Destino –futuro-

Ella estaba sentada en el suelo de aquel cuarto, aquella habitación acolchada –paredes y piso- sin otro atisbo de luz mas que el de la ranura de la puerta que sólo abrían para poder alimentarla –o sedarla-, para que no muriera.

Solía imaginar el mundo allá afuera, ya que lo había olvidado, y por más que había estado intentando imaginar el cielo, no conseguía recordar qué tan intenso era su color… Se decía –para darle cierto humor a la situación- que el chaleco de fuerza, aparte de atarle la cordura, ataba su imaginación y sus recuerdos, pero sólo los recuerdos del pasado, no los del futuro.

Flash back

Jugaba en el jardín de la casa con su hermana menor, Cynthia; estaban jugando a las escondidas y, por alguna razón, ya sabia donde estaba escondida su hermana.

-te encontré- le dijo una vez que la sacó de su escondite.

-no es justo, Alice, cómo sabías que estaba aquí?- preguntó Cynthia haciendo pataletas.

-lo he visto- contestó Alice, no muy convencida, pero orgullosa.

-no es posible, Al, cómo me habrías visto si te estabas cubriendo los ojos?- dijo – no has hecho trampa, verdad?-

-claro que no- frunció el ceño –sólo lo he visto… como si fuera una visión… del futuro…-

Fin flash back

Y ese había sido el error cometido por Alice, decirle a su hermana –y a sus padres- que podía ver el futuro.

-algún día saldré de aquí- se había estado diciendo a ella misma últimamente, mientras las lagrimas corrían por sus mejillas. Lo último que recordaba, desde que le había contado a su padre acerca de sus reiteradas visiones, era que se había enfurecido mucho, y, esa misma noche, llegaron unos hombres vestidos de blanco que la tomaron y la pusieron en un auto, llevándola directamente y sin escapatoria a lo que seria su infierno personal: un hospital psiquiátrico; y dada por muerta al día siguiente. El resto sólo es oscuridad.

Lo único que la mantiene despierta –y con ganas de seguir viva- son las visiones que ha estado teniendo; un chico, de cabello rubio y rizado, con la tristeza reflejada en su rostro y buscándola –sólo que sin saberlo-.

De pronto se abre la puerta de la habitación, la puerta que, después de tres días de un dolor intenso –que no recordaría-, la llevaría con él.