La muerte siempre había sido un tema importante para él; que qué se sentía, o qué era lo último que uno pensaba. Si es que se podía ver un túnel, una película de su vida en cámara lenta o algo así.
Se preguntó entonces si todas las fuentes a las que había recurrido buscando respuesta estaban erradas, o si su propia muerte era algo sencillamente extraño.
No había túnel, ni nada parecido: sólo blanco. Pero Mello lo sabía; no era ninguna luz. Era él.
Era su rostro, sus manos, su expresión infantil cada vez que le ganaba en algo. Era el estúpido pijama blanco que usó todos los días que vivieron juntos; el que usó la última vez que se vieron.
Eran las sábanas de su cama, las paredes de su cuarto. Era la inocencia que él mismo se había empeñado en destruir.
El miedo, la impotencia y la tristeza lo invadieron de golpe. Todo era Near.
El dolor en el pecho lo hizo perder el control del vehículo y estrellarse contra una iglesia ("Tremenda paradoja", pensó).
Susurró su nombre en medio de la desesperación del momento, sin atreverse a cerrar los ojos.
"Si los cierro voy a morir"
Pero ocurrió de todas formas.
Ordenando mi habitación encontré una libreta con algunas historias; entre ellas esta. Un poco triste, un poco corta. Pero bueno.
Me ha gustado mucho :) por eso decidí publicarla, hoy después de miles de años jajaja
Saludos a todos
