"Tiny"
-¡Monsieur! ¡Qué tarde tan hermosa! ¡Jolie! ¡Sencillamente Jolie! ¡Siempre he adorado los bellos atardeceres, se magnifique! –Aquella tarde, yo sobrevolaba un pequeño pueblecito francés a orillas de un bello y conocido río caudaloso, que siglos después se convertiría en la hermosa capital de aquella noble tierra.
El sol esparcía sus luminosos rayos dorados sobre sus aguas, reflejando en ellas un hermoso camino líquido del oro más puro. Sobre los árboles y campos, tonos de los más diversos desde el rojo más intenso hasta el amarillo más claro, se posaban y destellaban a lo largo del horizonte, mostrándose así un espectáculo memorable. El cielo ofrecía un aspecto típicamente primaveral, con nubes violáceas aterciopeladas surcando el ancho firmamento. Era un paisaje digno de admirar, y yo me sentía orgulloso de ello. Como cualquier otro, adoraba mi tierra natal, y no podía sino asombrarme cada vez que peregrinaba desde lejanos países. Una vez más, fui planeando hasta mi hogar, la bella catedral de Notre Dame y surqué una vidriera fragmentada. Me posé en una gran mesa que acumulaba grandes cantidades de polvo por el descuido del tiempo, y lo que era aún más importante para mí, grandes cantidades de libros. ¡Oh, bon ami! ¡Adoro los libros y las bellas historias que en ellos acontecen! ¡Ah, pero qué descaro! ¡Aún no nos hemos presentado, querido lector! ¡Mi nombre es Demyx, el trovador y contador de historias, en ocasiones cantante! ¡También conocido como la golondrina viajera! ¡Es un placer reverenciarme ante ustedes, mis señorías! Sí, es un duro trabajo, pero a la vez muy gratificante. Permítanme que me ponga cómodo… El sombrero aquí… y las botas allá… ¡Perfecto! Y si aún siguen aquí, es porque quieren oír una bella historia, ¿me equivoco? Sí, alguien tan pequeño como yo puede transportaros a un mundo inimaginable de magia, aventuras, misterio y romance, el más apasionado de los romances… ¡en un mundo inmensamente grande! Porque… ni para la gente más pequeñita… hay grandes imposibles…ni grandes barreras infranqueables, sólo valor y voluntad. Y esta pequeña pero grande historia trata, precisamente de alguien enormemente pequeño, que vivió pequeñísimas aventuras gigantescas.
Capítulo I
"Nacimiento al atardecer"
Había una vez, una mujer muy, muy amable y compasiva, de un corazón muy, muy grande y de un alma aún más grande y pura, que deseaba con todas sus fuerzas tener un hijo. Pero la fortuna no había sido generosa en su vida… Y no había podido hallar ni el amor ni su tan deseado consuelo, ser madre.
Un buen día, en el que la dama se encontraba sumida en el más profundo de los pesares, recibió la visita de una mujer un tanto peculiar. Quizás era una hermosa hada, o quizás una bella bruja, o quizás ni una ni otra cosa, o tal vez las dos, el caso fue que se le acercó, pues había estado escuchando los lamentos de la generosa mujer, y no pudo hacer sino un ademán de acercarse para conocer la causa de tanto sufrimiento. "No puedo tener un hijo, porque tampoco he encontrado hombre para formar mi familia… y me siento terriblemente sola…" Explicó entre sollozos. La misteriosa hechicera le tomó ambas manos y le dejó caer en sus manos una diminuta semilla de cebada y le susurró:
"Planta este grano de cebada y verás lo que ocurre con un poco de fe".
Tras la marcha de la maga, la mujer se puso manos a la obra. Con mucho mimo colocó la semillita en una maceta de arcilla y la enterró con el mismo cuidado. Y a menudo, la regaba con todo el esmero que fue capaz. El proceso duró exactamente trece días. Trece días en los que fue creciendo al principio una plantita de lo más chiquita, para luego irse convirtiendo en un bello tallo que fue transformándose en una bella rosa del color del oro más puro. Y al atardecer del treceavo día… El capullo comenzó a abrirse ante el asombro de la mujer, que acarició tan bella flor entre sus dedos, y la besó. Pero lo aún más sorprendente, es lo que contenía en su interior: un ser de unos dos o tres centímetros, de ojos muy despiertos y vivos del color más azul y cabellos a juego con la rosa, la miraban muy asombrado y expectante. No cabía duda de que era un niño, sí… ¡pero un niño en miniatura! Un niño de una apariencia de quince o dieciséis años de edad que a la mujer le pareció muy apuesto y esbelto, le sonreía por primera vez, entre sus manos. Y entonces, entre risas de felicidad, decidió su nuevo nombre.
