Los personajes de Maruto no me pertencen, son propiedad de Masashi Kishimoto.
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Nota: Muchisimas gracias por todo el apoyo en este desáfio, tuve muchos alti bajos pero esperaron, realmente gracias y espero disfruten de este último día.
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Sus pasos van presurosos por los pasillos blancos y pulcros, ha esperado todo el día por ese momento, por los escasos minutos que puede visitar el cielo.
Se detiene frente a una puerta blanca, sonríe como sabe que es tonto, suspira suavemente y se prepara para verle. Abre la puerta con suavidad, tanta que pareciera que teme que ésta fuese a romperse.
Sus pasos son silenciosos al entrar a la iluminada habitación, deja sobre una pequeña mesa de noche lo que en sus manos transporta, resgresa sobre sus pies y cierra la puerta, acariciando un poco la madera para su respiración tratar de recomponer.
—Buenos días —saluda sin esperar una respuesta—, estoy aquí, justo como lo prometí.
Sus pasos son seguros al acercarse a la silla de ruedas que descansa inerte frente a la ventana.
—Veo que también cumpliste tu promesa, esperaste por mí
Se siente tonto, sabe que ella está allí porque no hay lugar al que pueda ir
—¿Es bonito el día? —pregunta tomando la copa de plástico de la charola que ha transportado con él—, es una mañana hermosa, soleada como tu nombre.
Sonríe aun que no hay respuesta de su compañera, tan solo una mirada perdida en el ventanal.
—Voy a moverte un poco
Camina cortos pasos hasta colocarse de frente, le ayuda a abrir sus delicados y pálidos labios, acaricia la piel con su pulgar e introduce entre estos una blanca pastilla, coloca el vaso con agua y le hace tragar mientras ella le mira sin expresión alguna.
—Muy bien —celebra él
Teme un poco pero no se detiene, toma las delgadas manos entre las suyas, les acaricia de forma tierna y se permite sonreír a la chica, no siempre tiene la suerte de que ella le mire, no siempre hay brillo en sus ojitos, no siempre está presente.
Lleva su mano hasta las hebras azulinas de su cabello, lo toca suavemente y aspira el olor a vainilla, pasa sus dedos por las pálidas mejillas y se regocija de ver un toque de disfrute en sus caricias, ella suspira suavemente, pero entonces la suerte se acaba y de nuevo, la pequeña hermosa dama se va, otra vez, está sin estar.
Poco a poco se coloca de pie, re acomoda la silla frente a la ventana y le deja descansar, deposita una beso en su coronilla, recoge la charola y la mira una vez más.
—Es hora de salir, vendré por la tarde —le avisa desde la puerta—, por favor espera por mí, es una promesa mí pequeña.
Naruto abandona la habitación en silencio, reposa su frente sobre la fría madera de la puerta y se permite dejar ir una lágrima.
De nuevo se pregunta por que, que tanto daño debe sufrir alguien para estar en ese estado, que tanta mierda se puede tener en el alma como para arruinar la vida de un ángel, como puede haber alguien tan cruel, como puede esa pequeña soportar tanto.
Sabe que no es correcto lo que hace, es solo un enfermero mas del hospital, no es bueno que de una paciente se haya enamorado, no es bueno acumular esperanzas que solo le hace daño, no es bueno que se culpe por no haber llegado a tiempo, por no haberla salvado, pero es hermoso que celebre el haberla conocido.
—Pequeña Hina —susurra contra la puerta—, voy a seguir Cuidándote hasta que el tiempo se me acabe, hasta que encuentre medicina que te salve, una píldora que te traiga de nuevo a la vida, a mi lado.
Naruto se recompone y vuelve en sus pasos hacia el pasillo, del otro lado, Hinata regresa por un instante, sonríe y una pequeña lagrima rueda por su mejilla, una lágrima de vida.
