darse cuenta de la paz que lo inundaba en ese momento, de la paz de estar muerto.
- ¡Hey! Este debe ser…
¿De quién era esa voz?... Eichi abrió los ojos lentamente para habituarse a la luz que había en el lugar donde se encontraba… Se sorprendió al ver donde estaba, era el mar. Estaba rodeado de peces y todo era tan… azul… un azul hermoso. Sonrió de nuevo y entonces miró que arriba, a varios metros de donde estaba él, había alguien, que ha diferencia de Eichi, esa persona flotaba en el agua, mientras él lentamente se hundía.
Esa persona se acercó, y eso le permitió a Eichi ver que tenía unas pequeñas alas en su espalda. Y un gorro… bastante peculiar y extravagante, pensó el chico, pues tenia orejas de gato. Recordó entonces las historias que tantas veces les contaban en el orfanato. "Shinigamis" ó dioses de la muerte, ellos venían y tomaban tu alma… una vez que estabas a punto de morir. Ese debía de ser su situación… Él estaba a punto de morir… o ya había muerto…
- ¿Tú eres… un Shinigami?- El chico "shinigami" pareció sorprenderse cuando Eichi habló- Disculpame, pero no te entrego mi alma, por que sólo existe una chica, quien puede restringir o liberar mi corazón. Alguien quien yo he decidido que lo haga…
Se hundía, Eichi se hundía más rápido. Pero eso no le preocupaba, por que estaría esperando a que ella llegara… a que Mitsuki le perdonara. Sus ojos se cerraron, mientras el Shinigami lo dejaba perderse en las profundidades del mar. Todo era oscuridad. Total oscuridad, Eichi de repente sintió tristeza. Lo embriagó una tristeza enorme. Quizás no volvería a ver a Mitsuki….
Pudo escuchar claramente que alguien cantaba… una canción bastante conocida para él. Buscó a la persona que cantaba aquella hermosa melodía y cuando se dio cuenta estaba en un lugar bastante iluminado y conocido.
- El orfanato- Se dijo para él mismo. Miró hacia todos lados, esa no era cualquier parte del orfanato. Era la habitación de… - Mitsuki
Mitsuki estaba recostada en su cama, bocabajo. Al parecer estaba escribiendo algo mientras cantaba. Quizás una nueva canción, como las tantas que ella le había enseñado.
- Mitsuki- La llamó sin recibir respuesta.
Se acercó a ella y alargó su mano para tocar suavemente su hombro, lo mas seguro era que ella no lo había escuchado. Cuando su mano tocó su hombro, o más bien, cuando debió tocarlo, su mano atravesó limpiamente el hombro de Mitsuki, como si ella no estuviera en ese lugar. O mas bien… como si él no estuviera. Ella se levantó rápidamente y caminó hacia la puerta, que se encontraba justo detrás de Eichi, pasando a través de él.
Fue entonces cuando él entendió que… lo que había visto en el mar, aquel Shinigami, no había sido un sueño. El estaba muerto de verdad. Miró a Mitsuki salir de la habitación, sin ni siquiera darse cuenta de que él estaba allí. Claro, estaba muerto. ¿Podrá verlo alguien?... Se arriesgó a salir de la habitación, siguiendo a Mitsuki. Todo estaba igual, igual a como el lo había dejado.
Mitsuki fue rápidamente hacia la dirección del orfanato y Eichi detrás de ella. Cuando ella entró. Pudo ver que la televisión estaba encendida, y hablaban sobre algo que el no le dio importancia. Él le dio más importancia a la expresión de Mitsuki… estaba llorando y se cubría la boca desesperadamente, como si tratara de retener un grito.
Después ella se marchó, simplemente salió corriendo de la dirección, sin esperar a que las personas allí presentes notaran su presencia. Eichi miró a todos lados, buscando la razón de que ella reaccionara así.
Entonces lo vio… la televisión que hace poco no le había dado importancia. Estaban hablando sobre un accidente, uno aéreo… y en la parte baja de la televisión estaban pasando los nombres de las personas que viajaban en ese vuelo. No le sorprendió ver su propio nombre, pues el ya lo sabía. Lo sabía muy bien.
Buscó a Mitsuki. Había regresado a su habitación. Seguía llorando. Se sentó a su lado, intentando tocar su cabello, aun sabiendo que eso no funcionaría. Incluso le hablaba, casi hasta olvidar que era inútil. Que ella no podía escucharlo. Entonces decidió que intentaría protegerla. Sin importar que tan difícil eso pudiera ser, él la protegería.
- Siempre que me necesites estaré contigo Mitsuki… -le susurró a la chica, que aún lloraba.