Y nuestro protagonista era… Tiny. El pequeño Tiny.
Y por supuesto, ya os podréis imaginar la de problemas que le pueden surgir a una persona no más grande que vuestro dedo pulgar…
Tiny, lo que quería decir, diminuto, pequeñito, vivía una vida más o menos tranquila y sosegada en la casa de su madre. Allí, él era el verdadero protagonista en la vida de todos. Los diversos animales de la granja, desde el más pequeño pollito hasta el más vigoroso buey, velaban por la seguridad del pequeño noche y día, a la par que lo distraían y jugaban con él, y el pequeño creció feliz y sin dificultades, lleno de alegría, risas y vida. No podía haber nadie tan lleno de dicha. No obstante, claro, lo de crecer era, por supuesto, una forma de hablar. Nuestro pequeño maduraba, su mente se abría paso entre las viejas fronteras y cada vez era un muchacho más espabilado, despierto e inteligente, sin dejar de perder jamás esa chispa de inocencia y dulzura que lo hizo tan popular a los alrededores, por no hablar de su creciente belleza, que eclipsaba incluso a las más bellas flores del jardín.
Pese a todo, su deseo de crecer físicamente, no se cumplía. No lo entendía, no podía explicárselo. ¿Acaso se tendría que quedar así por siempre?... Esa idea sólo lo inquietaba y lo atemorizaba…
Hasta que un buen día…
-Tiny, hijo, ya es hora de ir a la cama. –Le anunció su madre, yéndolo a buscar sobre un cojín que permanecía a cierta distancia de la chimenea encendida.
-¿Puedo quedarme así un poco más, mamá? Adoro ver repiquetear las llamas y las ascuas… Podría pasarme toda la noche así…- Respondió el joven desde el punto más hundido del centro del cojín, posando su rostro sobre sus manos, boca abajo, maravillado ante el baile del noble elemento, reflejándose en sus ojos azul intenso el vaivén con una claridad y un brillo casi cegador.
-Pensaba leer juntos un cuento que pensé que podría gustarte…
-¿Un cuento?... ¿Y de qué trata esta vez… de gigantes y dragones? –Suspiró aburrido.
-¿Qué te ocurre, Tiny? Creí que te agradaban las historias maravillosas… de fantasía y magia.
-Y las adoro, pero… ¿No hay ninguna que hable de héroes bajitos? ¿Que vivan numerosas aventuras y sean capaces de grandes hazañas? –Dijo un poco esperanzado y suplicante.
-Ah, ya veo… Así que se trata de eso. ¿Quieres oír una bella historia sobre gente diminuta?
-Si las hubiera, me gustaría mucho.
-¡Por supuesto que las hay! Ven conmigo. –La madre se arrodilló ante la lumbre y tomó una vela, encendió su mecha y la colocó en un candelabro; tomó a Tiny en su otra mano y lo colocó cerca de la ventana, en una mesa de madera, junto al candelabro. Luego fue a buscar un gran libro de cuentos con muchas ilustraciones más hermosas de lo que uno pudiera llegar a imaginarse, y abriéndolo por sus páginas centrales, lo posó cuidadosamente frente al pequeño. Luego fue a buscar su preciosa camita constada tan solo de una cáscara de nuez y a modo de colcha y almohada, unos delicados pétalos de rosa del mismo tono de sus destellantes cabellos, colocándola frente al enorme libro.
-Mamá, - Dijo muy sorprendido y asombrado Tiny. -¿Estos dibujos son… de personas como yo?
-Así es, hijo mío. Son habitantes del país de las hadas.
-¿Así que son hadas? ¡Qué increíble! Entonces, eso que llevan a sus espaldas…
-Exacto, son alas y con ellas pueden volar y utilizar su magia, conceder deseos y muchas cosas más maravillosas que se cuentan.
-Es genial… Me gustaría poder volar… o al menos ser un poco más grande…
-¿Por qué, Tiny? ¡Ser así te hace ser especial!
-Especial sí… pero precisamente por eso, me siento solo… Soy el único humano que mide dos o tres centímetros a lo sumo… es muy triste. –Se lamentaba mientras tomaba asiento y envolvía sus flexionadas piernas con sus brazos.
-Entiendo como te sientes, Tiny. –Dijo intentando animarle. – Pero no debes desear nunca ser diferente de lo que eres. Seguro que algún día ocurrirá el milagro, no sufras, y sobretodo no pierdas la fe, como yo no la perdí de tener un hijo… y aquí estás… -Le respondió acariciándole una mejilla con la yema de su dedo índice. Tiny trató de sonreír, aunque sólo logró una media sonrisa poco convincente. Lo que él deseaba no podía confesárselo, la habría preocupado en gran medida y sumido en una profunda tristeza. Y la quería demasiado para hacerla sufrir de aquél modo. Así pues, le dio las buenas noches y frente a la vela de la que jamás se separaba, que era algo así como la luz que le cuidaba en la profunda oscuridad de la noche, y que siempre contemplaba hasta que caía rendido en sus sueños, se quedó observando el enorme libro y sus páginas largo rato. En él estaban dibujados, según le había dicho su madre, el príncipe y la princesa de las hadas que se estaban casando, y en las otras páginas sus diminutos habitantes celebrándolo en las calles y en las casas de la adornada y poblada ciudad. Y todos tenían alas de diferentes formas, tamaños, elementos y colores. Estaba maravillado. Su madre le había asegurado que una vez le pareció haber visto un hada, pero con ello, el muchacho no tenía suficiente. Quería asegurarse. Pero siendo de ese tamaño, parecía una misión francamente imposible. Como imposible le parecía poder salir de ese jardín y vivir muchísimas aventuras mucho más allá, ver mundo, conocer gentes y lugares distintos, ser libre e independiente sin temer a que nada ni nadie lo pisotearan o lastimaran. Quería ser capaz de hacer grandes cosas, como cualquier persona. ¡Hacer grandes proezas! ¡Eso es! Hacer cualquier cosa que para la gente corriente le fuera imposible de hacer, sobresalir por primera vez en algo, ser algo así… ¡como un héroe!
Se asomó a la ventana. La Luna llena brillaba enormemente allá arriba, en el amplio infinito del universo. Era una preciosa noche de inicio de verano, y las flores estaban muy grandes y esbeltas, mostrando todo su esplendor, así como en el enorme valle en el que se situaba su casita. Por doquier todo lo envolvía el verdor y ese aire cálido y confortante que tanto le agradaba a Tiny. Sentir esa suave brisa en su cara le provocó unas enormes ganas de saltar y emprender el vuelo. Pero sabía que sólo se trataba de eso, de una sensación como cualquier otra. Así que se sentó en el alféizar, de cara al libro. Esas hadas de los cuentos… ¿Existirían de verdad? ¿Y si existieran… podría conocerlas? Era un milagro… La verdad es que a pesar de su corto e imposible tamaño, era bastante escéptico. No solía creer en cosas imposibles.
Se puso a entonar una canción algo triste, pero reconfortante y esperanzadora para consolar a su apesumbrado corazón. Cantar no se le daba mal, desde su nacimiento, había adquirido este extraño pero bello don. Y cantando y entonando, se fue medio adormilando un poco, sin sospechar siquiera que el milagro que esperaba estaba ya a pocos kilómetros de allí y aproximándose cada vez más…
Continuará...
Fin del capítulo 1
Mientras actualizo mi anterior fic, (que está en proceso, tranquilos/as) os presento mi nueva obra, no tan larga como el anterior, pero a la que le he puesto igualmente todo mi esfuerzo, cariño y dedicación. Todo empezó una noche en que Roxas-13-Nobody y yo nos quedamos en mi casa a ponernos al día con películas Disney, y no sé por qué encontré "Pulgarcita" de Don Bluth y me entró nolstálgia porque era de mis favoritas cuando era más peque. Y mientras la veía, estaba viendo este fic que acabáis de leer y no pude evitar la tentación tras bromear muchos días con Roxas-13-Nobody ( que ODIA al sapo) decidirme a escribirlo al fin. Espero que os guste el inicio de esta gran aventura! (Espero terminarlo antes que el de Alexia, no os preocupéis ^^U... A lo sumo tendrá 13 capítulos...) Y no creo que tenga tanta largura como el anterior...
¡Espero que os guste! ¡Dejadme reviews como siempre, me ayudan mucho a mejorar! ¡Gracias por vuestro apoyo y paciéncia que me dedicáis todos los días!
¡Hasta dentro de poco que suba el siguiente!
Matta ne, compañeros! ^_-
PD: Si hay alguna cosa que deba aclarar, ¡no tengáis reparos en decírlo! ¡Domo arigatô! ^-^
Dedicado como siempre a Roxas-13-Nobody y a todos los que me seguís leyendo y apoyando, ¡mi más sincera gratitud y respeto!
